Juan José Carbajales es Licenciado en Ciencia Política (UBA) y especialista en Regulación Energética. Fue subsecretario de Hidrocarburos y uno de los estrategas de la política de gas del actual gobierno. En tiempos de gasoductos, autoabastecimiento y soberanía, habló con El Grito del Sur sobre el aporte de la obra, su importancia en términos regionales y los debates que la atraviesan: ¿exportar o abastecer la demanda interna?
¿Cuál es la importancia estratégica en términos de soberanía que traería el gasoducto?
Primero tenemos que explicar los conceptos: cuando hablamos de soberanía estamos hablando de contar con nuestros recursos y no depender de una fuente externa. Esos recursos, orientados a satisfacer la demanda interna, el consumo local. Uno es soberano cuando tiene esa independencia y no depende de insumos extranjeros que vienen a valor de mercado y están disponibles solo si los hay. Soberanía es tender al autoabastecimiento para las familias, las empresas, los comercios y el gas que va orientado a generación eléctrica. ¿Este gasoducto ayuda al autoabastecimiento? ¿Ya lo tenemos? ¿Nos falta mucho? Y la respuesta es compleja, porque Argentina ya se autoabastece gran parte del año de gas natural. Cuenta con sus propias fuentes para destinarlo a la demanda de los segmentos que lo requieren. De hecho, salvo los meses de frío, a Argentina le sobra gas propio y lo exporta.
¿Y qué ocurre en el invierno?
Hay un pico de demanda residencial y hogareña que hace que el gas no alcance. Entonces hay que importar de Bolivia, gas licuado que viene en barco o gasoil, combustible líquido que reemplaza el gas natural para la generación eléctrica. Ahí es donde se inserta este gasoducto que tiene una relevancia estratégica porque va a aportar mayores recursos gasíferos hacia los centros de consumo para ir reduciendo los volúmenes importados durante el invierno. Implicaría reemplazar los barcos de la terminal de Bahía Blanca.
¿Cuál sería el impacto a nivel regional? ¿Cambiaría la ecuación con Bolivia, se podría exportar a Brasil?
La óptica desde el Cono Sur nos lleva a hablar de integración energética regional. Son países que ya están muy vinculados, que tienen larga tradición de intercambios energéticos: gas natural, energía eléctrica, gas licuado para garrafas. Esto ya existe, se da y en el sector gasífero Argentina exporta gas a Chile e importa gas desde Bolivia y tiene intercambios eléctricos con Uruguay, Brasil y Paraguay. El gasoducto puede insertarse en esa matriz aportando mayores volúmenes disponibles (una vez satisfecha la demanda interna) para exportar. Ahí sí se habla de potenciar el mercado chileno y la región del norte de Chile, que usa carbón y GNL, pero también se apuesta a llegar al mercado interno boliviano que está en un momento de declinación grande de su producción, y a través de la coordinación con Bolivia y Brasil llegar al corazón industrial de San Pablo. Hay gasoductos con Uruguay que se pueden rehabilitar y en el futuro un proyecto de licuar el gas para vender nosotros gas natural licuado.
¿Hay tensión entre una mirada que propone la exportación del gas y otra que habla de bajar los precios para el abastecimiento de las familias y la industria?
Existe porque podría ser que se produzca gas solo para exportar, donde el beneficio sería indirecto, pero acá hay demanda insatisfecha. Pero hoy el mercado local esta básicamente abastecido y desarrollar los recursos de Vaca Muerta y otras cuencas productivas va a permitir satisfacer esa demanda incluso en el pico de invierno y a la vez desarrollar nueva demanda: productos petroquímicos, urea, metanol para la agroindustria, fertilizantes. Y a la vez poder reemplazar gasoil (que se usa en el transporte) por gas natural. A su vez, se podría llegar al norte del país, si se lograra la reversión del gasoducto que viene desde Bolivia para comenzar a enviar gas desde Neuquén hasta el NOA y ahí abastecer la demanda industrial y residencial, sino también para el litio, que va a tener mucha demanda energética. Entonces, tenés un mercado interno que puede seguir ampliándose, y deberías desarrollar los recursos para esa demanda, y de ahí preguntarte qué pasa en verano, porque Vaca Muerta te da una escala que excede el mercado local. Pero la clave está en la regulación: para exportar una molécula de gas, necesitás una autorización de la Secretaría de Energía, que hace previamente una evaluación del mercado, analiza las fuentes de producción, el sistema de transporte o el nodo de demanda. Luego se autorizan las exportaciones y se fijan precios mínimos, lo que implica que primero está regulado, es decir que las empresas no pueden dejar de abastecer el mercado local y orientar toda su producción a la exportación, sino que también se valoriza el gas argentino para que esa exportación no pueda ser malvendida, o comercializada a precios irrisorios. Se les dice: mínimo vendele a precio local, después si conseguís mejores precios es ganancia para la compañía. Pero todo eso también va acompañado por precios internacionales y estacionales. En términos sistémicos la clave es que no hay libre exportación.