Además de interpretar y conducir el hartazgo de las capas sociales castigadas por el encadenamiento de los gobiernos fallidos de Cambiemos y el Frente de Todos, ¿es posible que el presidente electo se haya convertido -voluntariamente o por accidente- en canal de la pulsión disruptiva de las generaciones que están protagonizando una revolución social solo comparable a aquella del rock?Con su estética de videojuego, con su peinado raro de personaje de animé, ¿Milei, a pesar de ser un cincuentón de traje y corbata, es el beatle 3.0 de la política argentina? (Aporta Maira Haunau, también periodista de este portal, la paradoja de la explotación libertaria del manga japones. Una de las series protagonistas de la iconografía mileísta es Chainsaw Man, cuyo protagonista –Denji, que empuña motosierra igual que Pochita, el demonio que lo acompaña- consigue salir de la pobreza extrema, que combatía vendiendo órganos para pagar una deuda de su padre, cuando lo contrata una empresa estatal. ¡Plop!)Aquellos liderazgos que encienden flamígeras pasiones populares, que desatan amores y odios pero nunca indiferencias, aparecen de vez en cuando.E.n Argentina, en estas cuatro décadas, apenas es posible contar el de Raúl Alfonsín y los de la dupla «Néstor y Cristina». ¿Cabe anotar el de Milei?.
.Conviene, aunque cueste, tomárselo en serio, primero y fundamentalmente porque casi 14 millones y medio de personas lo eligieron para gobernar el país en el convencimiento de que puede ser quien finalmente corte la cadena de frustraciones; pero es tempranísimo para saberlo. Otros presidentes que llegaron a la Casa Rosada en andas de una robusta legitimidad de origen no supieron construir legitimidad de ejercicio y fracasaron en el intento.-
El ultraderechista, además, llega al poder sentado sobre aquella montaña de votos, pero, al mismo tiempo, sobre un castillo de naipes: con un partido en pañales, cero estructura de poder territorial, un aparato prestado por Mauricio Macri, el Gato de las mil mañas, y un programa de gobierno sostenido por desmesuras que pondrán, inexorablemente desde el día 1 de su administración, la conflictividad social al rojo vivo, con perdón del color. Sin gobernabilidad no hay paraíso posible..
.Con todo, si los planetas se alinearan y el panelista pirómano se convirtiera en un estadista medianamente razonable, capaz de transformar dinamita en energía positiva, tendría a su favor un fervoroso semillero silvestre para generar las condiciones de durabilidad de un liderazgo tan disruptivo como los flequillos de Los Beatles.
Juan Rezzano