Las primeras medidas. Ganadores y perdedores

Reproducimos el detallado, y filoso analisis del newsletter de Marcelo Falak:

«Con más demora que lo esperado y con menos precisiones que las necesarias, pero con la dureza temida, debutó el caputazo, el plan de hiperajuste de 5,2% del PBI –valuado en unos 20.000 millones de dólares– que provocará un fogonazo inflacionario –¿300% en 2024, más?–, una recesión severa, un daño grave a las capas más pobres de la población y una degradación de la calidad de vida de la clase media que será difícil de olvidar.

Las consecuencias sociales y políticas de esto, y que surgirán con mayor claridad en las próximas líneas, son fáciles de concebir, pero difíciles de mensurar. Comienza para el flamante gobierno de ultraderecha el reto de la gobernabilidad y para la protesta esperable, el ácido de la represión prometida.

El comportamiento de las oposiciones en el Congreso fragmentado será otro asunto de enorme interés.

Toto Caputo, que debió grabar su mensaje dos veces ante un veto de Javier Milei que por el momento no se sabe si fue de forma o de fondo, no se atrevió a decir más que generalidades y evitó el formato de la conferencia de prensa, seguramente para que no salieran de su boca las medidas más antipáticas, la letra chica que no contó en cámara. Esta, toda una novedad, surgió de un encuentro posterior que el ministro de Economía mantuvo con un grupo de economistas del establishment y con comunicadores cuidadosamente seleccionados, en quienes depositó la responsabilidad de contar lo que él no quiso contar. ¿Será que el secretismo inaugurado en la jura casi clandestina del gabinete es una tendencia que llegó para quedarse? ¿O que el programa de marras tiene rasgos vergonzantes, que nadie en el Gobierno quiere que formen parte de su acervo audiovisual?

Cualquier plan económico tiene ganadores y tiene perdedores. Este, un compendio de medidas que a duras penas podría ser considerado un plan, tiene como beneficiarios a los sectores exportadores, que se beneficiarán de una megadevaluación, y como damnificados a los trabajadores –formales y sobre todo informales–, jubilados y desesperados de larga data.

¿Sorpresa? No, esta vez tampoco el ajuste lo va a pagar la política…

Lo no dicho

La maldita letra chica trascendió, desde ya, pero de manera oblicua y se hará oficial en las próximas horas y días a través de proyectos de ley, decretos y resoluciones que pondrán a la sociedad patas para arriba.

El ajuste mencionado, superior al 5% del PBI, es una desmesura respecto de un déficit primario –antes del pago de deudas– del 3% que deja la gestión de Alberto Fernández Sergio Massa.

¿Será que Milei –entregado poco después a una ceremonia espiritual y a la promesa de «una revolución moral»– prevé las resistencias que generará y apunta a anunciar más para lograr lo posible? ¿O, en realidad, que pretende, más que el equilibrio, un ahorro de unos 2 puntos porcentuales del PBI para hacer frente al pago de deudas? Según dijo Caputo, renegociar vencimientos no sirve de nada; hundir más a los pobres y convertir en tales a personas que pelean por permanecer en la clase media sería, al parecer, una herramienta más aceptable.

De acuerdo con lo que trascendió, la reducción de los subsidios a la luz, el gas y el trasporte comenzará en febrero, tendencia que debería convertirse en eliminación en el corto plazo. Para financiar ese gradualismo paticorto, Milei ya no deplora los impuestos.

Anarcocapitalista puede ser cualquiera y decir que «los impuestos son un robo» lo puede decir un aventurero indeterminado, pero gobernar un país, sobre todo uno complejo como la Argentina no permite licencias demasiado dogmáticas. Así, el caputazo resulta un mix de recortes draconianos del gasto y de aumentos de impuestos que se cebarán, sobre todo, con la clase media.

La eliminación del impuesto a las Ganancias sobre los salarios sería revertida, se inducirían adelantos de pagos de Bienes Personales a través de una alícuota preferencial, se dispondría un nuevo blanqueo para evasores, habría una moratoria y subirían al 15% las retenciones de las exportaciones de todos los bienes, salvo las de la soja, que quedarían fijadas en 30%. El paquete da cuenta de 2,2 puntos porcentuales del producto –los otros tres son recorte puro y duro–, destinados a financiar el minigradualismo tarifario. Pronto la quita de subsidios debería ser casi plena –salvo para un pequeño segmento de la población– y, acaso, esta presión tributaria extra –empezando por las retenciones– sea revertida.

La fórmula de movilidad jubilatoria será eliminada y los ajustes para el sector serán por decreto hasta el establecimiento de una nueva, algo similar a lo realizado por Fernández en el inicio de su mandato. Mejor no quejarse: la disparada de la inflación haría que cualquier reajuste con la fórmula actual genere un atraso severo, dado que la misma está atada indirectamente –vía índice de salarios y recaudación de la ANSES– al IPC anterior.

¿Por qué, entonces, no mantener la fórmula en vigor y, como hacía la administración anterior, establecer sumas fijas compensatorias. Porque si, como pretende Milei, la inflación va a bajar en algún momento, mantener la modalidad en cuestión supondría subas por encima de los IPC nuevos, algo que el ajuste no podría permitirse.

Ellos siempre pierden. No importa cuándo leas esto.

El gran golpe al bolsillo

Además de la decisión de liberar totalmente los precios –a propósito: no siquiera mencionó qué pasará con las naftas, la medicina prepaga y otros valores clave–, el fogonazo inflacionario será producto de la megadevaluación que se anunció: un aumento de 100% del dólar oficial a 800 pesos, muy por encima del «dólar Guillermo Francos» de 600 o 650. Con un Banco Central exangüe, el cepo resiste y el anticomunismo cede ante la necesidad de ampliar el swap con China.

Al mismo tiempo, se elevará el impuesto PAIS que rige para las importaciones de bienes y servicios del 7,5% actual a 17,5%, lo que supondrá un tipo de cambio efectivo para esas operaciones del 940 pesos.

Mientras, el dólar tarjeta para gastos en el exterior mantendrá el PAIS y las percepciones a cuenta de Ganancias, lo que lo llevará a 1.320 pesos… A partir de hoy se sabrá, pero tal vez nos estén mandando a todos al mercado ilegal del blue. El dólar ahorro es un tema que no hubo tiempo de definir, dijeron los voceros oficiosos de Caputo.

En lo que respecta a las exportaciones, regiría un tipo de cambio real de 860 pesos, producto de la posibilidad de liquidar un 20% en el mercado paralelo del contado con liquidación (CCL), que se negocia en bolsa.

Es claro, después de lo dicho, qué sectores ganan y qué sectores pierden, tanto que el ministro planea insistir con el adelanto de 5.000 millones de dólares que pretende obtener de las empresas cerealeras, uno que estas no estaban dispuestas a otorgarle sin saber primero con qué devaluación serían premiadas. ¿Cambiarán ahora de opinión?

El futuro inmediato será de los que vendan bienes y servicios al exterior, mientras que el mercado interno podría devenir en un páramo, paisaje definido piadosamente por Milei como uno de «estanflación».

El aumento del billete verde del 100% –una devaluación del peso del 50%– supone un overshooting que busca una ganancia de competitividad que dure más ante una inflación que, poco a poco, la irá carcomiendo. Como paliativo, regiría una política cambiaria de minidevaluaciones periódicas –crawling peg– que supondría una actualización del 2% mensual. He ahí, además de lo fiscal, un ancla para el programa.

¿Y si la inflación no cediera en los plazos esperados? Ese sería el peor escenario, augurio de una nueva ronda de ajustes y devaluación.

Hoy habrá más detalles en una importante reunión entre la nueva cúpula del Banco Central y los banqueros.

Toto, el Tímido

Lo que estaba previsto para el lunes a las 9 de la mañana, de modo de darle referencias al mercado financiero antes de la apertura, finalmente se conoció ayer a las 19, dos horas después de lo anunciado tras la reprogramación. El ministro de Economía tuvo que grabar dos veces su mensaje, tras recibir un aplazo del jefe de Estado. Lo que terminó por decir –poquito en primera persona– no puede ser considerado un plan integral, sino un archipiélago de medidas fiscales aisladas que rodean a una isla grande, la megadevaluación. Territorios sin mapa, por otra parte, lo que acrecienta la sensación corrosiva de la improvisación ante una crisis de grandes proporciones.

Será que el FMI sabe más que la población argentina, ya que expresó su «respaldo» a los dichos de Caputo, que calificó de «fuertes acciones iniciales (que) apuntan a mejorar significativamente las finanzas públicas de una manera que proteja a los más vulnerables de la sociedad y a fortalecer el régimen cambiario».

«Acciones iniciales», sí. En rigor, lo que el funcionario lanzó fue un listado de diez medidas ambiguas y descoordinadas. Llama la atención que se hayan tomado casi dos días para eso.

El tono del discurso fue llano, acaso demasiado. Explicó la mentira remanida de que un país es como una familia porque no puede gastar más que lo que gana. Sin embargo, llevar a cero en seco el financiamiento del Banco Central al Tesoro –un recurso del que disponen los Estados, pero no las familias– es una decisión política, una que puede ser defendida, pero que no constituye un fenómeno natural.

Una exposición «diez puntos»

Al explicar, siempre con simpleza, qué es el déficit fiscal, el ex-trader, exsecretario de Finanzas, exministro de Economía, expresidente del Banco Central y ahora otra vez jefe del Palacio de Hacienda se absolvió a sí mismo. «Tomar deuda no es el capricho de un ministro de turno», sino un modo de financiar el déficit fiscal en el que incurren gobiernos –otros funcionarios–. Listo. El hombre se absolvió a sí mismo en una sola oración por haber tomado deuda por 65.000 millones de dólares entre 2016 y 2017 –una partecita a cien años– a cuenta y cargo de los argentinos.

Los diez puntos de su mensaje dejaron puntas sueltas de todo tipo, las que solo con el correr de las horas comenzaron a desvelarse.

1, La decisión de no renovar los contratos laborales con dependencias del Estado nacional de menos de un año de vigencia apunta a los conchabos políticos. Caputo no fue más allá, pero el vocero Manuel Adorni anunció un estudio «caso por caso» del resto de ese universo y de todo el empleo público a fin de que la motosierra realmente muerda en línea con el hiperajuste de 5% del PBI prometido por Milei.

En ese sentido, llama la atención que se hable de un ajuste «urgente» parta evitar una supuesta hiperinflación del 15.000%, mientras se lanza un estudio que, tal como fue planteado, parece apuntar a un ritmo muy acompasado. A no ser que el tijeretazo realmente vaya a ser menos cuidadoso.

2, La suspensión por un año de la pauta publicitaria de la Presidencia y los ministerios tiende a caerle simpática a buena parte de la población, pero no así a medios poderosos, que ya sugirieron una posible judicialización a través del argumento de que la misma representa «apenas el 0,07% del Presupuesto» y que «la publicidad de los actos de gobierno es una obligación constitucional, que se encuentra avalada por diversos fallos de la Corte Suprema». El que avisa…

3, La reducción de los 18 ministerios con los que gobernó Alberto Fernández a nueve, y de 106 secretarías de Estado a 54 representan, según cálculos del Centro de Economía Política Argentina (CEPA) el 0,00142% del presupuesto. Puro humo. La tarea, claro, será profundizada por cesantías y más cancelaciones de contratos que estuvieron ausentes en lo dicho por Caputo.

4, Llamó la atención que el caputazo implicara la «reducción al mínimo» de las transferencias discrecionales del Tesoro a las provincias, algo que difiere del «cero» del que ha hablado largamente el Presidente. Aparte, ¿qué significa «al mínimo»? ¿Se abre una puerta para la seducción de votos en el Congreso a cambio de partidas para territorios amigables?

5, No habrá más licitaciones de obra pública y se cancelarán los contratos de obras que no hayan comenzado. Esto, que podría abrirle la puerta a juicios de empresas que tienen documentación en la mano, supone, al revés de los dicho por Milei, la continuidad de los trabajos que ya están en ejecución. ¿Se abre otra puerta trasera para la política en relación con las provincias?

En este sentido, el jefe del Palacio de Hacienda planteó que al eliminarse la obra pública se elimina la corrupción. No tan rápido… ¿Quiénes, si no funcionarios del Estado, serán los encargados de ponerles la firma a proyectos de inversión privados que fijarán montos y ganancias a través de la explotación de la nueva infraestructura?

6, Los subsidios a la luz, el gas y el transporte serán «reducidos». ¿Pero cuánto y hasta cuándo? Caputo no dio ninguna certeza sobre la intensidad del zarpazo en esta materia, y el punto de llegada deseado tampoco fue explicitado ante los invitados que se reunieron con él tras la difusión del mensaje.

7, Se mantendrá el plan Potenciar Trabajo, pero sobre la base del Presupuesto 2023, gravemente licuado por la inflación ocurrida y por ocurrir.

8, El tipo de cambio oficial se fija en 800 pesos. Esta es la puerta de entrada a un régimen de inflación aun más elevada y a una era de hielo severa en materia de nivel de actividad.

9, Las importaciones ya no requerirán aprobación a través del Sistema de Importaciones de la República Argentina (SIRA), el que será reemplazado por un sistema automático y libre. Con todo, dados la esperable recesión y el nivel del nuevo tipo de cambio, cabe esperar una reducción fuerte de las compras externas y un superávit comercial que debería ser importante, por los incentivos que se introducirán y por el fin de la sequía que atormentó a Fernández y a Massa en el último año.

10, Al fin llega el alivio. ¿Sí? La Asignación Universal por Hijo (AUH) se duplicará y la Tarjeta Alimentar crecerá 50% gracias a la billetera más generosa reservada al Ministerio de Capital Humano. Bien, ¿pero qué significará esa mejora en relación con la inflación por venir, una que, además, alcanzará a una porción minoritaria de los pobres de la Argentina?

De modo relevante, Caputo no habló de salarios, acaso el único precio relativo –de por sí atrasadísimo– que no le interesa corregir. ¿Qué pasará con las paritarias, cómo influirá sobre ellas un desempleo que sin dudas crecerá?

La clase media comienza a decirle adiós a mucho de lo que creía propio.»

Marcelo Falak

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