«El mundo está entrando en una era en la que seguirá creciendo el Estado»

La publicación The Economist ha sido el vocero del liberalismo inglés, y de sus finanzas, por 178 años. Uno puede considerar sus políticas nocivas, pero debe reconocer que las plantea con un elegante estilo literario.

Esta semana publica como artículo de tapa «El mundo está entrando en una era en la que seguirá creciendo el Estado«. Y se pregunta «¿Qué podemos hacer los liberales clásicos?». No lo traducimos para reproducirlo aquí porque The Economist es uno de los medios que no lo permite, pero ellos mismos hacen este resumen. Vale la pena:

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«Nuestra portada de esta semana analiza el crecimiento incesante en el tamaño del estado. Los gobiernos han gastado u$s 17 billones (millones de millones) en la pandemia, incluidos préstamos y garantías, para un total combinado del 16% del PIB mundial.

Según las previsiones actuales, el gasto público será mayor como porcentaje del PIB en 2026 que en 2006 en todas las principales economías avanzadas. Los enemigos del gobierno gastador, como Ronald Reagan en Estados Unidos y Margaret Thatcher en Gran Bretaña fueron, parece, solo un episodio en una tendencia ascendente de larga duración.

Hay malas razones para esto, incluido el reparto de contratos y prebendas como estrategia política, y la construcción de imperios burocráticos. Pero parte de la explicación es el hecho ineludible de que los precios de los servicios que brindan los estados de bienestar, como la atención médica y la educación, crecen más rápido que la economía.

Y, lo que es más importante, el gobierno se está haciendo más grande porque los votantes quieren más: mejor educación y atención médica; gasto en ancianos que crece con el envejecimiento de la población; y acción sobre el cambio climático.

Es vital reconocer lo que el estado puede y lo que no puede hacer bien, y evitar que Leviatán ejerza su poder en beneficio de los de adentro y los compinches. El premio por administrar bien el estado no es solo la transición a cero emisiones de carbono y una red de seguridad para los ancianos, sino también sociedades más justas y prósperas

VIAThe Economist