Esta es la mirada del economista Gabriel Rubinstein, director de GRA Consultora, que fue representante del entonces ministro de Economía Roberto Lavagna en el Banco Central. Agregamos un comentario, muy breve, al final.
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«Silvina Batakis se mostró a favor de transitar un camino que nos lleve al equilibrio fiscal. En esa búsqueda, por tanto, cumplir lo acordado con el FMI. Esbozó una serie de medidas que permitirían un mejor control de caja y ciertos ahorros (cuenta única del Estado, congelamiento de vacantes en empresas públicas y organismos descentralizados, etc.).
Dijo que no pensaba propiciar suba de impuestos (aunque la incierta revaluación inmobiliaria opera como tal, y también lo hace el aumento de “percepción” del 35% al 45% por gastos de turismo). Y también dijo que iniciativas como la “renta universal”, entendibles en la discusión también “universal”, deberían quedar para un momento más oportuno.
Como sabemos, en respuesta a “tanta” ortodoxia, la izquierda y los movimientos sociales han puesto el grito en el cielo. Y La Cámpora y Cristina han optado por el “silenzio stampa”.
Si yo pudiera, les trataría de explicar, a Grabois, a Yaski, a Miceli, que el equilibrio fiscal es la base para terminar con la inflación, y que la gente a la que ellos representan sería las más beneficiada de erradicarse la inflación.
También me gustaría explicarles esto a Wado de Pedro (llamativamente ensalzado por Eurnekian, Funes de Rioja y otros), al Cuervo Larroque, a Máximo y a la propia Cristina.
En la Argentina, el equilibrio fiscal es de “derecha”, y el déficit fiscal de “izquierda”. Y no importa si nadie quiere financiarlo, y esto lleva a altas tasas de inflación, que suelen perjudicar mucho más a los pobres que a los ricos.
No ocurre esto en otros países. No hay un lugar en el mundo en donde el Partido Comunista sea más fuerte e importante que en China. Y aun con posibilidades de financiarse a tasas muy bajas, y siendo el Estado chino el principal Estado acreedor del mundo, son supercuidadosos de las cuentas fiscales.
Alemania, un ejemplo de economía avanzada, tanto en lo económico como en lo social, que ha “pagado” durante tiempo tasas negativas por sus bonos (es decir, la gente ha pagado con tal de tener un bono del Estado alemán), lo cual le posibilitaría un “gran gasto público”, también ha sido proverbialmente cuidadosa de sus cuentas fiscales.
Dicho sea de paso, los nuevos gobiernos de izquierda en Colombia y Chile abogan por el cuidado de las cuentas fiscales.
Son solo ejemplos. Los países, en general, cuidan sus cuentas fiscales, y algunos se dan el lujo de vivir siempre en déficit, cuando cuentan con financiamiento asegurado a bajo costo (caso emblemático, Estados Unidos).
Vemos entonces que países exitosos cuidan celosamente sus finanzas públicas, y nosotros, que somos un fracaso, nos queremos dar el lujo de no cuidarlas.
Y no solo somos un fracaso (en el selecto lote de países que peor performance económica han tenido en las últimas décadas), sino que (probablemente por eso también) nadie le quiere prestar a nuestro Estado.
No le quieren prestar los inversores del exterior, ya escaldados de tanto default y reestructuraciones agresivas. Tampoco los inversores locales. Ni en dólares (riesgo país por las nubes, en más de 2.500 puntos básicos, siendo), ni en pesos. Tuvo que salir el BCRA a imprimir billetes, para sostener el mercado y que no sobreviniera un nuevo default (“reperfilamiento”), ya en este mismo mes.
Tampoco se aceptan los pesos que se emiten. Ya en régimen de muy alta inflación, la plata “quema” en las manos. Con lo cual la demanda real de dinero (dinero / PBI nominal) no solo no sube, sino que cae. De modo que si se emitiera por ej. 60% de la base monetaria en un año, y el PBI pudiera crecer, con toda la furia, 4%, no hay modo de que la inflación sea menor al 54% (con demanda de dinero estable, y más alta, si encima, como ocurre ahora, baja la demanda real de dinero).
Con lo cual nuestra izquierda debería saber que, si reclama por más déficit, reclama también por inflación más alta. Pero no lo saben. Y parecieran poco receptivos a salirse de su aprendido y obsoleto libreto.
Batakis, que también se muestra bastante “a la izquierda” en nuestro espectro político, luce hoy como una excepción. Es de izquierda, pero cree en el equilibrio fiscal. A mí me parece auspicioso.
También en materia fiscal conexa, como lo es el mercado de pesos, considero se ha movido bastante bien el presidente del BCRA, Miguel Pesce. La intervención en el mercado de bonos en pesos, sosteniendo las paridades, ha evitado males mayores.»
Reflexionemos:
Si en lugar de intervenir sosteniendo precios, se hubiera limitado a emitir dinero para el Tesoro ante cada vencimiento de bonos, lo cual sería una estrategia alternativa razonable (para mí), ese dinero hubiera ido a los bancos (previa vuelta en el mercado del dólar, recalentando los dólares libres), y el BCRA los hubiera captado en Leliq. La estrategia hubiera sido muy similar a la efectivamente realizada.
Para evitar la emisión monetaria, que, aunque esterilizada, igual produce suba del dólar libre, la alternativa hubiera sido “reperfilar” los bonos.
Los efectos de un reperfilamiento serían muy negativos:
a. La reputación del Estado. que ya es muy mala, bajaría aún más: ¿cómo mirarán los inversores, locales y externos, a un país, que ante cualquier dificultad, no paga sus deudas? ¿Cómo juzgarán a un Estado, que usa el default, no como una herramienta de “última instancia”, sino como una de “primera instancia”?
b. Acaso no habría alguna porción de depositantes, que viendo cómo a sus “colegas” inversores los defaultean (incluso ellos mismos, que tienen depósitos y bonos), sacarían depósitos de los bancos y comprarían dólares, produciendo la suba del dólar que se supone quiere evitarse con el reperfilamiento?
c. Más aún, ¿sabiendo que el “backing” de depósitos lo constituyen en gran medida las Leliq (otro bono del Estado), cada tanto vapuleadas (“la bola de Leliq”), no sería un default de los bonos en pesos un “llamado” a retirar depósitos en pesos de los bancos?
Por tanto, considero que ha sido correcto el accionar en este tema, aunque solo tiene sentido si empalma con la mejora fiscal prometida por Batakis. Lo de Pesce es un paracetamol para bajar la fiebre, a la espera de los antibióticos que suministre Batakis para combatir la infección.
Un tema que dejó un sabor amargo es lo atinente al mercado cambiario. Haber dejado de pagar durante tres días toda clase de importaciones creó un caos en la economía real, que, a mi juicio, se podía haber evitado.
Pero, en general, y dadas las circunstancias por momentos muy dramáticas, el accionar del tándem Batakis-Pesce, al menos hasta ahora, luce correcto y auspicioso. Lógicamente, deberá ser refrendado día a día con más accionar acorde.
En estos momentos, más normalizado el mercado de bonos, la puntería debería focalizarse en el “delivery” en materia fiscal. Muchos analistas económicos queremos “sentir” que las metas fiscales de este año y de 2023, acordadas con el FMI (bastante laxas por cierto), serán efectivamente cumplidas. Nos gustaría ver, casi partida por partida, cómo es que se lograrán, más allá de la cuenta única y el congelamiento de vacantes.
Y me gustaría, y pienso que a muchos de mis colegas también, poder ver una hoja de ruta en materia de reservas, mucho más clara y transparente. Si se nos permite ahorrar, viajar al exterior, pagar con tarjeta afuera, al valor de un dólar diferente al del MULC (por ej. un mercado MEP), OK. Si con eso, y alguna medida adicional se descomprime la compra de insumos y bienes importados de uso corriente y extendido (por ej. ¡café!), se entiende en esta economía en “emergencia”, que coquetea con la hiperinflación.
Pero debe terminarse con la angustia real o simulada (obvio que “a río revuelto ganancia de pescadores”) de cientos de miles de productores y comerciantes, que no saben si van a conseguir la mercadería que necesitan, ni su precio. No deben quedar dudas respecto al normal abastecimiento de importaciones.
Esto es mucho peor que una suba temporaria del CCL (por ejemplo, por operaciones que hoy se cursan en el MULC y que podrían cursarse por un nuevo mercado MEP).
Si obrando así, el BCRA lograra normalizar importaciones y acumular reservas (aunque no sean muchas), el CCL finalmente podría llegar a calmarse un poco (aunque tengo muy pocas esperanzas de alguna baja sustancial de la brecha).
Lo comentado está muy lejos de la panacea. Estamos con un paciente en terapia intensiva, con riesgo de morirse, y lo bueno que pueda ocurrir es para llevarlo a terapia intermedia.
Afrontar la crisis con cierta idoneidad en materia fiscal, reservas y rollover del mercado de pesos nos aleja del escenario más temido, que es el escenario de hiperinflación (y confiscaciones), con el que los primeros días de julio hemos estado jugueteando, de manera demasiado temeraria.»
Comentario de AgendAR:
Esta nota nos pareció adecuada para la lectura reflexiva de un sábado. Como su mentor, Lavagna, Rubinstein da mucha importancia al equilibrio fiscal. También nosotros.
Pero, hay un dato que el lector atento se da cuenta: fue escrita hace una semana, antes de la tormenta cambiaria (o, con más precisión, de su fase más violenta).
El equilibrio fiscal es un objetivo importante y necesario. Pero no suficiente. La brecha cambiaria -la diferencia entre el valor de las divisas a las que se importa y exporta y el valor al que puede llegar en los mercados no regulados- es un factor de desequilibrio insoportable, cuando la diferencia es más de … un 30%. Esta semana llegó a más de 130%.
Si el Banco Central no tiene las divisas para doblar el brazo a la especulación, sobre todo en un régimen de alta inflación, como éste en el que estamos…, la situación se hace insostenible en el largo plazo.