El faltante de energía eléctrica en los picos de consumo del próximo verano podría escalar a 2.500 megavatios (MW), según se desprende de un análisis sobre la última programación de la Compañía Administradora del Mercado Mayorista Eléctrico SA (Cammesa). Eso es más que el doble de los 1.000 MW que tenía previsto el Gobierno hace un mes en el escenario base de su plan para mitigar los riesgos de cortes programados en los momentos de mayor temperatura.
En paralelo, la Secretaría de Energía acelera en la implementación de su Plan de Contingencia para meses críticos 2024-2026 junto a otros organismos del Estado y empresas del sector. La semana pasada hubo reunión del Comité de Seguimiento, conformado por todas las partes.
Un informe realizado por el equipo de energía de Fundación Encuentro, que pertenece al Frente Renovador, liderado por Sergio Massa, en base a la programación estacional de Cammesa y el Servicio Meteorológico Nacional, estimó que en el momento de mayor de consumo energético del próximo verano la oferta de electricidad puede quedar 2.500 MW por debajo del pico de 30.700 MW esperado en el pico.
En el documento se detalla el impacto que puede tener ese faltante de electricidad en momentos más críticos:
- El consumo promedio de 3.125.000 hogares de cualquier parte del país en la franja horario.
- de alto consumo en verano (de 14 horas a 24 horas durante olas de calor).
- El 100%del consumo total de potencia declarada por los Grandes Usuarios de Energía Eléctrica (industrias, shoppings, aeropuertos, mineras, etcétera).
- El 100 % del consumo medio de potencia de todos los usuarios de EDESUR.
- El 80% del consumo medio de potencia de todos los usuarios de EDENOR.
- El 100% del consumo medio de potencia de todos los usuarios de las distribuidoras EPEC Córdoba y EPE Santa Fe.
Ese escenario es peor al que había plasmado el ex secretario de Energía, Eduardo Rodríguez Chirillo, en la Resolución 294/2024, del primero de octubre pasado, por la cual se oficializó un “Plan de Contingencia y Previsión para meses críticos del período 2024/2026″. “La disponibilidad real resulta efectivamente mucho menor e inferior al ritmo de crecimiento del pico de demanda anual del orden de los 1.000 MW”, decía la norma.
El trabajo de Fundación encuentro plantea una serie de escenarios y le asigna más probabilidades al faltante de 2.500 MW: “Dada la oferta limitada de los países vecinos, la indisponibilidad de Atucha I y la duda que no ingrese la CN Néstor Kirchner (Atucha II) el 13 de diciembre de 2024, se calcula que la oferta máxima posible alcance los 28.151-28.751 MW y de allí que falten de 2.500 MW para cubrir el pico de 30.700 MW que se espera”.
También plantea que alcanzar una oferta de “31.771 MW sería un escenario realizable como está el sistema de transmisión hoy, pero que no ocurrirá porque los países vecinos tendrán oferta limitada para exportar por probables sequías y altas temperaturas en sus países, a lo que se suma la indisponibilidad de Atucha I hasta el 2027″.
Rodríguez Chirillo había oficializado hace algunas semanas el Plan Verano 2024-2025 para evitar tensiones que pongan en riesgo el sistema eléctrico en los momentos en que por el calor se dispara el consumo en todo el país. Las medidas previstas tienen que ver, entre otras cosas, con mayores importaciones de países vecinos, mayor remuneración a generadoras, planes de contingencia con distribuidores y cortes coordinados con grandes usuarios industriales. En el sector mantienen preocupación porque ven un déficit que será difícil de sortear en los momentos más críticos.
La estrategia oficial llegó después de que en julio dieran de baja la licitación de la TerConf, que había dejado adjudicada la gestión anterior para reforzar el parque termoeléctrico con precios de USD 17.000 cada MW por mes. Rodríguez Chirillo había decidido darla de baja como parte del plan desregulación para el sector energético, ya que no estaba de acuerdo con firmar contratos de provisión por 15 años que tuvieran como intermediario al Estado. La potencia iba a comenzar a ingresar en enero, pero el grueso estaba previsto recién desde octubre de 2025.
Públicamente en el Gobierno sostienen que podrán pasar el verano sin crisis, pero en off the record se muestran preocupados y apuntan por cierta imprevisión del ahora exfuncionario que se sumó a los episodios que hubo con el gas durante el invierno. Temen el impacto social de un evento de ese tipo luego de los fuertes aumentos de tarifas que hubo a lo largo del año. Ese desafío ahora será afrontado por la nueva secretaria de Energía, María Tettamanti.
El Comité de Seguimiento del Plan de Contingencia tuvo el jueves pasado en el Palacio de Hacienda su segunda reunión. Participaron representantes de esa área en conjunto con Jefatura de Gabinete, Cammesa, ENRE, las asociaciones ATEERA, AGEERA y AGUEERA y las empresas distribuidoras del AMBA, Edesur y Edenor.
El objetivo de la reunión fue revisar los avances en las situaciones críticas identificadas y definir los siguientes pasos para avanzar con la resolución de problemas cruciales antes del inicio del verano, según se informó.
Uno de los temas abordados fue la identificación de nodos críticos en todo el país y la posibilidad de resolver su criticidad. En ese sentido, se trabajó con las empresas de transporte y distribución y se resolvió incorporar nuevos transformadores que permitan la repotenciación de las estaciones transformadoras, lo que brindará soluciones efectivas a corto y largo plazo. Por otro lado, se revisaron las obras con un grado de avance con el objetivo de concluir los trabajos pendientes para, de esta forma, otorgar soporte al sistema durante los meses de mayor consumo.
Agustín Maza
Comentario de AgendAR:
(Massa se queda corto, y lo bien que hace. La situación es bastante peor, y no es inocente. El 27 de septiembre publicamos una nota muy documentada sobre el desastre de abastecimiento eléctrico que se viene. La reproducimos aquí).
Lectores, nos están faltando 11.420 MWe capaces de dar «potencia de base», esa que está disponible 24×7. Es más o menos un tercio de la demanda máxima del Sistema Argentino de Interconexión. ¿Cómo desaparecieron? Es complejo pero simple, y ahí les va.
Esta primavera veremos las primeras olas de calor de un verano que pinta infernal, y terminará muy avanzado el otoño de 2025. Hace meses que falta de agua en los ríos hidroeléctricos, y además hay mucha central térmica de gas en manos privadas y hecha fruta. En suma, que la electricidad de base va a faltar. Gravemente.
A la «sequía hidroeléctrica» y a el parque térmico fuera de servicio, hay que añadirle la posibilidad (o más bien, la certeza) de fuegos, cortocircuitos y caídas por viento en las tres LATs (Líneas de Alta Tensión) que «acometen» el AMBA. En verano, con los yuyos secos y en zonas pobladas, donde no faltan puchos mal apagados, los incendios son más la regla que la excepción.
El último apagón masivo de este origen que tuvimos sucedió el 1 de marzo de 2023, cuando el humo de un incendio de pasto hizo entrar en cortocircuito una de estas LATs provenientes del Comahue en un tramo que atraviesa el partido de Zárate. Sí, su sospecha es fundada: el aire es aislante y evita fogonazos entre los cables, o su descarga a tierra. Pero el humo puede ser un buen conductor. El del incendio del 1 de marzo de 2023 generó un fogonazo entre cables, y ahí se pudrió todo.
En milésimas de segundo, la mayor central térmica del AMBA, que es Costanera, detectó una fluctuación de frecuencia en la red y se desconectó automáticamente de la misma para protegerse. La salida de servicio de sus 2306 MW arrancó una reacción en cadena de desconexiones de grandes y pequeños proveedores desde el AMBA hacia el noroeste. Quedaron sin luz la provincia de Buenos Aires, Santa Fe, Córdoba, Mendoza y sigue la lista por el NOA.
En los grandes circuitos eléctricos nacionales, como el Sistema Argentino de Interconexión, las cosas suceden de golpe y en tiempo real.
Las LATs que conectan esa gigantesca isla eléctrica del AMBA con el resto del país deberían ser al menos 5. Es el número «de seguridad» para evitar la propagación de desconexiones locales, que en un instante se vuelven nacionales.
Dice el Ing. Francisco Rey, ex-vicepresidente de la Comisión Nacional de Energía Atómica y analista de prospectiva del Sistema Argentino de Interconexión: «En 2014 tuvimos reuniones con CAMMESA por las LATs de Atucha III y las de Río Negro. Allí en carpetas ya estaba la estación transformadora de Plomier, provincia de Buenos Aires, punto de llegada de la que debía ser la cuarta LAT hacia el AMBA. Ignoro desde cuando CAMMESA la tenía programada. Fijate que la segunda LAT entre Yacyretá y Resistencia ya estaba programada. Esa línea se paralizó en 2016, cuando ya estaban comprados parte de los materiales. Estaba prevista su terminación en 2017. De haberse terminado, se habría evitado el apagón de 2019».
Rey se refiere al apagón del día del padre, que fue nacional y algo más: abarcó a Uruguay, Chile y Paraguay. Como dijo AgendAR en aquel momento, hay responsabilidad de Transener, creada en 1993 sobre activos públicos. En la práctica, es otra casilla de peaje de ésas que le puso Menem a las rutas nacionales hechas por el estado. Cobra por transportar electricidad sobre el 85% del territorio, pero no se le cae un centavo en inversión dado que el marco legal no la obliga a ello. A todo ello el ENRE (Ente Nacional Regulatorio de la Electricidad), otra gran idea de Menem, consiste en hacer como que regula.
Retomando lo que dice Rey, tanto «laissez faire» nos costó el primer apagón total en el Cono Sur el 16 de junio de 2019, por caída de la LAT que trae electricidad al AMBA desde la represa de Yacyretá. Una de las torres que sostienen los cables sobre el Paraná se derrumbó, no por su buen diseño o su buen estado. Le faltaba al menos otra LAT de respaldo, pero el Ministro de Energía de Mauricio Macri, el Ing. Juan C. Aranguren, hombre de la Shell, la suspendió. Tendría buenos motivos.
De ahí aquel apagón de padre y madre, sucedido justamente el día del padre. Y en los países vecinos se acordaron de nuestras madres.
El verano de apagones que nos espera no tiene una única causa ni un único agente. Es la suma de múltiples causas con múltiples actores. Por eso, a la hora de distribuir sambenitos, no se salva nadie. No hay inocentes.
Para explicar la sequía… bueno, siempre las hubo, y los diarios argentinos del siglo XIX hablan tupido del asunto. Pero, cambio climático mediante, desde más o menos 1970 a hoy se han vuelto más frecuentes, más largas y más profundas.
Se puede rezar por la lluvia, bailar la danza apache de la lluvia, o adaptarse a la nueva realidad. Reemplazar la capacidad de generación eléctrica de base de ríos poderosos como el Limay-Negro, el Paraná y el Uruguay requiere o quemar mucho más gas, o tener un parque nuclear bastante mayor que el actual. Lo forman sólo tres centrales, las Atuchas 1 y 2, y Embalse en Córdoba.
Las centrales nucleares planificadas pero faltantes son dos, y sumarían 1820 MW entre ambas, pero el Ing. Aranguren también las suspendió. Tendría buenos motivos. Como decía su presidente, te las debo.
Pero ahora que abunda el gas, gracias al fracking en Vaca Muerta, la electricidad no aparece mágicamente en la Región Centro. Y eso sucede porque el parque térmico está hecho percha.
Ojo, lectores, si son debidamente canosos/as, recordarán que lo mismo le pasó a Alfonsín en el verano de 1988/9. El caudillo radical jamás se enteró de que las viejas centrales de fueloil de las generadoras estatales como SEGBA o Ítalo estaban sin mantenimiento. Y a la hora de tener potencia de respaldo, o «un palenque ande rascarse», como dicen los ingenieros en redes, el Secretario de Energía de Alfonsín, Jorge Lapeña, otro hombre del petróleo, se enteró sobre la marcha de que, cambio climático mediante, puede haber sequías simultáneas en ríos hidroeléctricos tan distantes entre sí como el Limay y el Uruguay.
Apa.
La suma de apagones e hiperinflación confirmó un diagnóstico político de acefalía, o síndrome de «¿Adonde está el piloto?». Sucedieron los primeros saqueos de supermercados de nuestra historia, hubo tiros, heridos, incendios, algún muerto, y Alfonsín tuvo que apearse del gobierno antes de tiempo. La Argentina fue, como quien dice, de la sartén al fuego, porque lo relevó Carlos Menem. Que ha sido el autor intelectual (es un decir) del modelo eléctrico argentino actual, llamado también «el liberalismo al palo» por los entendidos.
Hace muchas décadas que sucesivos gobiernos, militares y civiles, dejan que la cartera de Energía, sea Secretaría o Ministerio, la maneje el Club del Petróleo, así como hasta los ’40 al país lo manejaba el Jockey Club. En ambos casos, eso fue problema.
Con Menem se llenó el país de centrales eléctricas de gas, se privatizó YPF y su sucesora, Repsol, vació impunemente los campos de gas de Loma de la Lata entregándole el metro cúbico a muy bajo costo a las generadoras. Algunas computaban el precio del gas como «costo cero». Y lo que sobraba, que era una bestialidad, se exportó a Chile a excelente precio (para Chile).
Así Repsol liquidó un yacimiento con gas para 60 años en apenas 13 años. Cuando se fue, de yapa cobró indemnización. A partir de entonces nuestro país pasó a importar gas boliviano por ducto, y GNL proveniente de los Emiratos. En 2013 ese blooper con Repsol estaba costando U$ 15.000 millones/año. En España seguramente cuentan chistes de argentinos.
Ahora bien, muerta Repsol (también es un decir) apareció gas nacional en… Vaca Muerta, muy cerca de Loma de la Lata. Su explotación es más cara y ambientalmente impresentable. Pero eso sí, hay gas para rato (dicho tocando madera).
Sin embargo, se pudo comprobar durante el gobierno de Mauricio Macri que uno se puede parar ante Vaca Muerta con la varita de Harry Potter y clamar «Expecto Patronum», y sin embargo el gas no llega caminando solo hasta las empresas generadoras de la Región Centro.
Para eso hacen falta -coinciden los expertos- gasoductos funcionales. La obra se construyó recién en tiempos de Alberto Fernández. La salva de apagones con que debutó el gobierno de Javier Milei se debió a que éste, previsor y astuto, interrumpió el final de obra del gasoducto Néstor Kirchner, ya construido. Funcionaba a media capacidad: faltaban instalar las dos etapas finales de presurización.
Ahora que el gas sí llega a las generadoras, el fluido carece sin embargo de la virtud mágica de hacer que las turbinas y los ciclos combinados estén en orden de batalla. Parece que otra vez cundió la falta de mantenimiento, como le pasó a Alfonsín, el que se enteró siempre tarde. Pero como ahora las centrales térmicas de generación están en manos directas de miembros del Club del Petróleo y el ENRE también, está naturalizado que el estado no le revisa la trastienda técnica a ningún privado: entre bomberos no hay pisadas de manguera.
Qué linda es la amistad.
Y ahora hurguemos un poco en las centrales nucleares que nos están faltando. Y también dos hidroeléctricas muy a prueba de sequía, las del río Santa Cruz. Sí, sospecha bien, las sequías no lo despeinan porque está alimentado por el lago glaciario más colosal del subcontinente, el Argentino. Al que además no le faltan lluvias ni deshielos, por su latitud muy alta, y porque los Andes ahí son relativamente petisos y dejan pasar las nubes que vienen desde el Pacífico.
Entre 2019 y principios de 2023 hubo tres Niñas al hilo, o una sola, pero de tres años, y devastó a Sudamérica. Vimos cosas inimaginables, como carreras de motos Enduro en los arenales y médanos que habían sido el fondo del Paraná, estrangulado a menos de 1/3 de su caudal promedio. Allá abajo del mapa, el Santa Cruz ni se enteró. El día que se seque el Santa Cruz, hay que cambiar de planeta.
Tener una cancillería vendida históricamente al State Department explica 10 años de bloqueo exitoso no de dos sino de cuatro grandes centrales de electricidad de base: Atucha 3 CANDU por 700 MW, la Hwualong-1 con 1120 MW, y las dos hidro sobre el río Santa Cruz, la Kirchner y la Cepernic, inicialmente planificadas con 1600 MW entre ambas. En un resumen apretado, ante los ojos desconfiados del State Department, todas eran demasiado chinas por financiación, y de yapa, las nucleares demasiado nucleares, y Atucha III CANDU, demasiado argentina.
Vale decir que hoy nos están faltando 3420 MW de base que en 2014 suponíamos asegurados, y que sabíamos que iban a estar en línea este año. Pero pasaron cosas.
Ante tanta inversión china en nuestro sistema eléctrico, la valiente muchachada de La Embajada movilizó sus topos y «sleepers». Las cuatro centrales a las que nos referimos fueron suspendidas por el Ing. Juan C. Aranguren, si la memoria no me falla. Tendría buenas razones. Pero de que en tiempos ulteriores no avanzaran los papeles para los respectivos inicios de obra se encargó el recurrente y ocurrente Dr. Gustavo Béliz, Secretario de Planeamiento Estratégico del gobierno de Alberto Fernández, y en tiempos de Menem, el escritor de sus discursos.
Obviamente al Secretario le inventaron la secretaría y el cargo. Supongo que a pedido de terceros. Supongo que con buenas razones. Es bastante extraño tener que pasarle factura al Palacio San Martín por los apagones que se vienen. Sin embargo, ése es el sitio que recibe los «non papers» de La Embajada y los transmite al gobierno argentino, el que sea. El Tío Sam ranquea siempre muy alto en esos silenciosos pasillos.
Entre la indisponibilidad hidráulica y la térmica suman, como dijo en AgendAR el citado Ing. Francisco Rey, 7800 MW de base que no están porque no llueve.
Pero la cuenta sigue. Falta una chorrera más de megavatios ya instalados, porque el estado no controla la generación de potencia de base ni exige inversiones y mantenimiento a su transportador a distancia. Si a estos 7800 MW «desaparecidos» se le suman los 3420 MW de las dos nucleares y las dos hidro sin construir, llegamos a la sorprendente cifra de 11.420 MW que faltan en el Sistema Argentino de Interconexión.
Es una enormidad. Es tan bananero, tan de terror que casi resulta cómico. Señoras y señores, a lo largo de una década cajonearon o se fumaron un tercio de la demanda máxima histórica estival.
Lo poco cómico del asunto es obvio: viejos solos que se mueren en sus departamentitos y chabolas, deshidratados y cocinados por los golpes de calor y porque no funcionan el aire acondicionado ni el ventilador, y si el piso es alto, no hay agua en las canillas. Personas de todo tipo con síndrome urémico hemolítico por envenenamiento con comida deteriorada por el corte de la cadena de frío. Piñas entre autos y colectivos, a toda hora, por desconexión de semáforos. Muertes en el curso de asaltos al voleo en las calles a oscuras.
Como guinda en la punta del helado, tarifazos a lo bestia, porque eso cura todo. Y como guinda en la punta del helado, cantidad de fábricas, comercios, restaurantes que quiebran, y desocupación a baldazos.
La tormenta perfecta.
Alfonsín, que en comparación con la murga actual era Abraham Lincoln, no llegó a término por cosas parecidas.
Subrayo, por cortesía dado que nuestro público nos entiende como por señas de truco, la diferencia entre potencia de base, disponible 24×7, y la de las fuentes intermitentes. A saber: el sol no brilla de noche, y el viento no sólo es intermitente sino impredecible en tiempo real. En cambio la Central Nuclear de Embalse da su potencia máxima (hoy 656 MWe) 340 días por año desde que se inauguró, en 1984.
La proliferación de fuentes intermitentes en tiempos del ingeniero Mauricio Macri te pone tan a salvo de apagones como la multiplicación de bikinis y galochas te salvaría del frío en Marambio (la base polar).
En unos meses, estimados lectores, podrán comprobarlo.
Daniel E. Arias
PS: Me corrige un lector. Dice: «Transener sólo opera y mantiene la red, pero no es responsable de la expansión. Con la legislación y el esquema eléctrico que quedaron desde tiempos de Menem, no existen ni la planificación energética ni hay políticas de estado al respecto. Resultados a la vista. ¡Comprá velas de bajo consumo!»
Otro lector añade: «Algunas obras debieron estar listas en 2020, como un contrato de ENARSA para poner una central de gas de 900 MW en Campana, provincia de Buenos Aires, con crédito chino». Ergo, eso se frenó en tiempos de Alberto Fernández (y de Béliz). Lo dicho, no hay inocentes.