Los clásicos de la geopolítica deben ser actualizados según avanza la tecnología. El avión cambió la geografía del poder militar, y más todavía los cohetes intercontinentales.
El petróleo ha sido un factor fundamental de la geopolítica por casi 200 años, pero ahora debe tenerse en cuenta que lo seguirá siendo por 20,30 años. Después se verá.
Argentina, que está decidida a explotar Vaca Muerta y los posibles yacimientos offshore, debe reflexionar en esto. Y apresurarse.
Aunque el ser humano conoce desde hace siglos la existencia del petróleo, el primer pozo moderno para extraer este preciado combustible no se puso en funcionamiento hasta 1859. Desde aquella excavación en Titusville, Pensilvania, el crudo y sus derivados se fueron transformando progresivamente en energías cada vez más eficientes y prácticas, desplazaron al carbón como el combustible más usado y se convirtieron en el carburante que mueve el mundo.
En la actualidad, y a pesar de la incipiente crisis climática, el 38,7% de la energía producida a escala global sigue teniendo origen en el petróleo, que también se mantiene como uno de los negocios más lucrativos del mundo y una de las herramientas geopolíticas más poderosas.
Una fuerza, eso sí, que se concentra en unas pocas manos. Según datos del año 2021, la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), formada por apenas 13 países, controla el 80,04% de las reservas de petróleo del mundo, dos terceras partes de ellas concentradas en Oriente Próximo. Pese a esto, Venezuela es, con un 24,4%, el país con más reservas probadas de crudo del mundo. Le siguen Arabia Saudí, con el 21,5%; Irán, con el 16,8%; e Iraq, que roza el 12%.
Pese a esto, no basta con tener grandes yacimientos de crudo para alcanzar todas las ventajas estratégicas y geopolíticas que ofrece este combustible fósil. A pesar de que Venezuela lidera la lista de países con mayores reservas, ni siquiera aparece en la lista de países que más petróleo exportan o producen a nivel mundial. Esto se debe, por un lado, al fuerte bloqueo político y económico que ha impuesto EE.UU. sobre el país caribeño, pero también a que no cuenta con las infraestructuras necesarias para tratar el crudo nacional, que contiene mucho azufre y residuos minerales, por lo que le resulta más barato importar el petróleo que refinarlo.
El caso contrario se puede encontrar en el propio EE.UU., que es el noveno Estado con mayores reservas pero lidera la producción global con una cuota del 20%. El otro gran productor norteamericano, Canadá, tiene una situación más equilibrada, ya que es el tercer país con más yacimientos y el cuarto productor global.
El continente africano también destaca por albergar a algunas de las principales potencias petroleras del mundo, como Libia, Nigeria o Argelia. Libia ocupa el décimo lugar de la lista de territorios con más reservas y, desde que estalló la guerra civil en el 2011, el país se ha dividido en dos por el control de este recurso.
Por su parte, y a pesar de los conflictos armados en el norte del país, Nigeria ocupa el puesto once y es uno de los países más desarrollados del continente. En el caso de Argelia, el petróleo y el gas le han ayudado a ser el país con el PIB per cápita más alto de África con 3,690$.
Otras dos grandes potencias internacionales con reservas de petróleo son Rusia y China, que se sitúan en los puestos sexto y decimotercero respectivamente con unas reservas probadas de 108.000 y 26.000 millones de barriles cada uno. Rusia, con una cuota mundial del 11%, se sitúa como el tercer mayor productor de petróleo del mundo, mientras que China es el quinto con un 5%.