El futuro de los trabajadores: Infoworkers

«CAMBIA, TODO CAMBIA

Las innovaciones tecnológicas ocupan cada vez más el centro de la producción de bienes y servicios. La robotización de procesos, la inteligencia artificial y otras innovaciones aceleran el desplazamiento de la Humanidad de la actividad productiva, alejándola de la comprensión de las necesidades y los límites del planeta en que vivimos.

El mundo del trabajo se llena de preguntas ¿Cuál es el futuro del trabajo? ¿Qué destino le espera a los trabajadores y trabajadoras actuales?

¿Habrá, como dicen algunos, una redefinición de roles productivos que estabilizará una demanda laboral diferente con trabajo para todos en mejores condiciones de vida?

¿O nos dirigimos, como afirman otros, a un mundo distópico en el que «la inteligencia artificial y los robots reglados por los tecnócratas, harán la mayor parte del trabajo y una gran parte de la población se sentará en su casa, a vivir una vida de fantasía en el Metaverso, sobreviviendo con ingresos universales básicos pagados por el gobierno con cripto-monedas, que alcanzarán apenas para pagar su factura de internet, los recitales y los eventos deportivos a los que asistirá virtualmente»i?

El mundo cambia. Al ritmo de la incorporación de las innovaciones tecnológicas, cambian las formas de producir riqueza y las de distribuirla, cambian los dueños del capital y su relación con los medios de producción; cambian los paradigmas de explotación ilimitada de los recursos de nuestra casa común.

EL PARADIGMA TECNOCRÁTICO

La incorporación de innovaciones tecnológicas a los procesos productivos crece -en una única dirección-a velocidad exponencial. Es un crecimiento carente de una ética del desarrollo tecnológico que impida que el interés capitalista de maximizar ganancias sea el único parámetro considerado para ese desarrollo.

El papa Francisco define en Laudato Si al paradigma tecnocráticoque cruza horizontalmente esta crisis, como una corriente de intereses que actúa «como si la realidad, el bien y la verdad brotaran espontáneamente del mismo poder tecnológico y económico»ii

El paradigma tecnocrático impone una visión equivocada sobre el proceso que determina el sentido del desarrollo tecnológico, equiparándolo a los procesos que pueden producir un único resultado: por ejemplo el del desarrollo de una semilla de naranjo, «que sólo puede producir naranjas…».

Esto no sucede con la tecnología. Su desarrollo es el resultado de decisiones que determinan que su sentido sea ése y no otro. Esas decisiones se toman desde el poder.

Es un proceso político que debe ser resuelto políticamente.

OTRO DESARROLLO TECNOLÓGICO ES POSIBLE

Para dar a luz un ideario tecnológico diferente no basta con revisar críticamente las ideas que la sociedad ha naturalizado y adoptado a través de cientos de años de vigencia del actual sistema económico y de las teorías que impusieron sus principales beneficiarios.

El pensamiento del papa Francisco en Laudato SI contextualiza el desarrollo tecnológico desde una visión antropocéntrica que ha desaparecido de las teorías económicas vigentes y motoriza la enunciación de algunos principios que quizás, puedan aportar a un ideario tecnológico diferente que aún está por escribirse.

1. El trabajo es un derecho inherente a la condición humana y el camino para alcanzar su plena dignidad.

«No hablamos sólo del trabajo manual o del trabajo con la tierra, sino de cualquier actividad que implique alguna transformación de lo existente, desde la elaboración de un informe social hasta el diseño de un desarrollo tecnológico.» (Papa Francisco – LaudatoSI #125)

2. El capitalismo ha reducido al trabajo y al trabajador a la categoría de un insumo más.

Una materia prima a la que denomina como «recurso humano», que corre la misma suerte que cualquier otra cuando los números no cierran y las ganancias dejan de ser tales.

Esta concepción ha llevado a la Humanidad a un punto límite, en el que una creciente proporción de la población mundial es expulsada del sistema productivo y condenada al hambre y a la indignidad.

3. La tecnología, puesta al servicio del pensamiento capitalista, conspira contra la posibilidad de crear trabajo.

Cuando la participación del trabajo humano en los costos era «significativa», explotaron las condiciones sociales -muchas veces miserables- de países de menor o nulo desarrollo industrial.

La aparición de nuevos dispositivos tecnológicos redobló la apuesta del capitalismo. Así, las fábricas automotrices que empleaban miles de empleados en los años ´70 hoy emplean al 10% en sus líneas de producción robotizadas. Y menos aún en un futuro inmediato.

«El paradigma tecnocrático también tiende a ejercer su dominio sobre la economía y la política. La economía asume todo desarrollo tecnológico en función del rédito, sin prestar atención a eventuales consecuencias negativas para el ser humano. Las finanzas ahogan a la economía real.» (Papa Francisco – LaudatoSI #107)

4. Los denominados «avances tecnológicos» constituyen el corazón de la dependencia

«Hay que reconocer que los objetos producto de la técnica no son neutros, porque crean un entramado que termina condicionando los estilos de vida y orientan las posibilidades sociales en la línea de los intereses de determinados grupos de poder.» (Papa Francisco – LaudatoSI #107)

La «tecnología de avanzada» que importamos -y también la que fabricamos- siguiendo las decisiones e imposiciones de los poderes dominantes, nos incorpora a una carrera eterna tras una zanahoria inalcanzable.

UN NUEVO TRABAJADOR

En medio del caos que origina la transformación de la matriz productora de bienes y servicios a partir del aceleramiento exponencial de la incorporación de innovaciones tecnológicas, cada vez se hace más nítida la figura de una nueva clase de trabajadores, cuyas características y derechos están aún por determinarse en un contexto de impredecible evolución.

La aparición de este nuevo actor social no es un dato menor. A mediados del siglo pasado, la Argentina vivía un proceso de similares características, cuyos efectos llegan hasta nuestros días: el peón rural trasladado a los centros industriales como consecuencia de explosivo crecimiento productivo que nuestro país tenía en esos días, configuró a un nuevo actor social: el trabajador industrial criollo, que conformó la base social y el principal apoyo político del movimiento peronista y sentó las bases de la organización gremial de los trabajadores que aún hoy continúa vigente.

Las nuevas formas de producción están dando origen a un nuevo trabajador. Sin embargo, a diferencia del proceso que instaló al trabajador industrial criollo como actor social, la aparición de este nuevo trabajador no es reciente.

Es un perfil laboral que surge de la mano de los desarrollos electrónicos que, a partir de los años ´60 posibilitaron la aparición de la herramienta sobre la que se monta el actual proceso de cambio: la computadora.

Origen y causa de todo lo que vino después, las computadoras generaron nuevos perfiles laborales que dieron lugar a la aparición de trabajadores diferentes. A los que, a falta de un nombre más apropiado, la sociedad comenzó a denominar como «trabajadores informáticos».

El desembarco social de los trabajadores informáticos no pasó inadvertido. Ya en el inicio de la década del ´70, , se organizó el primer gremio de trabajadores informáticos con el hoy vetusto nombre de Asociación de Trabajadores de Procesamiento de Datos y el acrónimo ATPD. Fue un gremio que, gracias al golpe cívico-militar de 1976, tuvo una corta vidaiii.

En los años ´80, luego del regreso de la democracia, la demanda de reconocimiento social de los trabajadores informáticos adoptó una nueva forma a través de los intentos de organización de consejos profesionales específicos, de los que fue pionero el denominado Consejo Profesional en Ciencias Informáticas CPCI.

Pero el acontecimiento que marcó un antes y un después en el proceso de identificación de ese nuevo actor social sucedió a fines de la década del `90. Más precisamente, en el ya lejano 1999.

Ese año se creó la Asociación Civil Infoworkers Trabajadores de la Información, cuyo estatuto definía a los infoworkers como ««una nueva clase de trabajadores, que expresan condiciones laborales, necesidades propias y conductas diferenciadas y está buscando sus caminos de expresión».

La incorporación de innovaciones tecnológicas a nuestra vida personal y a nuestro trabajo acaecida en los últimos veinticinco años es de tal magnitud, que las condiciones descriptas en esa definición se extiende a un número cada vez mayor de trabajadoras y trabajadores. A punto tal que hoy podemos afirmar que, más temprano que tarde, todos seremos infoworkers.

La libertad del infoworker

A este nuevo trabajador se lo suele calificar erróneamente como más libre, porque mantiene una relación líquida (al decir de Baumann) con sus empleadores y con su propio trabajo.

Nada más falso que ese concepto sobre la libertad.

Vale recordar las palabras del filósofo coreano Byung-Chul-Han, que dice respecto a la libertad: «Hoy creemos que no somos un sujeto sometido, sino un proyecto libre que constantemente se replantea y se reinventa. El sujeto del rendimiento, que se pretende libre, es en realidad un esclavo. Es un esclavo absoluto, en la medida en que sin amo alguno se explota a sí mismo de forma voluntaria. El sujeto neoliberal como empresario de sí mismo no es capaz de establecer con los otros relaciones que sean libres de cualquier finalidad. Entre empresarios no surge una amistad sin fin alguno … La libertad es fundamentalmente, una palabra relacional

Ser libre no significa otra cosa que realizarse mutuamente.«

Jorge Zaccagnini