El Programa Nuclear Argentino está machucado. Pero no muerto

Introducción (medio larga) de AgendAR:

A veces es buenísimo equivocarse.  Y dos veces al hilo, doblemente bueno.

Veíamos venirse un nuevo desastre para el Programa Nuclear Argentino, pero (primera equivocación mía) no es un desastre generalizado. Aunque efectivamente se haya vuelto a parar ahora se reanudó la obra uno de los dos proyectos estratégico de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA). Es el reactor multipropósito RA-10, que si se inagura en 2026, hasta 2030 será el mayor y mejor productor y exportador de radioisótopos médicos del planeta.

El otro proyecto estratégico de la CNEA, quizás aún más estratégico, por ahora murió. Le sucede con frecuencia. Es la central nuclear compacta CAREM, el primer proyecto SMR (Small Modular Reactor) de la historia, y también la primera centralita nucleoeléctrica argentina exportable. A saber, fue cajoneado en planos durante los gobiernos de Carlos Menem y el de Fernando de la Rúa, pese a pedidos expresos de Turquía para venderlo «en vaquita» en 30 países. Inició obra en 2007, y se topó con las dificultades técnicas propias de un prototipo innovador: nadie hizo una central nucleoeléctrica refrigerada a agua únicamente por convección, a prueba de accidentes por recalentamiento, y capaz de fabricarse en serie, como un avión, y hacer el montaje en obra.

En 2017 lo pude ver, junto a las Atuchas 1 y 2, cuando la obra ya estaba parando, poco a poco.

Mauricio Macri lo congeló totalmente a partir de aquel año. También paró el RA-10, y en general todos los proyectos nucleares de importancia. El gobierno de Javier Milei, enérgicamente de los anteriormente nombrados por ser antieducativo, anticientífico, antiindustrial y pro-estadounidense, pero las cuatro cosas de un modo explícito, obviamente también lo paró. Ni duda de que la orden de «stop» se escribió en inglés. Tiene un 70% de avance de obra. Era tan obvio que Milei iba a liquidar el CAREM que ni siquiera es noticia.

No son frecuentes las muestras de racionalidad económica por parte de este gobierno. Pero el RA-10 cierra tan bien de números, y está tan cerca de la terminación de obra, que es posible que lo termine poniendo en marcha el propio Milei, si sigue en su cargo en 2026. Probablemente la obra continúa sólo por eso: siempre es bueno cortar una cinta y ponerle nombre a un fierro impresionante, cuando se quiere un poco de gloria real, en lugar de premios truchos y Nobeles imaginarios.

El RA-10 tiene la capacidad de apoderarse del 20% del mercado mundial de radioisótopos médicos e industriales, pero lo que se dice «de taquito». En realidad, técnicamente puede mucho más que un 20%. 

Para ponerlo en números, el ítem principal del negocio de radioisótopos es ún único radioisótopo: el molibdeno 99 metaestable. Se usa en el 80% de los diagnósticos médicos por imagen nuclear. Pero como la población mundial envejece y con ella su necesidad de diagnóstico y terapia en oncología, cardiología, neurología e inmunología, en 2024, todo el mercado planetario de radioisótopos va cerrar en U$ 9.928 millones. Pero se espera que llegue a U$ 14.770 millones en 2029, un 8,29% más. Crece y crece desde hace tres décadas. Sólo paró durante la pandemia. Ahora sigue.

El mayor mercado de radioisótopos médicos, en tamaño, hoy es el norteamericano, pero el de mayor velocidad de crecimiento es el asiático. Los reactores de producción que hoy sostienen (y muy mal) esta demanda son pocos y viejos. Hay tres excepciones: el de Australia (inaugurado en 2006 por la Argentina INVAP), el de Holanda (a inaugurar por INVAP en 2029, enorme) y el RA-10, a punto de terminarse. Muy probablemente, el mejor.

Parte del éxito argentino en reactores multipropósito se debe al fracaso de la salud pública en el Occidente moderno. El molibdeno 99m falta en casi todos los países integrantes del 20G, porque la plata se la llevan los comercializadores, no los fabricantes. Es una tragedia médica bien silenciada. Demasiados ricos de países ricos se mueren debido a diagnósticos pobres, y ni se enteran. 

Con las «traders» como dueñas de la pelota, los propietarios reales de los reactores, clasificables genéricamente como «el estado bobo», están para pagar las cuentas de diseño, construcción, licenciamiento, puesta en marcha, gestión del combustible gastado, mantenimiento, modernización, formación de personal y adquisición de otra planta más para reponer la de hoy, cuando ésta envejezca demasiado. Luego el estado bobo paga también su decomisión.

Se sabe que un reactor de radioisótopos está demasiado viejo cuando pasa más tiempo en reparación que parado, y cuando las autoridades regulatorias empiezan a gruñir que lo van a cerrar, porque a fuerza de corrosión de caños se ha vuelto inseguro.

Los que desde los ’90 le pasan gratis el dedo al dulce de leche de la torta son «las siguientes firmas a las que les interesa el país», como decía Bernardo Neustadt. Son NTP Radioisotopes SOC Ltd, Bayer AG, GE Healthcare, Nordion Inc. (Sotera Health Company) y Cardinal Health Inc. Y los países (incluido el nuestro) les interesan por vampirismo. Si faltan reactores de producción en el mundo, es porque los que hay están viejos y ya no dan más. Generaron y aún lograr generar torrentes de plata, pero al estado bobo que hizo cada reactor no le vuelve un vintén, al decir de Borges.

En términos de granja láctea, y visto con óptica de propietario, el mercado mundial de radioisótopos funciona así: «Vos vendé tranquilo la leche, el yogurt e incluso el queso, que yo pago el pasto, el veterinario y me ocupo de gestionar la bosta».

Si con este bizarro gobierno anti-gobierno un proyecto tan gubernamental como el RA-10 se termina, mientras el resto del Programa Nuclear Argentino se va al bombo, es porque habrá quienes le regalen el negocio de distribución y venta de los radioisótopos producidos en Ezeiza a algunos de los ut supra citados. Eso se hace con un contrato leonino, sin alusiones personales. Y no estaría inventando nada: todos los estados productores de Occidente consienten esa aberración desde los ’90.

Nada impediría que la CNEA vendiera con marca propia. Como el mercado crece mucho, siempre hay nuevos productos y/o compradores. El resultado es que fuera del cártel de estas cinco grandes distribuidoras, hay mercado nuevo y aún fragmentado, que deja lugar para jugadores nuevos. Pero además, este país tiene un prestigio nada nuevo en este rubro: la medicina nuclear del Cono Sur existe gracias a los radioisótopos que produce desde 1967 el RA-3, también en Ezeiza, y también de la CNEA. 

El RA-3 envejeció bien. Fue repotenciado y modernizado varias veces, y es la causa por la que un argentino sin prepaga u obra social puede hacerse un estudio de imagen con molibdeno 99m, y se sabe con razonable exactitud qué tiene y cómo tratarlo. En cambio, un canadiense, un californiano o un alemán, incluso platudos son rutinariamente derivados a placas de rayos X, tomografías o resonancias magnéticas, de menor capacidad diagnóstica. Y ni se enteran de que tenían mejores opciones. Cantidad se muere porque un tumorcito de pulmón no apareció en la imagen, ya que ésta muestra morfología tisular, pero no metabolismo celular. El metabolismo de las células tumorales es altísimo, un punto luminoso.

Los EEUU cerraron todos sus reactores de producción de radioisótopos porque se abastecían en Canadá, cuyo viejo reactor NRU dominaba el 40% de la producción mundial. Pero el NRU tuvo que cerrar por viejo e inseguro, tras demasiadas renovaciones de licencia por parte de la Canada Nuclear Safety Commission, equivalente de nuestra Autoridad Regulatoria Nuclear. Si a un regulador nuclear independiente y que sabe su oficio lo apretás públicamente con que vas a dejar sin radioisótopos a los cancerosos, éste te va a contestar que el accidente de un reactor grande también puede causar muertes, pero además él/ella van en cana. Eso pasó en Canadá y EEUU, que inventó la energía nuclear, se quedó sin radioisótopos.

Hoy en la tierra de los valientes y hogar de los libres existen el diagnóstico y la medicina nuclear, pero para muy pocos. Y lo que consiguen, lo rasquetean de los excedentes de producción del OPAL, en las antípodas del planeta. Es ése ese reactor bellísmo, en medio de un bosque en una colina de Sydney, que INVAP entregó funcionando a Australia en 2006. Desde entonces, como admiten hasta los canadienses, el mejor del mundo.

Los países del la UE salen del paso a la que te criaste, con la producción de reactores en Bélgica, Sudáfrica, Francia y Polonia, que es insuficiente porque esos cuatro reactores están más para el arpa que para la guitarra. Rusia se autoabastece, ignoro si totalmente. Probablemente sí. No tiene una población grande (143 millones) pero sí bastante vieja. Y particularmente al este de los Urales, está desparramada por la extensión mayor de hielos polares, de tundra y de taiga boscosa del mundo, territorios enormes y poco habitados. Eso no facilita traslados de pacientes. Pero ROSATOM parece tener un sistema rápido de distribución por aire, ya que Aeroflot perdió 7 aviones de su flota por incautación en el exterior, pero mantiene 168 aviones, 2/3 Airbus, y el resto Boeing. Son bastante modernos: 8 años de edad promedio.

Este dato importa: el molibdeno 99m tiene una vida media cortísima, no es estoqueable, y tiene que poder pasar por las aduanas como un tiro, por canales legalmente preestablecidos. Una fuente blindada grande que llega a tiempo a una clínica genera decenas de miles de diagnósticos. Pero a la semana, el molibdeno 99m transmutó a tecnecio 99m, que es el producto útil en diagnóstico, y éste transmuta velozmente en tecnecio 99, médicamente inútil porque tiene demasiada vida media.

No por otra cosas nuestro viejo RA-3 y nuestro futuro RA-10 están en el partido de Ezeiza, a minutos del mayor aeropuerto internacional del país. Lo dicho, si hay centros dedicados exclusivamente a medicina nuclear en 12 provincias, si hubo planes hasta 2015 de llegar a las 9 faltantes, si se consiguen radioisótopos médicos en Uruguay, Chile, Paraguay y en el Brasil Gaúcho, es porque históricamente la CNEA invierte entre el 11 y el 20% de su presupuesto en este asunto. No por nada el RA-3 se inauguró con 0,5 MW térmicos de potencia, y hoy a fuerza de reingeniería y mejoras tiene 10, 20 veces más. El RA-10 tendrá 30 MW térmicos. Es una potencia considerable. Incluso tiene 4 torres de enfriamiento, para la refrigeración del núcleo.

China recién empieza a desarrollar su medicina nuclear. Nunca nos compró un reactor ni lo hará jamás, por orgullo nacional y porque tiene sus propias empresas nucleares a defender. Pero para acelerar su despliegue en radiofármacos, no tuvo problema alguno en comprarle a INVAP la tecnología de su planta de extracción, purificación y formulación farmacológica del producto de sus reactores. La India, hoy el país más poblado, pese a tener un desarrollo nuclear totalmente autónomo, nos compró completa su planta de radiofármacos, llave en mano. 

Si los australianos, con ese poderoso chiquitín del OPAL (20 MW de potencia térmica) llegaron a dominar el 40% del mercado mundial pre-pandemia es porque ese fierro argento que les vendimos tiene presentismo total: trabaja 6 días por semana y el 7mo se para para inspección y mantenimiento. Y dale que dale, semana tras semana, años tras año. No hay manera de romperlo.

Desde 2000, cuando pude ver el OPAL en planos, me retorcí de envidia. Quería que la Argentina, que lo diseñó y construyó, pudiera tener una planta así, mucho más potente y sofisticado que el RA-3. En el país que nos dejaron Carlos Menem y Fernando De la Rúa era imposible: TODO desarrollo nuclear argentino produce alergia en el State Department, que nos considera un «threshold state», un país que está siempre al borde de hacer bombas atómicas.

Ése fue siempre el verso que usaron para echarnos del mercado mundial de tecnología nuclear pacífica, y les viene saliendo bastante mal. Más bien, venimos corriéndolos con la vaina a ellos. En el que país nos dejó Mauricio Macri, la obra, del RA-10, iniciada en 2017, se paró porque el presupuesto era el de la mitad que en 2015, pero la mitad en pesos de 2017. Era previsible, pero fue duro.  

La historia nuclear criolla es impredecible. ¿De adónde salió el proyecto del RA-10? En 2010, Cristina Kirchner y Dilma Rousseff habían firmado un acta conjunta para tener dos reactores aún mejores que el OPAL, ambos de 30 MW térmicos de potencia, ambos de diseño básico argentino. Cuando ambos países los tuvieran funcionando, trabajarían coordinadamente «en vaquita» para dominar el 40% del mercado mundial de molidbeno 99m, el de nucleídos puramente terapéuticos, como el Ytrio 90, el Samario 153, y el de otros radioisotopos nuevos que sirven simultáneamente para diagnóstico y tratamiento de tumores, como el Iridio 192 o el Iodo 131, los llamados «teranósticos». 

A Dilma la bajaron por un típico golpe blando, de esos que tanto se ven en la América Latina actual. Los dos gobiernos brasileños subsiguientes pararon la pelota, y el presidente golpista Michel Temer y su continuador elegido, Jair Bolsonario, le pegaron duro al programa nuclear civil, y la salud pública les interesaba un comino. Sin embargo no es improbable que Lula vuelva a encarar la construcción del RBM, Reator Brasilero Multiproposito. El terreno ya lo tienen licenciado; 200 hectáreas en Iperó, a unos 140 km. de Sao Paulo. Y la ingeniería básica los primos la compraron aquí, en INVAP, por U$ 70 millones.

Brasil quería claramente un OPAL, como el de los australianos, «pero o mais grande possivel», un OPALÓN. En 2010, aquel era no sólo el más confiable reactor de producción, sino el mayores capacidades adicionales en investigación en otras disciplinas científicas y tecnológicas.

Pero aquí se añadieron muchas novedades, y eso atrasó inevitablemente el arranque de obra. La CNEA, que no se olvida de haber nacido más como institución científica que tecnológica, decidió darle la oportunidad de formular pedidos de servicios a prácticamente todo el ámbito de la ciencia, la energía, la medicina y la industria de nuestro país. Respondieron decenas de institutos universitarios y/o del CONICET, además de varias industrias, desde la metalúrgica a la electrónica. Cada sector académico o productivo tiene requisitos distintos, y la CNEA trató de diseñar una planta que cubriera casi todos.

¿Fue lo correcto? Metodológicamente sí. Quien tomó esa decisión, el ingeniero nuclear Herman Blaumann, garantizaba un factor de utilización académico nacional e internacional que no se puede lograr clonando el OPAL para hacer un OPALÓN. Se necesitaba producir 2000 curios semanales de radioisótopos (la producción mundial en 2023 era de 9500). Pero además había que añadir chiches, perendengues, madrolas y estoperoles dedicados a la investigación pura y aplicada, básicamente en ciencia de materiales, en combustibles nucleares, en biología, en edafología, en geología y en una producción industrial anexa: la de silicio irradiado. 

En «Big Science» necesitás unos fierros de órdago. Si sos un astrofísico y querés tener una noche de uso exclusivo de los telescopios gigantes de la UE en el Cerro Paranal, en Chile, vas a anotarte, pagar y hacer cola unos años antes de que llegue tu turno, y si te toca noche nublada, alpiste. De todos modos, son rarísimas en los Andes Áridos. Y si tenés que hacer amansadora tres años en el banco antes de ser convocado a cancha, valdrá la pena, porque con semejante fierro tenés algunas chances de hacer un descubrimiento fundamental, y tu vida científica queda justificada.

Hacer lo mismo en tecnología aplicada, por ejemplo en ciencia de materiales, es todavía más bravo.

El RA-10 que se está terminando hoy va a tener una demanda extramédica muy segura y variada, porque va a trabajar para un abanico muy grande de usuarios bastante distintos entre sí, y vendrán de los dos hemisferios. Ezeiza se transformará en una nueva universidad nuclear de clase mundial. En Migraciones, la pregunta «What’s the purpouse of your visit to Argentina?» generará respuestas complicadas y no siempre entendibles.

Pero el RA-10 producirá una sobreabundancia y densidad de neutrones. Ésa es su finalidad. Un haz será dedicado exclusivamente a investigación. Pero otra parte de estos neutrones podrá ser derivada a bombardear «wafers» de silicio, las obleas en las que después se «imprimen» chips de computación, mediante sofisticados procesos de litografía por tallado con láser ultravioleta, y deposición de nanocableado y transistores por deposición de vapores químicos.

En suficiente densidad y energía, los neutrones son capturados por el silicio, y logran generar en el wafer nuevos elementos (impurezas) que potencian y prolongan la performance de los futuros chips. Esta materia prima, los wafers irradiados, tiene buena demanda por las fabricantes de chips de alto desempeño. Eso se exportará. Pero si a alguien se le ocurre reconstruir la industria electrónica argentina, que fue devastada, e incluso hacer chips «de nicho», podrá sacarse el gusto.

Las cosas que se pueden hacer tirándole neutrones a un blanco de tal o cual sustancia da un catálogo de soluciones en busca de problemas. Podés irradiar piedras preciosas, como topacios, y cambiarles el color el reordenarles la matriz cristalina. Nunca sabés cuántas aplicaciones industriales o médicas pueden salir de una fuente de neutrones tan poderosa y compleja como el RA-10.

Es decir, mirando el partido con el diario de este lunes. el RA-10 todopoderoso y totipotencial que quisieron la CNEA y Blaumann, era la mejor opción. Y éste fue mi segundo error.  Lo que me pone contentísimo.

Terminado y andando en 2026 el RA-10 va a haber salido U$ 400 millones, si no se atrasa más. De no haberse quedado sin «cash flow» en tiempos macristas, habrían sido U$ 300. Pero con lo que venda de molibdeno 99 y de silicio puede a arrancar facturando U$ 90 millones/año. Manteniéndose ahí, se paga en 5 años y dura 45 más. Aunque la idea no es mantenerse ahí. La idea es descubrir nuevas aplicaciones industriales y patentarlas. La idea es romper el techo.  

Alberto Fernández, casi una secuela de su predecesor, se acordó de sustituir la dirección macrista del Programa Nuclear recién en a mediados 2021. Así, la primera parte de su gestión atómica transcurrió en una santa paz mortuoria. Era el modo albertino p fernandino de evitarse problemas con el State Department, que no para de enviar cretinos/as de diverso calibre y catadura para convencernos de que nuestro Programa Nuclear no debe salir del coma, si valoramos nuestra estabilidad política. 

Y es que los gringos están jaboneados. Ojo al piojo, no es mentira: los EEUU no tienen nada parecido al RA-10 ni en planes, sus SRMs más sensatos son copias viles de nuestro CAREM, pero se mueren de sobrecostos en pleno diseño y rediseño, sin llegar a obra. El nuestro, el CAREM original, se podría terminar en 2028. Eso, si logra resolver algunas innovaciones bastante revolucionarias para un reactor de uranio enriquecido y agua común: funcionar sin bombas. También hay que testear en modelo físico los generadores de vapor y ver que no vibren.

Los autodenominados amercanos por ahora no tienen nada como el CAREM, algo conservador y bastante avanzado, para oponernos. El primer SMR yanqui con visos de realidad física, el Natrium de Terra Power, financiado por el gobierno y capitaneado por Bill Gates, empezó a cavar cimientos la semana pasada. Increíble oportunidad de fotografiar al exdueño de Microsoft, el primer «robber baron» del Silicon Valley, empuñando una pala.

El Natrium es realmente muy ingenioso. Podría ser la primera central capaz de seguir la curva de demanda eléctrica de la red. Puede pasar de 350 MWe a 500 MWe al menos 6 horas y media por día, cuando el habitante promedio del Middlewest llega a su casa y prende el aire acondicionado, el televisor y todas las luces que pueda, y de yapa recarga su auto eléctrico.

La contra, para cualquier inversor, son las GRANDES novedades. Dos son muy básicas: el Natrium usa un uranio metálico de muy alto enriquecimiento, HALEU, que EEUU no produce. El 20% del uranio enriquecido que compra ese país, lo importa de Rusia. Seguirá llegando si Vladimiri Putin no se enoja seriamente. Y la oferta mundial de enriquecido es inelástica: no crece salvo que se construyan nuevas fábricas en EEUU y la UE. Y eso va a tardar.

La otra GRAN novedad es que el Natrium se enfría con sodio líquido, de ahí su nombre (en latín, «Natrium» significa sodio). Como recordará el lector que en la secundaria haya hecho la ranada de sacar con pinzas un bloquecito de sodio sólido de su baño de aceite y tirarlo en la pileta del laboratorio para aterrar al profesor con un fogonazo y un estampido, el sodio se porta como otros halógenos: mal. En estado líquido, es una sustancia tan corrosiva, incendiaria y explosiva que sólo los rusos parecen haber dominado. Y ojo, empezaron en los ’60, tiempos soviéticos, y poder usarla como refrigerante les llevó 50 años de disgustos, prueba y error, es decir incendios.

El CAREM es deliberadamente algo más conservador, y la obra está avanzada al casi 70%, pese a mil sabotajes y puñadas de trastienda. Son demasiados para numerarlos, pero para dar una idea el proyecto es de 1984.

El Natrium tiene otra posible contra. Bill Gates es famoso por su fortuna, pero no tanto por la calidad de sus productos tecnológicos en sus tiempos de vender las sucesivas versiones de Windows, que tanto nos hicieron mentar la prosapia de ese billonario.

Todavía tenemos tiempo de llegar primero que él al mercado mundial de los SMRs, o Small Modular Reactors. No con este gobierno, queda claro.

En la CNEA, NA-SA e INVAP hay una conciencia clara de que le podemos pasar por encima a EEUU con cualquier proyecto nuclear. Y en EEUU esto se sabe porque es lo que venimos haciendo y repitiendo desde los ’80, sin que nadie. derrotando en toda licitación honesta las propuestas de General Atomics, hasta que no se presentaron más. Si pinta INVAP en una licitación, no se suben al ring. E INVAP pinta en todas las peleas y las gana todas, desde 2000, «non stop». Hemos sacado del ring también a Canadá, Francia, Corea y Japón.

En Julio de 2021, y con gente nueva, profesional, puramente del palo atómico, comprometidas como samurais y sin gauleiters políticos en plan ñoqui, las obras del RA-10 volvieron a tener cash-flow y el ingeniero nuclear Herman Blaumann, el padre de esa criatura, pudo hacerle resucitación cardiopulmonar. Luego Macri paró todo. Un estadista.

La buena noticia, lectores, es que no, el RA-10 no murió, el proyecto sigue vivo. Todas mis fuentes me confirman, con asombro no menor que el mío, que avanza como una locomotora. 

Alguna vez publiqué en AgendAR una afirmación del difunto Cacho Otheguy, CEO histórico de INVAP. Poco antes de morirse, eléctrico y canchero como siempre, me dijo: «Arias, si ésta era una obra de INVAP, ya estaba terminada». Cacho hablaba así, en epigramas. Y de haber tenido la dirección de obra, habría apuntado a un OPALÓN, para terminarlo en 2016 o 2017.

Sombrerazo y doble reverencia, don Blaumann.  Ud. tuvo razón.

El RA-10 tendrá 30 MW térmicos: nada le impide arrinconar en el ring al OPAL. La única competencia temible, de aquí a 6 años, será la del PALLAS holandés, hoy en construcción por INVAP.

Los tres mejores reactores de producción del radioisótopos del planeta serán obra de la Argentina durante al menos una década. ¿Qué tal ésa, lectores? ¿La sabían? Les cuesta creer que la Argentina sea dueño ininterrumpido de la Copa Mundial en esta tecnología desde principios de siglo.

Por suerte, somos algo más que «soja y suerte», como dijo alguno.

Quien te compra radioisótopos, tal vez mañana te compra un reactor y un plantel de entrenamiento. Y si le gustan, tal vez mañana te encarga un satélite, otra cosa que al parecer hacemos bien. Y si te hacés conocido vendiendo radiofármacos (CON TU PROPIA MARCA), no es imposible que el mundo te encargue fármacos no radioactivos, hormonas del sistema inmune descubiertas aquí, como las galectinas, o vacunas novedosas para enfermedades viejas y/o nuevas, y patentes propias en cultivos industriales. También en esas cosas somos buenos. ¿Y nadie se entera?

Aquí vendrán expertos en combustibles nucleares, biofísicos, químicos atómicos y científicos de materiales de todo el mundo a doctorarse o postdoctorarse, por pago o becados, eso no importa en absoluto. Volverán con un título y bastante impresionados. Algo tal vez nos compren, cuando hayan trepado en el tótem empresarial o de gobierno de sus países.

Lo cierto es que el RA-10 va a ser una muestra de poderío tecnológico, de progreso en medio de la adversidad, y una universidad nuclear para el país y para el mundo.

Pública, añado de guapo.

Nos encanta equivocarnos así. En AgendAR a veces la pifiamos. Pero no vendemos humo.

Daniel E. Arias

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Cómo es y para qué servirá el RA-10, el Reactor Nuclear Argentino Multipropósito

En Ezeiza, provincia de Buenos Aires, desde el 2016 y a través de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA), se lleva adelante la construcción del reactor nuclear argentino multipropósito RA 10, que tendrá un impacto estratégico en las áreas de salud, ciencia, tecnología e industria. 

lemento clave y en escasez global para los estudios de medicina nuclear, que posibilitan mejores diagnósticos y tratamientos médicos en enfermedades como el cáncer y distintas cardiopatías. Además, generará haces de neutrones para varias disciplinas, como la paleontología, la ingeniería civil y la aeronáutica.  

En Ezeiza, provincia de Buenos Aires, desde el 2016 y a través de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA), se lleva adelante la construcción de este reactor, que tendrá un impacto estratégico en las áreas de salud, ciencia, tecnología e industria. 

Más específicamente, en 2010 se tomó la decisión política de avanzar en su construcción. La etapa de diseño implicó una inversión de más de un millón de horas hombre y más de diez mil documentos técnicos hasta obtener las licencias de construcción y la ambiental. En 2016 comenzó la obra civil y en mayo de 2017 se realizó la primera colada de hormigón de la losa de fundación del edificio del reactor.

Los objetivos del RA-10 son consolidar el suministro de radioisótopos de uso médico, industrial y agropecuario para el mercado local e internacional en el marco del crecimiento de la demanda. Consolidar la producción nacional de combustibles nucleares, fortalecer las capacidades de investigación y desarrollo del país y ofrecer técnicas neutrónicas avanzadas para biociencia, biotecnología, diseño de fármacos y ciencia y tecnología de los materiales, entre otros campos

El reactor RA-10 fue construido como parte de un gran complejo de instalaciones y laboratorios destinados a múltiples aplicaciones, como el estudio de restos fósiles, la caracterización de materiales, la realización de ensayos de nuevos combustibles y la investigación basada en técnicas neutrónicas. Para ello, operará en articulación con el reactor, la Planta de Producción de Radioisótopos por Fisión (PPRF) , el Laboratorio Argentino de Haces de Neutrones (LAHN), la planta de fabricación de Elementos Combustibles para Reactores de Investigacion (ECRI)  y el Laboratorio de Estudio de Materiales Irradiados (LEMI).

Se estima que este año comenzará la etapa de puesta en marcha. “Eso implica una serie de ensayos en diferentes niveles. Primero se prueban los sistemas por separado, después la planta funcionando con los sistemas integrados pero sin combustible nuclear y, finalmente, se incorpora el combustible. Todas esas etapas duran un año, o año y medio. O sea que el reactor estaría comenzado a operar en 2026”, anticipa Hermann Blaumann, gerente del proyecto RA-10 en la CNEA, y completa: “Son muy pocos los países que tienen la capacidad de diseñar y construir un reactor como el RA-10 y el nuestro es uno de ellos”.

El RA-10 busca garantizar el suministro nacional de radioisótopos para medicina nuclear

Hasta el momento, el suministro de molibdeno 99 del cual se obtiene el tecnecio, utilizado para estudios muy habituales como los centellogramas -una prueba de medicina nuclear para encontrar ciertas anormalidades en los huesos–. provenía del reactor RA-3, pero próximamente, el reactor RA-10, junto con el PPRF, se encargarán de cubrir las necesidades nacionales  y podrán contribuir a la demanda mundial. ”Según algunas estimaciones, podría llegar a exportarse molibdeno 99 hasta por 50 millones de dólares anuales”, precisó a la prensa el gerente del proyecto RA-10.

Otro destacable aporte del Reactor RA-10 será la producción de silicio dopado por transmutación neutrónica, materia prima de altísima calidad para el desarrollo de aplicaciones electrónicas de avanzada. También se producirán fuentes de iridio industrial para la evaluación de la integridad y la calidad de construcciones y componentes de gran porte.

El LAHN será la primera y única instalación clase mundial en ofrecer técnicas neutrónicas en América Latina, lo que lo convertirá en un polo científico – tecnológico para la creación de conocimiento, la innovación y el desarrollo tecnológico; junto con el Reactor RA-10 ofrecerán instrumentos de primer nivel vinculados a estas técnicas para la comunidad científico-tecnológica.

El RA-10, junto con el LEMI, posibilitará estudiar el comportamiento de materiales, ampliando las capacidades de producir y calificar nuevos combustibles y componentes para futuros reactores experimentales y de potencia.

El RA-10 es desarrollado íntegramente en Argentina. La CNEA y el INVAP (Investigación Aplicada) trabajaron en forma conjunta en la construcción de la nueva instalación. Su funcionamiento permitirá integrar distintas capacidades nacionales en varias áreas específicas de la pequeña y mediana industria. 

Comunicado de la CNEA: “Situación presupuestaria crítica”

Cabe señalar que a fines de marzo, la CNEA publicó un comunicado en el que detallaba la “situación presupuestaria crítica”. En el documento, las autoridades que lo firman explicaban que, del mismo modo que sucedió con toda la administración pública, el Gobierno prorrogó el presupuesto de 2023 para 2024. Con lo cual habían anunciado que con la inflación reinante tendrán resto para funcionar hasta mayo o junio, al igual que otros actores de relevancia para la vida intelectual del país, como las universidades públicas.

En el texto, además de aludir a la situación salarial de los trabajadores, se destacaba: “A la fecha son muchos los compromisos asumidos con muchos proveedores a los cuales no se les han podido efectivizar los pagos correspondientes de varios meses. Es así que, ante la falta de flujo y continuidad en los pagos, muchos proveedores se han visto en la obligación de comenzar a no prestar servicios”.

“El área nuclear es una de las pocas en las cuales el país ha logrado pasar de la investigación a la producción y luego a la exportación. No hay muchas, esta es una de ellas. Y esto tiene que ver con muchos años de continuidad en el trabajo y de mantener el compromiso con el desarrollo nuclear. Eso nos permite exhibir un liderazgo y el RA-10 consolida ese liderazgo en el mundo”, sostiene Blaumann y remata: “El RA-10 es un motivo de orgullo y un símbolo muy lindo del inicio de algo nuevo pero también de un punto de llegada de toda una historia”.

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