¿Desdoblamiento cambiaro? Pro y contras

El excelente newsletter de Marcelo Falak DesPertar esta dedicado a la información politica pero a veces, como ayer hace una lucida descripción de la situación economica. Compartimos:

Si, simplificando en extremo, hubiera que seleccionar una variable –solo una– para entender la dinámica de la economía internacional, podría señalarse la tasa de interés de referencia de la Reserva Federal. Si se hiciera una operación similar en la Argentina, el elemento designado sería el dólar. Cuando este atraviesa coyunturas de oferta suficiente en el mercado, la economía encuentra condiciones para desenvolverse de modo estable; en el caso contrario, el pronóstico del tiempo arroja probabilidad de tormentas fuertes. En esto último estamos.

Te sugerimos qué mirar –no solamente, claro, pero sí con mucha atención– para entender lo que viene, tanto en términos financieros, económicos y político-electorales.

La inflación del 6,6% en febrero y las tensiones recientes en el mercado cambiario, agravadas de modo notable por una sequía histórica, dispararon las especulaciones sobre medidas oficiales. La información de que Sergio Massa estudiaba opciones y ciertas travesuras de quienes generan unos 600 millones de pesos diarios en comisiones por la venta de dólar MEP –legal, que se negocia en bolsa– instalaron la versión de que se venía un desdoblamiento formal, binario, del mercado cambiario. Para peor, la ya incurable mala praxis del Gobierno, que debate a cielo abierto sus ideas, reforzó la cuestión, dándole verosimilitud.

Spoiler: eso no está ni en el horizonte del Ministerio de Economía ni en el del Banco Central. ¿De dónde salió entonces la idea? Fuentes del propio oficialismo la atribuyen a Antonio Aracre, ex-Syngenta y actual jefe de Gabinete de Asesores del presidente Alberto Fernández. ¿Aracre se corta solo? No. Simplemente trasciende lo que dice en la interna, una postura que no es solo suya y que hasta podría tener sus ventajas. El problema son las contras…

Desdoblar o no desdoblar, esa es la cuestión

La situación de las reservas ya era crítica desde hace bastante, antes de la sequía, así que imaginate en qué punto la ubica este fenómeno climático. La coyuntura impone sentarse sobre los dólares del Banco Central porque si se terminaran, el fantasma de la hiperinflación sería algo más que una posibilidad remota. Por eso las importaciones se están limitando, aun al costo de ralentizar la actividad, algo que sumado a la sequía podría provocar este año una caída del PBI de tres puntos porcentuales.

Desdoblar en un dólar comercial –controlado– y uno libre sería una forma de aferrarse a esos recursos ya que limitaría el acceso a los billetes verdes oficiales solo para quienes realicen importaciones extremadamente sensibles –energía e insumos básicos–, enviando a un mercado desregulado todo lo demás: importaciones no esenciales, pago de deudas de empresas y provincias, servicios varios…

No pocos economistas señalan la racionalidad de ese paso en la emergencia, último recurso para evitar una megadevaluación difícil de acotar sin reservas. Sin embargo, los efectos secundarios de la medicación han llevado al Gobierno, por ahora, a descartar esa chance.

Por un lado, desdoblar enviaría un universo de productos de importación mayor que el actual a los tipos de cambio libres, precisamente el «contado con liquidación», que permite girar dólares al exterior de modo perfectamente legal. ¿Cómo? A través de operaciones entre privados: quien los necesita, compra una acción o un título público en pesos y los vende en el exterior, de lo que surge un tipo de cambio. El CCL es igual que el MEP (Mercado Electrónico de Pagos), solo que en este último caso los dolares queda depositado en la Argentina.

Continuemos. Si más importaciones se rigieran por un dólar libre, este subiría por mayor demanda y presionaría sobre la brecha con el oficial, lo que generaría de inmediato un nuevo impacto inflacionario. He ahí un motivo –económico, pero también político-electoral– para evitar esa salida a la crisis.

Asimismo, ¿qué pasaría con las deudas de empresas del Estado y privadas, así como con provincias que deben hacer frente a pagos de deuda?

La rueda del lunes ofrece un buen ejemplo de esto. El Banco Central, que no deja de perder sus escasas reservas, el lunes debió desprenderse de 261 millones de dólares, algo a lo que aportaron YPF –que demandó 20 millones para hacer frente al pago de una obligación negociable–, la provincia de Santa Fe –que se hizo con 26 millones también para pagarles a sus acreedores– y, sobre todo, Enarsa, que debió pagar 262 millones para compra de gas natural licuado (GNL).

Mientras, el vencimiento de esta semana de 2.717 millones de dólares con el Fondo Monetario Internacional (FMI) se pateará, de común acuerdo, para el último día del mes, después de que entre al país el giro de 5.000 millones correspondiente a la aprobación de la cuarta revisión de las cuentas argentinas. Esto no debe alarmar y es una práctica habitual, pero es demostrativo de un estado de cosas.

«Si desdobláramos, ¿a dónde mandaríamos a conseguir dólares a YPF y a muchas otras empresas, a Santa Fe, a Córdoba?”, le preguntó, anticipando la respuesta, una fuente oficial a desPertar. «¿Qué pasaría con esas empresas, que de un día para otra deberían salir a renegociar sus deudas? ¿Qué pasaría con varias provincias? ¿A qué paridad se pagarían los vencimientos de deuda (pública) dollar-linked?», añadió.

El dilema

El problema es que las opciones del Gobierno son, en todos los casos, «subóptimas». Lo dicho explica por qué no se piensa –hoy, aclaremos; mañana sería otro día, sobre todo si se terminaran los billetes– en desdoblar. El problema es que el modo de sobrellevar la eterna escasez de dólares, agravada por la sequía, es usar préstamos de países y organismos multilaterales que se gastan sin remedio.

Miguel Ángel Pesce les asegura a Massa y a Fernández que puede sobrellevar la situación hasta el 10 de diciembre sin riesgo de un estallido cambiario.

Volvamos a la rueda del lunes y a los cálculos que la rodearon. En la jornada, ingresaron a las reservas del Central 680,4 millones de dólares provenientes del Banco de Desarrollo de América Latina (CAF) –285,4 millones– y del Banco Centroamericano de Integración Económica (BCIE) –395 millones–. Asimismo, se ultimaban detalles para convertir en reservas de libre disponibilidad 1.000 millones más del swap –intercambio de monedas– con China, de modo de totalizar 5.000 millones antes de fines de abril.

Mientras se mantiene activo para conseguir y agilizar créditos multilaterales, Massa prepara medidas para usar más exhaustivamente los yuanes del Banco del Pueblo de China. Para eso se agilizarán los trámites para importar en esa moneda respecto de los que requieran dólares. Para eso –entre otras cosas– es que Pekín otorga este tipo de créditos –el swap ya representa casi el 50% de las reservas brutas del BCRA–, lo que, evidentemente, beneficia a sus empresas exportadoras vis-à-vis las de otros países. ¿Y Estados Unidos qué hace, qué ofrece? Nada. Solo mira, amenaza y da pataditas en el suelo mientras grita «¡influencia china!».

Evitar un estallido va en interés de los argentinos y argentinas, aunque el costo es elevado. Más egoístas, algunos y algunas en el oficialismo creen que esa estabilidad precaria le permitiría al Frente de Todos dar pelea con ciertas chances en las elecciones de octubre. Escucharlos lleva a pensar en Tucídides: «La esperanza es la perdición de los débiles».

¿Es necesario devaluar?

El Gobierno justifica la idea de que no hay atraso cambiario en que la balanza comercial del sector manufacturero sigue siendo superavitaria y señala como prueba el silencio del conocido «club de los devaluadores». Sin embargo, la proliferación de tipos de cambio sectoriales –soja, Catar, Coldplay, malbec…– hace pensar que el oficial ya queda chico.

Como sostiene Cristina Kirchner y coincide Massa, el problema no es la paridad, sino la escasez de reservas. Allí anida el peligro de una crisis mayor de la economía.

Entonces, ¿marchamos hacia una devaluación o no? ¿Sería antes o después del cambio de gobierno? ¿Eso no se da simplemente porque no hay reservas para evitar que un «salto discreto» de la paridad implique abrir la caja de Pandora? La analista financiera Olga Karina Jelinek Yamaguchi le dijo a desPertar: «Lo dejo a tu criterio”.

Comentario de AgendAR:

Todo parece indicar que las opciones del actual gobierno se reducen a dos, ambas malas. 1) Desdoblar o aun unificar el mercado cambiaro, junto a un plan «Bonex» – es decir transformar en bonos «dolar linkeados» los plazos fijos institucionales de banco y aseguradoras- con el riesgo inflacionario que Falak describe, o 2) Seguir con el plan «Aguantar» ,evitando devaluaciones bruscas, hasta el 10 de Diciembre.

El problema de este ultimo camino es que los mercados financieros no se guian por lo que ocurre sino por lo que creen que va a ocurrir. Es decir ya estan anticipando lo que creen sera la devaluación del 11 de Diciembre.

ABF

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