Entre principios de octubre y fines de noviembre, los casos confirmados de Covid-19 pasaron de un promedio semanal de 4.900 a 10.200; es decir, se duplicaron. Además, y por primera vez en los últimos dos meses, la semana pasada se superó la barrera de los 2000 contagios por día, un hito que se registró en dos jornadas consecutivas. Lenta, pero progresiva, la tendencia de la curva está en alza.
Las cifras informadas en el fin de semana que acaba de terminar, no deberían ser tomadas en cuenta: es inevitable que los registros se demoren.
El segmento de la población con la mayor incidencia en este aumento es, según los datos oficiales del Ministerio de Salud de la Nación, son las personas entre 20 y 50 años. Casi el 60% de los 59.247 casos registrados en estos últimos 60 días, se concentran en ese segmento.
Los menores de edad significan un poco más del 20%, con 12.682 de los casos, y el 20% restante corresponde a personas mayores de 50. Es decir que la población de jóvenes y adultos fue la que mayor crecimiento de los contagios presentó.
Particularmente, el salto en este grupo se visualiza a partir de la segunda semana de noviembre. Durante todo octubre, el promedio de casos semanales de adultos que encierra esta franja etaria era de 1.165, mientras que en las últimas tres semanas de noviembre fue de 1.800.
“En primer lugar, la población entre 18 y 50 años es la de mayor movilidad, la que sale a trabajar, la que tiene reuniones sociales y más intercambios con personas que no conoce. Por otro lado, el grupo etario de entre 18 a 39 años tiene un alto porcentaje de individuos vacunados con una sola dosis, al que si además se le suman los dos millones de personas –en su mayoría adultos jóvenes– que no se aplicaron ninguna dosis, está claro que estamos frente a un segmento de la población que no está bien protegido”, analiza Eduardo López, infectólogo y pediatra del Hospital Gutiérrez.
Con la variante delta como predominante y la experiencia de lo que está sucediendo en otros países europeos, los especialistas locales argumentan que los factores de aceleración pueden responder a diferentes motivos. También, que luego de los picos súbitos y más alarmantes –como sucedió acá entre mayo y junio de este año, cuando los promedios semanales superaban los 32.000 casos diarios– y los descensos pronunciados y sostenidos –como fue hasta principios de octubre pasado– las infecciones de brecha que surgen ante la aparición de nuevas variantes del patógeno son un fenómeno frecuente, ya descrito en todo el mundo. Son aquellas que se dan en personas que ya deberían tener cierta inmunidad frente al virus, ya sea por estar inmunizadas o por haber cursado la enfermedad.
Para Elena Obieta, miembro de la Sociedad Argentina de Infectología (SADI), uno de los motivos del aumento generalizado de los casos tienen su raíz en la variante delta, que es 60% más contagiosa. “Dicho esto, el grupo de menores de 50 es el que menos está alcanzado por la vacunación –coincide la infectóloga. Las vacunas han demostrado su eficacia para prevenir las formas graves de la enfermedad y reducir las muertes. Pero las infecciones de brecha están descritas en todo el mundo, y muchos de los pacientes que fueron vacunados hace más de seis meses tienen más chances de reinfección, sobre todo ante la aparición de nuevas variantes”.
Por eso, agrega Obieta, son tan importantes las medidas de cuidado, que no deben abandonarse. “Es probable que los menores de 50, y principalmente los más jóvenes, se relajen y tiendan a cuidarse menos. Quizá ya tuvieron Covid y eso hace que tengan una percepción del riesgo mucho menor”, describe la especialista.
Sobre este punto, el presidente de la Sociedad Latinoeamericana de Infectología Pediátrica, Roberto Debbag, afirma que frente a la variante delta –que, según el especialista, hoy tiene un porcentaje de circulación del 90%– pueden describirse dos factores que funcionan como aceleradores de los casos. “Uno es el porcentaje de gente no vacunada dentro del grupo de 20 a 50 años. Y el segundo es que hay personas ya pasaron los seis meses desde que se infectaron, y hay estudios publicados, como el más reciente en el The New England Journal of Medicine, que demuestran que la infección natural produce una eficacia contra el contagio de alrededor del 85%, pero cae al quinto mes, lo mismo que sucede con las vacunas”.
Entre los niños
A casi 50 días del inicio de la vacunación a chicos de entre 3 y 11 años en todo el país, la cantidad de inscriptos sobresale en los principales centros urbanos. Mientras que en la Capital el porcentaje rondaba el 50% hace unas dos semanas, en la provincia de Buenos Aires se llegó casi al 70%. Del total de registrados, más del 80% empezó su ciclo de inmunización; es decir, recibió al menos una dosis. La vacunación a los más pequeños fue motivo de controversia por distintas cuestiones. La falta de datos públicos por un lado, las diferencias entre pediatras y el error de la ministra de Salud de la Nación, Carla Vizzotti, que al hacer el anuncio, a principios de octubre, afirmó que en China ya se estaba aplicando la Sinopharm entre la población infantil, cuando no era así.
Entre mediados y fines de octubre, según el análisis de los datos oficiales, se registró un pico de infectados de chicos y adolescentes. En ese momento, los casos habían aumentado alrededor del 30% respecto de las semanas previas. “Es importante también reflexionar sobre este punto. Cuando miramos los números de octubre, 1 caso de cada 4 podía contabilizarse como pediátrico, o adolescente, todos pacientes de menos de 20 años –puntualiza Elizabeth Patricia Bogdanowicz, médica infectóloga y miembro de la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP)–. Ahora, la mayor incidencia está entre la gente de 20 a 50 años, y además hemos ido variando en el tipo de virus circulante. Creo que vale la pena señalar el impacto que se vio en los chicos en el mes de octubre, porque esto sirve para repensar las discusiones sobre la vacuna en la población, que tiene una función clave como barrera en la circulación comunitaria. En este momento, la tendencia en el ascenso tiene que ver con la circulación de la cepa delta”.
A diferencia de lo que ocurrió en los peores momentos de la pandemia, la tasa de mortalidad ahora se mantiene baja, al igual que las internaciones en las unidades de terapia intensiva, dos datos que todos los médicos subrayan y no dejan pasar por alto. “El otro tema es el verano –se adelanta López–. Si no tenemos una buena proporción de individuos con el esquema completo, sumado al descuido y las concentraciones de gente por las vacaciones, puede ser una hipoteca que se pagará cuando llegue marzo. Si se analiza la curva actual, el aumento es pequeño, pero no hay que olvidarse que rompimos la barrera de los 2.000 casos diarios hace poco. Y la única manera de protegerse para la enfermedad grave son las dos dosis”, insiste en el infectólogo, y opina que en un “un futuro mediato”, se va considerar vacunado al que tenga tres dosis.
Para Lenin de Janon Quevedo, médico de la unidad de terapia intensiva del Hospital Santojanni y director de la carrera de Medicina de la Universidad Católica Argentina (UCA), aún resta mucho por aprender del Covid-19. “Sin embargo, ya hemos aprendido que las medidas epidemiológicas y la vacunación disminuyen las muertes. Se trata de una evidencia que se asimila por sí sola y no puede imponerse a la fuerza, como tampoco debiera imponerse ninguna medida de salud» –reflexiona el académico.
«La aceptación de cualquier práctica no debe hacerse con engaños, como decir que la pandemia terminó y todo vuelve a la normalidad. Como tampoco debiera ser por la fuerza, como son las restricciones, prohibiciones o exclusiones. Entonces, queda la persuasión que es muy fuerte a partir de la evidencia. Pero persuadir en salud es una deuda pendiente de las políticas sanitarias. Todos tenemos derecho a elegir, pero también el deber de responsabilizarnos por las consecuencias de esas elecciones”.