Recuperando el Riachuelo

Varias veces hemos publicado en AgendAR extensas notas sobre la contaminación en la cuenca Matanza-Riachuelo, y los esfuerzos por combatirla. Es que ese río -«con menos agua que efluentes», para abusar de un verso de Borges- es un símbolo de los problemas emblemáticos de la Argentina que se arrastran por décadas.

Aparece una esperanza: Matías Alonso, de la agencia TSS de la UNSAM, participó de una navegación junto con personal de ACUMAR para registrar los cambios y las medidas y tecnologías que se aplican para el control de la contaminación proveniente de efluentes sin tratamiento. Ya se vuelvan a ver animales en sus aguas y el aprovechamiento de sus costas…

«El Riachuelo ha sido protagonista principal de la historia de nuestro país y también sirvió como eje de su actividad industrial y exportadora. Sin embargo, su uso intensivo también hizo que se convirtiera en uno de los ríos más contaminados de América Latina. La primera orden para limpiarlo se dictó en 1811 y, con los brotes de fiebre amarilla de 1871, se decidió suspender temporalmente toda la actividad de los saladeros y curtiembres que lo convertían en un foco de infección muy importante.

Entre 1880 y 1980, el Riachuelo fue el epicentro de la actividad industrial metropolitana y se hicieron grandes obras como el cambio de su desembocadura, por una más amplia y rectificada, la Vuelta de Rocha para el atraque de buques y la rectificación de toda la traza hasta puente La Noria para facilitar el comercio por barcos. Lamentablemente, para cuando se terminó esta obra –en 1940– muchas industrias ya no usaban el río sino camiones para el transporte, por lo que se mudaron a la zona norte del conurbano.

La caída de la actividad industrial en la cuenca, sobre todo a partir de los años 70, produjo un abandono muy importante en la zona que llevó a que el control ciudadano del río no se hiciera y las empresas que estaban en sus márgenes tuvieran rienda suelta para contaminar sus aguas.

Además de la limpieza tradicional, se están diseñando sensores automáticos conectados a Internet para tener acceso a los parámetros de medición en tiempo real. Foto: ACUMAR.

Hoy, las industrias que todavía quedan a la vera del río son curtiembres, metalúrgicas y galvanoplásticas. Las primeras serán mudadas a un parque industrial en Lanús para tener un mejor control de sus efluentes, que deberán ser tratados con una planta de tratamiento específica. En el caso de las industrias que todavía están en la cuenca, debieron inscribirse en un registro y unificar todo su vertido de efluentes en un solo lugar con acceso, para que inspectores de la Autoridad de Cuenca Matanza Riachuelo (ACUMAR) puedan tomar muestras y controlar que se cumplan con los parámetros fijados. También se están diseñando sensores automáticos conectados a Internet para tener acceso a los parámetros de medición en tiempo real.

Durante una navegación del río que hizo TSS con autoridades de ACUMAR, Matías Parra, coordinador de Ciencia y Tecnología del organismo, explicó: “Firmamos un convenio con la universidad de Almirante Brown para que nos asista para la presentación de un proyecto FONTAR para automatizar el monitoreo de los efluentes de las empresas, porque hoy se hacen con controles manuales puntuales y eso nos da una foto de lo que pasa. Nosotros queríamos ver la película, hacer el seguimiento de la industria para ver si están dentro de los parámetros o si se salieron de ellos en un momento puntual. Nos juntamos con la universidad y se formó un consorcio público-privado a través del FONTAR, con tres empresas de CADIEEL (la Cámara Argentina de Industrias Electrónicas, Electromecánicas y Luminotécnicas)”.

Este proyecto implica el uso de tres tipos de sensores: uno para colocación in situ en la empresa, otro similar pero un poco más complejo y caro y, otro móvil, que es una especie de trailer que llevarán las camionetas de ACUMAR y pueden dejarse varios días monitoreando las aguas”.

Con los avances en la limpieza comenzaron a aparecer pájaros y tortugas en las aguas del Riachuelo. Foto: ACUMAR.

Otro gran problema de la cuenca era la gran cantidad de basura que se encontraba flotando sobre el espejo de agua. Para evitarlo se abrió el camino de sirga que ya está completo en la margen de provincia de Buenos Aires en la cuenca baja y casi en su totalidad en la Ciudad de Buenos Aires, con algunas zonas de la villa 21-24 que todavía no pudieron ser liberadas por resistencia de los vecinos a mudarse a los edificios adonde deben ser reubicados. En ese lugar, entre 1890 y 1920 funcionó el basural conocido como La Quema, que luego fue mudado a Villa Soldati hasta su cierre. Como parte del programa de limpieza se eliminaron los basurales que había cercanos al río y se hicieron trabajos para mejorar la recolección de residuos para su vertido en el CEAMSE.

El mayor problema de contaminación que todavía persiste está relacionado con el vertido de efluentes cloacales. El crecimiento no planificado de las ciudades al margen del río hizo que no se diseñaran sistemas de cloacas para la nueva población y por eso fueran tirados al río sin tratamiento. Para evitarlo se está construyendo el sistema Riachuelo, que permitirá duplicar el transporte de residuos cloacales de la zona. Incluye la construcción del Colector Margen Izquierdo, que es un río subterraneo de 30 kilómetros que se hizo con una tunelera, una planta de tratamiento de efluentes, que hoy está en un avance de obra del 62%, y un emisario que se interna 12 kilómetros dentro del río de la Plata y sus difusores para distribuir los líquidos tratados. (www.aysa.com.ar/sistema_riachuelo/sistema_riachuelo).

Se espera que el año próximo se encuentre funcionando todo el sistema, lo que generará un cambio importante en el río. También el arroyo Cildáñez sufrió un cambio notable en estos últimos meses, tras la mudanza del Mercado de Liniers al parque industrial de Cañuelas, con lo que el río dejó de recibir grandes cantidades de bosta de vaca que por momentos llegaban a formar una capa homogénea sobre el río. Esto hacía que bajara la cantidad de oxígeno disuelto en el Cildáñez, que desemboca en el Riachuelo.

Un gran problema de la cuenca era la gran cantidad de basura que se encontraba flotando sobre el espejo de agua. Para evitarlo se abrió el camino de sirga que ya está completo en la margen de la Provincia de Buenos Aires en la cuenca baja. Foto: ACUMAR.

La recuperación también incluye aspectos sociales del uso del río, por lo que la Corte Suprema, en el fallo Mendoza, de 2008, exigió recuperar algunas obras de infraestructura histórica como el transbordador. “El puente transbordador, que está restaurado como pieza histórica y es un modelo de tecnología portuaria para cruce de ríos, funciona igual que como lo hacía originalmente y hay proyectos para reactivarlo con fines turísticos. Es una estructura que da idea de la actividad comercial que había en la zona. Llegó a transportar 17.000 personas por día y había dos más río arriba, además de todos los botes que cruzaban constantemente”, le dijo a TSS Carlos Gradín, integrante del área de Cultura y Patrimonio de ACUMAR.

También hay proyectos que incluyen aspectos controversiales, como la libre navegación del río. Hoy solo la Prefectura Naval y ACUMAR están autorizadas a navegar y hasta los remeros del Club de Remo Almirante Brown deben sacar una autorización especial para usar el río. Ésto se debe a que la navegación produce que se remuevan los barros del fondo del río, que son los que tienen acumulados más de 200 años de contaminación. Por otro lado el uso del río es parte de la conexión de la sociedad con el mismo y produce el interés en mantenerlo con buena salud. “Se hizo un pedido de autorizar la navegación abierta tanto desde el Ministerio de Turismo de la Nación como de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, y por ahora no conocemos actores en contra, seguramente surgirán cuando se haga la audiencia que seguramente se anuncie para el 5 de diciembre”, explicó Inés Markevich, del área de Prensa de ACUMAR.

A lo largo del río también hay estaciones de monitoreo automático y se hacen ensayos constantemente sobre la calidad del agua del río, el agua de consumo de los vecinos y la calidad del suelo. Para ampliar la capacidad de testeo se está construyendo un nuevo edificio de laboratorios. “Hoy tenemos un laboratorio en conjunto con la Municipalidad de Avellaneda pero estamos construyendo uno propio de ACUMAR. Eso nos permitirá hacer ensayos y estamos evaluando si se podrían hacer estudios de calidad de suelos para no tener que tercerizarlos, tanto estudios de sedimentos del río como del suelo del parque curtidor, y de basurales. Eso está en evaluación todavía. También tenemos un centro de monitoreo automático que toma una muestra de agua con una bomba, la circula por dentro del laboratorio, analiza variables del agua y reporta los datos a través de Internet. Esta es una de las estaciones pero habrá cuatro y la idea es integrar todo con la información de los sensores para tener acceso instantáneo y alertas”, agregó Parra».

 

VIATSS - UNSAM - Matías Alonso