¿Por qué aumentó tanto el»índice de pobreza» en Argentina? Estamos mal, pero no tan mal

Se conocieron los datos de la pobreza del primer semestre y confirmaron lo que se esperaba: un fuerte salto que la ubicó en el 53% de la población, y de la indigencia, que fue de 18%. Pero para poder contextualizar con rigurosidad estos datos y entender sus causas, primero tenemos que explicar cómo se mide, porque además es un dato que siempre se presta a confusiones.

¿Cómo se mide?

La manera en la que el INDEC mide la pobreza es a través del método de los ingresos (el más difundido a nivel global, aunque también hay otros, como la pobreza multidimensional). En este método, primero que nada, elabora una Canasta Básica Alimentaria (CBA) y una Canasta Básica Total (CBT).

La CBA está compuesta por un conjunto de alimentos que define el umbral mínimo de necesidades energéticas y proteicas para poder subsistir (teniendo en cuenta una determinada calidad nutricional). La CBT le agrega a lo anterior los bienes y servicios básicos y necesarios para que una persona no sea considerada pobre, como vestimenta, transporte, educación, salud, vivienda, etc. Además, ambas canastas también tienen en cuenta el hecho de que un hombre no consume lo mismo que una mujer, que un adolescente o una niña recién nacida. Si a alguien le interesa profundizar en la cuestión metodológica, recomiendo este documento de INDEC muy claro y bien explicado.

A partir de esas dos canastas, el organismo actualiza todos los meses su valor monetario y lo compara con los ingresos de la población. Así, todos los hogares que tienen ingresos menores a la CBA son considerados indigentes y todos aquellos que están por debajo de la CBT son considerados pobres.

¿Es realmente tan alta la pobreza en Argentina?

Aclarado lo anterior, la primera cuestión a examinar es la magnitud del dato, ya que cualquier persona que haya viajado a otros países de la región como Colombia, Perú, Brasil, etc. le cuesta creer que Argentina tenga una tasa de pobreza más alta.

Esto tiene una explicación, y es el hecho de que la vara que utiliza el INDEC para medir la pobreza –es decir, la Canasta Básica Total– es bastante más elevada que en el resto de los países de la región. Como referencia, el gráfico de abajo muestra el valor monetario de la canasta de varios países, expresado en dólares, de modo que sean comparables. Como pueden ver, la vara de Argentina es relativamente alta (es la más elevada de la región y se ubica en niveles similares a los países europeos de ingresos medios).

Canasta básica total (expresada en paridad del poder adquisitivo de 2017)

Fuente: Elaboración propia en base al Banco Mundial.

Lo anterior es crucial para advertir que la pobreza no es directamente comparable entre países, es decir, uno no puede agarrar la tasa de pobreza que publica cada organismo de estadísticas. Esto se observa muy a menudo, sobre todo para decir que Argentina tiene una de las tasas de pobreza más alta de la región cuando, en realidad, eso no es así. Con la vara argentina, la pobreza de Brasil, Colombia o Perú (por poner algunos ejemplos), sería superior al 60%.

Otra cuestión que lleva a que la tasa real de pobreza pueda estar sobrestimada es la cuestión de los problemas típicos de medición que surgen a la hora de relevar ingresos que provienen de encuestas que se le realizan a las personas. Como muestra (y cuantifica) este excelente trabajo que acaba de ser publicado por investigadores del CEDLAS, las personas de mayores ingresos son las que más subdeclaran lo que ganan, pero el dato más interesante del trabajo es que encuentran que esto también sucede (aunque a una escala bastante menor) en los estratos de menores ingresos. Ojo, con esto no están diciendo que el INDEC mide mal la pobreza, es un fenómeno muy común la subdeclaración de los ingresos en las encuestas, y justamente este tipo de trabajos tratan de estimar y corregir esos desvíos. 

Entonces, si queremos comparar la pobreza entre los distintos países, tenemos que tener una canasta que sea homogénea. Esto es precisamente lo que hace el Banco Mundial aunque, de nuevo, hay que advertir que la vara que utiliza este organismo es más baja que la de Argentina (de USD 6,85 por día). Como se puede ver en el gráfico, Argentina sigue siendo de los países con menor tasa de pobreza de la región (todavía no hay datos para 2024 pero, de todos modos, el salto implicaría como mucho una pobreza del 16% con esta medición).

Tasa de pobreza para 2023 (a USD 6,85 por día)

Fuente: Banco Mundial.

Al margen de lo anterior, como decimos en economía, el problema de Argentina no es tanto la foto, sino la película. La pobreza está sumamente vinculada al crecimiento económico. La expansión sostenida de la producción (el PBI) viene de la mano con el incremento de los ingresos de la población. Por ende, se observa una relación muy estrecha entre el PBI per cápita (que no es otra cosa que el ingreso promedio de la sociedad) y la tasa de la pobreza: cuando se incrementa la producción sucede lo mismo con los ingresos y eso lleva a que se reduzca la pobreza (y viceversa).

Y justamente el problema de Argentina es que no crece hace ya 13 años. La comparación con el resto de la región es elocuente en este sentido. El gráfico a continuación muestra el crecimiento del PBI per cápita entre 2013 y 2023 (en el eje X) y la variación de la pobreza para el mismo período (en el eje Y). Como pueden ver, Argentina fue el único país de la región –exceptuando a Venezuela– que mostró una caída de su PBI per cápita y un incremento de la pobreza durante la última década.

Variación del PIB per cápita (en dólares constantes) y de la pobreza (diferencia en puntos porcentuales) para 2013-2023

Fuente: Elaboración propia en base a Banco Mundial y FMI.

La pobreza argentina

Volvamos a concentrarnos en el dato actual. Algo sumamente relevante, y que no se le dio la importancia que merece, es que el 66% de los niños (0 a 14 años) son pobres. La gravedad de este punto para mí nunca termina de internalizarse en la sociedad, la política y los medios, no solo por la magnitud del problema, sino porque son el futuro del país. Cada día que se mantienen por debajo de la línea de la pobreza no solo se reducen sus posibilidades individuales de progresar, sino que también se ven afectadas las capacidades productivas de la economía en su conjunto. Hay evidencia de sobra que muestra que la pobreza en la vida temprana de las personas puede tener efectos duraderos. Por ejemplo, la malnutrición afecta el desarrollo y las capacidades de aprendizaje y también aumenta los riesgos en la salud.

Después obviamente el otro dato relevante fue el fuerte salto que se observó tanto en la pobreza (que pasó del 42% al 53%), como en la indigencia (que pasó del 12% al 18%). ¿Cuáles son las causas por detrás del incremento? La respuesta corta es que los ingresos de la población crecieron bastante menos (87%) que la CBA (115%) y la CBT (119%), llevando a que más personas queden por debajo de la línea de la indigencia y la pobreza.

Por detrás de eso, la causa principal estuvo en todo el programa económico que aplicó Milei ni bien asumió, en particular la drástica devaluación del tipo de cambio, que es lo que provocó la aceleración inflacionaria (contra la cual los ingresos no pudieron incrementarse a la misma velocidad).

Esto nos lleva a otra discusión, quizás la más álgida de todas, acerca de la “culpa” del incremento de la pobreza. Si bien es imposible dar una respuesta definitiva, lo que sí estamos en condiciones de afirmar es que están equivocados tanto quienes sostienen que toda la culpa es del presidente Javier Milei (por ser quien implementó las medidas), como quienes sostienen que es todo por culpa del gobierno anterior (por los problemas que dejaron); lo cual no es poco, porque en esas dos posturas tenemos englobadas a buena parte de las minorías intensas que son las que más discuten esta cuestión.

La realidad es que los problemas macroeconómicos que dejó la gestión de Alberto Fernández fueron sumamente graves (inflación mensual del 13%, reservas netas negativas por unos USD 12.000 millones, brecha cambiaria superior al 150%, un importante atraso en las tarifas energéticas y del transporte, deudas con las empresas importadoras por más de USD 25.000 millones, y varias cuestiones más que examinamos en su momento acá).

No había manera de solucionar esto sin que haya un ajuste, sobre todo en materia del tipo de cambio. Y absolutamente todas las devaluaciones de la historia reciente vinieron acompañadas de un incremento de la pobreza (2023, 2019, 2018, 2016, 2014, 2001). Incluso si uno se remonta a las anteriores (1989, 1981, 1975, 1962, 1958), si bien no contamos con datos de la pobreza, lo que sí se observó en todas –como estudiamos acá– es una caída del salario real (salvo en la de 1962), lo que casi con seguridad llevó a un incremento de la pobreza. O sea, las devaluaciones provocan incrementos de la pobreza.

Por tales motivos, se podría discutir si la magnitud de la devaluación fue correcta o no, si la manera de implementar el recorte del gasto público (a las jubilaciones, inversión pública, universidades) fue el adecuado o no, o si la velocidad a la que se ajustaron las tarifas de los servicios fue correcta o no. En definitiva, y volviendo a la pregunta inicial, lo que se puede discutir es si había una manera de que los resultados (en términos de la pobreza) fueran menores. Yo creo que sí. Lo que, en mi opinión, no se puede discutir, es si eso había que hacerlo o no.

Juan Manuel Telechea

VIACenital