Con la próxima llegada de la misión Jeanne d’Arc 2024 de la Marina Nacional francesa a Sudamérica, integrada por el portahelicópteros anfibio Tonnerre L9014 y la fragata Guépratte de la clase La Fayette, la realización de ejercicios anfibios con las Armadas de Brasil (Belém y Río de Janeiro) y Chile (Valparaíso) traen a colación la falta de un buque anfibio dentro de la flota de buques de la Armada Argentina.
Con la baja en 1997 del buque de desembarco de tanques ARA Cabo San Antonio (Q-42), la capacidad de despliegue y transporte anfibio se vio fuertemente limitada, dado que la unidad fue dada de baja sin reemplazo. La necesidad de contar con una embarcación dedicada especialmente al transporte de tropas y equipos a una zona de operaciones en marco de un desembarco anfibio, puede complementarse con misiones subsidiarias como ser el apoyo a la comunidad en misiones de ayuda humanitaria.
Sea un LPD (Landing Platform Dock) o LST (Landing Ship Tank), contar con al menos una unidad de esta clase devolverá a la Brigada Anfibia de Infantería de Marina una plataforma con la cual pueda contar con una mínima capacidad de proyección en el litoral marítimo nacional. De acuerdo a sus orígenes, la Infantería de Marina se creó como elemento anfibio, integrante de la entonces Marina de Guerra, capacitada para actuar sobre la costa, proyectando poder desde mar hacia la tierra, conformada con unidades de las distintas armas que fueran necesarias para el cumplimiento de su misión.
En este sentido, la Argentina operó a lo largo de las décadas de 1950 y 1960 distintas unidades de LST adquiridos como rezago a los Estados Unidos. Un total de 14 buques LST fueron junto a Buques de Desembarco de Infantería (LCI – Landing Craft Infantry), Buques de Desembarco de Materiales (LSM – Landing Ship Medium).
Los cambios en la doctrina naval implicaron nuevas maniobras de desembarco, dejando en evidencia la importancia de contar con buques con dique inundable que permitan desembarcar a una mayor distancia de la cabecera de playa, evitando ser fácil blanco del accionar enemigo. Este salto tecnológico se dio con la incorporación del LSD Clase Ashland ARA Cándido de Lasala (Q-43), ex USS Gunston Hall (LSD-5).
Este buque fue adquirido en 1970 prestando servicio hasta 1981, con un desplazamiento de 7.930 toneladas y un dique a popa con capacidad para el desembarco de vehículos anfibios. Posteriormente, en 1978 se incorporó el LST ARA Cabo de San Antonio, construido localmente en AFNE – Astillero Rio Santiago, basado en la Clase De Soto County de la Armada de los EE.UU.
Tras la baja del Cabo San Antonio, las operaciones anfibias recayeron en el transporte ARA Bahía San Blas (B-4) y el Destructor Hércules (ex D-1, actual B-52). Este buque fue modificado pasando de ser un Destructor Misilistico Tipo 42 a Buque Transporte Rápido de Tropas. Entre los trabajos a los que fue sometido se enumera: una nueva plataforma para operar helicópteros, hangar con capacidad para albergar dos helicópteros Sea King, y el retiro del sistema de misiles antiaéreos Sea Dart, para albergar botes neumáticos tipo zodiac, y a los infantes de marina.
Capacidad anfibia: las opciones de Brasil, Chile y Perú
Durante la última década, la región avanzó incorporando nuevas capacidades en cuanto respecta a buques anfibios. En caso de la Armada de Chile, en el año 2011 incorporó al buque de asalto anfibio Clase Foudre Sargento Aldea (LSDH-91). A diferencia de su antecesor, el Valdivia, perteneciente a la clase Newport de la Armada de los EE.UU., el Sargento Aldea posee un hangar desde el cual pueden ser desplegados helicópteros AS332L Super Puma para un asalto helitransportado, además de poder transportar 450 efectivos, y hasta 900 en trayectos cortos con su correspondiente material anfibio.
Inclusive, el país vecino viene avanzando en recientes años en el Proyecto Escotillón, por el cual dotara a su armada de nuevos buques multipropósito para incrementar las capacidades de su Infantería de Marina. Construidos actualmente por ASMAR, su incorporación apunta a reemplazar al AP-41 Aquiles y a las barcazas de la clase Batral a fin de ser uno de los núcleos operativos de la Brigada Anfibia Expedicionaria (BAE) de la Armada de Chile.
Por su parte, Brasil optó por una opción similar tras incorporar al segundo buque de la Clase Foudre, siendo denominado “Bahía” (G40). Con esta incorporación Brasil fortaleció su capacidad de proyección naval, empleándolo a su vez como herramienta de apoyo a su política exterior. El Bahía fue destinado a la Misión de Paz en Haití gracias a su Hospital de Campaña y empleado en tareas de tipo transporte logístico, teniendo un destacado rol durante la pandemia de Covid-19. Esta unidad se vio complementada en 2018 con la incorporación del LPH “Atlántico” (Ex HMS Ocean).
A diferencia de Brasil y Chile, Perú opto por el camino más largo para incorporar un buque tipo LPD. A través del astillero local SIMA (Servicios Industriales de la Marina S.A.) la Marina de Guerra del Perú opto por la Clase Makassar, diseño pertenecientes a los astilleros Dedo Shipbuilding & Engineering. La primer unidad, el BAP Pisco (AMP-156), fue entregado a la MGP en junio de 2018, mientras que su gemelo, el BAP Paita, se encuentra aún en etapa de construcción.
La apuesta de la Armada para la construcción en astilleros argentinos
En los últimos años, la Armada Argentina ha optado en los últimos años avanzar en un proyecto que contemple la construcción local de dos unidades (un LPD y LST) con participación de los astilleros Rio Santiago (ARS), y Tandanor. De conformidad con lo trascendido oportunamente, una de las opciones barajadas se enfoca en determinadas características técnicas: el buque tendrá unos 100 metros de eslora, 16 metros de manga y de puntal 7,75 metros, velocidad 16 nudos y una autonomía de 4000 millas náuticas o bien 15 días de operación.
No obstante, en el interés de contar tanto con un LST como un LPD, la propuesta del astillero de los Países Bajos Damen con su buque LST compite con los LPD de la clase Makassar, diseñados por Daewoo. Claramente, el LST es un sistema menor y con otro tipo de funcionalidades a las de un LPD, siendo este último un buque de mayor desplazamiento y capacidades para realizar misiones de proyección de fuerzas anfibias hacia las costas, operaciones de helitransporte, carga de suministros, buque hospital, de apoyo, entre otras más.
A casi tres décadas de perder la capacidad, la Armada Argentina debe contar con medios acordes a su misión, siendo estos al menos similares a los que vienen incorporándose en la región.
Comentario de AgendAR:
Se pueden y deben tener ambos, un LST desembarcador de tanques en playas, y un LSD inundable que lance lanchas de desembarco de infantería. Sin infantería no desembarcás blindados porque los revientan, y sin blindados y helos, la que revienta es la infantería. Ambos son buques relativamente simples y no hay ninguna excusa para no construirlos aquí. Tampoco la hay excusa para no diseñarlos aquí.
La transformación del destructor antiaéreo inglés clase 42 Hércules en un buque rápido de comandos anfibios la hizo INVAP. Tampoco cierra que esta no sea una adquisición coordinada con Brasil, para unificar y abaratar equipamientos. Alguien debería informar al MinDef y a la Armada de la existencia del Mercosur.
Daniel E. Arias