El manejo de la pandemia en números, Argentina y el resto de América Latina

Como resultado de los efectos directos e indirectos de COVID-19, entre 2019 y 2021 México, Perú y Bolivia tuvieron algunas de las mayores caídas del mundo en términos de expectativa de vida al nacer y de incrementos en el exceso de mortalidad, confirma un estudio «que proporciona la visión más completa del costo de la pandemia en la salud humana hasta la fecha», informó en un comunicado el Instituto de Métricas y Evaluación de la Salud (IHME) de la University of Washington, en Seattle, Estados Unidos.

Como contrapartida, países como Uruguay, Costa Rica, Panamá y Argentina sufrieron un impacto relativamente menor en ambos indicadores estadísticos pese a que también tuvieron un número no desdeñable de mortalidad y hospitalizaciones.

«Los resultados podrían ser considerados un proxy [valor que permite inferir otro] algo útil respecto de la manera en que los distintos gobiernos nacionales y subnacionales manejaron la respuesta a COVID-19, pero solo muestran los efectos de la pandemia sobre la mortalidad en 2020 y 2021 y no consideran otros factores, como los desenlaces de salud no fatales», manifestó a Medscape en español uno de los primeros autores, Austin E. Schumacher, Ph. D., profesor de ciencias de métricas de salud en el instituto.

El estudio, publicado en The Lancet, recopiló más de 22.000 fuentes de datos para presentar estimaciones actualizadas del Estudio de Carga Mundial de Enfermedad 2021 para 204 países y territorios y 811 lugares subnacionales entre 1950 y 2021.[1] Y a partir del análisis de un subgrupo de estas fuentes concluyó que en los primeros dos años de la pandemia hubo 15,9 millones de muertes en el mundo atribuibles tanto a la infección por SARS-CoV-2 como a sus efectos indirectos, por ejemplo, al retraso en la búsqueda de atención médica. La cifra es algo superior, pero comparable a los 14,9 millones que estimó la Organización Mundial de la Salud (OMS) en mayo de 2022.

Los investigadores también constataron que a nivel global la esperanza o expectativa de vida al nacer declinó en 84% de los países y territorios durante los primeros dos años de la pandemia y restó en total 1,6 años, lo que representa una brusca reversión de los progresos experimentados en esa medida estadística desde la última mitad del siglo pasado. El hallazgo «demuestra el potencial impacto devastador de los nuevos patógenos», afirmó Schumacher.

Y el impacto real de la pandemia de COVID-19 es aún mayor porque el estudio no abordó las decenas de millones de personas que sufren las manifestaciones de COVID-19 persistente, destacó en una columna el Dr. Eric Topol, director del Scripps Translational Science Institute, en La Jolla, Estados Unidos.

Resultados «trágicos»

Cuando se observan Latinoamérica y el Caribe como un todo, la tasa de exceso de mortalidad debida a COVID-19 durante 2020 y 2021 en muertes cada 1.000 habitantes fue de 1,99, casi el doble de la tasa global (1,04) y por encima de las tasas de Europa Occidental (0,85), África del Norte y Oriente Medio (1,33), sur de Asia (1,28), sudeste asiático (0,70), Oceanía (0,69) y África subsahariana (1,13). La expectativa de vida al nacer cayó de 76 años en 2019 a 73,3 en 2021.

Pero a nivel de los países el panorama es dispar. México en general y la Ciudad de México en particular, presentan algunos de los peores resultados en la región e incluso en el mundo. En México la tasa de exceso de mortalidad debido a COVID-19 en 2020 y 2021 fue de 2,61 muertes por 1.000 habitantes, la tercera más alta de Latinoamérica después de Perú (4,27) y Bolivia (4,19).

La expectativa de vida en México bajó a nivel nacional de 75,6 años para aquellos nacidos en 2019 a 71 en 2020 y a 70,9 en 2021. Pero la caída fue mayor en la Ciudad de México: de 76,5 años en 2019 pasó a 69,9 en 2020 y 67,4 en 2021, un desplome de casi diez años que retrotrajo la situación a la esperanza de vida que los nacidos en la capital mexicana tenían a mediados de la década de 1980 y que supera al descenso experimentado entre 2019 y 2021 por dos provincias sudafricanas que tuvieron las mayores caídas de África, KwaZulu (-6 años) y Limpopo (-5,5 años). En cambio, Quintana Roo (-2,1 años), Chihuahua (-2,6 años), Guerrero (-2,6 años) y Durango (-2,6 años) fueron las entidades de México con los menores descensos.

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