La central Embalse y la campaña antinuclear

Un informe publicado por el Movimiento Antinuclear de la República Argentina (MARA) circuló por redes y medios, y advirtió que según resultados de análisis practicados en laboratorios de Francia y del Reino Unido, se detectó contaminación radioactiva en peces del lago Embalse del río Tercero. Y eso, a causa de la operación de la Central Nuclear Embalse (CNE) allí instalada.

Es un globo atómico que se viene pinchando desde hace décadas, reflotado con esperanzas porque asume un gobierno nacional MUY muy anti-estado, anticientífico, antieducativo, y por todo lo anterior, antinuclear. Pero primero le damos espacio al MARA para que lo infle a gusto, luego al jefe de central de Embalse para poner un poco las cosas en perspectiva real, y nos reservamos la bala de plata para el final.

El artículo fue escrito por la periodista científica Silvana Buján, de Buenos Aires, y el periodista embalseño Cristián Basualdo. En el texto subrayaron que, con el objetivo de investigar el impacto de las descargas radiactivas de la Central Nuclear Embalse en la fauna ictícola de la cuenca del río Ctalamochita, enviaron una muestra de pescados del lago al laboratorio de la CRIIRAD.

La Commission de Recherche et d’Information Indépendantes sur la Radioactivité es una asociación sin fines de lucro con sede en Francia, “que tiene su propio laboratorio de análisis, independiente del Estado francés, de los operadores nucleares y de cualquier partido político”.

“La especie representativa seleccionada fue la tararira (Hoplias malabaricus), que ocupa el sitio más alto de la cadena alimenticia del ecosistema lacustre, por ser el predador principal de las otras especies”, indicaron en el trabajo.

Describieron que, en el lenguaje de la industria nuclear, los pescados se denominan “muestras integradas”, son aquellas donde se puede observar un incremento en la concentración de un radionucleído por la operación continuada de una instalación nuclear.

Explican que la Central Nuclear Embalse descarga rutinariamente tritio, el isótopo radiactivo del hidrógeno, en sus efluentes líquidos y gaseosos.

Por un lado, el análisis de la CRIIRAD no reveló contaminación detectable por radionucleidos artificiales emisores gamma (cesio-137, cobalto-60, entre otros). En tanto, para la determinación del tritio ligado biológicamente y del carbono-14, la CRIIRAD envió la muestra de pescado al laboratorio especializado RCD Lockinge, con sede en Reino Unido.

“La actividad de tritio ligado orgánicamente fue de 154 bequerelios por litro (Bq/L) de agua de combustión, un valor más de 70 veces superior al nivel natural típico, que suele ser inferior a 2 Bq/L de agua de combustión”, expresaron. Mientras que la actividad de carbono-14 fue de 323 Bq de carbono-14 por kilogramo de carbono estable, es decir, un valor casi un 50% superior al nivel natural actual, que suele ser de unos 200 a 220 Bq/kg de carbono estable”, señalan. “Estos resultados prueban que la contaminación nuclear impacta fuertemente en los peces del lago”, infirieron. En el artículo digital, hay enlaces que permiten acceder a los resultados de los laboratorios.

Embalse. Central Nuclear (LaVoz).
Embalse. Central Nuclear (LaVoz).

Detallaron que, por su tipo, la Central Nuclear Embalse es un modelo CANDU 6 que utiliza agua pesada como refrigerante y moderador y que, “debido a las inevitables pérdidas en los sistemas, el agua pesada tritiada se abre paso al exterior”. Es decir, “el tritio puede llegar a las personas por diversas vías”.

“Comparando los registros oficiales con la información de otros países, llegamos a la conclusión que el río Ctalamochita presenta las concentraciones de tritio más altas del mundo”, agrega el informe.

El artículo también plantea la sugerencia de bajar el límite permitido de emisión de tritio en el agua para consumo humano, que en la actualidad en Argentina es de 10.000 Bq/L.

MÁS DATOS

Otro dato que exponen es que, a fines de 2013, durante el proyecto de extensión de vida de la Central Nuclear Embalse, “cuando se limpió un tanque de resinas gastadas para reutilizarlo, y arrojó los residuos de la limpieza al lago, produjo los picos históricos de concentración de tritio en aguas ambientales”.

“En dicha oportunidad, la Autoridad Regulatoria Nuclear midió 299 Bq/L en el río Carcarañá, en un punto ubicado a unos 314 kilómetros aguas abajo de Embalse. De haber existido un límite más estricto, la empresa estatal se habría visto obligada a construir un tanque nuevo en lugar de reciclar uno usado”, agregaron.

Asimismo, sugieren la instalación de una planta de destritiado en la Central Nuclear.

“La Central Nuclear Embalse debe reducir sus emisiones de tritio al ambiente. Las autoridades deben medir el tritio ligado biológicamente en las muestras ambientales, realizar estudios adicionales, y desarrollar políticas que monitoreen de modo responsable y regular los ambientes acuáticos de la principal reserva de agua dulce de la provincia de Córdoba”, concluye el artículo.

QUÉ DICE LA CENTRAL NUCLEAR EMBALSE

El gerente de la Central Nuclear Embalse, ingeniero Juan Cantarelli, mantuvo un diálogo telefónico con La Voz y aseguró que, puestos en contexto, los valores de los datos difundidos son “insignificantes” y señaló que el impacto real medido no provoca consecuencias negativas.

“La presencia del tritio en la zona debido a la actividad nuclear no afecta de ninguna forma la salud, ni de la vida silvestre ni de la vida humana”, aclaró. Dijo que la nuclear es una de las actividades más regulada del mundo y que reciben controles independientes que establece la ARN.

A su vez, subrayó que la mayor parte de los datos que difundió ese informe es información pública que brinda la propia planta y a la que puede acceder cualquier ciudadano.

La nuclear –enfatizó– es “una fuente de energía limpia, segura y confiable”.

Desde arriba. El predio de la Nuclear, en Embalse, desde una vista aérea. (Gentileza Nasa)
Desde arriba. El predio de la Nuclear, en Embalse, desde una vista aérea. (Gentileza Nasa)

En la charla lo acompañaron Carlos Carballo, subgerente de Seguridad, y Esteban Stoll, especialista en dosimetría.

“Se citan mediciones que hemos provisto nosotros, a las que tiene acceso cualquier ciudadano, son datos de fuentes oficiales, son públicos”, comenzó diciendo, quitando cualquier sentido de alarma. “El punto es, qué se hace con esa información”, agregó.

En esta línea, Cantarelli insistió en que, poniéndola en contexto y dándole un orden de magnitud, se tornan insignificante.

Aclaró que las muestras en piezas como pescados no se exigen por la ARN, al considerarlas “innecesarias” por la baja concentración de tritio.

RADIACIÓN NATURAL Y ARTIFICIAL

El gerente de la CNE recordó algunos conceptos básicos, como la existencia de radiación natural, además de la de origen artificial, como la que provoca la actividad nuclear, algunas prácticas médicas o un vuelo en avión. En ese punto, ancló su argumentación.

En este punto, mencionó el potasio 40, con algunos alimentos como la banana o el pescado, que está en orden de los 2400 microsieverts al año. Desestimó los valores de tritio en pescado, haciendo un ejercicio: dijo que consumiendo un promedio de 7,200 kilogramos de pescado al año (considerado por organismos oficiales en esta parte de Sudamérica), con ese valor de tritio se estaría recibiendo 0,03 microsieverts, que se difumina en la comparación con los 2.400 por radiación solo por permanecer en la naturaleza.

“Son valores muchísimos más bajos que los que se reciben por condición natural y están muy por debajo de lo máximo autorizado por la reglamentación”, agregó Cantarelli, buscando transmitir tranquilidad a la población.

PERSONA REPRESENTATIVA

Cantarelli arrojó un dato más y se refirió a la denominada “persona representativa”, esto es, quien vive cerca de la planta, toma y se baña en el agua del lago, permanece en la zona cuando llueve, consume alimentos producidos en el lugar y toma leche de vacas que comen pasto que se riega con agua del lago.

“Esa persona tiene permitido recibir 1.000 microsieverts por año y en los últimos años está recibiendo 6″, apuntó.

Respecto al valor que expone el artículo periodístico (basado en información oficial y pública), que refiere los 1080 Bq/L de concentración de tritio, constatados en el agua de red del barrio de la Comisión Nacional de Energía Atómica durante el año 2013, recordó que se produjo en el marco de una “singularidad” por una maniobra previa a la extensión de vida útil. “Fueron tareas autorizadas y controladas” por la ARN, durante algunos meses, apuntó.

Ese valor, en años posteriores y en la actualidad es de 300, muy por debajo de límites establecidos por la OMS y ARN, que refieren 10 mil.

Y para contrastarla, lanzó otra situación hipotética: “Si uno tomara dos litros de agua con ese límite, en un año entero recibiría 150 microsieverts”, recordando nuevamente que, de forma natural, un organismo recibe hasta 2400 microsieverts al año.

“Nuestro objetivo es producir energía de forma segura y confiable y atacando el problema como el cambio climático, generamos energía sin emisión de gases de efecto invernadero y lo entendemos como un gran aporte a nivel global”, agregó.

“Permanentemente estamos siendo controlados y esos valores están muy por debajo de los permitidos, que tampoco implican problemas en la salud”, concluyó el gerente de la Nuclear cordobesa.

La bala de plata de AgendAR:

El problema con el tritio, estimados… es que no hay problema con el tritio.

El tritio emite rayos beta (electrones) de baja energía, y tiene una vida media de 12,33 años pero la misma química que el agua común. Como el agua tiene una vida media de entre 7 y 14 días en el cuerpo humano, la tritiada y la no tritiada se eliminan totalmente por orina, exhalación, sudor y heces bastante rápido. Pero la muy lerda tasa de emisión de radiación beta del tritio (electrones, y además de poca energía) determina que la radioabsorción no sea clínicamente significativa.

Subrayo un dicho del Ing. Cantarelli. Cualquier cordobés, esquimal, afgano o suizo, quién más, quién menos según la geología en la que viven y a qué altura sobre el mar. reciben promedio unos 2400 mSv/año de radiación de fondo, provista por tierra y cielo. Los vecinos de la central y de todos sus drenajes fluviales aguas abajo podrían recibir legalmente hasta 1000 según límites fijados por expertos de un centenar y medio largo de países a lo largo de 70 años, pero no lo hacen. Se ligan 6. Incluídas las del tritio.

El célebre Modelo de Regresión Lineal asume que DEBE haber forzosamente efectos clínicos de la radiación, de TODA radiación. Debe haberla aún si ésta es casi ilegible en los sensores más sensibles. Debe haberla sin importar que los efectos clínicos sean indetectables.

Claramente el modelo no cierra ni a palos. Se lo construyó en base a estadísticas de las bombas de Hiroshima y Nagasaki, pero nunca se lo pudo aplicar a accidentes de reactores y centrales, como el Fermi 1 y Three Mile Island en EEUU, Windscale en Gran Bretaña, Chernobyl en la vieja URSS y las 4 unidades de Fukushima Daichii en Japón.

En todos los casos hubo derretimiento o incendio de núcleo, pero los efectos radioactivos dentro a distancia del reactor sólo se vieron en Fukushima y Chernobyl. Fueron sin duda los dos peores por la ruptura por explosión química de los edificios de contención en la costa japonesa, o por la total ausencia de algo que se pareciera a una contención en el caso soviético.

Pero fueron accidentes totalmente distintos entre sí por el diferente perfil radioactivo de los emisiones de gases de fisión y de sólidos del combustible. El peor sin discusión fue Chernobyl-4: la explosión de vapor y de hidrógeno eyectó 6 toneladas derretidas de «corium», combustible derretido del núcleo de la central, a decenas de kilómetros de distancia. En cambio el corium de las unidades 1,2 y 3 de Fushima se quedó en su sitio.

Los 2600 km2 de tierra y bosques inutilizados de micropartículas de corium para uso todo humano en Chernobyl no se han «enfriado» radiológicamente, mientras que los principales gases de fisión, de vidas medias mucho más cortas, se han ido volviendo menos peligrosos. Sin embargo, los cambiantes vientos en los días posteriores al accidente llevaron toneladas de dichos gases de fisión hasta que terminaron precipitando en tierra, y por lluvias, a veces tan lejos como en Suecia o en Escocia.

Con semejante huella geográfica, y tanto Iodio 131, Cesio 131 y 137, y no te cuento del estroncio 90, enchiquerando un tercio de Europa Occidental, el famoso Modelo de Regresión Local puro y duro supondría miles de víctimas fatales por enfermedad aguda de radiación de desenlace rápido. También supondría una tremenda rampa de morosos cánceres de tiroides, de pulmón y leucemias de tardía en las dos décadas subsiguientes.

Pero en Europa no pasó naranja, y los muertos contantes y sonantes por enfermedad aguda de radiación fueron 51 en Chernobyl y ninguno en Fukushima. Pese a que Fushima fue mucho más espectacular (4 centrales , en lugar de una sola, tres estalladas, una incenciada). Y han pasado 44 y 15 años de ambos accidentes respectivamente.

Lo realmente muerto de toda muerte es el Modelo de Regresión Lineal. Si tuviera validez biológica, la principal causa de muerte de humanos sería la «radiación de fondo», porque el planeta (y el cielo) son radiactivos, y todo lo que vive sobre él. Y la vida tiene 3800 millones de años, y evolucionó adaptada a ello, y en parte, por ello.

Basaldo y Buján, Uds. han sido cautos y no mentaron ese modelo desacreditado. Pero subyace, no declarado, en las barbaridades que escriben. Vamos a los bifes, tráiganme una tararita de Embalse muerta por tritio y no por captura. Tráiganme 100. Tráiganme un vecino del lago muerto por tritio.  O cien. O mil. Tráiganme ribereños del Carcarañá, el río -dicen Uds- más tritiado del planeta. Y si realmente fuera un río tan fuera de los límites establecidos por nuestro país y los organismos expertos internacionales, y claramente no lo es, ¿con eso, qué? Sin miedo a repetirme: el problema del tritio es que no hay problemas con el tritio.

En suma, es cierto que el lenguaje de la naturaleza está escrito en el idioma de las matemáticas, pero a veces conviene consultar más con la estúpida realidad estadística que con los Grandes Modelos Matemáticos Geniales. La física, la medicina, la epidemiología, los topes nacionales, internacionales y el sentido común, que son ciencias empíricas, prácticas y con diversidad de soportes matemáticos, cofrades del MARA, están en contra.

«Los muertos que vos matasteis/gozan de buena salud», me sopla Ruiz de Alarcón al oído. Muy oportuno, el mexicano.

Necesitás tomar de un saque tanta agua tritiada del lago presuntamente contaminado por la central, que para duplicar la radiación de fondo (la principal fuente de exposición humana a energía ionizante) recomendamos al menos una botella de 4800 litros. Bien potabilizada, eso sí.

Los 4800 litros de «Chateau Embalse» no van a tener efectos radiológicos, pero mientras te los vas bajando, disciplinado, te vas a morir ahogado o por encharcamiento pulmonar. O quizás por un shock hipotensivo seguido por un paro cardíaco por pérdida de electrolitos. Con agua destilada, alcanzaría con muchos menos litros.

La del Embalse de Río Tercero no es nada destilada. Más bien lo contrario. ¿Saben, oh hermanos ecologistas, qué es lo único peligroso del agua del embalse de Río Tercero, y del río Ctalamochita que lo drena, y el más tritiado del mundo, según Uds?

Las bacterias coliformes. Vienen del torrente de pis y caca sin filtrado ni tratamiento posterior que descargan libremente las municipalidades ribereñas de Embalse,  Villa del Dique, San Ignacio, Villa Rumipal, Villa Quillinzo y Villa del Parque.

En el perímetro del embalse, las únicas bajadas cloacales hacia el lago que reciben un tratamiento decente son (ejem…) las de la central nuclear. Es así desde que estaba en construcción, y por que así lo mandan las leyes nacionales, y porque la central es nacional, así como los cuerpos de agua navegables son de dominio público. Los primeros sistemas de cuidado ambiental de la Comisión Nacional de Energía Atómica fueron las instalaciones de tratamientos de aguas negras producidas por el aluvión de ingenieros, técnicos y laburantes mientras se cavaban los cimientos.

Haciendo los honores, los ecologistas locales deberían hacer fila frente a los modernos baños habilitados por la CNE (Central Nuclear de Embalse). Así tendrían la seguridad de no contaminar el lago, certeza que los municipios y el gobierno provincial no dan.

Damas gratis, pero para el uso del caballero y del escolar, entrada paga. Ya nos imaginamos el nombre del concesionario, hoy que todo se podrá nuevamente concesionar y titular en inglés: Green Piss. No puede no ser un éxito.

Tampoco es buena para la salud la cantidad de agroquímicos de alto poder residual arrastrados desde los campos de agricultura hasta los arroyos tributarios del embalse. Pasa que semejante cacho de lago artificial como el de Río Tercero supo muchas décadas ser el mayor de Sudamérica, con su espejo de 5600 hectáreas y sus 735 hm3 de capacidad.

Río Tercero perdió la corona regional lacustre en los ’60 y ’70, cuando se construyeron esos portentosos diques hidroeléctricos que transformaron al Limay, el Neuquén, el Paraná y toda su alta cuenca brasileña y paraguaya ya no en ríos verdaderos, sino en cadenas de lagos artificiales escalonados por altura.

Por supuesto, los peces del embalse de Río Tercero, concentran toda la triunfante flora de coliformes oriunda de tantos inodoros y mingitorios. No te recomiendo que los comas crudos aunque seas japonés. Minga de sushi, en Villa Rumipal o en Río Tercero. Pero no por el tritio. 

Por ahora, la gente se manduca frito, a la parrilla o a la cacerola todo pejerrey, bagre blanco y amarillo, mojarra, carpa, trucha y perca a la que echa mano en los muchos clubes de pesca de la zona. Lo hacen con confianza, porque la cocción mata las coliformes, y los peces parecen unánimemente libres de tener tres ojos, a contramano de los de la central nuclear de Springfield, la de Homero Simpson. El argentino de a pie todavía logra no confundir la realidad con la televisión.

La tararira, llamada también trucha criolla, pez tan corsario según Ernesto Jauretche, y tan radioactivo según el MARA, al ser el suprepredador local sabe concentrar en sus tejidos los radioisótopos de toda la cadena alimenticia sobre la que se monta. Absoluta verdad. Las tarariras entrevistadas para esta nota lo confirmaron.

No todo el mundo se banca una tararira frita u horneada, añadieron, aflijidas. No porque emitan luz azul de Cerenkov de noche. Eso realmente le sucedía a los salmones del Río Columbia aguas abajo de las plantas de Hanford, estado de Washington. Allí se fabricaban los carozos de plutonio de las bombas atómicas implosivas como Trinity y Fat Man, en 1944. Heritage Foundation, sitio histórico del Proyecto Manhattan de los EEUU, lo confirma.

Pero la Central Nuclear Embalse (CNE) no es una pila plutonígena militar, produce electricidad y estuvo sujeta siempre a reglamentos internos y leyes civiles unánimemente severos. Si la gente le raja un poco a la tararira es por lo mismo que al dorado: ambos son una delicia, pero tienen unas espinas que te la cuento, y te pasás media cena sacándoselas con los anteojos de leer.

Y hablando de leer, recomiendo la «Ecología» de HT Odum, un clásico para principiantes, aunque Uds., portavoces del MARA, no lo son en absoluto. Son colegas, escriben bien y son científicamente cultos. Por ello, deberían saber -y seguramente saben- que el tritio es el único radioisótopo de toda la tabla química que carece de «biomagnificación», es decir de la concentración en tejidos a medida que el pez grande se come al chico.

¿Y por qué?

Porque el tritio tiene las mismas costumbres químicas que casi todo átomo de hidrógeno: no circula libre y se liga fortísimamente por covalencias al oxígeno, formando agua.

Y el agua tritiada, para decirlo en fácil, emite lento pero se elimina rápido, tan rápido como el agua común. No tiene efectos clínicos. La biofísica y la mera fisiología humana lo respaldan, y las estadísticas epidemiológicas mundiales también. Sin embargo hay máximos precautorios legales para el tritio en el agua, y la CNE los respetó siempre.

En los ’70 y sin CNE había más biodiversidad ictícola en el lago, es cierto, y el agua estaba considerablemente más clara. Pero hay más humanos en zona. Y no todo pez se banca los efluentes crudos de más de 70.000 habitantes fijos, sin incluir los turistas en el pico de la temporada.

Ese aporte de fertilizantes humanos en las cada vez peores sequías y bajantes del lago hacen que el agua, especialmente en verano, sufra unas rampas de fotosíntesis de la gran siete. Y al pudrirse las algas, logran que las bacterias aeróbicas liquiden el oxígeno disuelo, y el agua emita una magnífica, profunda, indescifrable y vehemente fragancia cloacal de clostridios y otras bacterias anaeróbicas, como las del tétanos y la gangrena. Y Uds., que se quejan del tritio…

Y ni te cuento durante las olas de calor, cuando el agua se pone anóxica y negra y los peces mueren asfixiados por falta de oxígeno y se pudren a flote, barriga pa’ arriba nomás, en las orillas. Y no los mató el tritio, no. Tampoco el carbono 14, ya que lo mencionan, y sobre el que vuelvo más tarde. Porque ahí vuelven a meter la pata pero hasta el garrón, y ésa será la daga de misericordia de AgendAR.

Las tarariras no desaparecieron porque tienen la virtud de aguantar unos bajones de oxígeno disuelto en el agua que matarían a otros peces más fifís. Y más les vale. El destino común de casi todos los lagos artificiales cordobeses, es decir de todos los lagos cordobeses, es la eutroficación. «Eutrofización», para los jóvenes.

En buen criollo, el el exceso de fotosíntesis de algas uni o multicelulares, y ni te cuento de las cianófitas, y de la flora asociada de coliformes y dinoflagelados microscópicos. Esos vienen de los ya mentados excesos de nitrógeno y fósforo, y disparan esas masas verdosas flotantes, y con consistencia de moco burbujeante, que el viento hace recalar en los bajíos.

Son tan monumentales que a veces taponan los filtros primarios de las bocatomas de los sistemas municipales de captación de agua de red. Pero bueh, a Uds. los molesta el tritio…

La mejor y más intrincada potabilización de red no logra eliminar de las canillas el olor a podrido de las cianófitas cuando deciden morirse. Esto es inevitable mientras que los cordobeses insistan en reproducirse, muy en su derecho constitucional. También mientras la provincia evite, escrupulosa, el incurrir en el delito de tratamiento de aguas negras municipales. O peor aún, forzar a terceros a que lo cometan.

Este afinado combo de vistas gordas ha hecho del lago San Roque, ya anillado de tejido urbano, un cuerpo de agua réquiem, una anóxica ensaladera podrida a año completo, llueva, truene o brille el sol. Los Molinos va lentamente camino de lo mismo, y el tercero que les va siguiendo los pasos a estos dos es, justamente, el de Río Tercero, aunque pisando sin apuro porque carga mucha más agua y menos población. Todavía.

Todos los lagos cordobeses están eutroficados de diversa gravedad, lo dicen estudios del CONICET y de la Universidad de Río Cuarto. Sólo vienen salvándose un poco Piedras Moras, aguas abajo de Embalse: recambia agua cada 30 a 50 días, según las lluvias cuenca arriba, y cuantimás tiene que bancarse la ciudad de Almafuerte, por ahora libre de cloacas hacia el río a fuerza de pozos ciegos.

Además, hay cinco lagos en cadena y aguas arriba que atajan los sedimentos barrosos provocados por la eutroficación. Porque todo lo que está vivo y en demasía y flota, se muere y se sedimenta, y huele fatal.

Ese otro lagozonón grandote, Cruz del Eje y demás embalses más chicos, medio despoblados y no tan accesibles, como Cerro Pelado, El Cajón, Los Alazanes y Pichanas, por ahora zafan raspando. Esos estudios de fuentes científicas y académicas NA-CIO-NA-LES y ES-TA-TA-LES que dan por eutroficados los lagos cordobeses coinciden en que no hay contaminación biológicamente significativa de radioisótopos provenientes de la Central Nuclear de Embalse.

Eso no despeina al MARA. ¿Hay que ser gringo y ONG para tener algún crédito científico con el MARA? Sí, a Domingo Cavallo y a Javier Milei les pasa lo mismo: odian la ciencia, salvo que sea importada, y eso por cholulos. Y sólo si se alinea con sus prejuicios políticos, por… (llenar con la palabra que les parezca mejor).

Ni siquiera hubo contaminación biológicamente significativa de tritio, según la normativa internacional y nacional, en esa suculenta tararira que fue objeto de análisis meticulosos de la ONG francesa CRIIRAD ni de la británica RCD Lockinge. Laboratorios «libres de aportes de gobiernos o de empresas multinacionales». Hemos escuchado casi 40 años ese slogan de la mayor ONG antinuclear del mundo. Que es, efectivamente, una empresa multinacional y por eso no macanea jamás.

Al estado propio, ecologistas y libertarios de alta gama o de cabotaje, eligen no creerle nada.

El problema de la tararira, Hoplos malabaricus para los amigos, dientudo en mi barrio por sus intimidantes incisivos, no parece ser el tritio. «Es la caca, idiota», diría Bill Clinton. Y la tolera bien. No tanto así los humanos que paradójicamente la producen.

Los agrotóxicos del lago de Río Tercero no los eliminás por cocción, sin embargo. ¿Prohibimos entonces la agricultura en el Valle de Calamuchita y su considerable cadena de arroyos y embalses artificiales? No parece recomendable, pero sí estudiar caso por caso la eliminación selectiva de algunos agrotóxicos de alto poder residual.

En la cuenca hídrica que alimenta Los Molinos, por ejemplo, se eliminó el cultivo de papas, porque viene asociado con clorpirifós, diazinón, dimetoato, metamidofós, carbofurán, mancozeb, metomilo y metribuzín, agrotóxicos sujetos, como casi todo contaminante persistente y liposoluble (acumulable en grasas), a biomagnificación. Es una lista de cuidado: el que no es disruptor neuroendócrino es neurotóxico o le pega en el palo.

¿Se les ha ocurrido buscar algún agrotóxico liposoluble y acumulable en el embalse de Río Tercero? No parece, los del MARA prefieren bardear al Programa Nuclear Argentino: es gratis, como patear un burro muerto, no se defiende y el gobierno nacional tampoco lo defiende, y éste que llegó, ni te cuento. Contrariar al campo, en cambio, tiene costos.

De todos modos, al parecer había harto tritio en el Embalse de Río Tercero antes de que se construyera la CNE. También lo hay en el agua de red de Zárate aunque se tome muchos kilómetros río arriba, sobre el majestuoso Paraná de las Palmas, de la descarga del circuito terciario, que refrigera las turbinas de las Atuchas 1 y 2.

Y lo hubo siempre. Contá con el tritio, si vivís en la Tierra.

¿No contamina con nada la CNE el lago? Y sí, un poco con calor, ya que el vapor de la turbina se condensa con agua sacada del lago. Esa masa hídrica vuelve al lago, pero filtrada al momento de ingresar y pulcramente cepillada de algas, bichos, sales y compuestos contaminantes orgánicos e inorgánicos. Sale mejor de lo que entra. Pero eso sí, de 3 a 5 grados más caliente que la oscilante temperatura media del embalse.

Como pese a su volumen el lago no es profundo (36 metros, 50 con toda la furia), últimamente atrapa calor solar y atmosférico a lo pavote. Eso explica que el agua descargada por la central deba recorrer un largo canal de enfriamiento por irradiación y evaporación. Es paralelo a las orillas, y el agua fluye por el mismo antes de volver al lago. Esa especie de dársena se construyó con la central original, allá por los ’70. La idea con el lago siempre fue no recalentarlo más. Ya para eso están y siguen estando, los combustibles fósiles y sus emisiones, y el recalentamiento global, cada vez peor.

Por eso mismo es dudoso que se pueda instalar una segunda CNE en ese mismo lago. Es cierto que en su extensión de vida útil de la CNE, sucedida entre 2014 y 2018, a la CNE se le añadió un «loop» de recuperación de calor.

Éste hace retroceder parte de la energía térmica del circuito terciario para facilitar la generación de vapor de turbina en el secundario: calor que va a contramano. Ese sistema nuevo enfrió un par de grados más el agua de descarga, y de paso y cañazo permitió subir la potencia instalada de la central en un 6%.

Estoy de acuerdo con Uds., Basualdo y Buján, en que estaría chiche añadirle a la CNE un sistema de «destritiado». Pero no porque este radioisótopo sea una amenaza ambiental y sanitaria, sino porque en algún momento (ojalá) podría tener un mercado mundial, seguramente muy regulado por salvaguardias.

Combinado con otro isótopo del hidrógeno, el deuterio, que es estable y no radioactivo, ambos podrían ser el combustible de los futuros reactores de fusión tipo «Tokamak». El costo de producción de tritio artificial en las centrales CANDU canadienses anda por los U$ 18.000 el gramo, y en las centrales PWR de agua liviana de los EEUU, U$ 60.000 el gramo. Sí, hablamos de fortunas: U$ 18 y U$ 60 millones el kilo, aunque con delivery rápido por la corta vida media de ese radioisótopo. Sería cuando exportamos molibdeno 90m. para diagnósticos por imagen nuclear: va por avión.

Si sucede que el tritio se vuelva producto, en lugar de efluente, en precio, CANDU mata PWR, para variar.

Pero además, la Argentina tiene la mayor planta de producción de deuterio del mundo, la Planta Industrial de Agua Pesada. El deuterio es estoqueable en agua pesada, de modo que da para delivery mucho menos urgente. La demanda mundial de agua pesada está en rampa para uso en centrales de fisión tipo CANDU (o similares), planeadas o en construcción en Canadá, Rumania y la India. Precio de hoy, U$ 1 millón la tonelada. Si la fusión alguna vez la fusión sale de etapa de experimento tecnológico y se vuelve industria, y pinta mercado para tritio + deuterio, hacemos doblete.

Estoy de acuerdo también con Basualdo y Buján en bajar el tope admisible de tritio en aguas superficiales a valores menores, quizás como los de EEUU, 7.000 Bequerel/litro en lugar de nuestros 10.000 actuales. A la CNE eso no la despeina: en su retubamiento, que sucede cada 30 años operativos, hizo un breve pico de 299 Bq/l. Estar 6701 o 0701 Bq/l debajo de la máxima legal no hace diferencia.

La inevitable sopa de tritio en que vivimos es mayormente natural. El tritio es el más pesado de los tres isótopos del hidrógeno, y se forma en la estratósfera por impacto de rayos cósmicos en los cirrus altísimos y casi invisibles de esa zona de la atmósfera. Luego baja con la lluvia. El tritio es más inevitable que la muerte y la AFIP, por parafrasear burdamente a esta vez a Franklin y no a Clinton.

Has vivido, oh lector, tu vida entera inhalando vapor tritiado y agua tritiada de origen natural en alta dilución, aunque residas a miles de kilómetros de toda central nuclear, sin enterarte y sin que eso te haya enfermado en absoluto. El tritio forma parte de ese vasto menú planetario de nucleídos, algunos geológicos, otros estratosféricos, todos naturales, llamados «radiación de fondo».

El tritio no te mata de modo medible ni a vos, ni a tu familia, ni a tus mascotas, ni a tus vecinos, ni al ganado. Como tampoco te mataron ni matarán el trigo tritiado ni los sandwiches de pan tritiado con jamón tritiado de chanchos tritiados, ni el queso tritiado de vacas tritiadas que comieron pasto tritiado. Eso, si lo que querés es un buen tostado mixto tritiado.

Para equiparar tu absorción (inevitable) de radiación de fondo a valor promedio planetario, lector, deberías comer 96 kilogramos anuales de tararira al tritio. Hasta suena a receta de cocina regional. Te enfermará, pero sólo de aburrimiento. 

El tritio no parece haber sido causa notable de muerte de humanos tritiados desde que existe la especie y en especial durante los últimos 7000 años, es decir desde la agricultura y la ganadería. Y eso porque el 99,999999 del tritio circulante por la biosfera es natural y viene de la estratósfera, y no se concentra. Estuvo siempre, desde que tenemos atmósfera y mares, hace 4000 millones de años.

El mismísimo hidalgo don Jerónimo Luis de Cabrera, Zúñiga y Toledo respiraba y bebía tritio a lo grande, aunque no a sabiendas, y no se privaba de peces y asados de corderos bien tritiados. Pero murió en Santiago del Estero, en prisión y degollado en su lecho por el supuesto crimen de haber fundado Córdoba sin permiso del crápula y mentiroso del Virrey Toledo. Otro tritiado, pero muy turro.

No quiero repetirme, pero esto debería entrarle en la sabiola al más zapallo de los cucurbitáceos bondadosos que animan los pintorescos movimientos antinucleares argentos: al tener un tiempo de residencia corporal tan corto como el del agua común, el agua tritiada (toda la existente en la corteza terrestre, mares incluidos, by the way) no se acumula en tu organismo, ni en ningún otro. Vale si sos nuclear, antinuclear, vegetal, animal, bacteriano o protista.

El tritio, a menos que reinventemos la biofísica (detesto repetirme), es el único radioisótopo libre de biomagnificación, es decir el único de toda la tabla química que no se va concentrando en los seres vivos. Simplemente circula a través de ellos, y ha sido así desde el comienzo de la vida en el planeta. ¿Se entendió esta vez?

Si te mudás a otro planeta con agua líquida y atmósfera expuesta a rayos cósmicos, probablemente tengas el mismo problema de tritio, es decir ninguno. Pero habida cuenta del destino del pobre Cabrera, cuidate de los macaneadores, e incluso de giles angelicales.

Porque, perdón y más perdón por repetirme y repetirme, el gran problema del tritio es que no hay problema con el tritio.

Salvo de prensa, claro está, y el que se viene creando en Córdoba llegó a ser grave, casi letal para el turismo interno en 1986, cuando un célebre ecologista local publicó una rutinaria tabla de descargas de la Central Nuclear de Embalse.

Pero lo hizo ladinamente, sin aclarar que no era información secreta sino pública, dirigida mes a mes a los entes de control provinciales, y que todos los valores de la tabla estaban miles de veces debajo de máximos admisibles según normativas mundiales y nacionales. La Voz del Interior y los diarios de pueblo entraron en pánico.

La Policía Cordobesa cerró las rutas para impedir la llegada a Embalse de los micros llenos de equipos finalistas departamentales de fúbtol juvenil de toda la provincia. Un oportuno artículo en Clarín, que todavía era algo más parecido a un diario y que a una firma de inventar y deconstruir presidentes, reabrió las rutas. Y hubo fóbal.

Los firmantes Basualdo y Buján nos recomiendan que cambiemos las normativas nacionales sobre tritio, pese a que ya en los ’80 eran más severas que las del United Nations Scientific Committee on the Effects of Ionizing Radiation, o UNSCEAR, y el Organismo Internacional de Energía Atómica, OIEA, de las Naciones Unidas. Y no estoy en desacuerdo.

¿Y si cambiamos también las internacionales, para que todo tritio medible más de 314 km. río abajo de la CNE, sea totalmente ilegal? ¿Y si prohibimos también la atmósfera, y los rayos cósmicos? ¿Y el río Carcarañá, de paso? Cuando se limpiaron las resinas que depuran el agua pesada de la central y se las echó al lago, el tritio en ese río estuvo de todos modos 33,33333 veces abajo de las máximas nacionales y mundiales. En tan tritiado curso de agua fue imposible tener un surubí de compañero en un buen truco: el dos de oros parecía un tres.

Pero de algo tienen que vivir las ONGs antinucleares. Voluntariamente o involuntariamente, han mochado el desarrollo nucleoeléctrico mundial y nacional, y lograron con todo éxito que sigamos quemando cada vez más combustibles fósiles, y las mismas tres centrales planeadas en 1981, cuando había sólo 30 millones de argentinos, no 45. Los humos de combustibles fósiles matan rutinariamente a unos 10 millones de humanos por año, mayormente por trastornos circulatorios y pulmonares ligados a hollines de grano ultrafino, iguales o menores de 5 micrones. De ahí sale el carbono 14 del lago de Embalse.

Nadie en su sano juicio y basándose en el «cui bono» del derecho romano acusaría las ONG antinucleares de recibir un mango bajo la mesa desde el mundo Oil & Gas. Al menos no a las ONG grossas y multinacionales, tan llenas de abogados y lobbistas. A las ONG más criollitas y de cabotaje, sospecho, nadie les tira un hueso.

Pero juntando a grandes y chicos, esa valerosa muchachada logró también que importemos turbinas eólicas sin tasas aduaneras o un solo tornillo de fabricación nacional, y ese dumping destruyó en tiempos de Macri a la industria nacional preexistente en la materia (ver casos de IMPSA, NRC e INVAP). Su otro triunfo es que importemos a tasa cero paneles fotovoltaicos que generan no mucha electricidad, pero sí gran cantidad de trabajo… en China.

Lo nacional, a nuestros ecologistas, les «reeefala», por decirlo cordobesamente. Nuestro ecologismo, desde tiempos de Menem, es liberal, de mercado e industricida, al menos si se trata de industria nacional. Vino torcido de nacimiento.

¿Cómo se arregla eso?

Todo ese dumping eólico y solar subsidiado que nos infligió El Gato aquí suministra electricidad, pero sólo cuando hay viento o no es de noche. No es electricidad tan limpia, porque los parques eólicos los tenés que apuntalar con fuentes de base disponible al toque, en cuanto se les plancha, súbito, el viento, que además de intermitente es impredecible en tiempo real. Podés predecir sin mucho error su velocidad media todo el próximo verano, pero no sabés qué corno va a hacer de aquí a un minuto.

Y eso apuntalamiento para no enloquecer con entradas y salidas intempestivas la frecuencia y el voltaje de la red se logra con turbinas a gas de ciclos combinados. Están prendidas y calientes, pero desconectadas de red. Eso se hace para que puedan entrar a la misma al toque de que se cae el viento sin preaviso.

Nadie en CAMMESA bate cuántas son las máquinas en respaldo caliente, ni cuánto emiten. Son cautelosos. No pelean con molinos de viento, al Quijote no le fue bien con eso. Pero las 5,8 millones anuales (presuntos) de toneladas de carbono ahorrados a la atmósfera por el viento, según la Cámara Eólica Argentina (casi libre de empresas argentinas)… te las debo, como decía uno.

Con los parques solares es lo mismo, salvo que estén en zonas de alta heliofanía, libres de nubes, que en estos andurriales suelen ser desiertos severos y lejanos. Pero como el sol no brilla de noche, y en los crepúsculos lo hace sin ganas, y como las placas fotovoltaicas pierden potencia con toda nube pasajera o acumulación de polvo por viento, necesitan más tiempo de respaldo caliente, quemando gas 24x7x365 y al pedo, para goce de nuestros ecomacristas.

Y ese costo va a tus pulmones y a tus bolsillos, oh lector, porque se añade a la tarifa. Que en Argentina viene a ser U$ 77 y U$ 109 el megavatio hora (MWh) mayorista, y eso sin contar el precio añadido por el respaldo caliente. Que lo paga Magoya, es decir el estado bobo, es decir vos, abnegado lector, con tu sobolyi, tus fuelles y tu cuore.

Interesante diferencia con la CNE, la central nuclear de Embalse, que ilumina a la mitad de la población cordobesa a U$ 46 dólares el MWh. Y sin emitir carbono, porque no necesita respaldo caliente. Más bien lo otorga, porque es tan de base, tan robusta y tan gauchita que funciona al 100% de sus 656 MW de potencia eléctrica 24×7, casi 340 días al año.

Por ahora da 25 días de parada anual para mantenimiento programado, y añadí algunos días más para sus infrecuentes imprevistos y roturas. Es la mejor fuente individual de potencia del país por disponibilidad, y lo fue siempre desde su entrada en línea en 1984. Si la cierran hoy, 2 millones de cordobeses, vale decir media provincia, quedan a oscuras.

Ignoro si por poca ciencia, o por estar infusos de tanta sensiblidad política, social y nacional como la revista Para Tí, los cruzados contra el átomo mantienen todavía sus quiosquitos y su «clacque». Pero los tiempos de gloria se les están piantando.

Alguno, y cordobés, supo hacerse de una ONG rumbosa gracias a anónimos donantes generosos, y pudo cosechar premios internacionales, y hacerse incluso una universidad propia, que en este país no se le niega a nadie. Salvar el planeta dio sus frutos cuando era novedad, y no tan claramente un verso y un mangueo. No eliminemos fuentes de trabajo. Pero se están cayendo igual.

Me remito a las pruebas «ut supra»: La Voz del Interior, es decir Clarín, ya le cree un poco menos a «les macaneurs» y ahora les publica lo que quieran, pero luego citan al Ing. Juan Cantarelli, el jefe de central de la CNE. Quien destruye todo lo dicho por las principales espadas de MARA. Sin embargo, lo hace en términos de bequereles (emisiones nucleares por unidad de tiempo) y de fracciones de sievert (dosis efectiva de absorción de energía ionizante por unidad de masa corporal). En la calle, eso es como hablar en cantonés.

Y Cantarelli responde defendiendo, porque su cargo lo obliga a no contraatacar. Limitación de la cual en AgendAR estamos exentos.

Afuera del ispa, el viento ya les sopla muy en contra a los ecologistas. Tarde y mal, la conferencia COP se ha vuelto un sustituto climatológico y político de la Asamblea de las Naciones Unidas. Ahí patinan más y pierden pie los caciques Oil & Gas.

En el COP 28, un grupo de 22 países acaba de declarar, y nada menos que en Dubai, y ante las empetroladas narices del Sultán Ahmed al Jabar, que la energía nuclear es cosa limpia y urgente, y que o triplicamos la potencia atómica instalada existente de aquí a 2050, o estamos en el horno como especie. Lo que es más descripción que vaticinio.

«Tashubat eisaa mandirina», como dicen en los barrios malevos de Dubai City cuando el sultán duerme. Podría ser un equivalente del criollo «Chupate esa mandarina».

Y ahora, la bala de plata, o daga de misericordia.

El carbono 14 del agua superficial en Córdoba, oh «macaneurs» francoanglófilos, viene casi enteramente de la combustión de combustibles fósiles. Eso es de tapa de manual. Obviamente nuestras tarariras más musculosas y pulsudas, ésas de casi un metro y que han vivido 12 años devorando pejerreyes al tritio, tienen algo de este otro radioisótopo, el carbono 14. No es muy activo y emite electrones beta de baja energía.

Aún así no quiero carbono 14 en mis tejidos e irradiándome desde adentro, aunque sea poquito. Pero me resulta inevitable tenerlo, y máxime aquí en la poluída Baires. Viene de los combustibles fósiles que usan masivamente autos, bondis, camiones, hornos y calentadores familiares e industriales, aviones, barcos y centrales termoeléctricas. Ésas son la mayor fuente mundial de emisión de carbono 14 a la biosfera.

En MARA le están ladrando al árbol equivocado.

Y lo de cargar con más carbono 14 del que querríamos nos comprende tanto a la tararira viajera de Basualdo y Bouján como a mí, y también a ellos, y también a Ud, lector. Los aires serranos no son lo que eran. A la calidad (???) de la atmósfera actual de La Docta me remito, tan visible en madrugadas invernales y con inversión térmica, cuando el smog en La Cañada se vuelve pekinés, de puro opaco.

Las centrales nucleares no emiten carbono 14, del mismo modo en que no emiten carbono 12, el más común, estable y no radioactivo, porque no queman carbono, punto. Es su virtud principal, mayor aún que su alta disponibilidad.

Los 656 MWe instalados de la Central de Embalse sustituyen la quema de más o menos 1.050 millones de metros cúbicos de gas natural cada año en centrales de ciclos combinados. Y lo hacen desde 1984 y la central está en su segundo ciclo de vida, que termina alrededor de 2050. Ahora en la COP 28 se dijo que las centrales atómicas existentes y buenas deben preservarse y extender su vida de servicio hasta 80 años o más. Algunas podrán, no todas. Embalse, seguro.

No falta tanto para que la nuclear y la hidroeléctrica se vuelvan las únicas fuentes aceptables de respaldo de tanta eólica y tanta solar, por ahora apalancadas por gas. No llegaré a verlo por viejo, pero según sopla el viento, me parece que antes irá a desguace el MARA que la CNE.

Alguien debería sacar la cuenta de muertes por EPOC, bobazo o ACV que le ahorró Embalse a Córdoba. Es epidemiología, puro laburo matemático.

Alguno que haga las cuentas, por favor. ¿Para qué tenemos un sistema científico (todavía)?

Daniel E. Arias

VIALa Voz