La Comisión Nacional de Energía Atómica rinde homenaje a Jorge Sabato y Juan Flegenheimer

 

La presidenta y el vicepresidente de la CNEA, Adriana Serquis y Diego Hurtado, encabezaron un acto en homenaje a Jorge Sabato y Juan Flegenheimer, cuyas familias donaron las bibliotecas personales de estos dos tecnólogos y pensadores fundamentales de la Argentina.

El vicepresidente de la CNEA, Diego Hurtado, fue el encargado de hablar de los homenajeados y recuperó de forma resumida los mayores aportes que cada uno de ellos hizo en el contexto de una CNEA y una Argentina pujante durante los años ’60 y ’70.

“Hoy estamos homenajeando a dos tecnólogos, dos miembros de la CNEA que supieron cómo lidiar con el gran problema de los países en desarrollo como la Argentina, que es la tecnología, que seguimos teniendo hoy, y que seguimos intentando avanzar sobre él”, comenzó su presentación. Y agregó que “sus trayectorias se dieron en lo que se llama el Primer Ciclo de Industrialización, lo cual es esencial para entender la trayectoria de la CNEA y la importancia de los aportes de Flegenheimer y Sabato, cuando la característica no era buscar la frontera tecnológica sino concentrarse en la generación de capacidades nacionales, en la generación de entornos institucionales-empresariales”.

De Jorge Sabato recordó su “pragmatismo sofisticado”, y también su don de comunicador nato. “Quedarse con el título de ‘El Triángulo de Sabato’ es una injusticia, porque es un desarrollo en el que muestra una profunda comprensión de lo que es la Argentina en sus capacidades tecnológico-industriales”, reclamó.

Del doctor Juan Flegenheimer, resaltó que se doctoró en Química en 1954 en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA. Fue alumno del físico alemán Walter Seelman-Egebert quien, a su vez, había trabajado con Otto Hahn, el descubridor de la fisión nuclear. Fue uno de los grandes protagonistas de la radioquímica en Argentina. “El punto más alto de su carrera fue en 1968, cuando al frente del grupo de Radioisótopos pone en marcha la planta de reprocesamiento en el Centro Atómico Ezeiza”, enfatizó.

Ambos trabajaron por el desarrollo de la Argentina y Latinoamérica. En 1977, Sabato escribió “la llave de la independencia de América Latina es el entendimiento argentino-brasileño, y la llave del entendimiento argentino-brasileño es la cooperación nuclear”. Dos años después de su fallecimiento, en noviembre de 1983, se produjo la cumbre entre Alfonsín y Sarney que abrió la cooperación nuclear binacional y sigue siendo ejemplo global hasta el día de hoy.

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