Congresistas estadounidenses -el Republicano Mark Green y el Demócrata Albio Sires- presentaron un proyecto de ley para estimular el desplazamiento de la actividad comercial o de manufactura de algunas empresas desde China a América Latina.
El proyecto de ley, presentado el jueves, «aumenta el nivel de vida en América Latina a través de inversiones extranjeras» y crea un programa de préstamos a bajo interés para que las empresas trasladen sus fábricas de China a Latinoamérica, afirmaron los promotores en un comunicado.
Está planteado como «Nearshoring» (acercar la producción a los mercados finales), y «tiene tres beneficios distintos», afirma Green.
- «Primero, hace que Estados Unidos sea menos dependiente de la manufactura china.
- En segundo lugar es una victoria para América Latina porque generará más empleos y crecimiento económico sin costar un centavo de dólar a nuestros contribuyentes: se financiará con los aranceles a los productos chinos.
- En tercer lugar, a medida que aumentan las oportunidades, el Nearshoring «disminuirá la migración» en la frontera con México, afirma este congresista republicano.
El otro impulsor del proyecto de ley, el demócrata Albio Sires, estima en un comunicado que «es una parte fundamental de nuestra estrategia para competir con China».
«Al incentivar a los productores a mudarse a América Latina y el Caribe, podemos contener la influencia de China mientras creamos oportunidades económicas, abordando las causas fundamentales» de la migración a Estados Unidos, procedente sobre todo de Centroamérica, añadió.
Ambos congresistas pertenecen al Subcomité del Hemisferio Occidental, Seguridad Civil, Migración y Política Económica Internacional de la Cámara de Representantes. Manifiestan estar convencidos de que esto frenaría la influencia del país asiático en la región.
China, miembro permanente del Consejo de Seguridad de la ONU, es el primer o segundo socio comercial de muchos países de América Latina y el Caribe.
En febrero, la Cámara de Representantes aprobó un proyecto de ley para relocalizar en Estados Unidos la manufactura de los chips electrónicos, esenciales para la producción de teléfonos inteligentes y automóviles.