En la anteúltima jornada antes de las elecciones del domingo, las diferentes cotizaciones del dólar siguieron ganando terreno, presionadas por rumores que se alimentan a sí mismos. El denominado «blue» llegó al récord de $ 207, y sobre el cierre recortó 50 centavos y cerró a $ 206,50, superando la brecha con el oficial el nivel del 100%. El Gobierno respondió ratificando que no va a haber cambios en el régimen cambiario. Es decir, que no devaluará.
Nos parece oportuno entonces reiterar una nota que publicamos el 24 de octubre, en medio de otra disparada: el dólar «blue», el que se compra y vende en efectivo en las «cuevas», había llegado el viernes 22 a $ 195, con lo que igualaba el máximo histórico que había alcanzado justo un año atrás.
El 23 de octubre de 2020 el billete verde había llegado por primera vez a $ 195, en medio de fuertes tensiones cambiarias. El gobierno logró entonces estabilizarlo, y luego tomó un sendero a la baja hasta tocar un piso en abril de este año.
El dato clave, decía Enrique Pizarro, del Cronista, es que, si en valores nominales el dólar billete tenía el mismo precio en pesos que hace exactamente un año atrás, en términos reales, debido a la pérdida del poder adquisitivo que ha tenido el peso argentino en estos 12 meses por la inflación, ese dólar «vale» mucho menos.
Hasta el mes pasado, según el INDEC, la inflación acumulada durante los últimos 12 meses alcanzó al 52,5%. En octubre se mantendría cerca del 52%, se estimaba. Por lo tanto, los $ 195 de octubre del año pasado equivalían, a unos $ 297, aproximadamente. No necesitamos subrayar que, con las cifras oficiales del INDEC para octubre, el desfasaje es todavía mayor.
En AgendAR repetimos entonces que, como demuestran estos números, el dólar no es la apuesta más segura. Pero para muchos argentinos, en realidad, para todos los que no tienen acceso a los mercados financieros ni saben de mecanismos sofisticados de inversión, es la moneda que cumple la función de reserva de valor. Porque el peso argentino no, desde hace muchos años.
En esta gestión, la dupla Guzmán-Pesce, a pesar de algunas diferencias entre ellos, había conseguido disminuir el déficit fiscal y colocar deuda en el mercado.
Ahora, varios factores se han combinado para crear expectativas de devaluación: el alza de los precios internacionales, que ha causado que aún en la conservadora Alemania la inflación anual llegue al 14,2%; la necesidad electoral del gobierno de emitir para socorrer a los sectores más perjudicados; la puja distributiva que generó la reactivación, con empresas que quieren recuperar sus márgenes de ganancia; y una oposición que promete cambiar las reglas si gana.
Nuevamente entonces el alza del precio del dólar «blue» sirve de termómetro de las preocupaciones de todos los sectores que no están en el escalón más bajo y tienen la preocupación más apremiante de sobrevivir día a día. Alentada, es probable, por grupos económicos furiosos con el gobierno: después de todo, es un mercado marginal, y con algunos millones de dólares pueden impulsarse aumentos…, si el gobierno no tiene otros recursos que imponer restricciones al acceso legal al dólar.
Nuestra conclusión es la misma que mantuvimos en 2018, cuando el gobierno de Macri perdió el control de la variable cambiaria: el problema fundamental no es el precio del dólar, legal o marginal, sino la inflación. Hasta que esa variable no se controle, todas las medidas que se implanten serán de corto plazo.