Reproducimos la entrevista que hizo la agencia Télam al argentino que trabaja hace 45 años en la NASA:
«Trabaja en la NASA desde hace más de 40 años y participó de las misiones Pathfinder y Curiosity que aterrizaron en Marte y ahora trabaja en una que estudiará a Júpiter. Este sábado, contará su experiencia en el evento de tecnología Nerdearla. «Es maravilloso poder inspirar a los jóvenes a los que les gusta la ciencia y la tecnología con lo que uno hace», aseguró a Télam.
Aunque hace 45 años que vive en Estados Unidos, Miguel San Martín no se olvida de sus raíces. Por eso les contagió a sus amigos de Los Ángeles la pasión por el asado al modo argentino y las bondades de los chorizos y las morcillas bien crujientes. Pero además se las arregló para festejar el campeonato mundial en Buenos Aires en plena 9 de Julio con su esposa y sus hijas estadounidenses y regresa toda vez que recibe una invitación para contar lo que hace: trabajar en la NASA en los programas de investigación sobre la existencia de vida en el planeta Marte. Un camino que lo llevó a liderar dos misiones emblemáticas: Mars Pathfinder que llegó al planeta rojo en 1997; Curiosity, que aterrizó y comenzó a enviar imágenes del suelo marciano en 2012 y Perseverance, que comenzó a recolectar materiales en el mismo planeta en 2021.
Este fin de semana su agenda se concentra en Nerdearla, el evento gratuito de tecnología que cumple 10 años, en el que estará en una charla magistral en el Centro Cultural Konex, pero también se hizo espacio para charlar con alumnos de varios colegios secundarios, incluido el Pio IX, industrial donde cursó la secundaria, dará una conferencia en el Planetario y viajará a Neuquén en otro hito de difusión de la ciencia. “La NASA le dio un premio por su tarea de promoción de la ciencia espacial”, se enorgullece Susan, su esposa desde hace 38 años.
A pocas horas de su charla en un evento que suele ser multitudinario, San Martín le contó a Télam la actualidad de su trabajo en la NASA, la cooperación que ese organismo realiza con la CONAE (Comisión Nacional de Asuntos espaciales) y el INVAP (Investigación Aplicada).
– ¿Cuál es su relación con la Argentina, a tantos años de que te instalaste en Estados Unidos para trabajar en la NASA?
– Venimos unas tres veces al año, además de para las Fiestas. Yo me fui en 1978 así que viví más allá que acá. Pero tengo familia y el contacto está siempre. Fui jurado para un concurso de INVAP y suelo ir a dar charlas a Bariloche que patrocina el Instituto Balseiro o la CONAE.
– ¿Cómo ve las actividades que se realizan en el país en el área de investigación espacial?
– En la Argentina hay muy buen desarrollo sobre el tema. De hecho, desde la NASA hemos hecho proyectos con la CONAE y con el INVAP. En general de exploración terrestre. Hubo una seguidilla de satélites en los que la NASA colaboró con la Conae que culminaron con el SAC. Varios compañeros míos estuvieron trabajando en Bariloche. También mientras estuvimos trabajando en el Curiosity, llegaron científicos argentinos del INVAP y la CONAE para interesarse por nuestro trabajo y presenciarlo. Incluso me encontré con uno de mis profesores del colegio secundario que trabajaba en la investigación espacial.
– Suele resaltar la importancia de su formación en un colegio industrial que te llevaste de la Argentina.
– Para mí esa preparación fue fundamental porque me dio las herramientas para irme a Estados Unidos a cumplir mi sueño de trabajar en la NASA. Me fui a estudiar en la universidad sin tener una idea de lo que estaba haciendo, pero me llevaba las bases de Matemática, Física y Electrónica. El inglés fue un problema para mí, pero esas materias no. Creo que hasta cuarto año de la universidad, yo había visto un montón de temas acá en la Argentina. Es curioso porque en alguna época las escuelas industriales eran para los alumnos que buscaban una salida laboral más rápida, no para los que querían seguir la universidad. A mí me fue muy útil para mis estudios universitarios. Creo que aún entonces el colegio Pio IX de Almagro, donde estudié, era para los nerds que no podíamos esperar a la Universidad para aprender ciertas cosas. Ahí me encontré con gente con intereses similares a los míos y con profesores que podían responder a todas mis preguntas, ésas sobre el funcionamiento de las cosas, con las que siempre había atormentado a mi familia.
– ¿Cómo surgió su pasión por la técnica y la electrónica?
– Me interesé por la astronomía y la exploración del espacio a una muy temprana edad. Desde siempre me gustaron la ingeniería, la electrónica, la mecánica. Se manifestaba en que quería desarmar todo lo que tenían a la mano. Me tenían que esconder las cosas porque agarraba el destornillador y buscaba ver cómo funcionaban. Tenía un juego de física con el que me la pasaba haciendo experimentos. Veía una radio o un televisor y me preguntaba cómo funcionaba.
– ¿Cómo llegó el interés por el espacio?
– Fue a raíz del Apolo XI. Tenía diez años y me entusiasmé cuando el hombre pisó la Luna. Ahí dije: “Esto está piola. Me gusta. Esto es lo que quiero hacer”.
– ¿Se propuso ser astronauta?
– No. Nunca me interesó eso. Pero me plantée cómo habrían hecho para que la nave llegase a la Luna. Lo que siempre me interesó es resolver problemas, diseñar soluciones. En el colegio lo hacíamos mucho.
– Pero en pocos años, pasó a resolver problemas sobre cómo enviar naves a Marte…
– Sí, tuve mucha suerte porque después de la llegada del hombre a la Luna hubo otra misión que me inspiró que fue Viking en 1976 (N.R. una nave que llevó una sonda para enviar imágenes de Marte). Ahí fue que decidí irme a hacer la universidad en Estados Unidos para entrar a la NASA en 1978. Nunca imaginé que iba a trabajar en la siguiente misión, la Pathfinder.
– Llegó al lugar correcto, en el momento correcto…
– Cuando entré a la NASA no parecía una gran misión. Teníamos nada más que 250 millones de dólares, y Viking había costado 6.000 millones. Pero nos dijeron que teníamos que arreglarnos con eso y nos facultaron para tomar más riesgos.
Lo bueno es que éramos un equipo pequeño, en el cual no estaba tan compartimentado como si fuese una línea de ensamblaje. Ya había trabajado en un proyecto así, sobre Saturno pero me parecía bastante aburrido. También llegué a pensar que no iba a funcionar pero éramos un grupo chico de gente apasionada por lo que hacíamos.
– ¿Hay margen para el fanatismo y la pasión en un ambiente de investigación científica como la NASA?
– Claro. No es un ambiente frío. Hay mucha pasión y una que otra trompada en la pared cuando las cosas no salen. A veces uno cree que está todo calculado pero hay frustraciones y festejos, como cuando recibimos la primera señal de la Pathfinder desde Martes y entendimos que la misión había sobrevivido al aterrizaje y funcionaba.Fueron muchos años de trabajo pero también mucha diversión. Éramos un grupo que sabía divertirse, con grandes fiestas que terminaban en la pileta.
– ¿Cómo fue ese primer aterrizaje en Marte?
– Empecé a trabajar en el proyecto en 1993 y logramos aterrizar en Marte en 1997. Me divertí muchísimo al hacerlo y fue como recuperar muchas de las herramientas que había aprendido en el colegio. Usar la Matemática, realizar simulaciones. Éramos un equipo muy divertido y realizábamos las investigaciones a la antigua, complementándonos. De algún modo volvimos a las épocas pioneras de la investigación espacial, con grupos pequeños que tomaban más riesgos.
– ¿Cuál fue la solución para el aterrizaje que probaron y funcionó con Pathfinder?
– Al contrario de lo que se usaba habitualmente que eran sistemas de guiado de navegación y control como Viking, que requiere equipos grandes y costosos y que tengas sensores y propulsores, optamos por una solución mecánica: bolsas de aire que amortiguan el aterrizaje. Resultó una solución mucho más barata.
– Una solución “a la argentina”…
– Y no fue la única porque teníamos un problema, teníamos que medir la velocidad horizontal del vehículo y no teníamos tiempo para desarrollar un radar ni es posible salir a comprarlo. Yo estaba viniendo a la Argentina a un casamiento y se me ocurrió sacar dos fotos con una cámara y determinar la velocidad en base a cómo se mueven las cosas. Cuando volví, lo habían implementado.
– ¿Ese va a ser el tema de la charla en Nerdearla?
– Va a ser sobre la evolución de los sistemas de aterrizaje en Marte, empezando por Viking, Pathfinder, Curiosity y vamos a especular con lo que podría venir.
– ¿En qué están trabajando ahora?
– La misión actual consiste en ir a recolectar las muestras que tomaron y dejaron sobre el suelo marciano las misiones anteriores. Es tan cara que la estamos haciendo con la Agencia Europea y tenemos presupuestos por separado. Estas muestras van a permitir seguir investigando a Marte, saber si hubo vida allí ya que fueron tomadas con el mayor conocimiento científico sobre dónde era más probable que hubiera rastros de vida. Es una misión importante para la NASA que está buscando un éxito después de varias misiones que no salieron bien.
– ¿Cuál es el papel de la financiación privada en esta carrera espacial? ¿Cómo juega Elon Musk o Jeff Bezos?
– Cuando hacemos una licitación para el cohete lanzador lo puede ganar Space X (de Musk), o Blue Origin (de Bezos). Gana el que tiene el costo más bajo y está previsto que los privados brinden ese servicio. Sin embargo, el financiamiento es de la NASA y también la investigación, la ciencia básica. Hay misiones que hacemos “in house” o sea completamente gestadas por nosotros, y otras se las damos a la industria privada, para dedicarnos a la investigación. Hay una cierta presión “capitalista” de que la NASA haga lo menos posible, pero nosotros nos defendemos diciendo que para poder ser buenos compradores de servicios, tenemos que saber hacerlo nosotros primero. De todos modos, estamos con varias misiones “in house” y, por eso, estamos corriendo bastante. Una de ellas irá a Psyque, un asteroide de metal localizado a 370 millones de kilómetros de la Tierra. Otra va a ir a Júpiter y se va a poner en su órbita.
– Aún con todo ese trabajo, tiene tiempo para responder las consultas que le hacen en su cuenta de Twitter @MigOnMars, o de participar de eventos como Nerdearla para difundir su pasión por la ciencia entre los jóvenes
– Es fundamental esta difusión y la NASA nos incentiva a hacerlo y a contar lo que hacemos. Si a la gente le interesa y nos escucha, hablamos de lo que sabemos. Es maravilloso poder inspirar a los jóvenes a los que les gusta la ciencia y la tecnología con lo que uno hace.
– ¿Qué le dice a los jóvenes que tienen el mismo sueño que usted tuvo hace años de trabajar en la NASA?
– Muchos están perfectamente capacitados para hacerlo. El problema es conseguir la ciudadanía o la residencia.Quizás el camino es realizar un estudio de posgrado en el exterior para conectarse. Lo bueno es que ahora la Argentina tiene un programa espacial así que no hace falta irse. Pueden hacer lo que les gusta acá mismo.