La industria del litio en la tensión geopolitica entre EE.UU y China. El posible lugar de Argentina

Una vista área del proyecto Fénix, con el que Livent apunta a producir hasta 60.000 toneladas anuales de carbonato.

El director de finanza de Livent, uno de los gigantes mundiales del litio, Gilberto Antoniazzi dio una entrevista en la que brinda extensa información sobre lo que como una industria química más que una explotación minera, el lugar dominante que hoy tiene China y la intención de EE.UU de equilibrarlo. También hablo de las realidades y perspectivas argentinas en este campo.

Es obvio que el director Antoniazzi habla desde la mirada e intereses de una multinacional estadounidense. Es necesario que el gobierno argentino encare el tema desde nuestros intereses.

La fusión de Livent Corporation y Allkem en una nueva compañía es, tal vez, el principal acontecimiento del año en la industria global del litio. La operación tendrá un impacto especial en la Argentina, dado que los dos players involucrados lideran los únicos proyectos productivos del mineral en el país. Gilberto Antoniazzi, CFO de Livent, es uno de los grandes artífices de la creación del nuevo gigante en el negocio del litio.

El ejecutivo fue uno de los hacedores del posicionamiento de la compañía estadounidense como una de las referentes mundiales en tecnologías de procesamiento de litio. Lo hizo primero en FMC Corporation, firma de productos químicos en la que trabajó durante 18 años, y luego en Livent Corporation, compañía independiente creada a partir de la separación del negocio de litio de FMC en 2018. Antoniazzi será una figura central en la nueva compañía que Livent conformará con la australiana Allkem, dado que continuará desempeñando el rol de CFO del nuevo gigante.

Antoniazzi brindó una entrevista exclusiva. A través de una videoconferencia desde Filadelfia, donde Livent tiene sus oficinas centrales, el directivo reflexionó sobre el reacomodamiento geopolítico entre EE.UU. y China que encuentra al litio en el centro de esa agenda, y analizó qué rol puede jugar la Argentina en la carrera para asegurar el suministro a futuro del mineral tanto para la industria automotriz (movilidad eléctrica) como para la electrónica.

Su visión incorpora categorías poco frecuentes en el análisis local del incipiente sector de litio y edifica una arquitectura de lectura que se centra en el mediano y largo plazo. Antoniazzi adelantó que Livent y Allkem seguirán invirtiendo fuerte en el país. La primera tiene en marcha el proyecto Fénix en Catamarca, donde está desembolsando US$ 1100 millones para aumentar la capacidad de producción de carbonato hasta las 60.000 toneladas anuales.

Una industria química

–¿Considera a la producción de litio una actividad minera tradicional o la vincula más con el sector químico?

-Lo veo mucho más como un sector químico. La explotación de la salmuera por sí sola no significa nada, no se puede utilizar por sí sola. Hay una conversión, un proceso de manufactura que torna la salmuera en un producto de calidades específicas. El litio, entonces, no es un commodity, como lo es la soja, sino que es un producto industrial con ciertas características que son muy específicas. Definitivamente lo veo como una actividad química.

–En la producción de petróleo y gas, más allá de que siempre hay diversidad en cuánto al diseño de los pozos y las técnicas que se utilizan, existe cierta estandarización. En el caso de la producción de carbonato de litio, ¿cuán amplio puede ser el espectro de métodos o tecnologías para producir carbonato?

La Argentina hoy es el país que más proyectos de litio tiene en el mundo. Pero si uno analiza esos emprendimientos, no creo que ninguna empresa haga exactamente lo mismo. Por cuestión de tecnología empleada y porque las salmueras no son todas iguales. Podríamos decir, a modo explicativo, que en el Salar del Hombre Muerto (donde Livent posee su planta de producción desde hace más de 20 años) la salmuera es de tipo A, pero en Olaroz-Cauchari (donde opera Allkem) la salmuera tiene otras características. Esto tiene implicancias en la tecnología a utilizar para extraer y convertir a carbonato o cloruro. En Livent utilizamos una tecnología de extracción directa o «DLE» (Direct Lithium Extraction). Somos la única empresa que usa esa técnica de manera comercial en el mundo. Nos conviene por la salmuera que tenemos en el Salar del Hombre Muerto. En otros sitios esta tecnología tal vez no encaje perfectamente, por cuestiones de impurezas de la salmuera.

–Tomando el ejemplo y vinculándolo con la fusión anunciada con Allkem, ¿podrían transpolar el método de extracción de Livent en el Salar del Hombre Muerto a Olaroz?

-Creo que podríamos hacerlo, pero ajustando ciertas cosas. Nuestro proceso está muy identificado con el grado de pureza del Salar del Hombre Muerto. Es una cuestión que está en estudio porque todavía somos dos empresas completamente separadas y está en proceso la aprobación de esta transacción por parte de nuestros accionistas. Somos competidores en este momento, pero cuando termine este proceso vamos a mirar esa posibilidad. Incluso Allkem en Sales de Jujuy tiene una tecnología de evaporación que funciona muy bien. Nosotros podríamos utilizarla también en el Salar del Hombre Muerto. La gestión de tecnología a veces está identificada con la salmuera, pero también hay cuestiones de disponibilidad de agua, de energía. Son cuestiones a considerar.

Fusión y mercado global del litio

–¿Cuánto carbonato de litio cree que la nueva empresa va a estar produciendo en 2025 y 2030?

-Al 2027, basado en los programas que tenemos en las dos empresas por separado, podríamos llegar a 250.000 toneladas anuales. Eso representaría un 10% del mercado global para ese año. Es mucho crecimiento.

–¿Cómo analiza el mercado mundial del litio en esta coyuntura? ¿Y a largo plazo?

-A nivel mundial, creo que la fusión fue extremadamente bien recibida por los clientes finales, los fabricantes de autos y baterías. Las automotrices tienen una gran preocupación acerca de si habrá suficiente litio para la industria. Con la fusión de dos empresas fuertes como las nuestras se obtiene mucha escala, capacidad de inversión, tecnología y flexibilidad de producción. Esto genera confianza para los clientes finales. La industria enfrenta un crecimiento de la demanda increíble. Se espera que para el 2030 un 50% de los coches sean eléctricos. Más a corto plazo, en 2025, la demanda de litio será de 1,5 millones de toneladas. En 2023 se comercializará unas 500.000. Es decir, se espera que el mercado se triplique. Es un crecimiento brutal, por lo que la gran preocupación es la seguridad de suministro.

–¿Cuáles son los puntos centrales en la relación comercial con esas terminales automotrices?

-Nosotros tenemos contratos con Tesla, BMW y General Motors (GM) de largo plazo. Son contratos que tienen una duración de al menos cinco años en los que los volúmenes van creciendo año a año. Lo fundamental es que nuestros clientes vean que tenemos la capacidad de crecer junto a ellos.

–¿Cuánto de esta fusión se explica en términos de preparación para un mercado que será mucho más grande y agresivo, con jugadores asiáticos que tienen mucho capital?

-Respecto de las inversiones asiáticas, hoy hay cuestiones geopolíticas en la industria automotriz que son muy fuertes. En EE.UU. la administración Biden impulsó la Inflation Reduction Act, una ley que incluye elementos muy importantes para acelerar la reconversión de la industria automotriz eléctrica desde el punto de vista de producción de vehículos, pero principalmente desde la fabricación de baterías. Hoy ese mercado está dominado por China. Por ejemplo, el 80% de la producción mundial de cátodos, un elemento central en la producción de baterías, está en China. Al mismo tiempo, un 80% de la capacidad de conversión de litio en carbonato o hidróxido, las dos formas en que el mineral se utiliza en las baterías, también está en manos de China. Es decir, Asia tiene hoy un control muy importante del mercado, algo que no parece competitivo para las automotrices estadounidenses y europeas. Nosotros tenemos una base importante en América, en la Argentina y en EE.UU. y Canadá. Vemos que el crecimiento de los vehículos eléctricos en Norteamérica y Europa será más fuerte incluso que en China a largo plazo. Por eso, creemos que estamos muy bien ubicados en ese sentido.

En ese sentido, estamos colaborando con los gobiernos norteamericano y argentino para facilitar las exportaciones directas de litio desde la Argentina. De ahí que sea tan importante que Argentina consiga un acuerdo comercial con EE.UU. Desde Livent apoyamos al gobierno argentino en este tema. El ministro Sergio Massa mantuvo conversaciones con nosotros y también hablamos con representantes del gobierno norteamericano. Apuntamos a exportar carbonato de litio hacia EE.UU. y convertirlo en hidróxido, algo que está aceptado por la ley (norteamericana). Lo importante para nosotros es que la Argentina pueda beneficiarse de este esquema.

El litio en Argentina

– ¿La fusión con Allkem puede derivar en que concentren el foco en algún proyecto específico en Argentina o en el mundo?

-Una gran ventaja de esta combinación es que nuestros activos en Fénix, de Livent, y Sal de Vida, de Allkem, están a 10 kilómetros de distancia en el Salar del Hombre Muerto. Nuestra visión es que podríamos acelerar ambos proyectos y disminuir el riesgo de la inversión. Todo proyecto tiene riesgo, pero si estamos cerca y contamos con la capacidad técnica de las dos empresas, va a ser menor. Estamos sumamente comprometidos con la inversión en Argentina, son activos de muy buena calidad y a costo competitivo.

–Un tema que se suele discutir en la Argentina es cómo se debe determinar el precio del litio que se exporta en función del grado de calidad. ¿Cómo debería ordenarse la cuestión del precio de exportación?

-A nivel de gobiernos e incluso entre analistas de mercado se toma como referencia de precio el mercado chino y el mercado spot. Pero hay que tener en cuenta que este último es un mercado muy chico y poco representativo de la industria, por lo que es complejo tomarlo como precio de referencia. Para los chinos ese precio está bien, pero para la industria global del litio no tanto. Partimos de esta base: cuando firmamos un contrato con una automotriz por cinco años está claro que ninguna de las partes querrá que el precio flote permanentemente. Ninguna empresa determina su renta realmente en función del precio spot del litio en China. Por eso, se debe tener mucho cuidado con el precio de referencia que se toma. Nosotros tuvimos charlas muy importantes con el gobierno argentino para explicar ese punto. El precio spot no es un precio de referencia de nuestras ventas, que se apoyan en acuerdos comerciales con empresas enormes. Son acuerdos confidenciales, lo que complica un poco más el tema, pero casi todas esas empresas publican sus informes financieros a la bolsa, por lo que uno puede tener una idea de los valores a los que estamos vendiendo. El gran punto acá es que el precio de referencia que mucha gente toma de China es un precio equivocado y no representativo de la realidad de la industria.

–¿Hay algún país o mecanismo que se pueda tomar como ejemplo?

-Hay varios instrumentos: el mercado chino es una referencia como así también los valores de exportación desde la Argentina y Chile y los precios de importación en Corea del Sur y Japón. Si uno analiza esas variables, habrá valores distintos y también de calidad del litio que se está comprando. El litio carbonato técnico que no posee un “grado batería”, da un valor más bajo que uno que sí lo tiene. El hidróxido se paga todavía más, porque es un producto industrial más específico. Hay sólo tres empresas que producen hidróxido comercial en grandes volúmenes a nivel mundial. Es decir, no es tan simple determinar cuáles son los precios de referencia.

–¿Cómo cree que hay que encauzar la discusión en cuanto al government take o la participación impositiva que grava la producción de cloruro o carbonato de litio? ¿Cómo incide el caso chileno?

-Primero, la Argentina es muy distinta de Chile y para mejor. Basta con mirar cuántos proyectos nuevos hay hoy en Chile. La Argentina es el país con más emprendimientos de litio en el mundo. Tiene un marco legal que genera cierto confort para la inversión; cuando hablo con un inversor o con un analista de mercado, siempre surge la cuestión acerca de lo que implica invertir en la Argentina, pero siempre se pregunta desde el punto de vista económico y no desde la óptica del marco legal, que es mucho más importante. La economía argentina se puede navegar, pero si hubiera modificaciones del marco legal generaría mucha preocupación. Basta mirar lo que pasó en Chile. El día que se reglamentó la nueva ley (que nacionaliza la minería), la acción de SQM cayó 25%. Y la acción de nuestra compañía, que no está en Chile, descendió un 10%. Tengo mucha confianza en que en la Argentina no tendremos problemas.

–Otro tema del que se habla mucho es sobre la posibilidad de industrializar el litio pese a que es complejo que grandes fabricantes globales como Samsumg o Panasonic se radiquen en el país por una cuestión de escala y de proximidad de la demanda. ¿Cómo analiza esa cuestión?

-Una industria de baterías es como la industria automotriz. Tiene elementos satélites para la producción final de la batería. Para tener una fábrica las inversiones son de miles de millones de dólares. Se estima que para instalar una planta de escala mundial de fabricación de baterías se requeriría de una inversión de unos US$ 4000 millones. Y además hay que tener en cuenta los incentivos a la inversión que EE.UU. y Europa están dando para que las plantas se instalen en esos países. Es difícil competir contra eso, porque las empresas además de necesitar invertir en esos mercados, encuentran mejores condiciones.-

 Nicolás Deza y Nicolás Gandini

VIAEconoJournal