En diciembre de 2020, entre la primera y la segunda ola de Covid-19, el gigante estadounidense Whirlpool y su presidente para Latinoamérica, el brasileño João Carlos Brega, decidieron instalar una fábrica de lavarropas en Argentina y volver a exportar desde aquí después de 20 años sin hacerlo. Este jueves se inauguró la planta.
“Siempre fue un tema que nos preocupó tener los proveedores muy distantes del mercado consumidor. Hay un capital de trabajo invertido que se queda flotando. Entonces siempre fue un desafío cómo romper esas barreras.
Con el surgimiento de la pandemia y con las repercusiones geopolíticas que estamos enfrentando hoy, en el mundo se aceleró la necesidad de tener la garantía de que si algo pasa en un lugar muy distante, no se rompa la cadena de suministro.
Yasí estamos haciendo esta planta acá, que tiene como objetivo también traer tecnología para el parque de proveedores locales. Ya estamos en sociedad con algunos de ellos para que en un plazo de ocho meses podamos tener más de 70% de los insumos suministrados por proveedores argentinos. Y así, con esto, disminuimos la dependencia externa. Entonces la cadena de valor se torna mucho más próxima del mercado consumidor”, explica Brega, que espera que mientras tanto no se presenten los habituales problemas para importar insumos en la Argentina.
A principios de siglo se produjo un fenómeno global en la industria llamado offshoring, por el que migraron industrias de toda América (del Norte) a China. Con la pandemia faltaron fletes y con la guerra de Ucrania se encareció su combustible, y ahora la palabra de moda es nearshoring, que viene de “near”, es decir, “cerca”: los productos chinos llegan más caros a América y se abre una oportunidad para los fabricados aquí mismo.
“No tengo dudas de eso. Pero para esto tenemos también que generar no simplemente la producción sino el conocimiento. Haciendo esta fabricación acá en la Argentina estamos trayendo potencial de conocimiento. Así se hace la competitividad. La competitividad no se hace simplemente por costo”, aclara el presidente de Whirlpool Latinoamérica.
US$ 52 millones de inversión
Whirlpool tenía hace poco 160 empleados en Argentina. Ahora son 500, a partir de una inversión de 52 millones de dólares para producir 300.000 lavarropas de carga frontal al año y exportar desde Pilar el 70% a Brasil y el resto de Sudamérica.
“Cuando se mira a Latinoamérica hay que mirar los mercados consumidores. Entonces obviamente Brasil es el país más grande. Después vienen México y después, Colombia, la Argentina. Pero en lavarropas el mercado argentino es el único en Latinoamérica donde la penetración de los de carga frontal es 70%. En Brasil, el 85% es de carga superior. Entonces la estrategia de grupo es tener centros de excelencia que se torne la referencia de determinada categoría de producto en toda Sudamérica. Decidimos ir a la Argentina porque acá es el mayor mercado consumidor. Cualquier país de Latinoamérica será suministrado por la Argentina para carga frontal, como también hacemos, por ejemplo, heladeras en Brasil para cualquier país de Latinoamérica”, comenta el presidente de Whirlpool, que antes tercerizaba en Córdoba la producción para abastecer al 60% de sus ventas locales y ahora fabricará en Pilar el 70% lo que aquí venda, mientras que el resto se importa de Latinoamérica, Europa o Asia. Por el nearshoring, esta empresa norteamericana también ha reforzado su presencia en México para abastecer a Estados Unidos.
Algunas pocas empresas argentinas también aprovechan el nearshoring. Es el caso de Cerámica Alberdi. Su dueño y presidente de la Unión Industrial de la Provincia de Buenos Aires (UIPBA), Martin Rappallini, cuenta que entre 2019 y la actualidad ha quintuplicado sus exportaciones a Chile, Bolivia, Paraguay y Uruguay. “Desplazamos fuertemente a China y a productos europeos, unos que apuntaban a los productos de menor valor y Europa apuntando a los de mayor valor”, cuenta Rappallini.
“Tanto la guerra como la pandemia impactaron fuertemente en el aumento de los costos logísticos, también en la inflación. Y eso ha hecho que los productos argentinos, sobre todo en la región, en los países limítrofes, quedemos competitivos”, cuenta el presidente de la Uipba.
No ha sido fácil identificar muchos casos más de nearshoring porque los bienes industriales están encareciéndose en dólares porque la inflación va más rápido que el tipo de cambio oficial. En 2023 sí se inaugurará una planta de autopartes de Mirgor, la empresa de Nicolás Caputo, en Baradero para abastecer de ellas a la fábrica que en Zárate tiene Toyota, que sustituirá así esas piezas que hasta ahora vienen de Asia para las Hilux que van a toda Latinoamérica.
En el caso de la cerámica, la europea duplicó su costo de producción porque la energía se multiplicó por diez, según Rappallini. “China ha tenido un impacto energético, pero el mayor impacto ha sido a nivel logístico. O sea que los containers que estaban entorno a 2.000 dólares antes de la pandemia, llegaron a estar en 20.000 o 25.000 con el Covid. Ahora bajaron los precios, pero igual están mucho más caros que antes y son productos en los que el flete tiene una alta incidencia.
Entonces, esto nos posibilitó ser competitivos y yo creo que es algo que va a quedar sostenido en el tiempo. No solamente nosotros sino también vemos muchas cadenas de valor que van a poder crecer fuerte en la exportación para los países limítrofes”, se esperanza el socio de Alberdi. Así es que países latinoamericanos con cierto desarrollo industrial, como México, Brasil o Argentina, pueden aprovechar oportunidades de exportación en una región tradicionalmente enfocada en la extracción de materias primas.
El economista y profesor universitario Leandro Mora Alfonsín, ex director nacional de Industria en el gobierno de Alberto Fernández, analiza el fenómeno del nearshoring: “Los procesos de reconfiguración de las cadenas globales de valor, sea nearshoring o friendshoring (abastecimiento desde países amigos, como busca ahora Alemania ante el cese del gas ruso) tienen que ver con algo previo a la pandemia. Podemos tomar un punto de partida en la campaña presidencial de (Donald) Trump en 2016”, dice. El ex presidente de EE UU obligó a empresas de su país a mudar fábricas de China a su territorio.
“¿Qué hizo la pandemia? Lo aceleró básicamente porque la pospandemia implicó un aumento de la demanda para el cual las cadenas de valor no estaban preparadas para responder, tanto en uso de la capacidad instalada como en las inversiones que podían llegar a tener. Eso hizo que se generaran cuellos de botella, donde el ejemplo más característico fue el problema de los semiconductores. No solo hubo cuellos de botella, sino también un aumento muy fuerte de los precios de insumos difundidos de acero, aluminio, resina de PVC, madera, semiconductores y, al mismo tiempo, una crisis que se vivió en la logística y el transporte internacional, con aumentos del shipping (transporte en barco) muy fuertes, que todavía no han bajado del todo. Y hoy estamos teniendo esas consecuencias. Por eso es cada vez más tenido en consideración la relocalización de actividades productivas, ya sea en países cercanos a los centros de consumo o a los centros de producción que requieren insumos, o en países donde uno tiene tratados comerciales o algún tipo de estrategia conjunta de política industrial”, cuenta Mora Alfonsín, profesor en las universidad de Buenos Aires (UBA), Católica Argentina (UCA) y de Ciencias Empresariales y Sociales (UCES).
Cadenas de valor más resilientes
“Básicamente la estrategia de nearshoring tiene que ver con lograr cadenas de valor más cortas, más seguras, más resilientes, ante problemas como puede ser hoy la invasión rusa en Ucrania, ayer el Covid y hacia adelante otros cisnes negros o factores exógenos que condicionen la economía global”, explica el economista. “Particularmente, América Latina puede ser por su posición geográfica proveedor de Estados Unidos, particularmente en algunos segmentos y cadenas. Si uno ve recientes estudios del BID (Banco Interamericano de Desarrollo), señalan que si se localizan el 10% de las importaciones chinas con producción de otro tipo, esa es una oportunidad de 78.000 millones de dólares, de las cuales el país mejor posicionado para poder acceder es México. No obstante, hay límites, es un proceso mucho más gradual de lo que se piensa. Una inversión no va de un día para el otro, de un continente a otro.”
Pese a todo, Whirlpool ha construido una nueva fábrica aquí. Compró el terreno en mayo de 2021 y un año y medio después ya la puso en marcha. Y eso que el costo del flete baja tras la pandemia. “El costo creció mucho durante la pandemia por un problema de oferta, que no había oferta de flete. Hoy está en una reducción grande. Aún no está en nivel prepandémico, pero tampoco en los picos que estaba en la pandemia, pero el mercado tiene y tuvo restricciones, fueron muy duras, y por eso que las inversiones en nearshoring están muy aceleradas”, comenta Brega. Transformaciones económicas que ha dejado la pandemia.
Alejandro Rebossio