Cuando nadie lo esperaba, la crisis de la industria nacional por el ajuste de Javier Milei quedó expuesta en una posición radical de Paolo Rocca, el dueño de Techint, que hasta ahora venía bancando el modelo libertario.
Seriamente afectado por la apertura importadora a productos de China -su competidor histórico en el mundo- jugó muy fuerte, pidió protección del Estado y abrió un debate amplio en la Unión Industrial Argentina (UIA), casa fabril que venía con bronca larvada, precisamente, porque los grandes no agitaban el escenario. Tan de fondo fueron sus dichos que hasta el futuro presidente de la entidad se plegó, en las últimas horas, con una nota crítica a la política industrial del Gobierno. Y se filtraron videos de funcionarios estadounidenses, país que Milei toma como emblema, y resaltan el valor de las políticas industriales.
“La cancha no está equilibrada. Nuestra industria no logra competir con China. Hace falta que la política de los Estados nos apoyen. La defensa contra la competencia desleal es esencial, sumado a la estabilidad en las reglas de juego, la reducción de la carga tributaria, un tipo de cambio que refleje la productividad de factores y no los flujos de capital de corto plazo”, dijo Rocca en Alacero, el foro del sector acero que se celebró en el Hotel Hilton. Los que lo vieron desde la primera fila y charlaron con este diario se sorprendieron y, ante la consulta de este diario, jugaron picardía con la idea de que el líder de Techint «se habrá acordado de sus años de defensa del empleo, cuando era de izquierda». El dato no es muy conocido, pero en su juventud, en Italia, Rocca fue parte de «Lotta Continua», una organización de izquierda que, en Sicilia, apoyaba todas las luchas obreras y tenía como método de combate al capital el bloqueo de empresas, algo que ahora Paolo resiste.
Según confiaron personas de su entorno a Página I12, Rocca, que hoy está más dedicado al petróleo que a la industria en terreno local, está preocupado por el impacto de la política de Milei en la cadena de valor. Algo que le venían advirtiendo las pymes que trabajan para Techint en la industria del acero. Naturalmente, además de lo que pasa en el país, Paolo tiene plantas en Brasil y México, por lo cual aplacar la intentona de ingreso de productos chinos es un lobby que hace en toda la región.
Por eso, en el congreso del sector fue aún más duro que lo habitual con Milei: dijo que si bien las importaciones “ayudan a controlar la inflación, tienen un poder destructivo sobre la actividad industrial (…) falta completar la apertura del mercado cambiario para poder recibir inversiones masivas”. Asimismo, advirtió que «las inversiones de los grupos locales evalúan cuidadosamente todos estos factores, pero también el compromiso de los gobiernos de defender las actividades industriales. Necesitamos que hagan explícito su apoyo. Esto ayudaría a atraer la inversión necesaria porque toda nuestra agenda requiere inversiones importantes que se pueden hacer sólo si la rentabilidad lo permite”.
En este contexto, en diferentes grupos de Whatsapp de industriales empezó a agitarse la polémica. Explicaron allí que China subsidia los productos que exporta, «porque protege su industria, el problema no es China, es Milei, que no protege la nuestra». Por razones lógicas, los precios de la tonelada de acero que China exporta se vende a 500 dólares, mientras que a nivel local cuesta 1100 dólares. Todos admiten que los locales le recargan un valor más caro porque hay pocos productores, pero la diferencia se sustenta en la protección China, ante la anárquica política fabril que tiene Milei.
La onda expansiva sacudió a la UIA
En la UIA, el 80 por ciento son empresas pyme, pero el poder del discurso y la confrontación selectiva con los gobiernos de turno se apoya en tres gigantes: Techint, Ledesma y Arcor. Por eso, la reacción de Rocca amplificó lo que las pymes venían diciendo, tímidamente y sin caja de resonancia.
Martín Rappallini, el dueño de Cerámica Alberdi y actual presidente de la Unión Industrial Bonaerense, será el próximo presidente de UIA sucediendo a Funes de Rioja. Hombre mesurado, apareció en las últimas horas con un artículo de alto voltaje político en el diario La Nación. Intitulado «Por qué el mundo revaloriza la industria», se pliega a la línea Rocca. «Tal como hizo Occidente, el Estado debe nivelar la cancha a la industria nacional, antes de que sea tarde. El tiempo es un factor clave en este proceso», escribió, y agregó que «es necesario y fundamental bajar la inflación con una visión sistémica del impacto en los sectores productivos. No podemos sacrificar al sector transable, su producción, la generación de empleo y el capital social que aporta a nuestro país».
A continuación, aseveró que lo que se pide «no es protección, es defensa, defensa del sector productivo ante un ataque. Exigiendo la competencia pero dándole las posibilidades para hacerlo. Decir que Occidente vuelve a priorizar su industria es decir que entendió la importancia de tener sus cadenas de valor funcionando en origen». Hasta no hace tanto, Rappalini aseguraba que el modelo Milei era un «cambio de paradigma» al que había que acomodarse, pero lo de Rocca movió la estructura.
Otros de los popes de la entidad fabril compartiéron videos de referentes estadounidenses pro industria. También hubo una nota periodística intitulada «Blinken, ¿el socialista?, que desde el portal El Cohete a la Luna se pregunta si la posición del secretario de Estado de los Estados Unidos no va en contra de los postulados de Milei de apertura total de la economía.
Leandro Renou