La saga de la Argentina nuclear – XXVII

Laguna Verde I y II. ¿Están realmente tan elevadas sobre el nivel del mar?

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Las dos pinches centrales sobre el Golfo

El modelo nuclear mexicano es el que los EEUU habrían querido que adoptara la Argentina: exiguo, dependiente, comprador, desligado de la industria propia e incapaz de competirles en nada. En el caso nuestro no lo lograron… del todo. Pero hay cantidad de argentinos que dedican su vida a que copiemos este enfoque. En AgendAR lo llamamos: «modelo enchufe».

No es original ni específicamente mexicano: la mayor parte de los integrantes de la UE fueron derivando hacia él de un modo u otro, hasta que sólo Francia quedó defendiendo -y a medias- su otrora impactante autonomía tecnológica en este campo. Muy olvidada ya de que el negocio nuclear no es vender electricidad, sino tecnología.

De modo que no debe leerse en lo que sigue ninguna crítica a nuestros carnales mexicanos: estamos sometidos a presiones parecidas, órale. No por nada tenemos 73 años en energía nuclear, y sólo 3 meras centrales nucleares de potencia en operaciones, y ninguna de ellas es argentina (salvo una chiquita, en construcción desde… ¿2011?).

A fines de los ’60, mientras la CNEA hacía lo imposible por rechazar toda presentación estadounidense para Atucha I, en México, la General Electric se logró adjudicar el complejo atómico de Laguna Verde, con dos centrales gemelas. Están en línea desde 1990 y 1995 respectivamente.

México compró ambas “llave en mano”. Para el país, pese al sólido nivel alcanzado en Física por la Universidad Nacional (UNAM), y casi incomprensiblemente a contramano del desarrollo industrial mexicano en metalmecánica, son sólo un enchufe. Y uno cada vez menor.

Las de Laguna Verde son BWRs (Boiling Water Reactors) GE del modelo Mk-5. No para bien de México, tienen contenciones similares al modelo Mk-2, cuya forma es abotellada. En términos volumétricos, son menos impresentables que las contenciones de las GE-Mk-1. Aún así, son de escasa amplitud para la potencia térmica de sus núcleos, y por eso más inseguros que cualquier otra PWR (Pressured Water Reactor) en la que el agua -sea liviana o pesada- está tan presurizada que supera largamente los 300 grados sin hervir. Es un diseño mucho más respetable, ya se trate de Westinghouse, AECL, IPHWR, Siemens-KWU, Areva, VVER de Rosatom, Kaeri y otras marcas emergentes.

Las contenciones de las centrales PWR suelen ser más cilíndricas y mayores, para aguantar mejor un pico de presión interna de vapor en caso de ruptura de una cañería del sistema primario de refrigeración. Las de nuestras Atuchas, casi una exageración alemana, son directamente esféricas. No es fácil romperlas desde adentro.

Para refrescar pesadillas, fueron GE Mk-1 (un modelo más viejo) las cuatro que reventaron o se incendiaron en Fukushima, básicamente por su pobreza de defensas pasivas y activas frente a inundaciones. El asunto es que entre tales deficiencias de diseño, la mayor probablemente fue esa maldita contención abotellada.

El Golfo no es para dormir sin frazada: siempre fue zona de huracanes y con el cambio climático estos se vuelven más frecuentes y peores, así como ha venido creciendo la altura media mundial del mar debido al derretimiento de los hielos polares. Todo esto incrementa los máximos de los “storm surges”, u mareas de tormenta del Mar Caribe. Un estudio de Kerry Emanuel, del Massachussets Institute of Technology, y las conclusiones de cada reunión del Panel Intergubernamental de la ONU sobre el Cambio Climático (IPCC) dicen lo mismo.

Cualquier obra hecha con datos meteorológicos anteriores a 1970 está subdimensionada en sus defensas pasivas y activas frente a eventos extremos. ¿Por qué? Porque aquel año el cambio climático empezó a hacer rampa. Cosas que uno aprende con el diario del lunes.

En el Golfo el año 1995 marca la entrada en otra etapa aún más violenta. Los huracanes de grado mayor a 3 en la escala Saffir-Simpson son más frecuentes: en 2005 solamente, Katrina, Rita y Wilma, uno tras otro, causaron daños por más de U$ 200 mil millones, y en 2013 Sandy, sin ayuda de otro huracán, dejó daños por U$ 65.000 millones.

Con tanta energía vino Sandy que, saliendo del Golfo, migró para el NE, atacó New York con su “storm surge” e inundó los subtes, una red de más de 400 km. de túneles. Jamás había sucedido nada ni remotamente parecido. Se creía que “The Big Apple” a lo sumo debía vérselas con dos tormentas como Sandy por siglo, pero el NOAA (Administración Nacional del Océano y la Atmósfera) ahora cree que la ciudad enfrentará un monstruo de estos CADA DOS AÑOS.

Pasó un decenio desde ese pronóstico y no se ha verificado… del todo. Pero este gráfico del NOAA es bastante elocuente porque es histórico, no predictivo. Una «named storm» se hace merecedora de un nombre humano por la energía térmica que la motoriza, medida a su vez por la velocidad del viento.

tormentas

Nadie discute si se pueden poner centrales nucleares en la costa del Golfo. Sí se puede. Las preguntas son otras, y se nos ocurren cuatro: ¿a qué altura sobre el mar, con qué defensas perimetrales contra las mareas de tormenta, a qué altura están los generadores para refrigerar el núcleo en caso de apagón, y cuántos serán?  Tales preguntas en 1970, con ideas erradas acerca del clima por venir, tenían otras respuestas.

Pero en Laguna Verde habría otro problema poco mentado y totalmente independiente del clima global. Cuando se construyeron, las costas norteamericanas orientales se suponían libres de riesgo de tsunamis, pese a la alta sismicidad de México y las islas del Caribe. Y sin duda, comparadas con la costa mexicana occidental, las del Atlántico -vaya a saber por qué- se creen razonablemente libres de maremotos.

Eso quedó en duda 1999, cuando el geofísico Steven Ward, de la Universidad de California, y el geólogo Simon Day, de la Universidad de Cambridge, publicaron sus primeros informes sobre el riesgo de derrumbe de la frágil falda occidental del volcán Cumbre Vieja, al sur de la isla de La Palma, en el archipiélago de las Canarias. Eso es a unos 350 km. de la costa marroquí. Cuate lector: me lo imagino pensando: “No mames, pinche cabrón. Eso está lejísimos del mero Golfo”.

Y es que en oceanografía no existe el “lejísimos”. El tsunami de Banda Aceh de 2004, con sus casi 230.000 muertes, fue consecuencia de un terremotazo de 9,1 grados en la escala Richter en el fondo del Océano Índico cerca de las costas de Sumatra, y mató gente y destruyó edificación e infraestructura en 11 países costeros, algunos distantes casi 6000 km., en África Oriental. Laguna Verde está a 7900 km. del Cumbre Vieja. OK, es más lejos. ¿Pero lo suficiente?

En los sucesivos modelos de Ward y Day, la cantidad de material derrumbado y la propagación de la onda a través del Atlántico tienden a generar un tsunami que llegaría a las costas americanas en aproximadamente 6 horas, en forma de trenes de sucesivas olas de 30 metros de altura, más o menos la misma que tenían las que irrumpieron sobre Banda Aceh, Sumatra, y mataron a 170.000 personas. Las olas del Guardia Vieja en el Golfo abarcarían un frente que va desde el Sur de los EEUU hasta el Norte sudamericano. En aguas someras, como las del Golfo, el oleaje podría ser aún más alto.

Por cierto, Day y Simon han sido impugnados por otros expertos, pero se mantienen en sus trece y según publicaciones, su hipótesis ha ido ganando más tracción que resbalones entre los colegas. Una erupción reciente del vecino volcán La Palma incendió parte de esa ciudad. Duró 83 días y vino con acompañamiento de miles de sismos (terremotos en enjambre, se los llama), pero las laderas occidentales del Guardia Vieja resistieron en su lugar. No siempre lo harán. Están muy roídas por las lluvias, y si se sueltan, caen al Atlántico e inician un tsunami.

Las autoridades nucleares mexicanas no parecen alarmadas. En 2012, a un año del pifostio de Fukushima, causado por olas de tsunami de «solamente» 13 metros de altura, la Secretaría de Energía presentó ante OIEA un informe según el cual el complejo nuclear mexicano está lo suficientemente alto respecto del mar, tiene fuentes de agua para refrigerarse en emergencia, y añadió una cantidad de nuevas normas de procedimiento que aparentemente resuelven cualquier problema de inundación. Pero de elevar el murallón perimetral de las dos centrales, algo tan elemental pero que habría cambiado la historia en Fukushima, de eso ni una palabra.

Ante todo, las autoridades regulatorias nucleares mexicanas no dependen directamente de la presidencia de la Nación: son apenas un apéndice de la Comisión Federal de Electricidad. Nunca tuvieron suficiente autoridad en el tótem estatal. De vuelta al inicio: México entiende fundacionalmente el átomo como un enchufe que se compra y al que uno conecta el país. Nunca como una fuente de tecnología original que se piensa, se discute y se construye entre propios, y menos aún, que se exporta.

Y no es un enchufe grandioso: ambas centrales suman 1625 MW instalados, unos 100 menos que la Argentina. En 2002, con un factor de disponibilidad del 80%, eso daba el 5% del consumo eléctrico, que para el 2030 se habrá reducido al 2%. México, especialmente su frontera norte, literalmente flota sobre petróleo y gas, tanto convencional como “shale”. Los mexicanos tienen 12.400 millones de barriles de buen crudo asegurados, y son el 7mo productor mundial.

El gobierno mexicano admite que para reducir su considerable “huella de carbono” y cumplir compromisos internacionales, necesitarían un 28% de núcleoelectricidad, de 8 a 10 centrales nuevecitas y grandotas. Si pudiera, las compraría “llave en mano”, ya que no es una tecnología que domine o les interese grandemente dominar. Por lo bajo, eso da U$ algo menos de U$ 1000 mil millones. Los coreanos, locos de interés en ofertar. Ni te cuento los rusos.

Pero pueden esperar sentados. Los mexicanos son el emisor número 14 de carbono en la lista de países. El país emite tanto carbono como toda la aviación mundial: 456 millones de toneladas de C02 en 2014.

Y mientras no existan impuestos internacionales al carbono emitido, o al menos barreras arancelarias unilaterales contra las exportaciones de los grandes emisores… ¿para qué chingados emputarse con los pinches ecologistas, manito?

El agotamiento prematuro de Loma de la Lata y los consiguientes apagones desde 2004 a 2008 hicieron que el peronismo, o al menos parte de él, redescubriera el átomo, y con él las exportaciones de tecnología, y todo eso… Pero Vaca Muerta lo ha regresado a su estado postmenemista, de electroencefalograma petrolero y plano.

México no está solo.

Daniel E. Arias