Argentina está evaluando una propuesta de la empresa australiana Fortescue que la posicionaría como exportadora de hidrógeno verde en los próximos años (se lo llama «verde” porque su proceso de producción no genera impacto negativo para el ambiente: la energía necesaria para realizar producirlo es de fuentes renovables). En AgendAR hemos analizado el tema en una sucesión de notas, en especial aquí.
Pero un grupo de investigadores del Centro Atómico Bariloche, que depende de la Comisión Nacional de Energía Atómica, estudia el hidrógeno, producido en procesos bajos en carbono, desde hace 30 años. Fabiana Gennari, jefa del Departamento Físico-Química de Materiales del Centro Atómico Bariloche, habla sobre el tema.
Ella, con otros investigadores, están abocados al estudio de distintas etapas de tecnología de hidrógeno. “No solo está la necesidad de producir el hidrógeno, sino de purificarlo y separarle otros gases para que esté limpio. También se requiere almacenarlo para transportarlo hasta llegar a su uso”, explica la investigadora principal del Conicet, oriunda de Neuquén, que se unió al grupo en el 2000.
En el Centro Atómico Bariloche se investigan diferentes tipos de energías.
Hoy en la Argentina el 60% de la energía eléctrica se produce a través de la quema del combustible fósil. “En una planta, se quema gasoil para producir energía eléctrica y ahí se emite dióxido de carbono. Trabajamos también en un proceso de su captura y reutilización para producir, por ejemplo, precursores para la industria petroquímica, para las fábricas de fertilizantes o la producción de fármacos”, señaló.
Los investigadores también estudian el proceso de almacenamiento de hidrógeno a fin de transportarlo. “Mantenerlo en forma líquida implica bajar mucho la temperatura y tiene un costo muy alto. Se usa, por ejemplo, en los emprendimientos aeroespaciales que demandan una inversión grande”, acotó Gennari que también es profesora en el Instituto Balseiro.
Otra alternativa que se estudia es almacenarlo como hidrógeno comprimido en tanques a alta presión. Ya desde hace algunos años se explora la posibilidad de almacenar el hidrógeno dentro de un sólido. “Pensemos en un polvito que es como una esponja y al contacto con el hidrógeno, forma un enlace químico. Eso baja notablemente el riesgo ya que, en ciertas condiciones, el hidrógeno se puede liberar y de esta forma, no se escapa tan fácilmente”.
De este modo, se avanza en el desarrollo de recipientes con hidruros (compuestos formados por hidrógeno y un elemento no metálico) para usar en autos y reemplazar así los tanques de nafta: “Sería posible cargar el hidrógeno dentro de un sólido en las estaciones de servicio que se iría liberando con el uso y cuando se acaba, se vuelve a cargar. Lo estudiamos para aplicaciones móviles porque es seguro en caso de accidente”.
Pero esta tecnología se puede emplear en aplicaciones estacionarias. Gabriel Meyer, investigador de CNEA que fue jefe del Departamento Fisicoquímica de Materiales, emplea hidruros para almacenar hidrógeno y purificar los gases que salen, por ejemplo, de la planta de radioisótopos.
El interés en capturar dióxido de carbono está vinculado a seguir utilizando los recursos fósiles, aunque sin contaminar. De todos modos, Gennari plantea que el escenario energético de Europa no es el mismo que el de Argentina.
“El primer mundo cuenta con más recursos económicos y, además, son los principales responsables del calentamiento global. Por eso, están apremiados por tomar el camino del hidrógeno verde”, afirmó. Argentina no cuenta con la tecnología a escala industrial para producir de manera limpia toda la energía que se consume y por lo tanto, remarcó Gennari, “no se debe abandonar todo lo que se usa hoy para ir al otro extremo sino que es necesaria una transición”.
En este sentido, consideró que es posible extraer hidrógeno de la biomasa o derivados del petróleo y combustibles fósiles y, “bajar las emisiones de dióxido de carbono, capturándolo como en el reformado del gas natural no convencional en la producción de hidrógeno”.
Respecto del proyecto de hidrógeno verde que impulsa Río Negro, Gennari destacó la creación de puestos de trabajo e inversión sumado a que ya se dispone de recursos humanos capacitados. “Argentina estaría colaborando en la reducción de emisiones de dióxido de carbono, pero el país no tiene una forma fácil de inyectar ese hidrógeno verde en el uso de la energía. Si bien vamos a producir, no hay una manera simple de que ese hidrógeno lo recepcione Argentina. (Ese proyecto) está pensado para exportar”, indicó.
En el camino hacia la descarbonización, Gennari insistió en que lo ideal es una dualidad de la matriz energética para que no todo sea carbonífero. La condición es que el proceso sea gradual porque Argentina no es uno de los principales emisores de dióxido, pero además, tiene reservas de recursos fósiles. Según la investigadora, Argentina debe seguir el camino de la producción de hidrógeno azul, la mezcla de hidrógeno con gas natural o biomasa.
“Argentina tiene alrededor de diez años para hacer uso de sus recursos fósiles. Los países de primer mundo, en cambio, no tienen otra alternativa, no tienen plan B. El escenario es otro. El marco legal es otro y están condicionados a invertir en hidrógeno verde”, señaló.
Con respecto a la situación de Argentina, la científica consideró que “habría que pensar en instalar plantas de producción de hidrógeno cerca de los paneles solares o los molinos. Hubo mucha inversión en energías renovables y esto se debe aprovechar. Hay que pensar qué acuerdos se pueden hacer y los gobiernos deben proyectar y organizarse”, recordó Gennari.
Hizo hincapié en que “somos un país con otras necesidades. La gente no tiene qué comer, no accede a la salud. Podemos contribuir a la reducción del calentamiento global indirectamente y que esos países usen nuestros recursos renovables que desaprovechamos. Pero hay que tratar de que esas inversiones estén acompañadas de estudios de impacto ambiental. Si se hace bien, moverá la economía regional”. Los países del Primer Mundo ya están incorporando la huella de carbono en sus productos y esa exigencia llegará para países exportadores, como Argentina.