¿Compramos aviones de combate, fabricamos drones, o ambas cosas?

El que crea que en 2024 o 2025 tendremos 12 cazas multirrol JF-17 Thunder a desplegar de a cuatro por base aérea en las de Plumerillo (Mendoza), Río Gallegos (Santa Cruz) y Tandil (Provincia de Buenos Aires) es libre de hacerlo. Nosotros en AgendAR tenemos dudas.

Pese a las abundantes evidencias de que el caza supersónico chino-pakistaní JF-17 ya es “compra cocinada” para Argentina, y afirmaciones de “que sale con fritas” (es decir, antes de las elecciones), no es imposible que el país desensille hasta que aclare.

Tan popular no parece. Y por qué debería serlo, no lo sabemos, pero por barato seguro que no.

Entre otras cosas, porque tampoco es imposible que la alianza peronista actualmente en el gobierno pierda las elecciones de 2023. Entonces la compra quedaría sin efecto no bien asuma la actual oposición, probablemente más afín a adquirir lo que nos sugiera la generala Laura Richardson.

En su visita, la generala dijo tener F-16 y F-18 a nuestra disposición, algunos verdaderamente añejos. Unos pocos de esos aviones aún están incluso en condiciones de volar en desfiles aéreos, si se los recorre –Argentina paga- de punta a punta en célula, turbina y aviónica. No nos darían capacidad de defensa alguna, pero alegrarían a más de un piloto en la Fuerza Aérea Argentina (FAA), aunque por motivos distintos.

Algunos hace años que sólo vuelan escritorios pero son firmemente occidentales (hinchas de la OTAN) por motivos culturales (ponele). Otros no tienen nostalgia alguna por la Guerra Fría anterior, que no conocieron, pero son cazadores graduados y no tienen en qué volar. Esos últimos son al menos motivos más declarables para tirarse de cabeza sobre cualquier oferta supersónica, sirva o no sirva.

No sería imposible, si firmamos en 2022 y nos echáramos para atrás en 2023, que se pierda la reserva de los JF-17 con PAC (Pakistani Aircraft Complex) y CATIC (China National Aero-Technology Import & Export Corporation). Tampoco sería imposible que en ese caso la Cancillería china nos anote otro poroto en contra, para sumar al acumulado por el freno de papeles impuesto por el actual Secretario de Asuntos Estratégicos, Gustavo Beliz, sobre las dos represas del Río Santa Cruz y la central nucleoeléctrica Hualong-1, o Atucha III. Esta última debía arrancar obra en 2018.

Los vínculos comerciales y financieros de Argentina con China son lo suficientemente viejos, profundos, intrincados y fuertes como para darle a ese país distintos modos de cobrarse cada una de estas afrentas.

Éste es sólo un marco político y diplomático de referencia, muy determinante pero nada lineal. No es que si Juntos por el Cambio (JxC) gana las presidenciales se murieron los Thunder. Así como con Beliz el State Department tiene operadores en el actual gobierno, el 华人民共和国外交部) o Ministerio de Relaciones Exteriores de la República Popular China tendrá los suyos en cualquier gobierno de JxC.

Sin embargo, como país de desarrollo mediano y que supo tener una industria de defensa considerable, la Argentina a veces sigue sus propios intereses. En este caso, conviene mirar las necesidades y compararlos con las ofertas técnicas mediante algún sistema objetivo de puntaje.

Es lo que estuvieron haciendo el último par de años el Ministerio de Defensa y la FAA, y lograron que el único oferente con aviones nuevos y de generación 4,5 (Rusia, con los MiG-35) bajara a U$ 35 millones la cotización de una máquina que, por prestaciones, según ingenieros aeronáuticos argentinos que diseñaron cazas, debería valer no menos de U$ 80 o 100 millones la unidad “pelada”.

El bello MiG 35, como otros cazas rusos, tiene toberas alternativas para operar desde pistas bombardeadas sin que se incruste cascajo en las turbinas.

 “Pelada” significa armada solamente con su cañón de 23 mm. Arma que en la guerra aérea contemporánea, muy de pelearse BVR (Beyond Visual Range), fuera del rango visual, con radar, sensor de infrarrojo y misiles inteligentes es útil sólo para desfile.

A esto los rusos añaden lo que pidamos en misiles y bombas autoguiados –pero cobrándolos aparte- y últimamente ofrecieron la clave del negocio: capacitar personal de la FAA en territorio ruso e instalar un servicio técnico más o menos completo y de cercanías en Córdoba. Y es que cuando pasen unos pocos años, hacer recorrida de turbinas o de células en Rybinsk, oblast de Yaroslav, a 267 km. de Moscú, no va a ir ni para atrás.

El combo asiático PAC-CATIC se mantuvo imperturbable en sus U$ 50 por un avión inferior al MiG-35 en casi todo, salvo en el radar AESA y el armamento lanzable (misiles y bombas MUY inteligentes). En esto, China tiene un par de “game changers”: los aire-aire PL10 para distancia visual, y el increíble PL15 eficaz hasta a 200 km. Todo lo cual, por supuesto, lo cobran adicional.

Este combo de misiles, amén de un antibuque poderoso –el C-802AK, de 190 km. de alcance, por dar un ejemplo- equilibrarían un poco la actual indefensión estratégica argentina. Pero con una compra más grande. No así con una de sólo 12 Thunder y 48 misiles, mitad para combate visual y mitad para extra-visual.

De mantenimiento en cercanías, el dúo asiático no dijo nada. Lo que por ahora da Kamra, sede fabril de PAC en el Punjab paquistaní, para recorrer las células (desarmar, reparar y rearmar el conjunto fuselaja-alas), o Guiyan, provincia de Ghizhou, para recorrer las turbinas WS-13 Taishan. Es como decir en la Luna.

Habida cuenta de que ni la célula del Thunder ni las turbinas chinas son famosas por duración (4000 y 2200 horas operativas respectivamente), la oferta es francamente floja. Salvo que los volemos poco y nada, en diez años no tendremos un Thunder capaz de despegar.

La deriva antirrusa actual de la dirigencia argentina, que incluye al gobierno de Alberto Fernández, elimina (por ahora) al MiG-35 como opción. Hasta que no se fume la pipa de la paz en Ucrania e incluso después, cualquier caza ruso, éste o incluso uno mejor, puede venir equipado de fábrica con un “impeachment” parlamentario.

Algo debían suponer Beijing e Islamabad de cómo estaría el mundo en 2022, porque en 2020 y 2021 actuaron como si no existiera la competencia de los rusos, aunque estos dan más y mejor por menos. La única contraoferta que teme China sería lo que nos traiga alguien como la generala Richardson: cazas políticamente viables, aunque técnica y tácticamente inviables. Sobre esto, volveremos.

Para endulzar su intransigencia, China ofrece 80 blindados artillados de 8 ruedas, es decir transportes de tropas con cierta capacidad ofensiva: nada capaz de enamorar a un aviador. Añadiendo la escueta fama de NORINCO como fabricante de vehículos y contraponiendo la oferta de los IVECO Guaraní, por parte de IVECO Brasil, el «bonus pack» chino tampoco mata de amor a un general de caballería, o Ministro de Defensa o de Hacienda. IVECO aquí no es un cheque volador extracontinental: tiene talleres en Villa Soldati, CABA, y en Munro, Pcia. de Bs. As.

En este paralelogramo de fuerzas, el MinDef y la Fuerza Aérea Argentina (FAA) parecen ver distintas urgencias. Y sin chocar de frente (todavía), plantean soluciones divergentes. En todos los casos, su implementación excedería el tiempo remanente de esta presidencia, y quizás hasta los cuatro que le tocarán a la próxima, recaiga en quién recaiga.

Y es que la compra de un supersónico nuevo es tan vinculante que su cumplimiento merece una velocidad más geológica que supersónica. El problema es si la Argentina puede darse ese lujo o no.

Uno que piensa que no puede es el jefe de la FAA, brigadier general Xavier Isaac. Es un cuadro militar con un combo de sentido común, audacia y visión industrialista como no se ve en su puesto desde hace mucho. Dijo más o menos que la compra se decide este año. Y habiendo un único oferente libre de vetos, eso da Thunder. De aquí a la China (pasando antes por Pakistán).

Con los Himalayas de fondo, el Thunder no hace fea estampa, y tampoco luciría mal en los Andes. Éste es un modelo viejo, sin lanza de reabastecimiento en vuelo, algo que la Argentina no se puede permitir por su territorio enorme.

Creemos que la prioridad de Isaac no es la defensa territorial, sino algo más de base. Éste es un país gigante, el 8vo del mundo por superficie. Con 12 cazas repartidos en Mendoza, Buenos Aires y Santa Cruz, Isaac sabe que no cambia nuestra indefensión aérea. 12 cazas mediocres con 48 misiles muy buenos no son ningún alambrado impasable alrededor de nuestros 2,78 millones de km2. Y ni mentamos los territorios insulares y antárticos, donde la autoridad argenta es conjetural.

Tal vez con 80 JF-17 C sí se puede defender el país donde tenemos soberanía efectiva, si a ese número añadimos también el millón de km2 de Zona Económica Exclusiva (ZEE) del Mar Argentino. Allí en los hechos venimos perdiendo el control cada vez más desde 1986. Para ello, la Armada (ARA) deberá tener al menos 20 o 30 de esos cazas a su nombre y en bases costeras.

Sin embargo, imponerle un caza a la Armada es asunto del MinDef y Presidencia, no de la FAA. Ni Juan D. Perón, en su momento de mayor autoridad, le pudo poner “su” avión (el DL-22) a la Marina. Y a los navales todo lo que no venga de la OTAN les causa convulsiones.

Obviamente, en el nadir de este endeudamiento, no nos da el cuero (todavía) para 80 cazas. Tampoco para 60. Tampoco para 24. ¿Entonces, por qué Isaac quiere tan desesperadamente 12 cazas, con los que a duras penas podría defender Mendoza?

Porque se le está evaporando la fuerza de pilotos de caza. Son el recurso humano más caro y de sustitución más difícil y lenta de la Fuerza Aérea. En 2015 la desprogramación de los viejísimos Dagger (Mirage V israelíes) condenó a los cadetes cazadores egresados a hacer cola para volar en los 7 A4R Skyhawk aún operativos, y que por subsónicos, sólo sirven para ataque a tierra (o a mar). Aunque se los llame interceptores, no lo son.

El año que viene habrá 18 Skyhawk, porque Isaac, con una obstinación de tornillo, viene recuperándolos a fuerza de canibalizar los restos de los 32 que compró (hechos percha) don Carlos Menem en 1995. A esos hubo que resucitarlos como a Lázaro. Y ya demasiadas veces.

Siendo realistas, por pura decrepitud, estos 18 Skyhawks tendrán una tasa de disponibilidad más bien bajita, y el mantenimiento que reciban viene con un límite: andá hoy a conseguir componentes en el mercado internacional para un avión diseñado en los ’50 y desprogramado en todo el mundo, salvo aquí y en Brasil.

El A4R argentino, un avión subsónico de ataque diseñado en los ’50. Tenemos 7 en vuelo y tal vez logremos recuperar 18, resucitándolos como a Lázaro. Aunque eso ya se hizo muchas veces.

Allí, EMBRAER revivió y revitalizó 7 Skyhawks provenientes de Kuwait, con historial de guerras que parte de Vietnam y atraviesa las del Golfo. Como nosotros, ahora los brasucas tienen aviones recauchutados por enésima vez y diseñados originalmente para embarcados. Les falta el portaaviones, como a nosotros. Nadie es perfecto.

Antes de Malvinas, el piloto cazador de la FAA tenía 70 Skyhawk, de modelos B y C como aviones de ataque, amén de 21 Mirage III como interceptores y 26 Dagger como aparatos multirrol.

Aunque sólo los Mirage III habían sido comprados nuevos a Francia en 1970 y 1977, y aunque el resto de la flota era vetusta de solemnidad y tenía una disponibilidad “mejor no preguntes”, la suma daba una fuerza temible. Especialmente, por los recursos humanos que permitió construir, a fuerza de horas acumuladas de entrenamiento.

Y eso se vio de sobra en Malvinas.

 

 

(Continuará mañana)

Daniel E. Arias