De acuerdo con los expertos, la DM1 presenta un alto índice de subdiagnóstico debido al desconocimiento de la población, la limitada cantidad de profesionales de la salud especializados en el área y la escasez de recursos dedicados a la detección y diagnóstico. Esta carencia lleva directamente con una tasa de mortalidad más elevada, por lo que su diagnóstico es de suma importancia.
La falta de tecnología en América Latina
En Argentina, la Ley Nacional de Diabetes garantiza el acceso a servicios esenciales para mejorar el control glucémico y reducir complicaciones, incluyendo insulinas análogas o bombas de insulina. Sin embargo, la escasez de suministros médicos y la inestabilidad económica afectan el acceso a estas tecnologías.
«Los principales desafíos son la accesibilidad a las nuevas tecnologías y el costo que conlleva la no cobertura o cobertura parcial de las mismas. Esto genera un gran desgaste en el sistema de salud, en los médicos y, sobre todo, en los pacientes”, explicó Rodrigo Carnero, miembro de la Sociedad Argentina de Diabetes Capitulo Córdoba.
En Chile, la Ley Ricarte Soto proporciona protección financiera a pacientes con condiciones específicas de salud, como enfermedades oncológicas, inmunológicas, raras o poco frecuentes, para el diagnóstico y tratamiento de alto costo. Esta ley contempla el acceso a terapias innovadoras, incluyendo insulinas análogas, sistemas de administración automatizada de insulina y dispositivos de monitoreo continuo de glucosa, como las bombas de insulina, que permiten un control y tratamiento más preciso y efectivo al suministrar la insulina de forma dinámica, ajustándose a las necesidades del organismo de la persona que padece esta enfermedad.
Al mismo tiempo, en Colombia, el acceso a tratamientos innovadores como la insulina análoga y los sistemas de administración automatizada de insulina está contemplado tanto en el régimen contributivo como en el régimen subsidiado de salud. Esto facilita el control de la enfermedad y evita complicaciones a corto y mediano plazo que podrían representar mayores costos para pacientes, familiares y entidades de salud.
A pesar de estos avances, todavía existen barreras que afectan a los pacientes para lograr un control adecuado de esta patología. “Aunque existen facilidades para acceder a tratamientos, las barreras que dificultan el acceso de los pacientes a este tipo de tecnología generalmente se deben al desconocimiento de algunos especialistas sobre estas tecnologías, la desinformación por parte de las personas y sus familiares, o retrasos administrativos de las Entidades Promotoras de Salud”, explicó Alexandra Gómez, directora de la Fundación ASUBIM.
Un ejemplo de esto es Perú, en donde los pacientes con diabetes tipo 1 continúan siendo tratados con insulina humana, un enfoque en desuso a nivel global y que solo persiste en países con recursos muy limitados. Este tipo de tratamientos se suele asociar con complicaciones como la hipoglucemia y una gran variabilidad glucémica que no logra un control efectivo de la condición.
Esta falta de inversión en tecnología en Perú no solo deteriora la calidad de vida de los pacientes, sino que representa una alta carga para el sistema de salud.
Por otra parte, en el caso de México, las personas con diabetes tipo 1 deben acudir a un hospital de tercer nivel del sector salud y/o ser beneficiario de alguna asociación de pacientes para tener acceso a tratamientos con insulina, pero no pueden acceder a tecnologías como los sistemas de administración automatizada de insulina (también llamados bombas) y de monitoreo continuo de glucosa.
Es por esto que los expertos señalan la importancia de seguir las buenas prácticas de países como Argentina, Colombia y Chile, e impulsar la implementación de políticas de salud pública en cada país. A su vez, destacan la necesidad de alinear la legislación con la realidad operativa, asegurando que lo establecido por la ley se refleje efectivamente en la práctica médica.