Laboratorios Richmond es la empresa encargada del filtrado y el envasado de la vacuna rusa; actualmente el stock local del fármaco se usa para dosis de refuerzo.
La aplicación de las terceras dosis o dosis de refuerzo contra el Covid-19 en la Argentina ya alcanzó al 20,8% de la población. Las vacunas que se están usando con ese propósito, tal como informó el Ministerio de Salud de la Nación, son las de AstraZeneca, Cansino, Pfizer, Moderna y la Sputnik V. La marca varía según la disponibilidad. Sobre la vacuna rusa, buena parte de las que aplican en el país son filtradas y envasadas en la planta de Laboratorios Richmond, ubicada en Pilar, cuya participación en el proceso de producción se enfocó sobre todo en el componente dos, que fue uno de los grandes faltantes del plan de vacunación nacional. Y ahora, ambos se usan para reforzar los esquemas.
Hasta el momento, desde la primera entrega que fue el 12 de agosto pasado hasta ahora, Richmond entregó 6.500.000 dosis del componente uno y dos, de las cuales el 70% corresponden al segundo.
La Sputnik V fue la primera vacuna desarrollada para combatir al Covid-19 en el mundo y la Argentina desde entonces fue uno de los principales consumidores. De hecho, en nuestro país ya se aplicaron 18.618.805 dosis.
En un principio, la vacuna creada por el Instituto Gamaleya fue criticada por la falta de publicaciones que respaldaran su seguridad y eficacia. Sin embargo, en diciembre de 2020 el Ministerio de Salud de la Nación autorizó su uso de emergencia y ese fue el primer fármaco contra el Covid que se aplicó en la Argentina. No obstante, aún no fue avalada por la Organización Mundial (OMS) de la Salud, lo que genera grandes inconvenientes para las personas que desean viajar al exterior. En septiembre del año pasado, la entidad suspendió la aprobación de la vacuna por detectar irregularidades en una de las plantas de producción, que está ubicada en la ciudad de Ufa.
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En cuanto a la producción local de la Sputnik V, según informaron desde Laboratorios Richmond, todo comienza con la materia prima elaborada en una planta ubicada en las afueras de Moscú. Luego el antígeno llega a la Argentina donde se realiza un proceso complejo de filtrado y envasado y, por último, se envían algunas muestras a la Administración Nacional de Medicamentos Alimentos y Tecnología Médica (Anmat) para su respectivo control, además del chequeo que realiza la empresa.
Desde Richmond describen que en un primer momento el Fondo Ruso de Inversión Directa (RDIF) realizó un acuerdo con Hetero, una compañía farmacéutica de la India que adquirió la posibilidad de realizar la transferencia tecnológica de la vacuna para producirla en ese país. Luego esa compañía india puso a Richmond en contacto con el RDIF para comenzar un proceso similar. Inicialmente, el objetivo, indican, era construir una planta que permitiera la producción integral de la vacuna, pero, dada la escasez de vacunas en la Argentina, empezaron la transferencia de tecnología por etapas y eso le permitió a Richmond acelerar la posibilidad de nutrir el mercado local a partir de la materia prima producida en Rusia. Mientras tanto, comenzaron la construcción de la planta en la Argentina.