El gobierno adquirió otros 13 buques de gas licuado para el invierno

La empresa estatal Energía Argentina (ex IEASA), a cargo de las importaciones de gas, adquirió ayer martes 13 buques más de gas natural licuado (GNL) para el mes de julio. Los altos precios del gas  en el mundo impactan también a nuestro país.
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En lo que va del año, ya compró 31 barcos para abastecer en el invierno (a esta altura, el año pasado había adquirido 47). En enero, la Secretaría de Energía había previsto comprar 70 barcos de GNL, pero la disparada de los precios internacionales revirtió las proyecciones y obligó al país a buscar otras fuentes de suministro.
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Nueve buques de GNL irán al puerto de Bahía Blanca, que tiene una capacidad de regasificación de 15 millones de metros cúbicos por día (m3/d), y cuatro para Escobar, con capacidad de 22 millones de m3/d.

Los precios promedio adquiridos fueron US$ 25 por millón de BTU, mucho menores a los US$ 40 y US$ 30 de las dos licitaciones anteriores, pero todavía a valores muy superiores a los US$ 8 a los cuales se compró GNL en 2021.

De hecho, con esta licitación, cada buque de gas licuado costará en promedio US$ 50 millones y las importaciones totales de GNL ya les demandarían al fisco US$ 2000 millones.

El año pasado, por caso, los 56 barcos que se adquirieron costaron en total US$ 1100 millones, casi la mitad de lo que se desembolsó en lo que va del año por menos buques.

Las importaciones de GNL afectan las metas acordadas con el FMI por partida doble. Los altos precios internacionales del gas impactarán de lleno en el gasto en subsidios energéticos, ya que el Estado deberá afrontar los mayores costos con pocas posibilidades de trasladarlos a las facturas de los servicios públicos.

Además, al tratarse de contratos dolarizados, con una devaluación de la moneda de 3% mensual y tarifas de gas y electricidad en pesos, cada día que pasa, los usuarios cubren cada vez menos del costo total del sistema energético.

Las compras al exterior de GNL implican también una salida de dólares del país, que, en un contexto de escasez de divisas y ante la necesidad de sumar reservas, afectan la importación de otros bienes y servicios, y la segunda meta con el FMI.

En el último informe de intercambio comercial argentino (ICA), que publica cada mes el Indec, se destaca que, dentro de las importaciones, el rubro “combustibles y lubricantes (CyL)” fue el que más aumentó con respecto a abril de 2021.

“El valor de las importaciones de abril de 2022 fue 47,3% superior al registrado en igual mes del año anterior. Este aumento fue de US$ 2210 millones. Las cantidades subieron 24,5% y los precios, 17,9%. Todos los usos económicos registraron subas. El que más ascendió fue CyL, con una variación de 203,1% (US$581 millones). Se distinguieron particularmente las compras de combustibles y lubricantes elaborados (US$499 millones). Este ascenso se debió a una suba de 73,8% en los precios y de 72,6% en las cantidades”, señala.

En los primeros cuatro meses del año, se importaron US$ 3040 millones por combustibles y lubricantes, lo que implica un aumento de 195,1% con relación a US$ 1030 millones que se importaron en el mismo periodo de 2021. La situación podría complicarse aún más cuando comiencen los meses más fríos y aumente el consumo de gas.

El presidente de Banco Central, Miguel Pesce, reveló en el acto de la presentación del decreto para flexibilizar el acceso a divisas a la industria petrolera que el 30% del incremento de las importaciones corresponde a la energía. Es por eso que a la entidad monetaria se le está complicando comprar dólares, pese a la mayor liquidación del agro por el alza de los precios de las commodities.

Comentario de AgendAR:

En resumen, la pérdida del autoabastecimiento su  -y en forma más puntual, la demora en construir la infraestructura para acceder al gas de Vaca Muerta- hacen que la guerra en Ucrania tenga consecuencias de doble filo para Argentina: aumentan los precios de nuestras exportaciones, pero también los precios de la energía que debemos importar.

Y en ambos casos, tanto los agricultores como las compañías petroleras, se resisten a cobrar menos que el precio internacional por su producción.

VIALa Nación - Sofía Diamante