La semana anterior se concretó el primer prototipo del tanque que tendrá el lanzador de satélites de fabricación nacional. Se trata de un importante avance hacia el dominio de una tecnología que solo poseen una decena de países a nivel mundial. Están previstos dos lanzamientos de cohetes de menor tamaño hasta llegar al modelo final, estimado para el año 2029.
Este jueves 15 de junio se cerró el primer prototipo del tanque estructural del Tronador II, el vehículo espacial de fabricación nacional que permitirá poner satélites en órbita. Cuando se complete el desarrollo, la Argentina pasará a estar entre los diez países del mundo capaces de dominar el ciclo espacial completo.
El lanzamiento del Tronador II está estimado para el año 2029 e implica un largo proceso que incluye el desarrollo de la estructura, la propulsión y el sistema de electrónica para su control automático.
El cierre de etapa se anunció en un acto realizado en el Centro Espacial Punta Indio (CEPI), en la localidad bonaerense de Pipinas, en el que participaron el presidente de la Nación, Alberto Fernández; el ministro de Ciencia, Tecnología e Innovación, Daniel Filmus; el director ejecutivo y técnico de la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (CONAE), Raúl Kulichevsky; y el presidente del directorio de VENG, Marcos Actis, entre otras autoridades y referentes del sector. Detrás de los funcionarios, podía verse el imponente prototipo de tanque del Tronador II.
“Cuando uno tiene un vehículo propio, puede decidir cuestiones como cuál es la manera más conveniente de hacer el viaje, cuándo salir y a qué destino llegar. Eso en el área satelital es muy importante porque si dependemos de terceros, no se puede controlar el momento justo del lanzamiento ni la posición a la que llevan el satélite y todo eso hace a la pérdida de eficiencia y aumento de costos”, explica a TSS el ingeniero Daniel Rocca, gerente de Acceso al Espacio de la CONAE.
La fabricación del Tronador II se enmarca en el Plan Espacial Nacional y tiene por objetivo colocar satélites desde el territorio nacional a través de un lanzador desarrollado íntegramente en la Argentina. El vehículo tendrá la capacidad de poner satélites de hasta 750 kilos en órbitas bajas (a unos 600 kilómetros de la Tierra). Además de la utilización estratégica que tiene para el país, permitirá brindar servicios a terceros en América Latina y en el mundo.
Antes de llegar al lanzador final, el Tronador II-250, se ensayarán y lanzarán dos prototipos de menor tamaño, el TII-70 y TII-150. El primero tendrá 70 centímetros de diámetro y 11 metros de largo. Llegará a unos 140 km de altura y servirá para probar un motor de tres toneladas de empuje. El objetivo es experimentar que las cargas útiles alcancen cierta altura de gravedad relevante. En tanto, el Tronador II-150 tendrá un diámetro de un metro y medio y permitirá poner a prueba un motor de 30 toneladas de empuje.
La empresa VENG, controlada por la CONAE, es la principal contratista de este desarrollo, que involucra el trabajo de más de 50 empresas nacionales e instituciones públicas del sistema científico-tecnológico, como la Universidad Nacional de la Plata, la Universidad Nacional de Mar del Plata, la empresa provincial INVAP, Valthe Ingeniería, 2G Composites e Inoxpla. “Como se trata de tecnología crítica, solo se puede acceder hasta cierta información y el resto hay que desarrollarlo de forma propia”, señala Rocca.
El prototipo de tanque que se cerró este jueves tiene 3,5 metros de longitud, 2,5 metros de diámetro y 3,2 milímetros de espesor. Todos sus componentes son de aluminio de uso espacial y fueron soldados por el método de fricción-agitación bajo estándares internacionales. Es una tecnología de uso inédito en el país y el desarrollo de los procesos de soldadura fue hecho con ingeniería local.
“Para que esas estructuras sean eficientes, necesitamos aprovechar al máximo la soldadura en frío. Eso llevó todo un proceso de diseño donde hubo que especificar la máquina, adquirirla, ponerla en marcha, desarrollar el proceso de soldadura y generar todas las partes para poder armar este primer prototipo de tanque, que en su diámetro ya tiene dimensiones reales”, indica el ingeniero.
Este prototipo permitirá alcanzar la fabricación de los tanques estructurales de primera etapa, que cumplen de manera simultánea la función de fuselaje y de almacenamiento de los propelentes (kerosene y oxígeno líquido). “Es un avance muy importante porque constituye un demostrador tecnológico de las capacidades que hay que desarrollar para tener la estructura final del lanzador”, explica Rocca.
Los próximos pasos hacia el lanzador argentino dependerán de los resultados que se vayan obteniendo con cada prototipo y también de que el financiamiento para el Plan Espacial Nacional se mantenga constante. Si todo continúa de acuerdo con lo planeado, se estima que el lanzamiento del TII-70 será a comienzos del 2026 desde el Centro Espacial Punta Indio. En tanto, los lanzamientos del TII-150 y el TII-250 se realizarán desde el Centro Espacial Manuel Belgrano, en Bahía Blanca.
Al respecto, el ingeniero explica que la posición de la base de lanzamiento se elige cumpliendo determinadas normas que garanticen la seguridad de las personas y el ambiente, y también tiene que ver con el destino del lanzamiento. La base de Pipinas es más chica, se usa para ensayos experimentales y vehículos de menor porte. La de Bahía Blanca, por su parte, es un área un poco más alejada de la población y autorizada para lanzamientos por un acuerdo realizado con la Armada Argentina.
Por lo pronto, el equipo interinstitucional de investigadores seguirá trabajando en la confección de nuevos prototipos y la realización de sus respectivos ensayos. “Iremos desarrollando prototipos cada vez más refinados que nos permitan poner a prueba su funcionamiento, someterlo a distintas presiones y evaluar sus capacidades hasta llegar a poner a punto el lanzador”, finalizó Rocca.
Nadia Luna