El INTA presentó a Chango, un microtractor caminante para múltiples tareas de la agricultura familiar. Es la primera maquinaria de este tipo en nuestro país y permite agilizar muchas tareas que se hacen manualmente en el campo.
El equipo será licenciado para que sea producido por metalúrgicas locales, que también podrían fabricar complementos para ampliar sus funciones.
Con una sola rueda de tracción, un motor de 5,1 caballos de fuerza y capacidad para sumarle gran cantidad de accesorios para las diferentes tareas del campo de pequeñas parcelas, el microtractor Chango es fruto de dos años de trabajo en el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA). Finalizada la etapa de diseño, se fabricaron 10 unidades de preserie que se están probando en campos de todo el país para evaluar la durabilidad de las piezas y la recepción de los productores.
Se trata de la primera maquinaria de este tipo en nuestro país, dado que es común encontrar motocultivadoras, motosegadoras y diferentes herramientas que solo cumplen una función específica.
Juan Pablo D’Amico, investigador del INTA Ascasubi, dijo: “La demanda surgió de análisis que hace el INTA a partir de tener muchos técnicos en el territorio. Se detectó la falta de una unidad de potencia que permitiese mecanizar una amplia cantidad de labores muy diversa en la agricultura familiar o de baja escala. Por eso la tendencia es intentar dar respuestas de motorización aisladas. Todas terminan con un motor: entonces tenés una motoazada, un motoarado, una bomba de agua de motor, y cuando relacionás la superficie que trabaja el productor con la cantidad de potencia instalada es mucho más alta que el promedio de los agricultores de la Argentina”.
Así, la idea es del desarrollo es poner a disposición del sector de pequeños agricultores de este tipo de máquinas y que, además, la industria metalmecánica que provee a este sector comienza a fabricar máquinas que se puedan vincular al este microtractor. “Ya estamos empezando a trabajar con fabricantes de maquinarias conexas pero para Chango”, dijo D’Amico.
Esto permitiría también sortear otra de las formas en que los agricultores familiares suelen tecnificar su producción: mediante el alquiler del servicio de tractor, pero que suele darse con contratos muchas veces en condiciones desiguales para el productor y a destiempo de sus necesidades.
La agricultura familiar es uno de los principales sustentos de la provisión de comida de nuestro país y en todo América Latina hay 17 millones de productores que mayormente utilizan herramientas manuales para su labor y que podrían ser potenciales usuarios del Chango.
“Tiene una sola rueda motríz, con lo cual tiene la particularidad de caminar en el surco. Eso permite trabajar en cualquier cultivo sin importar lo crecido que esté porque no se necesita que el cultivo vaya por abajo del tractor. Además, hay muchos accesorios que se pueden adaptar, tanto para horticultura, que fue la primer función en la que pensamos, como trabajar en ganadería, y tenemos demanda del norte para traccionar troncos en los montes forestales, ya que tiene una transmisión pensada para traccionar. También se puede usar para reubicar corrales móviles para aves. La gente lo ve y se imagina distintas funciones en distintos ámbitos agrícolas, incluso para algunas funciones que nosotros no habíamos pensado”, dijo D’Amico.
Este microtractor tiene una solicitud de patente en trámite y luego será licenciado para que sea producido por metalúrgicas locales. Se decidió no liberar la patente para poder tener más control sobre los procesos de producción y así poder asegurar la calidad final del producto, ya que las producciones de agricultura familiar no tienen muchas posibilidades de invertir a riesgo por lo que necesitan que la única maquinaria que compren funcione bien.
“Muchas empresas extranjeras venden productos así. Te venden su tractor y sus máquinas que son compatibles con ese tractor. Entonces el consumidor termina comprando todo el combo porque no quiere andar con miedo a que no le coincida algo. Este tractor es mucho más rústico, más sencillo de lo que hay en otros países, fundamentalmente porque se adapta a una agricultura del interior profundo del país, con muy bajo nivel tecnológico en la zona como para poder repararlo después y también con una muy escasa red de distribución de repuestos o de atención posventa. Por eso hicimos un producto para que persista en el tiempo”, agregó el especialista del INTA.
En el mercado existen muchos accesorios que se pueden adosar a este tractor. Entre ellos están las funciones dinámicas de asada, desmalezadora, sembradora o la posibilidad de ser usado para trasportar cargas pesadas, y las funciones estacionarias como grupo electrógeno, bomba de agua, o trilladora de granos.
El equipo se puede producir en la Argentina íntegramente a excepción del motor, que es uno estándar fabricado en China que hoy es producido por casi una decena de empresas diferentes. Su relación peso potencia es de 40 kilos por cada caballo de fuerza, similar a un tractor agrícola normal, lo que le permite arrastrar cargas pesadas.
Como parte del proyecto también fue necesario crear una nueva normativa de seguridad, ya que no existía en el país por no haber un producto así. El INTA, junto a IRAM, crearon la norma 8076 y en su apartado 3 se refiere a los tractores caminantes. Es muy importante que así sea porque, a diferencia de los tractores tradicionales, adonde el operario va sentado en una cabina con cinturón de seguridad y barras antivuelco, aquí el operario está expuesto a la máquina.
“Era algo necesario y también habla de un proceso de desarrollo que está bastante pensado en ir avanzando en todos los aspectos y garantizar que estamos fabricando una máquina que no lastima gente. Se hizo a lo largo de todo este tiempo, no solamente en el diseño de tractores y la fabricación de las unidades y el desarrollo de los proveedores necesarios para cumplir con la fabricación, porque hubo que ir buscándole al fabricante distintos proveedores de componentes de la transmisión, las cadenas, el motor, los tacos de goma que tiene la matriz específica que fue hecha para este tractor, y diferentes componentes que hubo que ir desarrollando y no es tan fácil como levantar el teléfono y pedir que te hagan algo a medida”, explicó D’Amico.
El Chango fue presentado formalmente en un evento realizado en un campo del cinturón frutihortícola de La Plata y se están probando unidades en todo el país en pequeñas parcelas de productores de agricultura familiar para analizar su rendimiento.
“La respuesta es muy buena y todos se quedan pensando en muchas labores que podrían usar con el tractor y nos piden que volvamos para hacer alguna prueba. Cuando nosotros les preguntamos por un trabajo, como el surcado para plantar tomate o para plantar pimiento, ellos agarran la azada y hacen el surco a mano. Para hacer su parcela tardan toda la mañana. Con el microtractor, en 15 o 20 minutos tienen todo hecho. Obviamente, eso implica asumir la pendiente de aprendizaje para manejar bien el tractor, pero es algo que les resuelve en gran medida el esfuerzo físico. Y la calidad del trabajo es igual entre el surco hecho a mano y el del tractor. Todo lo que permita aumentar las capacidades de trabajo libera tiempo y es deseable para que ese tiempo se dedique al desarrollo social de la familia, teniendo la educación como prioridad número uno”, concluyó D’Amico.
Matías Alonso