Argentina exportó tecnología nuclear a Canadá. Y es sólo el comienzo

Calandria de una CANDU 6, con los tapones que sellan los tubos de presión
«Andá a cantarle a Gardel» suele decirse a los agrandados, pero es lo que acaba de hacer una empresa del Programa Nuclear Argentino, CONUAR. Siendo Canadá el país que desarrolló las mejores centrales nucleares del mundo, las CANDU, CONUAR le acaba de vender 260 kilómetros de tubos sin costura de una «superaleación», llamada zircaloy a la propietaria actual de esa ingeniería, la canadiense Lavalin. Si esto no es cantarle a Gardel, al menos es venderle hielo a los esquimales.
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Los usuarios más importantes de centrales CANDU son Canadá, con 19 máquinas activas de su propia invención, la India, con 22 copias no oficiales también en línea y 15 más en construcción, Corea con 4 máquinas en marcha, China con 2 y Pakistán con 1. Rumania tenía 2, siguen activas, hoy está construyendo otras dos y tiene que «retubar» la primera.

Nosotros desgraciadamente tenemos una sola (Embalse, en Córdoba). Es la mejor del trío de NA-SA por disponibilidad.

Pero haber retubado esa central entre 2014 y 2018 con componentes «made in Argentina» nos pone en un mercado de 71 máquinas similares o parecidas en 7 países, algunas de ellas paradas y a espera de «refurbishment», como dicen los gringos, otras en actividad, y muchas en construcción o planificadas. Es todo un ecosistema tecnológico donde tenemos cosas para vender.

Hasta hace poco, en la tierra del jarabe de arce y la Policía Montada, casi toda CANDU vieja y detenida iba a decomisión. Hoy, tras un verano de calorones de 40 grados en zonas de tundra y varios centenares de incendios forestales debido al recalentamiento global, Canadá, uno de los mayores emisores mundiales de carbono por cabeza de habitante, vuelve a lo nuclear, como casi todo el mundo.

Y las centrales CANDU que inventaron ellos tienen algo grandioso, nada común en el mercado nucleoeléctrico mundial: sin importar origen o tamaño, están casi todas hechas con los mismos componentes, generalmente tubulares, y de las mismas aleaciones especiales, y usan los mismos manojos combustibles. Son verdaderos Legos.

Los manojos que fabrica CONUAR para Embalse, de 656 megavatios, pueden ponerse en una central de 880 megavatios del complejo Bruce, en Ontario, o en cualquiera de las viejas IHPWR de la India, de 220 megavatios, o en las novísimas de 700 megavatios. Y las máquinas no se enterarían de la diferencia.

Lo que vale para los manojos de combustible, vale para los tubos de presión, los de calandria, y los de casi todos los intercambiadores de calor, incluidos los generadores de vapor. Nunca entenderé por qué los canadienses inventaron en 1961 la primera central nuclear realmente modular del planeta, y jamás aclararon que sigue siendo la más modular del mundo, ahora que se ha puesto tan de moda la modularidad. Buenos diseñadores, horribles vendedores. Si lo sabremos nosotros…

En los últimos años CONUAR empezó a exportar componentes de zircaloy a la India. NA-SA (Nucleoeléctrica Argentina SA), por su parte, le vendió asesoramiento a China para el «retubado», como decimos los argentinos, de su primera CANDU. El retubado se parece un poco a la rectificación de motor de un auto viejo, pero en buen estado general: le da una segunda vida útil. A Lavalin CONUAR le vendió caños para «retubar» alguna de sus centrales (son 30 años más de vida útil). También se le vendieron tubos de aleaciones especiales a China, no sólo asesoramiento. Tenemos un pie en la puerta de tres mercados gigantes.

CONUAR en esta ocasión vendió tubos sin costura curvados en forma de U, fabricados en aleación 825. Lavalin, la empresa constructura que heredó el diseño CANDU de la estatal nuclear AECL, los utilizará para fabricar intercambiadores de calor del sistema moderador de un reactor CANDU-6 idéntico a la CNE, la Central Nuclear de Embalse, en Córdoba.

En una CANDU o en sus múltiples y al parecer excelentes derivaciones indias, el refrigerante y el moderador son la misma sustancia, agua pesada, que no es barata: la de calidad nuclear está a un millón de dólares la tonelada. Valga la aclaración, tenemos la mayor fábrica del mundo, la PIAP en Neuquén, Arroyito. Pero el gobierno de Mauricio Macri la cerró, y éste se acordó de reactivarla recién este año. Y a medias. Todavía no lo hizo.

Pero en este diseño canadiense, el CANDU, moderador y refrigerante serán químicamente lo mismo pero funcionan en circuitos independientes, sin mezclarse, y a temperaturas y presiones distintas. El refrigerante alcanza más de 300 grados y está a 115 atmósferas de presión, para llevarse el calor del núcleo sin ebullición.

El moderador, en cambio, está a 70 grados y a presión atmosférica ambiente. Ésa es la mejor temperatura para cumplir su función: frenar desde una velocidad casi lumínica a meramente supersónica los neutrones producidos por la fisión del uranio 235 para que produzcan más fisiones, y se arme la famosa «reacción en cadena». Para partir átomos de uranio 235, los que sirven son los neutrones lentos, o «térmicos». Es un poco contraintuitivo, como casi toda la Física Cuántica.

Sin moderador, un combustible flojo en uranio 235, como el uranio natural, no reacciona. Si Ud. sustituyera mágicamente por agua común la de nuestras tres centrales, se apagarían al instante y no habría modo de hacerlas arrancar.

Pasaría lo mismo, pero mucho más lentamente, si la temperatura del moderador subiera o bajara mucho de los 70 grados centígrados, su punto óptimo. Las centrales se irían parando por falta de neutrones «térmicos», es decir lentos. Los intercambiadores de calor que se van a reconstruir en Canadá con caños argentinos sirven para robarle un poco de calor al refrigerante, pero no mucho: el justo y necesario.

El país tiene dos centrales idénticas a Embalse, las únicas fuera de la provincia de Ontario. Una está en Québec Gentilly-2, que está parada y debería retubarse si la idea es ponerla nuevamente en servicio. La otra es Point Lepreau, en New Brunswick, activa, pero probablemente necesitada de un retubado. El resto de la enorme flota CANDU canadiense se agrupa en 4 complejos nucleares en Ontario, donde las máquinas se construyeron de a cuatro y comparten servicios para bajar costos.

Exportar componentes a Canadá de una máquina que inventaron ellos, que se vendió en 7 países y que desde el debut de esa ingeniería en 1961 todavía no ha sido superada por ningún otro fabricante del mundo en el punto de cruce de las curvas de disponibilidad, seguridad y precio… Sí, es como cantarle «al Mudo Carlitos».

No sucede todos los días pero esto podría volverse frecuente. En cuatro décadas de ecologismo silvestre, Canadá cerró prematuramente muchas centrales, destruyó su mercado nuclear interno, rompió las inmensas cadenas industriales de proveedores de AECL, y finalmente llevó a la quiebra a su propia y más exitosa empresa nacional exportadora de alta tecnología. ¿Suena familiar, compatriotas? ¿Cuántas veces estuvimos a punto de lograr lo mismo? Aconsejados por la misma gente, de yapa.

Dado que hemos sobrevivido a casi todo, pinta que podríamos ser el servicio técnico y además la calle Warnes de un ecosistema industrial muy exclusivo inventado en Canadá. Y uno que resultó tan bueno que llegó a todos los continentes, salvo la Antártida. De modo que no importa que esta haya sido una venta chica (U$ 8 millones). Esto nos coloca en otra situación frente a 7 países. Y los muchos más que quieran comprar fierros en serio, y no humo.

De modo que felicitaciones a CONUAR, una sociedad mixta de la CNEA (Comisión Nacional de Energía Atómica) que puso la ciencia de materiales, la tecnología de fabricación y el predio del Centro Atómico Ezeiza, y del grupo PECOM, Pérez Companc que tiene 2/3 del capital accionario.

Y además pone sobre la mesa la pregunta del millón: ¿por qué tenemos una sola CANDU, si por disponibilidad y precio de la electricidad (U$ 46 el megavatio hora) es la mejor máquina individual de potencia no sólo del parque nucleoeléctrico, sino de todo el parque de generación eléctrica del país?

Efectivamente, Embalse tiene una disponibiidad del 93,1%, lo que significa que funciona a plena potencia 340 días por año, con 25 días por paradas planificadas de mantenimiento y alguna imprevista por desperfectos. Como fierro, no le pisa el poncho ninguna otra unidad, incluidas las centrales térmicas, las hidráulicas y tampoco las renovables (no disponibles en un caso cuando no sopla el viento, y en el otro caso, de noche).

No hace falta decir que las centrales nucleares tienen el megavatio hora más barato del país (U$ 46 frente a los U$ 65 a 70 de las renovables, y que a término de vida útil, emitieron menos dióxido de carbono y casi no generaron efecto invernadero. ¿O sí hace falta?

Mi heladera gasta alrededor de 1 kilovatio hora por día. Contando todos los gastos de minería, fabricación de materiales, transportes, mantenimientos y reparaciones y finalmente, decomisión y gestión de residuos, cada kilovatio hora de una entregado a red por central nuclear a cierre emitió 6 gramos de dióxido de carbono, el de un parque eólico, 16 gramos, el de un parque solar, 39 gramos, y el de una central a gas, 458 gramos. Entre otras cosas, porque una central nuclear hoy dura 60 u 80 años, y un parque eólico o solar, 20 y a dar las gracias.

En materia de dar potencia máxima 24×7, a Embalse ni siquiera le tocan la oreja las Atuchas, que son lo siguiente en el orden local de disponibilidad, pese a que ambas son prototipos. Y los prototipos dan trabajo, hasta que uno los saca buenos, como se probó con Atucha 1 en 1988, y con la 2 en 2022.

Embalse se tuvo que terminar sin el fabricante canadiense, AECL, porque esa firma estatal canadiense, presionada por los EEUU, empezó a incumplir los contratos de provisión de componentes y de transferencia de tecnología desde el arranque mismo de la obra, en 1974. Le compramos la mejor máquina al peor vendedor, y la tuvimos que construir y montar y poner en línea solos con nuestra alma. Aprendimos una barbaridad.

Por eso en lugar de terminarse en 1980, se pudo conectar a la red recién en 1984, remando en dulce de leche y contradiciendo los sanos consejos de más de un experto economista y de más de un político. De esos que dicen que nuestros científicos no sirven ni para lavar los platos, y a los que el país les debe seguir pagando tantos platos rotos. Por ellos.

Durante su primera vida útil de 30 años tuvo una disponibilidad del 86,03%, también muy superior a la del resto del parque eléctrico nacional. Con el retubado, hecho con componentes y personal argentinos y la movilización de más de 100 empresas privadas proveedoras, entre 2014 y 2018, mejoró al actual 93,1% y además ganó un 6% de potencia. Hoy entrega 654 MWe, lo que significa que ilumina a 3 de cada 4 cordobeses.

El retubado de una CANDU es una operación ya estandarizada, que dura entre 2 y 3 años, es decir entre un tercio y la mitad del tiempo de construcción de una CANDU nueva de potencia equivalente, y cuesta una cuarta parte. Lo que se obtiene es técnicamente una central nueva, licenciable para 30 años más de servicio, y actualizada en sistemas de seguridad a estándares «post-Fukushima».

Aquí el retubado se demoró 2 años más porque a Embalse se le cambiaron preventivamente los 4 generadores de vapor, un «extra» no incluido en un retubado standard. Fue un trabajo de argentinos: hubo tres canadienses presentes, para ver cómo nos las arreglábamos para cambiar los generadores de vapor, algo que ellos se atrevieron a hacer hace poco y pagándonos la asesoría.

La construcción de los 4 generadores de vapor es dificil: los tubos de inconel 690 los hizo CONUAR y la carcaza la hizo la mendocina IMPSA. Pero mucho más difícil es extraer cada una de esas piezas gigantescas de 30 toneladas en el espacio abarrotado de caños y cables y vigas de una central nuclear, sacarlas del edificio de contención, y reemplazarlas por las unidades nuevas. Es como operarle las amígdalas a un mamut dentro de un ascensor. De modo que NA-SA fue contratada para dirigir esta tarea por OPG (Ontario Power Generation), que tiene muchas unidades CANDU a retubar allá en Canadá, y luego por China, para lo mismo.

“Argentina en el sector nuclear ha demostrado no tan sólo poder desarrollar la tecnología, sino también poder desarrollar proveedores confiables para el mundo”, destacó la secretaria de Energía, Flavia Royon. Albricias, el gobierno parece haber redescubierto el átomo. Un poco tarde, pero lo hizo.

La secretaria remarcó que “el desarrollo de conocimiento de expertos en la materia, así como el desarrollo de proveedores nacionales, también hace posible que podamos estar llevando adelante uno de los pocos reactores modulares nucleares que se construyen en el mundo, con más del 90% de proveedores nacionales”.

Aprovechamos para decirle a la Dra. Royon que en realidad no se está refiriendo a un reactor, sino una central nuclear compacta, el CAREM, un prototipo de 32 MWe, cuya construcción fue frenada durante el gobierno de Mauricio Macri. Podría y debería haberse terminado durante la administración Fernández. Poniéndole unos patacones, claro está, porque es una máquina destinada fundamentalmente a exportación, pero que se paga -como bien dice la Dra. Royón- en pesos, dado que el 90% de los componentes son de aquí. Otro inauguración que se perdió, otro penal que se desperdició.

También se desperdició la oportunidad de inaugurar un considerable reactor. Es bien diferente de una central porque no produce electricidad en absoluto: es el RA-10 del Centro Atómico Ezeiza, también parado por la administración Macri, y que no entró en el radar de la Secretaría de Energía hasta bien entrado 2021, como todo lo nuclear.

¿Por qué debería entrar, además? ¿O los radioisótopos médicos, la irradiación de materiales y la fabricación de «wafers» de silicio monoscristalino son asuntos de gas, petróleo o electricidad?

Una vez que el RA-10 empiece a funcionar puede capturar el 20% del mercado mundial de radioisótopos médicos, que crece en flecha desde que existe. En 2023 movió U$ 9.610 millones, y se estima que en 2028 facturará U$ 13.640 millones. El RA-10 podría pagar su costo total de construcción en unos  meses de operaciones, exportando radioisótopos médicos, fundamentalmente molibdeno 99m., que está en falta en todos los países ricos del Hemisferio Norte, y con resultados trágicos. Después de abonar su costo casi distraídamente, el RA-10 tiene una vida operativa prevista de 50 años, en la que sólo dejará de facturar para mantenimientos.

Todo lo cual prueba que nuestra clase dirigente no entiende que el negocio nuclear es vender tecnología. Prender lamparitas es otro negocio adjunto. Y nada malo, por disponibilidad y precio, pero andá a convencer a funcionarios petroleros.

El área nuclear debe volver a dependencia directa del Poder Ejecutivo Nacional, donde la puso Perón. ¿Por qué?

Porque es estratégica.

Daniel E. Arias

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DEL COMUNICADO OFICIAL:

“Con esto, una vez más, se demuestra que el sector nuclear no sólo es un sector que Argentina lideró como un proveedor confiable para el mundo, sino que también es un sector que industrializa nuestro país”, como bien dijo la secretaria de Energía.

Los tipo CANDU hacen que los tubos de presión trabajen en condiciones de alta exigencia durante toda su vida útil, ya que en su interior se encuentran los canales combustibles en los que se produce el proceso de fisión.

Así, durante 30 años deben operar a temperaturas de entre 250 y 300 grados centígrados, soportar 100 atmósferas de presión interna y estar constantemente sometidos al flujo neutrónico producto de la fisión del uranio.

“Cualquier reactor del mundo, sea canadiense u otro, tiene que hacer la transferencia del calor del circuito de agua primario, derivado de la fisión del uranio, a un circuito secundario que es el agua que mueve la turbina. Ese vapor está a más de 200 grados y, por lo tanto, los tubos necesitan estar bajo una presión muy importante causada por el calor”, explica el presidente de Conuar, Pablo Vizcaíno.

Esto requiere tubos especializados, realizados en base de níquel y tecnología de zirconio, resistentes a la corrosión y las altas temperaturas.

“Son caros y de los mejores del mundo. Se usan también porque no se pueden cambiar cada cinco o seis años porque requeriría paralizar y gastar mucho dinero. En Embalse, por ejemplo, duraron 30 años” indicó.

Precisamente, Embalse y el desarrollo de centrales nacionales le brindó la experiencia a Conuar para exportar sus productos al resto del mundo.

“La extensión de la vida útil de Embalse implicó un retorno, después de mucho tiempo, de la importancia de la producción de combustibles y componentes nucleares. Conuar fabricó prácticamente todos los componentes internos de la central de Embalse”, recordó el titular de CONUAR.

Foto prensa

Elemento combustible CANDU típico. Uno de CONUAR puede llevarse a una central nuclear canadiense, india, coreana, china, pakistaní o rumana, y la máquina no se entera de la diferencia.

En el caso de Canadá, Conuar resulto ganadora de la licitación para fabricar los tubos, los cuales serán producidos hasta noviembre del año que viene y dirigidos a la extensión de vida útil de cuatro reactores del Complejo Nuclear Bruce, localizado a orillas del lago Huron, en la ciudad de Ontario.

Conuar también exportó recientemente tapones de blindaje (shield plugs) a China, siendo la primera vez que el país exportó productos nucleares al país asiático.

Del mismo modo, fue proveedor de componentes de los reactores Westinghouse en Estados Unidos, una de las principales firmas productoras del área en el mundo, y exportó anillos de sello de cavidad (cavity seal rings), aros de acero inoxidable de compleja construcción que se sueldan a los reactores.

Por otra parte, la empresa argentina, de propiedad mixta, tiene planeada para este año y el próximo una exportación “muy importante” a India de tubos similares a los enviados a Canadá, con otras medidas específicas.

Este pedido –señalaron desde la firma- está cifrado en más de US$ 20 millones y equivaldrá a 340 kilómetros de tubos, con posibilidades de ser ampliado.

Conuar se creó en 1982 a partir de la unión entre la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA), dueña del 32,7%, y el Grupo Pérez Companc, dueño del 67,3%.

Con una trayectoria de 41 años en la producción de reactores, tubos y componentes nucleares (como pastillas de uranio) y la concreción de exportaciones a 32 países, sus productos tienen aplicación en los sectores nuclear, aeroespacial, industria química y petroquímica.

Dentro de Conuar se encuentra Fabricación de Aleaciones Especiales (FAE), una fábrica de tubos sin costura realizados con los más altos requerimientos de calidad en su tratamiento, realizados específicamente con materiales resistentes a la corrosión y para procesos críticos.

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