Las peligrosas rutas argentinas

Recorrer las rutas argentinas genera varias sensaciones, entre ellas, asombro y pavor. La muerte acecha cuando los autos invaden la mano contraria, se ubican a contramano y realizan la maniobra de sobrepaso con vehículos que circulan de frente. La tragedia se vislumbra cuando los automovilistas se abren a la derecha y aceleran para dejar atrás a otros conductores. El menú de precariedad vial es diverso. Problemas en la capa asfáltica, el descalce entre la ruta y la banquina, la falta de señalización, los peligrosos pastizales al costado de las vías, la obligación de circular a contramano para pasar a los vehículos por la falta de autopistas y autovías, los baches, las líneas despintadas o directamente ausentes, el exceso de camiones por la falta de trenes y el aumento exponencial de la producción y la falta de iluminación. La combinación entre un problema y otro, o la confluencia de todos a la vez, ponen la vida de los conductores en juego. Una verdadera ruleta rusa en cuatro ruedas. Un ejemplo basta para ilustrar el peligro. La intersección entre la ruta nacional 7 (mano y contramano) y la provincial 51, en las cercanías de Carmen de Areco. Se trata de una verdadera trampa mortal que sigue igual a pesar de la gran cantidad de los accidentes que suceden en la zona. Sin una señalización adecuada y sin rotonda, las banquinas del cruce son un muestrario de parabrisas astillados, vidrios, pedazos de plástico y otros rastros de incidentes pasados. Unos pilotes inútiles se levantan sobre la planicie. Debían sostener una de las manos para elevarla y despejar el peligro. Pero la desidia ganó una vez más y esos cilindros de cementos son otro obstáculo más en el lugar.

En la mañana del 3 de noviembre pasado, un camión cisterna que transportaba combustible y circulaba por la ruta 7 fue impactado por una combi que transitaba por la ruta 51. A bordo viajaba personal de la Dirección de Caballería de la Policía bonaerense que se dirigía a hacer un servicio de cancha en el partido de fútbol entre los equipos Brown de Adrogué y Atlético Rafaela. Murieron cuatro efectivos de Bahía Blanca. 16 resultaron heridos. La muerte sonríe en esa intersección: en marzo de 2019 hubo nueve muertos, cuatro de ellos menores de edad. Tres días después hubo dos accidentes fatales en la ruta 9. Las rutas del país son, en gran parte, caminos hacia posibles accidentes. Transitarlas requiere de una cierta resignación, con una idea que suele girar en la cabeza: podría ser el último viaje. Según un informe del Ministerio de Obras Públicas de 2021, solo un tercio de la red vial nacional, es decir un 31%, está en buen estado, un 27,6% está en estado regular y hay un 40,7% en mal estado. Desde entonces, todo empeoró. No es un tema que quede intramuros, el año pasado, la consultora internacional Zutobi elaboró un ranking mundial basándose en datos publicados por The Global Economy, donde la Argentina quedó en el puesto 54 de 59 países analizados, y se ganó un lugar en el podio por estar entre los países con las peores rutas del mundo. “No se hacen las inversiones para que la producción de la Argentina pase por rutas seguras”, dice Gustavo Brambati, jefe de seguridad vial de Cesvi, una empresa que investiga los accidentes para las aseguradoras. De enero a septiembre de este año, US$66.000 millones ingresaron a la Argentina por la venta externa de productos que transitaron por vías en las que la prudencia indica “no pasar”.

Nivel de riesgo de las rutas argentinas

Nivel de riesgo de las rutas argentinas

Según el último informe oficial completo, con datos de 2022 y que fue elaborado por la Dirección Nacional de Observatorio Vial, un organismo dependiente de la Agencia Nacional de Seguridad Vial, la siniestralidad en la Argentina se lleva 13 vidas por día, la mitad de ellas, 6, en las rutas. Y de ese número, gran parte de ellas es en las nacionales. El número incluye el seguimiento por 30 días de las personas heridas en los accidentes en las rutas. Cinco de cada 10 siniestros fatales se deben a una colisión, pero solo un 3% ocurre en una autopista o autovía. Los datos de 2023 son parciales y registran 4403 muertes en el año, 12 por día. En ese año hubo 3642 siniestros con 4369 víctimas fatales. La Asociación Luchemos por la Vida, por su parte, registra 17 muertes por día por estas causas (siniestros de tránsito) en 2023. Por lejos, la provincia de Buenos Aires, con 1881 muertos en el año, se lleva el primer lugar en siniestralidad vial, según esta asociación. Le siguen Santa Fe, con 558, y Córdoba, con 374. Uno de cada dos siniestros fatales se debe a una colisión. Un dato tan increíble como relevante es que entre 2015 y 2019 se registraron en las rutas nacionales y autopistas de la Argentina 3640 siniestros viales con atropello de animales, donde murieron más de 80 personas. El sistema de transporte vial de la Argentina se estructura en una red federal cercana a los 640.000 km, pero solo 3303 km corresponden a autopistas y autovías. La Red Vial Nacional [RVN] tiene aproximadamente 40.000 km, y es la red troncal primaria de conectividad dentro del territorio nacional. La Red Vial Provincial [RVP] consta de 200.000 km, y vincula las regiones con la red vial primaria. La Red de caminos rurales o terciarios, estimada en 400.000 kilómetros, es un eslabón clave para la salida de la producción primaria hacia los distintos puntos de destino a través de la red primaria y secundaria. La red vial nacional está pavimentada en un 92,3%; el 7,7% restante corresponde a tramos de ripio o tierra. Solo el 2,8% representan autopistas y autovías. Por otro lado, un 85% del tránsito confluye sobre el 25% de la red vial nacional, unos 10.000 kilómetros.

Una pesadilla recurrente entre quienes transitan las rutas argentinas, sobre todo aquellas relacionadas con la producción, es pasar por el carril contrario (es decir, a contramano) una fila de camiones, esperando haber calculado bien y no chocar de frente. Es la maldición de las rutas que son mano y contramano y habla de la falta de inversión y planificación que tiene la Argentina. Según un estudio realizado por la Dirección de Investigación Accidentológica del Observatorio Vial de la Agencia Nacional de Seguridad Vial (ANSV) en rutas nacionales y provinciales de todo el territorio argentino, sobre una muestra de 168 siniestros viales graves y/o fatales relevados, casi la mitad (48,5%) se asoció con la invasión del carril contrario opuesto por adelantamiento, mientras que el 38,6% se originó por maniobras bruscas. Además, Alfredo Guagliano, presidente de la Asociación de Transporte de Cargas de Rosario (ATCR), dice que de 2009 a 2023 el parque automotor aumentó un 70%. “Las rutas no están en condiciones, son obsoletas y están en mal estado”, sentencia. “El sistema vial argentino está mal mantenido y es muy poco moderno”, adhiere Fabián Pons, director del Observatorio Vial Latinoamericano. Para el especialista, la falta de una red ferroviaria para transportar la producción satura las rutas de camiones y esto es una parte importante del problema. “Imaginemos camiones de unos 20 metros cada uno, sin espacio entre ellos. El conductor de un automóvil podría tener que circular unos 150 metros para pasarlos, y a contramano”, señala Pons. “El gran problema es que tenemos vehículos lentos (camiones), que tienen una velocidad máxima de 80 kilómetros por hora, conviviendo con otros vehículos que tienen una velocidad de 110 kilómetros por hora. Entonces la maniobra de adelantamiento es constante y peligrosa. Lo que hace todo más grave aún es la inconducta que suele suceder, cuando los camioneros no mantienen la distancia de seguimiento, que por ley tiene que ser de 100 metros entre vehículos. Al no respetar esta normativa, puede suceder que hay pasar a tres o cuatro camiones juntos a contramano, porque no hay lugar donde meterte antes”, sostiene Pons. Dice que ya no se ven patrullas circulando por las rutas para controlar que no sucedan estas cosas y que, la voluntad de ahorrar nafta (a veces premiada por las compañías) lleva a que, cuando circulan en ruta, vayan pegados camiones de la misma compañía. “Tenemos muchos polos productivos con pocos puertos –continúa– por lo cual, en vez de utilizar un sistema ferroviario para sacar esa producción en una forma más económica, más fácil y más segura, lo hacemos, lamentablemente desde la década del 90 en adelante, por medio de camiones. El camión de por sí tiene varios problemas, entre ellos, la lentitud con respecto al resto de vehículos livianos. Además, en caso de siniestro con un camión, la letalidad es muy grande. No nos olvidemos que, en la Argentina, en uno de cada tres siniestros mortales participa un camión.”

foto AML
“No se hacen las inversiones para que la producción de la Argentina pase por rutas seguras”, dice Gustavo Brambati, jefe de seguridad vial de Cesvi

Según Pons, cada país estipula cuál es el umbral que tiene que superar de tránsito una ruta y con qué complejidad para que amerite convertirse en autopista. En la Argentina se pide que sea autopista o autovía “cuando tenemos más de 6500 vehículos de tránsito diario medio anualizado, sin el factor de corrección por camiones. Cuando hay un 30% de vehículos que son camiones esa cifra es menor”. El tránsito medio anual en varias de las rutas argentina supera esta cifra. Por ejemplo, en el tramo Suipacha- Chivilcoy en la ruta 5, en 2023, fue de 8200 vehículos. En la intersección entre la ruta 7 y la 51 fue de 9150 vehículos en el mismo año. Pons se refiere también al deterioro de las rutas, con bajo mantenimiento, baches y partes de la cinta asfáltica hundida, lo que genera, entre otros desastres, los peligrosos charcos de agua cuando llueve. Aquí los camiones con sobrepeso también tienen un rol protagónico, como también lo tienen la falta de controles para su circulación. Algo más: muchos de los caminos provinciales y municipales muestran un mantenimiento aún menor, según los expertos. Y en “plan ahorro”, se suelen ver pastizales a lo largo de la ruta que evidencian la voluntad de no pagar el costo de cortarlos, costo que se paga, en realidad, con más inseguridad vial. “En la ruta 9, por ejemplo, que es multicarril, como está deteriorado el carril derecho, muchos camiones circulan por la izquierda para no estropear las suspensiones. Son los propios camiones los que estropean a la ruta por estar sobrecargados. Ese es uno de los factores preponderantes en el mal estado de las rutas: el sobrepeso con el cual circulan la gran mayoría de los vehículos pesados”, agrega Pons.

Las cifras de la inseguridad vial

2022, últimos registros oficiales

Las cifras de la inseguridad vial

Con 45.000 miembros, la página de Facebook Autovía ya!!! Usuarios cansados de esperar, presenta su problemática: “Desde hace más de 20 años que estamos esperando por la prometida Autopista del Oeste- Ruta 5 Luján Santa Rosa. En este tiempo, Mercosur y corredor cerealero mediante, la densidad del tránsito aumentó un 60%. Mientras tanto, la ruta sigue siendo la misma de hace 60 años”. Según vialidad, es la ruta con más tráfico de camiones de la provincia de Buenos Aires. Un pantallazo al contenido de este grupo permite ver el drama constante que viven quienes transitan por esta ruta: un accidente atrás de otro. Se ven fotos de los siniestros, en gran parte acompañadas por historias de vida que desembocaron en muerte. Graciela Squiquera vive en Carlos Casares, a 310 kilómetros de la Capital, y creó el grupo, junto a otras personas, cuando el 11 de octubre, hace 13 años, una joven de 20 años que venía de Pehuajó protagonizó un choque y quedó parapléjica. Era amiga de sus hijas. Es un caso que muchos vecinos no olvidan en un pueblo del interior donde todos se conocen. “Hoy es algo que se sufre, especialmente cuando los chicos se van a estudiar o a trabajar y deben transitar seguido por esta ruta. En los puestos camineros se ven muchas veces vehículos destrozados. Mucha gente ha perdido la vida. Tiene tramos muy feos, con muchos camiones. Es una ruta antigua, de solo 7 metros de ancho, y los camiones a veces se tocan entre sí”, dice Squiquera.

foto AML

Hace unos pocos días, una mujer de 31 años murió en el kilómetro 150 cuando chocó de frente contra un camión. Solo unas horas después, en la misma zona, otro camión impactó contra vehículos detenidos por un operativo. En total, hubo 10 vehículos accidentados. Sin embargo, las obras no avanzan. “Vamos logrando encuentros con funcionarios, pero todo queda ahí”, afirma Squiquera. “Hace años que hay promesas que luego quedan en la nada. Hoy se está avanzando, pero muy despacio, solo 20 kilómetros que van muy lento. Ya nos dijeron que obras nuevas no iban a haber. Seguiremos pidiendo, y mandando cartas y notas. Todos los días llegan miles de correos a Vialidad Nacional y a todos lados, pero no hay respuesta… nunca”, dice Graciela con un tono que va entre la frustración y el enojo. “Hay gente que no sale a la ruta por miedo. Es un parate para muchas cosas”, sintetiza. La ruta 5 se privatizó en 1994 y la autovía debió haberse terminado 10 años después. Apenas se sumaron 20 kilómetros (Luján – Mercedes), después de que un empalme estuviera detenido años. Durante el gobierno de Alberto Fernández se licitaron 20 kilómetros y la adjudicataria fue una empresa de Cristóbal López. La obra se paralizó hace más de dos años y recién ahora se puso en marcha. Cuando finalice (dentro de dos años), habrá 20 años de mora y faltarán construir 475 kilómetros. En el medio, durante dos décadas, en las banquinas hay un verdadero cementerio al volante.

Las rutas y los tramos con mayor cantidad de fallecidos

Acumulado 2015-21019

Las rutas y los tramos con mayor cantidad de fallecidos

Según Cesvi, que releva 10.000 kilómetros de rutas por año, las más peligrosas de la Argentina, de acuerdo a la cantidad de accidentes, son las que están cargadas de camiones y las que tienen intersecciones con otras rutas, con cruces mal señalizados y con una configuración obsoleta. “Para clasificar el nivel de riesgo de las rutas utilizamos una matriz donde se ponderan la probabilidad de ocurrencia de un accidente y sus consecuencias, en función del análisis de varios ítems, entre ellos, la cantidad de siniestros ocurridos durante el año, el flujo de vehículos que circulan por las mismas, el estado de mantenimiento, las configuraciones de las rutas, cruces peligros, etcétera. Así surge una escala que ponderamos del 1 al 5, donde 1 corresponde a un riesgo bajo y 5, al riesgo alto”, dice Brambati.

VIALa Nación