Malvinas, Atlántico Sur y Antártida Argentina: «Sin desarrollo no hay soberanía posible»

La Argentina que conocemos hoy es el resultado de una construcción de soberanía territorial desde 1810 hasta el presente. De hecho, 9 de nuestras 23 provincias fueron consolidadas recién durante el segundo siglo de nuestra existencia nacional. Y hace tan sólo unos pocos años pudimos finalmente demarcar el límite de nuestra soberanía en los espacios marítimos y la plataforma continental.

Cuando se sancionó la provincialización de Tierra del Fuego se incluyó, sabiamente, no sólo a las Islas del Atlántico Sur sino al Sector Antártico Argentino, reforzando así nuestra presencia y reclamación sobre la Pampa Blanca.

Más allá de llevar adelante las acciones tendientes a la recuperación de nuestras Islas Malvinas, Georgias y Sandwich del Sur, tal como manda nuestra Constitución Nacional, es imprescindible que la Argentina formule y mantenga una estrategia integral de desarrollo de sus territorios patagónicos y fueguinos en su proyección hacia la Antártida, tomando en cuenta que Argentina es un país bicontinental por tradición histórica, pero también debe serlo por conciencia estratégica.

Es necesario poder pensar la Cuestión Malvinas y sus implicancias más allá de las ideologías y coyunturas.

Este 2 de abril hacemos memoria y rendimos honor a nuestros soldados caídos y ponemos en valor la entrega de nuestros veteranos de guerra. Sin embargo, estamos convencidos que estos sentidos y merecidos homenajes no alcanzan y que la única manera de estar a la altura de la entrega de nuestros compatriotas que pusieron el cuerpo en el campo de batalla es construyendo soberanía efectiva en el Atlántico Sur y el territorio antártico, a partir de un sólido proceso de desarrollo económico y productivo.

El Reino Unido persiste y profundiza su ocupación usando la fuerza, militarizando el archipiélago y violando lo establecido por las Naciones Unidas. Nosotros, en cambio, hemos construido amplios respaldos a nuestro reclamo de soberanía en la comunidad internacional, a la vez que hemos potenciado la presencia austral y proyección antártica a partir del desarrollo científico y económico, siendo el poblamiento de la Isla Grande de Tierra del Fuego un factor decisivo para estos espacios vitales de la Argentina.

Estamos en un momento bisagra. A la par que se acelera la “carrera” entre las potencias globales en torno a la Antártida y sus recursos naturales, nuestro país sigue sin poder consolidar una política robusta, coherente y sostenida en el tiempo para el sistema geoestratégico que conforman Malvinas, Tierra del Fuego, el Atlántico Sur y la península antártica.

El 22 de febrero se cumplieron 120 años de presencia argentina ininterrumpida en la Antártida. Es apremiante que la dirigencia política, diplomática, militar, científica y empresaria dimensione y asuma plenamente el desafío de construir un país bicontinental.

No estamos hablando solamente de un ejercicio de soberanía territorial sino de crecimiento económico, generación de empleo y protagonismo internacional en la discusión antártica.

La Isla Grande de Tierra del Fuego es fundamental en este proceso. Tenemos condiciones naturales y capacidades instaladas que nos posicionan como jugadores claves en estas disputas. Es necesario desatar los nudos locales, nacionales e internacionales que impiden liberar todo el potencial latente de nuestra provincia austral y avanzar en un proceso de desarrollo integral. En términos económicos, la necesaria ampliación de la matriz productiva del subrégimen de promoción industrial de Tierra del Fuego debe tener como prioridad la proyección hacia la Pampa Azul y la Pampa Blanca.

Alimentos, pesca, energía convencional y renovable, turismo, procesamiento de residuos antárticos, desarrollo satelital, servicios navales deben complementar la producción de bienes industriales. Esto solo será posible si es acompañado por inversión pública y privada en materia de infraestructura: la construcción de un puerto en la zona norte de la provincia, la integración del polo logístico antártico de Ushuaia con el potencial de Río Grande, conexión soberana de la Isla Grande con Santa Cruz, desarrollo de la costa sobre el Canal de Beagle, entre otras obras estratégicas necesarias. Sin desarrollo no hay soberanía posible.

La Argentina no puede resignar ni lo que otros países le han arrebatado ni lo que hoy posee pero puede ponerse en riesgo si no hay una estrategia sólida. Por eso, al conmemorarse un nuevo aniversario de la gesta de Malvinas, rendimos honor y gloria a nuestros héroes, pero sobre todo, asumimos la causa por la que ellos lucharon: ejercer soberanía efectiva y real en el Atlántico Sur y la Antártida.

Martín Pérez

El autor es intendente de Río Grande, Isla Grande de Tierra del Fuego.

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