En su valioso newsletter de información política, DesPertar, el periodista Marcelo Falak hace la pregunta del título, y agrega un reflexión. La reproducimos:
Los casos documentados de covid-19 fueron 1.485 y crecieron 9,4% en la última semana, aunque, por suerte, se mantienen en niveles bajos. Sin embargo, hubo que lamentar ocho nuevas muertes.
El Gobierno parece haber perdido el interés en instar a la gente a vacunarse y en la Ciudad de Buenos Aires la inmunización ha pasado a ser silvestre: cada cual va a recibir una dosis si le parece y sin que ninguna autoridad se esfuerce en explicar si hace falta, en qué casos y cuánto tiempo después de recibida la anterior. Nadie comunica casi nada.
Ayer fui a la sede de San Lorenzo en Avenida La Plaza y el panorama era propio de un desierto. De los 300 aplicadores que supieron trabajar allí, solo quedan nueve.
Si bien el sábado en ese centro se habían suministrado 800 vacunas a personas pertenecientes a grupos de riesgo, el inicio de los refuerzos a la población general resultaba ayer desalentador –ver foto–, con una veintena escasa de personas esperando su turno alrededor de las 10 horas en un salón que fue drásticamente «achicado».
La relativa tranquilidad actual es producto de una campaña de vacunación que supo ser intensa y de una inmunización conseguida por las malas debido a una circulación arrasadora del virus, que hizo que muchos hayamos debido llorar a alguna de las 130.011 víctimas acumuladas hasta el momento.
«Vemos que de los 21 millones de argentinos que se dieron el (primer) refuerzo, solo 6 millones recibieron el segundo entre abril o mayo. El problema es que hay 15 millones que hace casi un año no reciben ninguna dosis», dijo el jueves Patrick Bergstedt, vicepresidente comercial de Moderna, quien exploró con la ministra de Salud, Carla Vizzotti, modos de concientizar a la gente sobre el hecho de que «el covid no va a desaparecer, va a continuar mutando y se va a quedar a vivir con nosotros».
Que las autoridades nacionales, provinciales y, en el caso de lo que vi ayer, de la Ciudad de Buenos Aires, se pongan media pila. Al menos por un rato, entre tanta rosca y polémica boba.