Es un capítulo más de la historia de una IMPSA que fue metamorfoseándose. A dos años y medio del salvataje financiero por la que se convirtió en una firma estatal y en medio de la venta de acciones para volver a ser privada, cerró el 2023 con un acuerdo para absorber una empresa del sector tecnológico de Mendoza.
Así lo aprobó el directorio de IMPSA en los últimos días del año pasado, luego de avalar la situación financiera y el balance, paso necesario para la fusión por la que arranca el 2024 con otra estructura. De esa forma, la multinacional mendocina se convirtió en la «sociedad incorporante» de ICSA (Ingeniería y Computación SA), a partir de este 1° de enero.
«De acuerdo a lo previsto, se suscribió un compromiso de fusión entre IMPSA y su subsidiaria 100% controlada Ingeniería y Computación S.A.U. (“ICSA”), conforme fuera aprobado por los Directorios de ambas compañías», informó IMPSA a través de un comunicado.
ICSA funcionaba hasta ahora como una SAU (Sociedad Anónima Unipersonal) subsidiaria de IMPSA. En adelante, al ser absorbida, se busca optimizar costos y apuntar a una mayor «eficiencia operativa», según se indicó.
Es un dato no menor si se tiene en cuenta que la (por ahora) empresa estatal aún busca su equilibrio financiero. Y hace tiempo sostiene una oferta pública del 85% de acciones del Estado entre la Nación (63,7%) y provincia de Mendoza (21,2%), que a mediados del 2021 habían desembolsado u$d 20 millones para quedarse con el control de la compañía.
Qué implica la fusión de IMPSA e ICSA
«La fusión permitirá centralizar la gestión de ambas sociedades bajo una única organización, con ventajas operativas y económicas relacionadas a mayor eficacia y eficiencia operativa, optimizar el uso de recursos, estructuras administrativas, técnicas y financieras, y la racionalización y reducción de los costos asociados», indicó Daiello.
Asimismo, según lo que trascendió luego de la decisión tomada por el directorio, no implica cambios en el patrimonio de IMPSA ni en el desarrollo normal de sus operaciones, como tampoco las desarrolladas por ICSA hasta fin de año.
Pero el cambio sí conlleva una modificación en cuanto a la planta de personal. Es que «la totalidad de los empleados» de ICSA trabajará desde ahora en la planta que la compañía bajo el control del Estado nacional tiene en su predio de la Zona Industrial, en Godoy Cruz, mientras que el directorio de la firma tecnológica quedó disuelto.
Al proceso sólo le falta un paso exigible desde lo legal: ser refrendado por la próxima asamblea de accionistas, prevista el 5 de febrero de 2024.
Allí deberán aprobarse o no los balances de la fusión y los demás trámites legales de la empresa absorbida, hasta el acuerdo definitivo de fusión.