Grafton: el otro experimento libertario que termino mal

«¿Cómo funcionará el primer gobierno libertario de la historia, tanto universal como argentina? No lo sabemos, todavía, vamos a tratar de dilucidarlo; pues nuestro presidente anunció que el suyo será tanto liberal como libertario.

El libertario es devoto del libertarismo y viene del  inglés: “libertarianism”,  una filosofía política que promueve una sociedad que garantice, por sobre todo lo demás, la libertad del individuo, los derechos de propiedad privada y la economía de libre mercado. En este sentido, los libertarios son contrarios a toda forma de intervención estatal; pues como ellos argumentan: “cuanto menos, mejor”.

Históricamente, el pensamiento libertario surgió a fines del Siglo XIX en la ciudad inglesa de Manchester,  donde conformó como un movimiento social y político librecambista y antiimperialista, ligado a la Cámara de Comercio de esa ciudad, en el período 1825-1845 y bajo la dirección de Richard Cobden y John Bright.

Luego, su pensamiento se trasladó a los EEUU,  a mediados del siglo siguiente, y se caracterizó por colocar en el centro de su reflexión política y activismo a las ideas “laissez faire” o del dejar hacer; ya presentes en las tradiciones intelectuales del liberalismo clásico y del movimiento ilustrado.

En forma coherente con estos principios descreen del Estado benefactor,​ rechazan su intervención; pues prefieren los acuerdos entre privados. Además, se oponen a la guerra, al militarismo y al nacionalismo. Optan por un Estado mínimo reducido a tareas esenciales como la defensa y la seguridad, impulsan bajas de impuestos y una reducción de todo aparato burocrático estatal.

Pese a su relativa popularidad académica y política, especialmente entre los seguidores del Partido Republicano de los EEUU, como afirmó Javier Milei, nunca ha sido aplicado a ninguna escala gubernamental, desde la municipal a la nacional.

Sin embargo, hay un antecedente en el experimento llevado adelante por un grupo de libertarios en la pequeña ciudad de Grafton, ubicada al NE de los EEUU, en límite con Canadá, y a la cual a principios de este siglo, fue el escenario de un experimento social sin precedentes.

Un grupo de libertarios se instaló allí y puso en marcha sus ideas, reduciendo las regulaciones e impuestos con el propósito de probar que la intervención gubernamental es opresiva y produce pobreza; mientras que si se deja a la sociedad actuar por su cuenta florece y es capaz de autorregularse.

Nos cuenta el investigador estadounidense, Matthew Hongoltz-Hetling, quien en 2020 escribió el libro “A Libertarian Walks into a Bear” («Un libertario se cruza con un oso»), citado por un artículo de la imparcial BBC  que: “En 2004, cientos de personas se trasladaron a Grafton para fundar lo que llamaron el “Free Town Project” (Proyecto del Pueblo Libre) con la finalidad demostrar la factibilidad del libertarismo creando una comunidad utópica”.

Como ya comentamos más arriba, el libertarismo tiene gran arraigo en los EEUU, desde su mismo nacimiento; ya que Thomas Jefferson su tercer presidente llegó a afirmar que:»El mejor gobierno es aquel que gobierna menos». ¿Pero por qué los libertarios eligieron a Grafton para su experimento? Según nos cuenta el periodista, la ciudad les resultaba atractiva por varias razones. A saber: 1ro Allí vivía un libertario llamado John Babiarz, que se había postulado como gobernador. 2do Tenía una población pequeña, de unas 1.000 personas, por lo que implicaba que un número pequeño de votantes libertarios podría ejercer una mayor influencia para aprobar leyes afines a sus creencias. Y la 3ra,   Grafton tenía una profunda historia de rebeldía contra la autoridad. Ya que a finales del siglo XVIII, votó por separarse de los entonces recién constituidos EEUU por cuestiones fiscales.

Los nuevos vecinos de la pequeña ciudad eran mayoritariamente hombres blancos, solteros y partidarios de la libre posesión de armas de fuego. Aunque, desde el punto de vista económico el perfil de los recién llegados era más variado, con algunos millonarios y otros casi homeless. Eso sí, todos carecían de lazos familiares sólidos.

Hongoltz-Hetling sigue relatando que los nuevos “graftonianos” comenzaron a hacerse sentir pronto. “Eran muy activos y participaban en el proceso político local, lo que les permitió imponer muchas de sus ideas a la comunidad”.  Y aunque fracasaron en sus intentos de sacar una ley que permitiera a sus habitantes no concurrir a la enseñanza obligatoria; sí lograron recortar en un 30% el ya pequeño presupuesto municipal, el cual era de apenas US$1,3 millones.

Sin embargo, la promesa de que el tijeretazo se traduciría en menos impuestos y más dinero en los bolsillos de los pobladores no terminó siendo tal. Pronto las calles de la ciudad se llamaron de baches y el alumbrado público y el servicio de recolección de basura casi desaparecieron; además, la vigilancia policial mermó, porque la policía ya no contaba con combustible para sus autos patrulleros.

La reducción de la presencia policial, junto a la llegada de más pobladores armados y convencidos de que tenían derecho a hacer lo que quisieran; produjo un lógico aumento de los actos de violencia entre los vecinos. Pero ese no fue el principal problema. Pues, como si estos no fueran suficientes; los habitantes tuvieron que lidiar con una invasión de peligrosos osos pardos atraídos por las parvas de basura que no eran recogidas por el municipio.

“Muchos de los libertarios que vivían en el bosque no seguían las recomendaciones sobre la eliminación de residuos, lo que creó una fuente de alimento fácil para los osos. En segundo lugar, algunos de los libertarios empezaron a alimentar a los osos, del mismo modo que otros alimentan a los pájaros o las ardillas en su patio trasero, lo cual atrajo a los animales a las zonas residenciales”, narró el autor del libro citado.

Para 2016 el experimento había naufragado y muchos de los libertarios que se instalaron en Grafton se fueron a otras localidades.

Finalmente, Hongoltz-Hetling se interrogó: “…¿cómo un grupo de recién llegados pudo casi controlar un pueblo y desmantelarlo sin que nadie tomara cartas en el asunto?” Y se contestó de la siguiente forma: “Los libertarios actuaron dentro del Estado de Derecho, por lo que no había motivo para que intervinieran las autoridades estatales o federales”.

Como nos lo recuerda Alberto Buela, Milei no tiene gobernadores, no tiene intendentes, casi no tiene senadores y pocos diputados, solo tiene su voluntad de poder. De modo tal que la única posibilidad que tiene es ser un déspota ilustrado, que es la figura que Alexis de Tocqueville en la Democracia en América recomendó como mejor gobierno para la repúblicas españolas de América.

Como moraleja o conclusión final podemos afirmar que; “Todo en exceso es malo” Esta máxima tan citada parece que no sólo se aplica a temas relacionados con la medicina; sino también a la libertad. Y si ya ganaron los libertarios en elecciones limpias, no podemos caer en la indiferencia de los habitantes de Grafton.

Coronel (RE) Carlos Pissolito

Presidente de la Asociación Cascos Azules. Impulsor de la ONG Vistalba Segura.

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