Un camino no tomado: cuando Ford diseñó un auto que funcionaba con energía nuclear

La industria del automóvil es un ente en continuo cambio y aunque la movilidad del futuro está enfocada en la electricidad, no siempre ha sido así. Mucho antes de que los coches eléctricos con baterías o con pila de combustible de hidrógeno fueran el camino a seguir, los fabricantes de coches exploraron otras vías. Nos tenemos que remontar más de medio siglo atrás para conocer el Ford Nucleon, un vehículo con el que la firma del óvalo quiso revolucionar de forma radical el concepto de movilidad con la utilización de la energía nuclear.

Aunque no se trata del único concepto de vehículo nuclear que hemos visto a lo largo de los años, para muestra el Cadillac WTF diseñado por Kulesus Loren, si que fue uno de los primeros. Todo en un escenario como el de la década de los 50 del pasado siglo, en el que todo parecía susceptible de ser tocado por la ‘varita’ de la energía nuclear. Años en los que se desarrollaron todo tipo de vehículos con pequeños reactores nucleares, desde aviones bombarderos hasta cohetes. También se intentó con ciertos barcos, si bien el concepto de portacontenedores con energía nuclear es mucho más moderno.

Más que un concepto

Se podría decir que el Ford Nucleon nunca pasó de ser un prototipo y, aunque sobre el papel es cierto, la firma de Detroit desarrolló incluso un modelo logístico para poder alimentar a su coche nuclear. El Nucleon fue presentado en 1958 en forma de maqueta. Su imagen peculiar con una minimalista cabina, un pequeña zona posterior y un largo capó que daba pie a la presencia de un pequeño reactor nuclear. El concepto exploraba el uso de una cápsula de uranio como núcleo de un reactor termonuclear que movería con vapor de agua dos turbinas.

La idea es que la primera de las turbinas sirviera para propulsar el vehículo, mientras que la segunda estaría destinada a servir de la necesaria electricidad al Ford Nucleon. El vapor de agua sobrante se condensaría de nuevo para su reutilización. Cada cápsula de uranio estaba pensada para alimentar el reactor nuclear del vehículo durante aproximadamente 8.000 kilómetros, distancia tras la cual había que cambiar esta cápsula de uranio por una nueva. Ford planteó incluso un sistema de reemplazo de estas cápsulas como sustituto natural de las gasolineras.

Maqueta del Ford Nucleon con el que la compañía del óvalo pretendía cambiar la movilidad por completo

Una de las maquetas de las distintas versiones del Ford Nucleon con el que la compañía del óvalo pretendía cambiar la movilidad por completo

Lo cierto es que lejos de ser una idea descabellada la de contar con recambios de cápsulas de uranio en establecimientos especializados, esta idea se ha reutilizado en el futuro, con otras tecnologías. De hecho, hay distintos vehículos o proyectos que contemplan la sustitución de las baterías eléctricas de automóviles, motos o vehículos de movilidad personal para no tener que estar recargándolas. De igual forma, también Toyota está explorando una solución similar para sus pilas de combustible de hidrógeno.

Volviendo a nuestro protagonista, el Ford Nucleon nunca llegó a estar cerca de producirse, entre otras cosas porque construir un reactor del tamaño adecuado para un coche sigue siendo una tarea realmente compleja, más allá de los propios problemas de seguridad que se plantean en torno a un vehículo con un reactor nuclear en caso de avería o accidente. Con todo, no deja de ser curioso lo que Ford propuso hace más de medio siglo y hacia donde ha virado la movilidad en la actualidad.

VIAMotor1