El físico Pablo Tognetti es un histórico de Arsat. Trabajó en la empresa desde su fundación hasta 2013 y había vuelto en 2020.
El gerente general de Arsat, Pablo Tognetti, renunció este viernes a través de una carta en la que cuestionó con duros términos al flamante presidente de la compañía, Matías Tombolini, quien asumió hace apenas 15 días. “Me resulta imposible convivir con las actitudes del nuevo responsable del directorio, quien creo vulnera la historia de la empresa e irrespeta los objetivos que la misma encarna desde su fundación”, aseguró el físico.
Tognetti formó parte de Arsat desde su creación. En junio de 2006 integró su primer directorio y se desempeñó como vicepresidente y gerente técnico hasta enero de 2008 cuando lo nombraron presidente de la compañía, cargo que dejó en abril de 2013 cuando fue reemplazado por Matías Bianchi. En esa primera etapa dentro de la empresa fue clave para garantizar la preservación de los derechos argentinos sobre las dos posiciones orbitales geoestacionarias asignadas al país por la Unión Internacional de Telecomunicaciones.
Se fue de la empresa el año anterior al lanzamiento del Arsat-1, el cual por entonces ya estaba prácticamente terminado. Volvió a la compañía a comienzos de 2020 como presidente hasta que fue recientemente desplazado por el economista Tombolini y quedó como gerente general.
“Pareciera que en la concepción del nuevo presidente del directorio, con su soberbia, la historia de Arsat comienza con él. En las apariencias o en su trato, desconoce la historia forjada durante el gobierno de Néstor Kirchner y la presidencia de Cristina Fernández de Kirchner. También ignora la recuperación llevada adelante en forma acelerada por el presidente Alberto Fernández. A grandes rasgos, para el nuevo presidente del directorio Arsat nace con él”, aseguró este doctor en física quien también fue parte del grupo creador de INVAP.
Allí coordinó el armado de la Gerencia de Proyectos Espaciales, de la cual estuvo a cargo, habiendo dirigido proyectos espaciales como los satélites SAC-A, SAC-B, SAC-C, y comienzos del SAC-D y del SAOCOM.
Comentario de AgendAR:
Hace 36 años que soy periodista científico y tecnológico, pero jamás conocí a Matías Tombolini salvo como cara en plan de telonero en algún cartel de ya no recuerdo qué elección.
Me faltarían 36 años más de profesión para conocer en serio el mapa de los argentinos que generan cosas notables para la ciencia, la tecnología y la industria, pero a Tombolini no lo descubro allí porque nunca me ocupé de lo que hace. Salvo cuando empezó a hacerlo intempestivamente, y nada menos que como presidente de la firma, en ARSAT.
Empresa que venía recuperándose, como quien sale de terapia intensiva, de cómo la habían dejado las administraciones de Rodrigo de Loredo y luego de Raúl Martínez.
Tognetti renuncia porque, rompiendo pactos de palabra (algo en que Tognetti creyó siempre), Tombolini no vino simplemente a cobrar un sueldazo y vegetar, dejando a la empresa vivir para los desafíos que enfrenta (dos satélites, mucha fibra óptica nueva, la 5G, de todo y mucho).
Nada de eso, venía con una misión.
Intervino las gerencias nombrando gerentes paralelos que crearon una situación de doble comando, y con todas las intenciones de hacer negocios poniendo la firma de ARSAT en contratos innecesarios o dañinos para la empresa. Su gente cuestiona todo lo hecho y trae soluciones propias, y abarcan desde el tipo de baterías que deben ponerse en las antenas de la Televisión Directa al Hogar hasta hasta la agenda de viajes de los choferes. El denominador común es que son todos/as del palo político y que de fierros y de empresas fierreras no entienden nada, ni les importa. Y ahora van a decidir sobre satélites… Se saben de paso y aprovechan. Es como haber regresado a 2017.
¿Qué tipo de negocios traen? ARSAT hace tantas cosas que las oportunidades que abre a este tipo de «emprendedores» (pausa para reírse, o llorar) son infinitas. Basta mirar el Data-Center: es el más equipado del país, y custodia, bajo fuertes defensas informáticas y físicas, información sensible de centenares de empresas privadas y públicas, además de datos secretos del estado. «El Data», como se lo llama, vivió años bajo la protección de sus propias defensas informáticas. Históricamente, sufre miles de ataques diarios.
Ahora la autodefensa informática (¡¡de secretos del estado argentino!!) probablemente se contrate a alguna empresa estadounidense. Suena fuerte el nombre de Red Hat, de Raleigh, North Carolina. En el Ministerio de Defensa y la Universidad de la Defensa ayer las cabezas humeaban de furia. ¿Darle la llave de la poca información ultrarreservada militar y tecnológica que supo producir la Argentina a EEUU? ¿Al miembro número uno de una alianza militar con que tenemos hipótesis de conflicto por las Malvinas y además, por 1.650.000 km2 de aguas territoriales?
En ARSAT, y hasta que se conoció la renuncia de Tognetti, sólo había desconcierto. ¿Quién manda? ¿Los neogerentes paralelos en paracaídas, a razón de uno por cabeza de gerente legítimo, o los legítimos? Hoy la respuesta es clarísima y cunde la depresión. La empresa, tomada una vez más por abordaje, está siendo rápidamente colonizada y canibalizada.
Entre quienes llamé hay quienes abonan a la hipótesis: «¿Y adónde lo pongo?». Por temas cordobeses, Tombolini acababa de perder otro alto cargo en el estado y para fumar la paz con su mentor, Sergio Massa, el presidente Alberto Fernández le regaló una de las únicas empresas de alta tecnología del estado. Hay otras hipótesis, ligadas a premiar el rol de armador de Massa en el reaseguro de la agenda de pagos al FMI, en Diputados.
Premios se dan en todos los estados, ¿pero de semejante calibre? ¿Justamente una empresa que está resolviendo problemas de conectividad nacional que duraban un siglo sin curarse? Como me dijo alguna vez un ingeniero de la Red Federal de Fibra Óptica, en 2014: «En dos años pusimos tanta fibra óptica nueva como Telefónica en veintidós. Pero la nuestra es de 48 pelos, el doble de ancho de banda».
¿Adivina, lector, qué pasó con el deslenguado? Sí, lo echaron los macristas. Dijo alguna vez el Dr. Marcelino Cereijido, investigador y divulgador: «La clase política argentina es pre-tecnológica».
Vaya este flaco cañonazo de salva en homenaje a Pablo Tognetti, diseñador jefe de los satélites SAC-A, B, C y D y los SAOCOM de la Comisión Nacional de Actividades Espaciales, también de los ARSAT-1 y 2, de telecomunicaciones, y partícipe imprescindible en los nuevos G-S1 y GS2 para lo mismo. Y en homenaje a la gente que eligió siempre por su excelencia técnica, hoy nuevamente en peligro.
«El Toño», como se lo llama en INVAP, Bariloche, fue quien creó la empresa dos veces: en 2006, desde la nada, cuando ocupaba con 6 empleados dos oficinitas en el Correo Central, y en 2020, desde algo peor que la nada, cuando aceptó darle resucitación cardiopulmonar tras 4 años de colonización, y logró evitar que fuera a privatización y desguace: los satélites por un lado, la Red Federal de Fibra Óptica por otro, y levante la mano quien quiera quedarse con el Data.
Era lo que iba a pasar si en 2019 ganaba Macri, y es lo que va a pasar si en 2023 gana su facción. En este interín de 2020 a 2022, aún con talleres y oficinas vacías por la pandemia, Tognetti había logrado darle el «levántate y anda» a la empresa. Contra toda apuesta.
Falta lo suyo para las elecciones. En el peor de los casos, esta toma por asalto deja bastante tiempo para enterrar a ARSAT en contratos y contratitos que la sangren poco o mucho, hasta que caiga la noche. Y es que entre los satélites nuevos y la nueva fibra óptica, por ARSAT va a correr bastante plata.
Daniel E. Arias