Desde los tiempos de la Doctrina Monroe, 2 siglos atrás, Estados Unidos miró con actitudes que variaban de la reserva a la hostilidad, la presencia de otras Potencias en el Hemisferio Occidental.
Resulta lógico que el crecimiento de China como cliente, proveedor e inversor en la Argentina despierte su interés. Hoy su inquietud se muestra con actitudes más amables que en el pasado. Expresa voluntad de cooperación en algunos temas importantes para nosotros, y hasta incluye políticas de género. Pero el juego de poder entre las Potencias no ha cambiado mucho. Reproducimos este artículo que Marian de Vedia, columnista habitual de La Nación, que debe ser leído en el contexto de la Guerra Fría II:
«La modernización del equipamiento militar, el papel de la mujer en las Fuerzas Armadas y el control de los espacios marítimos en el Atlántico Sur, como una forma de controlar la pesca ilegal y neutralizar la presencia de China en la región, figuraron al tope de la agenda de la jefa del Comando Sur de los Estados Unidos, la general Laura Jane Richardson, en su reciente visita de dos días a la Argentina.
Además de sus reuniones con la vicepresidenta Cristina Kirchner y con el ministro de Defensa, Jorge Taiana, la comandante Richardson mantuvo un encuentro de trabajo con el jefe del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas, teniente general Juan Martín Paleo, y altos mandos militares. Además, compartió ideas y experiencias con oficiales argentinas que cumplen distintas funciones en el Ejército, en la Armada y en la Fuerza Aérea, con el fin de resaltar la misión de la mujer en el escenario castrense.
Fuentes castrenses revelaron que los materiales que podría ofrecer Washington no quedarían afectados por el embargo que dispuso Gran Bretaña después de la guerra de Malvinas, para frenar cualquier operación que comprendiera “componentes británicos”, ya que se trataría de “materiales enteramente norteamericanos”.
Para contrarrestar, tal vez, la sintonía que el gobierno de Alberto Fernández mostró en los últimos dos años con China y con Rusia, especialmente en el área de Defensa, la jefa de uno de los principales comandos militares de EE. UU. llegó con un ofrecimiento: invitó a las Fuerzas Armadas argentinas a viajar a su país para visitar las fábricas donde se construyen vehículos blindados, aviones, helicópteros, drones y otros medios y materiales de combate.
Ese eventual acercamiento facilitaría posibles compras y ayudaría a modernizar un equipamiento que tiene más de 40 años y que, en la mayoría de los casos, son anteriores a la Guerra de Malvinas. Hubo coincidencias en transitar el camino de la actualización tecnológica.
China y la pesca ilegal
Una de las preocupaciones de la jefa del Comando Sur fue el control y la vigilancia de los espacios aéreos, terrestres y marítimos, principalmente en el Atlántico Sur, donde las embarcaciones chinas tienen una fuerte presencia más allá de las 200 millas.
Se estima que el 80% de los pesqueros extranjeros son chinos y contribuirían a la depredación de recursos y especies marinas. Dentro de las 200 millas, el control se reforzó a comienzos de este año con la creación del Comando Conjunto Marítimo. A través de sus voces militares, la Argentina pidió a Estados Unidos “apoyo para incrementar las capacidades mediante la recepción de equipamiento específico”.
Los secretos de la estación espacial china en Las Lajas, provincia de Neuquén, y el probable interés que despierta en el país asiático la construcción del Polo Logístico Antártico en Ushuaia, en la ruta al continente blanco, alimentan las inquietudes del gobierno norteamericano y la comandante Richardson habría actualizado la inquietud (o el reclamo).
Frente al posicionamiento internacional, las autoridades del Estado Mayor Conjunto dejaron trascender que en el diálogo con Richardson transmitieron que su estrategia militar se basa en el “equilibrio en la relación con las grandes potencias” y que destacaron la “fuerte integración con los países vecinos”, especialmente Brasil y Chile.
La cuestión Malvinas se coló en las conversaciones y se requirió “una participación más activa a través de un rol de neutralidad constructiva”, confiaron fuentes castrenses.
El teniente general Paleo le presentó a “la generala de cuatro estrellas” –como la llamó Cristina Kirchner-, una síntesis de “la estrategia militar nacional argentina que se encuentra en pleno proceso de implementación en el ciclo de planeamiento de la defensa”. De allí surgirá, afirmaron, el “diseño de un instrumento militar acorde a esa nueva exigencia”.
Los militares confían en que el Fondo Nacional de la Defensa (Fondef) facilitará la adquisición de los medios necesarios para ese instrumento militar. Al graficar la disposición de la titular del Comando Sur, se indicó que “los Estados Unidos se mostraron interesados en exhibir el material americano disponible en sus fábricas, en función de esas necesidades”.
Las Fuerzas Armadas esperan que se puedan adquirir medios en el corto plazo para el desarrollo de una fuerza de intervención rápida, de carácter conjunto entre las tres armas, que pueda garantizar una “primer respuesta” ante una agresión militar externa. Pero dejaron en claro la separación de aguas entre las funciones que corresponden a la jurisdicción militar y a las fuerzas de seguridad.
La disposición para contribuir a la modernización del equipamiento militar derivó en la coincidencia de fortalecer el intercambio de oficiales y suboficiales para tareas de capacitación, un programa similar al que ya rige entre ambos países, en la misma línea que el acuerdo firmado por el Gobierno en diciembre pasado con Rusia y hoy demorado por el avance de la guerra en Ucrania.
En igual sentido, quedó agendado el mutuo interés en preservar la realización de ejercicios militares combinados, como el Unitas y el Panamax, operaciones multinacionales promovidas por el Comando Sur para afianzar la seguridad en la región.
El papel de la mujer
Richardson se mostró muy interesada por el rol de la mujer en las Fuerzas Armadas. Encabezó una reunión con oficiales y suboficiales varones y mujeres, algunas de las cuales ocupan funciones de conducción en la estructura militar, como la teniente coronel Ivone Luz Perdomo, jefa del Departamento de Género del Ejército.
Participó, también, la directora de Políticas de Género del Ministerio de Defensa, Laura Masson, quien aseguró frente a Richardson que la Argentina mantiene “políticas de género sólidas, incorporadas a la cultura institucional de las Fuerzas Armadas”. La general norteamericana destacó la necesidad de “líderes fuertes”; esto es, mujeres que lleguen a puestos de conducción en las fuerzas.»