«El ajuste del Estado que está llevando el gobierno e Javier Milei, que supone la eliminación de los subsidios energéticos, se da en un marco de gran desbarajuste y desequilibrio, y desorden de los precios relativos.
Un gráfico sobre la dinámica de los precios relativos de la rigurosa economista Marina Dal Poggetto presenta varias referencias, como los salarios del sector privado formal en el que para muchos fue el último período de normalidad en la Argentina: 2018, antes de la crisis que determina el final del gobierno de Macri, hasta febrero de 2024. Este factor, los salarios privados, tuvo una variación de 1500%. Otra de las referencias es el dólar oficial donde hubo una variación de 2145% en ese período de 2018 hasta febrero pasado. Por otro lado, el nivel general de precios, la inflación, fue de 2500% . Y también aparece el dólar de contado con liquidación, que es lo más parecido a un dólar libre: tuvo una variación de 2705%. Estos son los parámetros para saber en dónde están los demás precios, en relación con el salario, el dólar oficial, la inflación y el dólar contado con liquidación.
El más alto de todos los aumentos es el de adquisición de vehículos. Si la inflación fue de 2500%, los vehículos subieron 3500%. Una rentabilidad espectacular de las empresas automotrices. Vienen de las casas matrices y se sorprenden de la rentabilidad argentina. Claro, tampoco podían remitir los dividendos. Medicamentos tuvo una variación de 3477%. Hay que aclarar algo: la industria de los medicamentos le cobra esto al mercado común, pero brinda medicamentos a un precio por debajo del mercado al PAMI, que representa el 40% del consumo de medicamentos. Pero igual estamos hablando de 3477% de aumento de los medicamentos contra una inflación de 2500%. Una parva de plata. También aparecen electrodomésticos, que incluyen electrónicos de Tierra del Fuego: 3400% de aumento contra 2500% de inflación y ni que hablar con el salario que se quedó en 1500%. Frutas y verduras, 3200%; azúcar, 3200%; tabaco, 3100%; leche y lácteos, 2816%. Los bienes aumentan de manera muchas veces delirante por una economía que facilita ese aumento por su altísimo nivel de protección. Una economía muy cerrada. Tan cerrada como la brasileña, por el Mercosur, y ahora con una protección adicional que se llama Impuesto PAIS, que se carga sobre todos los bienes importados. Esto permitió que estos precios relativos se dispararon mucho sobre la inflación y obviamente muchísimo sobre el salario.
Por otro lado, en el “infierno” de este cuadro, en la parte de abajo, con precios muy atrasados, están electricidad, gas y combustibles con un aumento de 901%. Este es el atraso del que se quejan las empresas de estos rubros. El alquiler 1000%. Muy por debajo del salario y también del nivel de precios. Es decir que alquilar un departamento fue un pésimo negocio entre 2018 y 2024. También hay un atraso en la educación. Ni que hablar de las jubilaciones con 1300%. Internet y telefonía fue otro de los rubros regulados: 1600%, por encima del salario y por debajo de la inflación.
El sector de las prepagas, para febrero, sin los últimos aumentos, estaba por encima de los salarios formales, por debajo del dólar oficial y bastante por debajo del nivel general de precios, de la inflación. Ese nivel fue, en todo el período, de 2500% y el aumento de las prepagas, de 1900%.
Hoy se desencadenó una discusión sobre ese tema por el tuit de Luis “Toto” Caputo, en el que dijo que las prepagas “les están declarando la guerra a la clase media”. Se metió en un berenjenal con esta afirmación por varias razones. La primera es que no es que las prepagas salieron de golpe a agredir a la clase media. Hay un decreto, el decreto Sturzzenegger, firmado y defendido por el Gobierno, que desreguló a las prepagas y, como dice el texto de esa norma, “eliminó las restricciones de precios”. Fue el Gobierno el que le dio la posibilidad de ir recuperando el terreno perdido respecto de la inflación.
¿Qué dicen los dueños de las prepagas? Que si seguíamos con este atraso, estábamos condenando a las clínicas a quebrar y a los médicos a empobrecerse. Los médicos ya estaban cobrando por fuera del sistema, lo que se llaman copagos, que muchas veces eran impagables para los pacientes.
Dramatizando mucho, el sector de las prepagas dice que “si querían mantener este precio controlado y por debajo de los costos, lo que tendrían que hacer es estatizar”. El Gobierno no fue por ese camino sino por el de liberar, siguiendo su ideología. Entonces, a Caputo se le podría decir que eso lo hizo él, no es que lo hicieron las prepagas.
Hay otra cuestión más a observar en el tuit de Caputo. Y es que el ingreso principal de las prepagas tiene que ver con los salarios. ¿De dónde vienen los recursos que tienen las prepagas? Básicamente, del aporte salarial obligatorio a una obra social, que después va a la prepaga -ahora esa intermediación, felizmente, el Gobierno la suspende en el mismo decreto- y de lo que cada uno destina de su sueldo a mejorar ese aporte. Así se constituye el pago a este sector de la economía, que es el de los financiadores de la salud. La novedad es que el Gobierno, que no controló el precio de las prepagas, tiene pisado el precio de los salarios.
En este contexto aparece el conflicto con los camioneros, quienes consiguieron un acuerdo con el sector empresarial de más o menos el 25% para marzo, que el Gobierno no quiere homologar por encima del 15%.
¿Qué dicen los sindicalistas ortodoxos? Se volvieron ultraliberales de golpe. Se preguntan cómo un gobierno liberal, que libera todos los precios, incluso los de la salud, el único precio que controla es el salario. ¿Qué diría un sindicalista? Si vos liberás el precio del salario no habría tanto problema en pagar la prepaga. Segundo ataque a la clase media: lo estaría realizando el propio Caputo, pisando estos salarios y produciendo una gran licuación, que es una de las claves de este programa, objetada inclusive por el Fondo Monetario Internacional (FMI), que corre al Gobierno desde la izquierda.
Hay una tercera dimensión que plantea alguna perplejidad respecto de este tuit del ministro de Economía y que tiene que ver con los precios de las tarifas de servicios públicos. Si tuviéramos que pensar qué va a pasar con esos precios, por ejemplo, el del gas, una familia de clase media va a tener un aumento de alrededor de entre 400 y 500%. ¿Quién dispone ese “ataque a la clase media”? Caputo actualizó los precios. Es más, muchas empresas de transporte y distribución de gas dicen que pidieron menos y les dieron de más.
Si tuviéramos que tomar un hilo conductor de la historia reciente de la Argentina es este: el peso de las tarifas en el salario formal. Cuánta participación tienen en los ingresos de una familia, o de un asalariado registrado, los servicios públicos de electricidad y gas.
Desde diciembre de 2001, hubo curva descendente con el kirchnerismo, fue un gran atraso tarifario que produjo distorsiones extraordinarias de las que no podemos salir hasta ahora. Tuvimos que importar energía, con lo que implicó para las reservas del Banco Central, y tuvimos un desborde de gasto y consumo porque nos regalaban la energía.
El kirchnerismo dejó el 2,9% de participación de las tarifas en el salario, y Macri lo llevó al 12.2% en tres años. Cuando en 2019 uno le preguntaba a la gente por qué se había enojado con Macri, la respuesta era por las tarifas. En el gobierno de Alberto Fernández hubo un nuevo atraso tarifario, un pico al final hecho por Massa: otro retraso para la campaña electoral. De acuerdo a los cálculos del estudio, se ubicará en el 12.1% en julio, por las actualizaciones que ya tiene programado el ajuste de precios de la energía: de 4,1% a 12,1 en seis meses.
Este es un ajuste muy importante sobre el salario que habrá que ver qué efecto tiene sobre el estado de ánimo de la población. Después hay que ver qué efecto tiene sobre otro frente, el judicial, porque es donde aparece el problema de la Corte.
Cuando Macri produjo el primer aumento de tarifas en 2016 hubo un fallo de la Corte, y el voto principal fue el de Horacio Rosatti, el actual presidente de la Corte, que estableció que el aumento del precio de las tarifas debe ir de la mano de la actualización del salario. Si quiero mover las tarifas al nivel de la inflación, hay que mover el salario y llevarlo también al nivel de la inflación. Estas dos variables, tarifas y salario, deben moverse juntas, dice la Corte. Específicamente, lo dijo Rossatti. Esa bandera la tomó después Sergio Massa para enfrentar a Macri a fines de 2017 y comienzos de 2018 con el aumento progresivo de tarifas que había dispuesto en tres años.»