Por primera vez en décadas, en el mundo se aplican de manera abrumadoramente explícita y activa políticas públicas para garantizar esquemas industriales que permitan apuntalar el desarrollo económico en sus dimensiones productiva, social y ambiental.
A contramano, como consecuencia de la crisis actual, en Argentina emergen expresiones que señalan al Estado como el causante de todos los males actuales, enemigo a desaparecer o bien desintegrar hasta la mínima expresión necesaria que sólo garantice la propiedad privada. En esta nota proponemos reflexionar que la crisis actual no es consecuencia de la implementación de políticas públicas en términos de planes integrales y articulados, sino más bien su escasez.
En el mundo, ser neoliberal pasó de moda. La oleada globalizadora que inició en la década de 1970 finalizó de manera gradual con la crisis financiera de 2008 y terminó de asentarse de manera explícita con la asunción de Donald Trump en EE.UU. Como en cada crisis, la asignación de recursos volvió a estar en el foco de la sociedad y de los gobiernos. Garantizar la demanda de trabajo al interior de los países desarrollados en un contexto de automatización digital y emergencia de la manufactura asiática, dado además el mayor salario medio de partida en las economías del centro global, se convirtió para estas en un desafío triple.
En este marco, la administración del comercio exterior volvió a ser la regla en las economías del mundo. Mediante reglamentos técnicos e instrumentos de diversa índole, calificados por la Organización Mundial del Comercio como “Obstáculos Técnicos al Comercio”, los países comenzaron a replanificar su economía.
Foto: Organización Mundial del Comercio.
Este nuevo marco del comercio internacional no circunscribe las políticas económicas aplicadas a meramente regular dicha materia, sino que se articuló en planes productivos integrales a mediano plazo, comprendiendo escalas regionales y períodos de maduración que permitan reducir costos en un mundo cada vez más competitivo. La falta de contenedores durante la pandemia y la guerra aceleraron estas dinámicas, consolidando el reshoring.
Hoy Estados Unidos continúa y profundiza de manera más agresiva las políticas públicas iniciadas por Trump en este sentido. En la misma línea, distintos países de Europa implementan planes a 5 y 10 años enfocando en la economía circular, las energías renovables y las tecnologías más avanzadas con inversiones erogadas por el Estado y apuntando a consolidar el desarrollo de proveedores locales. Vale la pena revisar en qué andan las economías llamadas avanzadas, al menos para no citarlas en vano.
Entre 2020 y 2021 en Estados Unidos se lanzó el marco legislativo Build Back Better, cuyo objetivo es invertir en el desarrollo de infraestructuras, energías menos contaminantes y la generación de puestos de trabajo. Se centra en mejorar la productividad y promover el crecimiento económico, implicando la mayor inversión del último siglo por parte del Estado en muchos de los aspectos apuntados.
El último plan de política productiva del Reino Unido es La Estrategia Industrial del Reino Unido, cuyo objetivo es impulsar la productividad y la innovación en diversas industrias, el aumento de la demanda de trabajo calificado y la mejora salarial. Por su parte, Alemania se enfoca en la Estrategia Nacional de Industria 2030, la cual se centra en reforzar la competitividad industrial a través de inversiones en digitalización, investigación y desarrollo, y procesos de producción sostenibles. ¿El objetivo? Aumentar la productividad y mantener la posición de Alemania como líder tecnológico en la manufactura industrial.
Japón avanza con la iniciativa Sociedad 5.0, cuyo objetivo es crear una sociedad «superinteligente» aprovechando la tecnología y la innovación para promover la productividad a través de la digitalización, la inteligencia artificial y la robótica. También Canadá avanza con el Plan de Innovación y habilidades, cuyo objetivo es promover el crecimiento económico y mejorar la productividad a través de inversiones en innovación, desarrollo de competencias junto con inversión en investigación y desarrollo. Se centra en fomentar una economía del conocimiento y mejorar la competitividad.
Australia ha puesto en marcha la Estrategia de Fabricación Moderna, centrada en apoyar la fabricación avanzada, la innovación y la creación de empleo en sectores clave como los productos médicos, el espacio, las energías limpias y el reciclaje. De nuevo en Europa, el Plan Francia 2030 sintetiza la estrategia industrial nacional para la próxima década, cuyo objetivo es modernizar y fortalecer la industria del país en sectores considerados estratégicos, vinculados a las energías limpias, el sector médico y la digitalización.
Pero no sólo los países considerados desarrollados avanzan en este tipo de planes. India avanza hacia el empoderamiento digital a través de la economía del conocimiento. Sudáfrica ya comenzó a implementar su Plan Nacional de Desarrollo en pos de eliminar la pobreza y reducir la desigualdad para 2030. En medio oriente, tanto Arabia Saudita como los Emiratos Árabes Unidos apuntan a diversificar su economía y reducir su dependencia del petróleo para 2030.
Más cerca en tiempo y en espacio, Lula da Silva relanzó el Plan de Aceleración del Crecimiento para que mediante la combinación de inversión pública y privada se fortalezcan sectores como la energía, la logística y la infraestructura.
En un mundo en el que los países planifican sus estructuras productivas a mediano plazo y comercian con mayor cautela resulta cada vez más difícil exportar. En otras palabras, se volvió más difícil venderle al mundo y Argentina redujo notablemente sus exportaciones en la última década, tanto en volumen como en cantidad de exportadores. A su vez, esto redujo la oferta local de divisas y con ello la capacidad de garantizar niveles crecientes de consumo sostenibles.
La experiencia demuestra que con planificación operativa y articulación territorial en conjunto con la sociedad civil es posible alcanzar resultados más virtuosos que los obtenidos por la mera ley de libre mercado. Además, que las especificidades geográficas y las condiciones históricas importan, así como también son relevantes las relaciones de poder vigentes entre unidades económicas.
El mundo avanza en planes productivos, energéticos y logísticos mirando al mediano plazo. Argentina cuenta con un potencial enorme en dichos ejes de acción y dejar pasar el tren llevaría a desaprovechar una oportunidad histórica para que nuestro país consolide su estructura productiva.
Ignacio Mira