Telechea analiza la polémica por la exploración offshore en Mar del Plata

Juan Manuel Telechea, uno de nuestros economistas favoritos, preparó este artículo para Cenital, y no queremos dejar de compartirlo con ustedes. Aunque estemos convencidos que el vigor de la oposición que se manifiesta tiene mucho más que ver con un clima en la sociedad y la psicología de masas que con ingeniería o biodiversidad. Y por lo tanto debe ser respondida desde la política.

Pero esta nota es para los que se interesan en los hechos.

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«Todo comenzó cuando en las vísperas de año nuevo el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible, a cargo de Juan Cabandié, autorizó a la empresa Equinor a realizar estudios de exploración sísmica en las afueras de las costas de Mar del Plata. A partir de ese estudio, lo que busca la empresa (asociada con YPF y Shell en este proyecto) es precisar la existencia de hidrocarburos, para luego llevar a cabo su extracción.

Esto hizo que estallaran críticas de todo tipo e incluso a que se organizaran manifestaciones en varios puntos del país. Frente a eso, el intendente de la ciudad, Guillermo Montenegro, sostuvo que irá a la Justicia para tratar de frenar el proyecto (algo llamativo, dado que fue su partido, Cambiemos, el que lo inició).

Ahora bien, el gran problema de la mayoría de estas críticas, impulsadas por Greenpeace y luego replicada por varios activistas y medios, es que al analizarlas detenidamente vemos que son debatibles.

Como pueden ver acá, la crítica principal de Greenpeace se centró en afirmar que esta actividad se va a realizar “frente a la costa bonaerense” y que tiene “un 100% de probabilidades de que ocurran derrames de petróleo”. Eso fue acompañado con varias fotos de jóvenes en las playas cubiertos de petróleo.

La primera objeción es la cercanía con la costa de Mar del Plata. Como muestra el economista Francisco Barberis Bosch acá, las áreas en cuestión están a más de 300 kilómetros de la ciudad. Con lo cual, evidentemente, no están frente a la costa. Esto significa que, llegado el caso, la plataforma petrolera no se vería desde la ciudad (con lo cual no habría contaminación visual), sino que, por cómo se orientan las corrientes oceánicas, sería muy difícil que, de haber un derrame, llegara a la costa marplatense.

Esto nos lleva a la segunda, y mucho más importante, objeción: la probabilidad de que haya derrames de petróleo que contaminen el mar y la fauna. Greenpeace se basa en este trabajo para afirmar que la probabilidad sería del 100%. Básicamente, lo que hacen ahí es estimar la probabilidad de ocurrencia de un derrame para diferentes niveles de producción. Ahora bien, primero que nada, el documento en cuestión (por lo menos la versión citada), no fue publicado en una revista académica, con el proceso de revisión de pares que esto implica. En segundo lugar, al analizar la metodología, se observan varios aspectos cuestionables, como por ejemplo el hecho de que se utilice como parámetro el promedio histórico entre 1964 y 2015 de la tasa de derrames, ya que como veremos a continuación, la misma muestra una tendencia declinante. Esto lleva a la sobrestimación de la probabilidad de ocurrencia. La otra cuestión es que la probabilidad del 100% se da sólo en casos de derrames pequeños, mientras que tiende a cero para los eventos de derrames de mayor envergadura (salvo para niveles muy elevados de producción, alejados de los actuales).

Esto está asociado con el hecho que mencionamos antes, de que los derrames se han reducido sostenidamente en el tiempo –incluso a pesar de que la producción aumentó– lo que refleja avances en materia de seguridad y de mejoras tecnológicas.

Cantidad de derrames por buques de carga

Fuente: Our World in Data

Asimismo, como muestra el investigador Federico Merke acá, la mayoría de los derrames son provocados por los buques de carga y no por las plataformas offshore (representan solo el 3%). De todos modos, la tendencia es similar. Como referencia, en Estados Unidos hubo 17 grandes derrames entre 1964 y 2015 en plataformas offshore con una producción al alza. Al margen de lo anterior, es importante resaltar que la exploración sísmica se utiliza hace muchísimos años en Argentina, sin que haya habido accidentes.

Cantidad de derrames y nivel de producción (en barriles de petróleo)

Fuente: F. Merke

Como se puede ver, la estrategia de Greenpeace parece ser la de utilizar argumentos extremistas que apelan al miedo, relegando la evidencia empírica. Algo similar se observó cuando cuestionó la decisión del Gobierno de avanzar en los acuerdos necesarios para la construcción de una cuarta central nuclear, al afirmar que “es la fuente de energía más costosa y peligrosa que existe”. Como se puede ver en el gráfico a continuación, la energía nuclear es de las más seguras y limpias que hay. A la izquierda tienen la tasa de muertes por accidentes y polución, a la derecha la cantidad de gases de efecto invernadero que emite cada una.

Fuente: Our World in Data

¿Esto significa que la exploración y explotación de hidrocarburos no acarrea impactos ambientales? Desde ya que no. En primer lugar, los fuertes ruidos que provoca la exploración sísmica pueden provocar daños en la fauna marina, algo que el propio estudio de impacto ambiental realizado por la empresa reconoce.

Pero lo más importante, y que es la cuestión de fondo que mueve a los activistas ambientales, es el hecho innegable de que los hidrocarburos son uno de los principales causantes del calentamiento global (ver gráfico anterior) y por ende la matriz productiva debería apuntar a reducirlos, no a incrementarlos.

Este planteo, sumamente válido, es el que más cuesta compatibilizar con una economía que no tiene los recursos necesarios para afrontar las inversiones que requiere, ni tampoco puede darse el lujo de frenar actividades productivas que generan divisas y fuentes de trabajo.«

VIACenital