Trabajadores y silenciosos, los riñones son los órganos que se encargan de filtrar toxinas y purificar al organismo. Cumplen una gran cantidad de tareas para conservarnos vivos y sanos: trabajan en sintonía con el corazón y las arterias para mantener estable la presión arterial, ayudan a producir glóbulos rojos y, por lo tanto, oxígeno, también intervienen en la producción de la vitamina D. Si los riñones fallan, se desregula el control de la presión, se genera anemia y una alteración de distintos metabolismos, entre estos, la relación calcio-fósforo, que afecta la salud de los huesos.
La mala noticia es que aproximadamente luego de los 50 años (aunque a veces ocurre antes), estos órganos comienzan un proceso de desgaste que puede ocasionar Enfermedad Renal Crónica (ERC), que en nuestro país afecta a 1 de cada 8 personas, cerca de 5 millones en total. De la otra mano, la buena noticia es que existen maneras de reducir su incidencia y demorar su progresión y, de esa forma, evitar la sustitución de la función renal (diálisis) o un trasplante de riñón. Según la Encuesta Nacional de Nutrición y Salud II (2019), el 12,7% de los mayores de 18 años padece algún grado de ERC.
El segundo jueves de marzo es la fecha fijada en todo el mundo como Día del Riñón, para concientizar sobre la importancia de cuidar la salud renal. Los peores “cómplices” de esta enfermedad son la hipertensión, la diabetes, la obesidad, la mala dieta (mucho procesado, mucha sal, mucha grasa), el cigarrillo y la falta de ejercicio, todos problemas muy frecuentes en la población argentina. Pero también colabora en el atraso del diagnóstico de la ERC el hecho de que no da síntomas y se diagnostica en forma tardía.
“La pobreza complica el acceso al monitoreo periódico de factores de riesgo y de análisis -afirma Carlos Alberto Bonanno, presidente saliente de la Sociedad Argentina de Nefrología (SAN).- Existen 5 estadíos, y a partir del estadío 3 ya hay un grado importante de afectación. El Ministerio de Salud determinó por resolución que en todos los laboratorios de análisis clínicos donde se solicita creatinina se informe el nivel de filtrado glomerular, que evalúa la función renal. Esta cifra se obtiene mediante una fórmula compuesta por creatinina en sangre, sexo, edad e índice de masa corporal y da un número porcentual. Cuando esta función desciende a menos del 60% aparece detallada en el informe. Luego, con otro análisis -la relación albúmina/creatinina en orina espontánea- se puede estadificar el problema. Eso nos ayudará a intervenir lo antes posible.”
“La falta de diagnóstico oportuno es un problema importante: en nuestro país, solo el 10% de quienes tienen ERC saben que la tienen -advierte Marina Papaginovic, quien próximamente asumirá la presidencia de la SAN-. Por eso uno de nuestros lemas es ‘hagamos visible lo invisible’, ya que cuando se presentan síntomas la persona puede haber perdido más del 70 u 80% de la función renal. La injuria renal puede causar anemia y descalcificación, que sumadas a la diabetes y la hipertensión hacen que el organismo tenga lesiones en diversas áreas. La mitad de las personas con diabetes desarrolla algún grado de daño renal y casi el 90% de quienes sufren ERC son hipertensos”.
Factores de riesgo y alarmas
Bonanno, que es Jefe de Nefrología del Hospital Santa Isabel de Hungría y el hospital Italiano, ambos de Mendoza, agrega que si bien existen condiciones inmodificables como la edad, el sexo, las malformaciones (generalmente detectadas durante la infancia) o la herencia, la mayoría de los factores de riesgo que conducen a la ERC son modificables y radican en cuidar la alimentación, el peso, la presión arterial, el colesterol, no fumar y realizar ejercicio. El nefrólogo llama también la atención sobre bebés nacidos con menos de 2.000 gramos (2 kg), ya que “en estos casos puede existir inmadurez en el desarrollo de los riñones para poder cumplir con sus funciones”.
Según la Organización Panamericana de la Salud (OPS), los signos y síntomas de la enfermedad renal crónica se desarrollan con el paso del tiempo y pueden incluir náuseas, vómitos, pérdida de apetito, fatiga y debilidad, problemas de sueño, cambios en la producción de orina, disminución de la agudeza mental, espasmos musculares y calambres, hinchazón de pies y tobillos y presión arterial alta.
“La hidratación es muy importante, pero no existe un volumen único recomendado de ingesta de líquidos igual para todos -dice Bonanno-. Esto depende de muchos otros factores, como la edad, la actividad que se realiza. Es fundamental que la orina sea siempre de color amarillo clarito, porque si es más oscuro se fuerza a riñón a concentrar orina.”
Marina Papaginovic, médica de planta de Nefrología del hospital Churruca Visca, afirma que al estadío de “insuficiencia renal” se llega cuando son necesarias la diálisis -que puede ser hemodiálisis o peritoneal, esta última de poco uso en nuestro medio- o bien trasplante renal de donante vivo o donante cadavérico.
“Pero hay pacientes muy añosos en quienes se hace un tratamiento conservador y seguimiento por un grupo multidisciplinario integrado por médicos nutricionistas, cardiólogos, diabetólogos, a lo que se suma la dieta y el soporte farmacológico -puntualiza la futura presidenta de la SAN-. Existen medicamentos que pueden ayudar a sostener la función renal en cada etapa del problema y también mantenerlo al límite cuando el paciente no desea pasar a diálisis.”
Por otra parte, la SAN, en articulación con el Ministerio de Salud y el Incucai, propuso en septiembre del año último la creación de Consultorios de Enfermedad Renal Avanzada (Cerca) y el Registro Nacional de Enfermedad Renal Crónica Avanzada (Rnerca) como un nuevo módulo del Sistema Nacional de Información de Procuración y Trasplante de la República Argentina (SINTRA). El Registro propuesto deberá incluir también a pacientes en estadíos 3 y 4 no solamente como ahora, cuando están incluidos solo los del estadío 5 (diálisis crónica y trasplantados). En la Argentina, según el Registro de Diálisis Crónica y Trasplante, más de 30.000 pacientes están en diálisis y existen aproximadamente 10.000 trasplantados de riñón.
Costos elevados
Además de todos los sinsabores que genera, la ERC también causa un importante costo. Una investigación local reveló que los costos directos de la atención de esta enfermedad en la Argentina ascendieron en 2022 a USD 2.150 millones de dólares. El estudio fue presentado en noviembre último durante la conferencia europea de la Sociedad Profesional de Investigación de Resultados y Economía de la Salud (Ispor).
Natalia Jorgensen, economista especializada en salud, directora de la consultora SOUL y vicepresidenta del Instituto de Política, Economía y Gestión en Salud (Ipegsa), que encabezó la investigación, indica que el grueso del gasto global se acumula en el diagnóstico y atención de los estadíos 3 y 4 (62%), y el estadío 5 (27%), que corresponde a diálisis y trasplante. En cuanto al paciente considerado en forma individual, atender un caso en estadío 5 es 20 veces superior al costo por caso de tratamiento en los estadíos 3 y 4.
El mismo trabajo de investigación determinó que la tasa de mortalidad por ERC es mayor en la Argentina que en el resto de los países de América del Sur, a excepción de Paraguay. Más de 5800 pacientes en diálisis mueren anualmente en el país. El estudio detectó además importantes desigualdades en el acceso tanto a la tecnología médica como a los medicamentos para los pacientes con ERC según la cobertura con que cuenten. Los diagnósticos tardíos y la falta de atención oportuna se exacerbaron durante la pandemia y pospandemia.
“Existe una brecha de prestación muy significativa en los estadíos más tempranos de la enfermedad -afirma Natalia Jorgensen-. El mejor pronóstico de calidad de vida y sobrevida de los pacientes diagnosticados precozmente en relación con los diagnosticados tardíamente da lugar a preguntarse sobre la necesidad de implementar estrategias sanitarias dirigidas hacia la detección precoz y el tratamiento temprano, para abordar en forma integral una enfermedad que avanza lenta y silenciosamente.”
Gabriela Navarra