Escenario preelectoral en Estados Unidos

La ingeniería electoral

El número necesario de delegados en el Colegio Electoral y no la cantidad de votos, será lo que defina al ganador. Como hay estados “estables” en cuanto a sus preferencias electorales, sean demócratas o republicanos, por su permanente apoyo a unos u a otros, la cuestión electoral se centra en algunos estados oscilantes, cuyos delegados terminan decidiendo la presidencia de EEUU. El número “mágico” del Colegio Electoral es llegar o superar los 270 delegados. Por eso es que los grandes estados como California (siempre demócrata) o Texas (siempre republicano) deben esperar los resultados electorales de unos siete (o algo más) estados; espera que puede ser de varios días cuando en alguno de ellos el resultado final se complica judicialmente.

Esos siete estados oscilantes y la cantidad de delegados, son: Pensilvania (20), Michigan (16), Wisconsin (10), Arizona (11), Georgia (16), North Carolina (15), Nevada (6). Pero tampoco deben descuidar lo que ocurre en estados que en el pasado también han cambiado de signo como Florida (29), Ohio (18), Virginia (15), Iowa (6), New Hampshire (4) y Colorado (10). En el 2016 Trump ganó en Michigan, Wisconsin, Pensilvania, Arizona, North Carolina, Ohio, Florida, Georgia, Iowa. En el 2020 Biden ganó en Michigan, Wisconsin, Pensilvania y Arizona. Actualmente hay empate técnico o mínimas ventajas relativas, casi dentro del error del método de medición. Y quedan pocos votantes indecisos.

Los demócratas intentarán ahora, dado que el voto es opcional y hay que inscribirse, incorporar más votantes mujeres, aprovechando la presencia de Kamala, la de la eterna sonrisa, quién sustituyendo al probable perdedor, Biden, creó una nueva ventana de esperanza, mostrándose presidenciable y amortiguando el evidente malestar social contra Biden. Ese nuevo potencial de votantes intentará sacar ventaja de la brecha de género, estrechamente relacionado con el tema del aborto, donde cada candidato deberá responder a sus bases electorales. El universo progresista de Hollywood y en particular, Taylor Swift, ya han dado su apoyo a Harris, quien, además, aprovechará, frecuentemente, los escándalos y el carácter irritable del republicano.

Como es tradicional, la mayoría no universitaria del centro del país, tradicionalista y más conservadora, dará su apoyo a Trump, mientras las élites cosmopolitas de las grandes ciudades, situadas en ambas costas oceánicas, donde habitan el grueso de sus ciudadanos universitarios, darán su apoyo a Harris.

Los temas importantes para el electorado

Los principales son de índole económica, en particular la baja del ingreso real disponible, que, según especialistas, es uno de los mayores predictores del resultado de las elecciones presidenciales. A favor de Harris juega actualmente un menor desempleo y un leve crecimiento económico. Pero todos recuerdan el aumento de los ingresos populares durante el anterior período de Trump (hasta la pandemia). El auge de la inflación durante el período Biden y el aumento de las tasas de interés (Reserva Federal) hizo caer el ingreso real, o bien éste se estancó. Pese a los aumentos salariales nominales, el dinero hoy rinde menos que antes; no sólo en el supermercado, sino cargando combustible, o pagando intereses inmobiliarios (tema masivo) o en la compra de autos o simplemente, con las tarjetas de crédito. El sueño de la casa propia y el auto como señal de ascenso social se fue complicando y eso ha causado mal humor social. Aunque Jerome Powell, el titular de la Reserva Federal, anuncie ahora mismo el primer recorte de tasas de interés en años, será tarde para calmar el malestar social. Los republicanos ya están preparando sus acusaciones de interferencia electoral contra Powell y la Fed.

Las encuestas muestran claramente esta problemática, así como también le dan importancia al empleo y su relación con los inmigrantes ilegales; la seguridad preocupa, pero en un segundo plano.

Las propuestas electorales

Trump propone impuestos más bajos, recorte del gasto público y desregular el Estado (de la mano de Elon Musk). Harris, a su vez se enfoca en aumentar los impuestos para los ricos y las grandes empresas, engrosando los fondos a la seguridad social; ofrecer créditos fiscales para el cuidado infantil y darles beneficios fiscales a las pymes. Cualquier comparación con Argentina no es pura casualidad. Ambos exponen, visiones bastante diferentes sobre el papel del Estado; quienes deberían pagar sus cuentas, cómo disminuir el alto costo de vida y cómo competir con China.

Trump propone frenar la inflación impulsando la producción de energía, que ya está en un nivel récord, para reducir el precio interno del combustible, aunque exportando más; propone bajar el gasto del gobierno federal y con Musk buscarán eliminar regulaciones innecesarias; también ampliaría los recortes de impuestos aprobados en 2017 (que expirarían en 2025) y luego recortaría aún más. El plan de Trump de derrotar rápidamente la inflación, reducir los precios y reactivar un crecimiento económico explosivo, están en línea con permitir a la industria local poder competir (internamente) con los productos industriales importados desde China (más baratos), que hacen que la balanza comercial sea tan deficitaria con ese país. Además, esta política nacionalista la reforzaría con protecciones arancelarias de importación para China y otros.

Comparemos estas propuestas con nuestra realidad local. Sin desconocer nuestra historia política, llena de mala praxis de la gestión financiera y del presupuesto nacional, ahora se ven más claramente las “inspiraciones doctrinarias” de Milei. Es evidente que ha hecho una copia burda o ideológica de las propuestas básicas de Trump, pero sin ningún análisis estratégico, pese a las enormes diferencias entre EEUU y Argentina; de dimensión, de potencia, de desarrollo, del nivel de pobreza, del respaldo de su moneda y de la relación de fuerzas políticas dentro de cada país. Es obvio que las medidas correctivas a tomar no pueden ser copia de lo que se podría hacer en EEUU. ¿O podemos nosotros emitir dólares? EEUU tiene una enorme deuda financiera, pero el resto del mundo, no parpadea; simplemente porque es un país muy desarrollado. La clave de todo esto es ser lo suficientemente desarrollado como para tener múltiples alternativas de pagos y no depender de las exportaciones de productos primarios, sin valor agregado. Reducir todo a un problema estático de caja, es desconocer cómo funciona el mundo. Copiar modelos externos es incoherente, desde lo doctrinario y lo práctico. Un detalle importante; Milei copia sólo esta parte de Trump; las propuestas nacionalistas y proteccionistas no las copia porque son contrarias a su visión libertaria; visión sesgada y contraria al interés nacional. No toma la parte nacionalista y protectora e incentivadora de la industria nacional del “paquete Trump”, la que agrega valor a su producción. Por el contrario, lo relega a lo último, lo desprecia, porque en su exposición sobre el presupuesto nacional, reconoce otras prioridades: primero el pago de los intereses de la deuda financiera, luego los gastos “sociales” obligatorios del Estado y finalmente se verá qué hacer con lo que quede. Milei nunca habla de desarrollo nacional. En cambio, tanto Trump como Harris, seguirán implementando el proceso de reindustrialización y del desarrollo tecnológico, solventado por el Estado Nacional. Lo mismo que hace China u otros países soberanos, en la medida de sus posibilidades.

Volviendo a EEUU. Harris se mantendrá fiel al enfoque de los demócratas para disminuir los costos de vida, tomando medidas puntuales por parte del Estado, en orden a reducir los precios de ciertos artículos (medicamentos recetados, alimentos, entre otros). Es un plan de regulación con controles especiales para las empresas formadoras de precios. Los demócratas insistirán en que la conversión a un país más verde (autos eléctricos, paneles solares, menos carbón) generará empleo y buenos salarios; también indicaron que no van a prohibir el fracking, la técnica petrolera que convirtió a EEUU en el primer productor del mundo. Ambos coinciden en implementar un plan para reducir el costo de las viviendas, y Harris promete ayudas de hasta 25.000 USD a primerizos. Harris propone legislar para romper la dependencia norteamericana de los proveedores extranjeros y recientemente Biden impuso nuevos aranceles a algunas importaciones chinas.

Trump es más agresivo en materia de aranceles, proponiendo gravámenes del 10-20% a todas las importaciones y del 60% a las de China, medidas que podrían reavivar las guerras comerciales; propuesta criticada por economistas del ámbito financiero, porque sostienen que el proteccionismo afectaría el crecimiento y elevaría la inflación; que en la propuesta Trump se compensaría con la baja del gasto federal y otras medidas compensatorias. Otros especialistas opinan que los altos aranceles a China afectarían la inflación sólo en un 0,5% anual. Los planes de ambos candidatos aumentarían el déficit, pero el plan de Trump agregaría USD 5,8 billones a lo largo de una década, frente a los USD 1,2 billones de Harris. Aunque hay que recordar que los grandes cambios fiscales dependen de quien obtenga finalmente el control del Congreso.

En materia geopolítica, ambos sostienen al gobierno de Netanyahu en Israel, lo cual le trae algunos inconvenientes a Harris, que hasta ahora contó con la simpatía de grupos árabes pro palestinos. Trump ha prometido dejar que Europa siga apoyando a Zelensky, mientras él prefiere que la guerra en Ucrania finalice lo más rápido posible, aceptando su partición geográfica entre las zonas incorporadas a la Federación Rusa y el resto. Ambos contendientes indican que el desafío principal de los EEUU está centrado en China.

Mientras tanto, las encuestas siguen empatadas.

Ricardo Auer

VIAInfobae