La Central Nuclear Atucha I acaba de cumplir 50 años de su conexión al Sistema Eléctrico Nacional, y ese hito forma parte de la cuenta regresiva para detener totalmente su operación inicialmente prevista para los primeros días de abril, lo que daría lugar a las tareas de extensión de su vida útil por otros 20 años.
Si bien la licencia de operación emitida por la Autoridad Regulatoria Nuclear para el funcionamiento de Atucha I, que se levanta en el complejo nuclear del partido bonaerense de Zárate, finalizará en las próximas semanas, la operadora Nucleoeléctrica Argentina viene trabajando en la revisión técnica y de documentación necesarias para que la central siga a plena potencia hasta septiembre, lo que fuentes de la empresa confían se podrá conseguir.
De obtenerse esa prórroga, la central podrá seguir generando energía eléctrica durante los meses de invierno y evitar así al sistema tener que reemplazar esa generación con alguna alternativa más costosa, permitirá liberar el gas natural disponible para atender el pico de demanda y eventualmente disminuirá la necesidad de importar combustibles líquidos.
Nucleoeléctrica desde 2006 comenzó a realizar los estudios necesarios para evaluar el proyecto de extensión de vida que le permitirá generar energía limpia y segura por dos décadas más, y ya en 2018 obtuvo la extensión de licencia de generación a plena potencia por un nuevo período que vence el mes próximo.
La parada de reacondicionamiento tendrá una duración de treinta meses a realizarse entre 2024 y 2026 e implica una inversión de 450 millones de dólares, la creación de 2000 puestos de trabajo directo e indirecto y la generación de oportunidades para proveedores nacionales calificados en las tareas de construcción y fabricación de componentes.
Durante ese período se implementarán un conjunto de mejoras entre las que se destacan el cambio del sistema de protección del reactor, la calificación ambiental de equipos, la modificación de los sistemas de control, la modernización y cambios en la turbina y la implementación de un simulador de alcance total específico para Atucha I, entre otras actividades.
Este proyecto permitirá mantener la potencia instalada nuclear y la diversificación de la matriz energética argentina, evitar el reemplazo por hidrocarburos y contribuir a la reducción de las importaciones de energía, evitando un incremento en los costos de la energía sustentable y contribuyendo a la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero. Además, brindará la posibilidad de conservar los conocimientos de tecnología PHWR, generar puestos de trabajo y aprovechar las capacidades existentes.
De acuerdo al plan de trabajo, la extensión de vida de Atucha I ahorraría el consumo de aproximadamente 476 MMm3 anuales de gas. Considerando la diferencia de costo anual de combustible con una central de ciclo combinado, implicaría un ahorro de entre 292 y 669 millones de dólares anuales en gastos de combustible.
Si se toma en cuenta el factor ambiental, con un costo de emisión de CO2 de 76,3 USD/tnCO2, se obtendría un ahorro en emisión de 88 millones de dólares anuales. Así, si se suman ambos factores, se obtendría un ahorro de entre 380 y 757 millones de dólares anuales comparándola con un ciclo combinado.
La inversión por unos 450 millones de dólares será solventada por un fideicomiso aprobado a fines de 2022 por la Comisión Nacional de Valores (CNV) que por un monto total de 600 millones de dólares permitirá financiar el proyecto de extensión de vida de la central nuclear Atucha I y la construcción del Almacenamiento en Seco de Elementos Combustibles Gastados de la Central Nuclear Atucha II (ASECG II), por un costo estimado de US$ 137 millones.
Atucha I inició su construcción en junio de 1968. Su reactor comenzó a funcionar el 13 de enero de 1974 e inició su producción comercial el 24 de junio de ese mismo año, convirtiéndose en la primera central nuclear de potencia de Argentina y América Latina.
La central había cumplido desde el 9 de septiembre de 2023 y por diez semanas una última parada programada para realizar tareas de mantenimiento sobre los sistemas de seguridad de la planta, como la intervención en el reactor, la ejecución del Programa de Inspección en Servicio, el mantenimiento preventivo de los generadores diésel de emergencia, de las válvulas de aislación del circuito de inyección de boro, de rectificadores, transformadores y barras del circuito eléctrico asegurado, así como también el mantenimiento y ensayos de baterías, y la ejecución de pruebas repetitivas establecidas en la documentación mandatoria.
Actualmente tiene una potencia eléctrica bruta de 362 megavatios eléctricos, superior a la potencia de diseño de 319 megavatios eléctricos. El tipo de reactor es PHWR, utiliza agua pesada como fluido principal y moderador, y uranio levemente enriquecido (ULE) al 0,85% como combustible.
Argentina ha sido pionera en América Latina en el uso de la energía nuclear. El país tiene una historia de 50 años de operación segura y eficiente en centrales nucleares de potencia. Esto se destaca posible por las continuas mejoras en materia de seguridad y al intercambio de información con otras plantas, con el objetivo de generar energía limpia y segura para el ambiente y, al mismo tiempo, contribuir a la lucha contra el cambio climático.
Nucleoeléctrica Argentina opera las centrales nucleares Atucha I, Atucha II y Embalse. La potencia instalada total de sus tres plantas es de 1.763 MW.