Hace alrededor de dos años, la Autoridad de Cuenca del río Matanza-Riachuelo (ACUMAR) planteó la necesidad de mejorar la toma de muestras sobre los efluentes que las empresas vuelcan en ese curso de agua. Con ese objetivo, una de las acciones del organismo fue contactarse con la Cámara Argentina de Industrias Electrónicas, Electromecánicas y Luminotécnicas (CADIEEL).
Para la realización de los controles, lo usual era que inspectores de ACUMAR –un ente autónomo, autárquico e interjurisdiccional creado en 2006 debido a la situación de deterioro de la cuenca– fueran a las fábricas en forma presencial y tomaran una muestra para analizar en el laboratorio. Este procedimiento se llevaba a cabo una vez cada 60 días y daba una idea de qué estaba pasando en un momento en particular con los efluentes. Sin embargo, lo que se necesitaba era detectar de forma constante el estado de los vertidos para detectar anomalías y emitir alertas, de manera de poder hacer un control más estricto.
Ese fue el origen del proyecto que buscó crear un laboratorio electrónico para tomar muestras automáticamente, que puedan ser enviadas a través de Internet hacia la central de ACUMAR.
La iniciativa, que generó mucho interés en la comisión de Industria 4.0 de CADIEEL, recibió financiamiento del programa FONTAR, de la Agencia I+D+i (en el cual invirtió unos 28 millones de pesos ACUMAR, 31 millones de pesos de la Agencia y unos 5 millones repartidos entre tres empresas que forman parte de CADIEEL).
Estas firmas se asociaron con la Universidad Nacional de Almirante Brown para desarrollar sensores capaces de tomar y analizar muestras de agua cada 30 segundos en aspectos el caudal del efluente, su temperatura, su Ph, su conductividad eléctrica y la presencia de oxígeno disuelto. El sistema de monitoreo, del cual inicialmente se fabricaron nueve equipos, también es capaz de enviar alertas de que ha sido abierto para evitar la manipulación de su electrónica por personas no autorizadas.
Las muestras son guardadas y refrigeradas para comparaciones y análisis posteriores, además de que deben servir como prueba en caso de que se necesite realizar sanciones. Los resultados de este monitoreo son enviados por un módulo 3G/4G o por un módulo LORA 1 a la central de visualización de ACUMAR, que monitorea si los valores están dentro de los parámetros establecidos.
La información recibida también se guarda como respaldo y permite hacer un análisis general de la cuenca, así como también hacer comparaciones históricas y cruzar la información con la proveniente de las centrales meteorológicas, por ejemplo. Además de los sensores que se instalarán en las cámaras de inspección en forma fija, también se ha diseñado un prototipo de laboratorio móvil. “El 80% de la contaminación industrial en el Riachuelo proviene de entre 20 y 30 empresas, por lo que el universo es bastante acotado para controlar y el objetivo es contar con herramientas para hacer esos controles”, dijo Matías Parra, coordinador de CyT de ACUMAR.
Los sensores tienen tienen un sistema por el cual compensan automáticamente los datos en base a la temperatura y otros parámetros de calibración propios. De todas formas, como parte del proyecto, se realiza un mantenimiento periódico ya que las condiciones a la que están expuestas es muy hostil. En las pruebas que se hicieron se pudo ver que todos lo componentes quedan recubiertos de una capa negruzca a los pocos días de estar expuestos a los efluentes.
“Todos los dispositivos electrónicos que tenemos que usar para mediciones de esta clase deben estar dentro de gabinetes que soporten cosas como ácidos, hidrocarburos, rayos UV y cualquier otro elemento que pueda agredir la electrónica. Eso está contemplado y obviamente eso en el Riachuelo es terrible, el metal se va recubriendo como de una capa de empavonado de color negruzco”, explicó Sergio Vicente, de la empresa Comsi, una de las empresas participantes del proyecto.
“El dispositivo que toma muestras de manera automática incluye una rutina de limpieza de los conductos antes de tomar una nueva, para garantizar que si esa muestra después la vas a usar para sancionar o para motorizar a un mejor tratamiento del efluente tenés que estar seguro que sea real, que sea una muestra que refleje la realidad”, explicó Leonardo Botrugno, de Adra Electrónica, otra de las empresas del consorcio.
Los sensores son importados, pero toda la electrónica de control y comunicación fue diseñada y fabricada por este consorcio de empresas, al igual que el software y firmware. La transmisión de los datos está encriptada y si el personal de la empresa quiere conocer los datos que esta tomando el dispositivo deben ir a verlos en la página web de ACUMAR.
El Centro Tecnológico Metalúrgico (CETEM) de ADIMRA también forma parte del convenio con la finalidad de usar este monitoreo para otras empresas que estén fuera de la cuenca y necesiten revisar los parámetros de sus efluentes en tiempo real. De hecho, el dispositivo está siendo adaptado a las necesidades de empresas de minería que también necesitan hacer este tipo de monitoreos. También se está desarrollando este sistema para ser montado en una boya que haga los controles automáticamente cualquier curso de agua.
“Pensamos que esto es un caso de éxito en la articulación entre lo público, lo privado y lo académico. Tal vez con la misma institución o con otra, pero ya como un modelo que funcionó y un camino a continuar desarrollando”, dijo Guillermo de Guzman de Posthac, la tercera de las empresas que participó de esta iniciativa.
Matías Alonso