Europa reexamina sus rechazos a la energía nuclear

Europa no «rechazó» la energía nuclear. Francia, por ejemplo, mantiene orgullosa sus centrales, que le proporcionan el 25% de la electricidad que usa y le permite exportarla.

Pero es cierto que hay un prejuicio antinuclear extendido en muchos países de la Unión Europea. Este editorial de La vanguardia, de Barcelona, muestra cómo la realidad los está obligando a reflexionar.

ooooo

«¿Hicieron bien España, Alemania y otros países europeos en decretar la moratoria y el posterior apagón de la energía nuclear? ¿No se precipitaron en su decisión? A partir de ahí se apostó por el gas natural como único combustible para garantizar la continuidad del suministro eléctrico cuando las ­renovables se ven obligadas a dejar de producir por falta de viento, de lluvia o de insolación.

El uso del gas, además, se hace imprescindible –a través de las centrales de uso combinado– porque la implantación de nuevas instalaciones eólicas o foto­voltaicas no se lleva a cabo a la velocidad necesaria para producir la energía que exige la demanda del mercado, que irá en aumento a medida que la sociedad empiece a electrificar masivamente, fundamentalmente a través de los automóviles eléctricos.

Haber dejado el gas natural como único recurso energético para sostener la producción de las energías renovables se empieza a revelar como un gran error. Eso es así a la vista de los precios que ha alcanzado en el mercado internacional, que se han más que duplicado en el transcurso del último año.

¿Estamos ante el riesgo de un shock del gas natural como en su día lo sufrimos del petróleo? El brutal aumento registrado en el recibo de la luz en toda Euro­pa, no solo en España, apunta en esa línea, sobre todo porque no se le ve un final próximo. ¿La causa? La enorme demanda de gas natural que se registra en el mundo, fundamentalmente por el acopio que hace el gigante chino para empezar a sustituir progresivamente sus centrales de carbón, que son extremadamente contaminantes.

Europa ya lo ha hecho y también lo ha sustituido por gas natural. Esto coincide además con otros factores: la falta de inversión en nuevas plantas de extracción y generación de gas natural, porque en principio es un combustible fósil con fecha de caducidad que no atrae a los inversores, lo que no permite aumentar la producción todo lo que sería necesario.

También está el alza de precio que aplican los principales países productores, como Rusia o Argelia, en sintonía con el mercado internacional, para aprovecharse de la situación. Igualmente, el enorme encarecimiento que registran los derechos de emisión de CO2, que han caído en manos de los especuladores, que obtienen grandes beneficios a costa del recibo de la luz que pagan los consumidores.

La energía nuclear emerge como la mejor alternativa al gas natural para dar estabilidad a las energías renovables

No hay soluciones fáciles ni rápidas para abaratar el gas natural. En esta situación no es extraño que se piense en la energía nuclear, que tiene la ventaja de no emitir CO2, como alternativa para garantizar la sostenibilidad de las renovables.

De entrada, en España el Gobierno ha alargado por un periodo de diez años, hasta el 2030 y el 2031, la actividad de los dos reactores nucleares de la central de Ascó. La central de Vandellòs II también fue prorrogada hasta el 2030.

La Agencia Internacional de la Energía (AIE) en sus últimos informes defiende el uso de energía nuclear para compensar la naturaleza variable de las renovables. Paralelamente, varios países se empiezan a plantear apostar de nuevo por ella.

Tanto es así que la AIE estima que la producción de energía nuclear podría incrementarse en un 90% en el año 2030, especialmente en China, Rusia, India y Oriente Medio. A ello contribuirá el desarrollo de los reactores nucleares de cuarta generación, los reactores modulares pequeños, los microrreactores o los reactores de fusión, que permiten una gestión más flexible y segura de esta energía.

La esperanza de los contrarios a la energía nuclear es que paralelamente puedan desarrollarse baterías o sistemas para almacenar la energía generada por las renovables, lo que no haría tan necesaria la energía nuclear. Pero hay serias dificultades técnicas para ello.

La transición energética, a medida que avanza, plantea problemas y retos inesperados que exigen un debate sereno y pragmático para buscar las mejores soluciones.

Centrales nucleares en Francia
VIALa Vanguardia