La empresa nuclear y aeroespacial rionegrina INVAP acaba de patentar una central nuclear “mini” muy de su cosecha en EEUU. Allí acaba de fundar una compañía, Meitner Energy, para juntar inversores cuyos bolsillos permitan encarar el licenciamiento por parte de la Nuclear Regulation Authority (NRA). Éste es un proceso complejo, largo y caro, y eventualmente abre la puerta a más inversores, y a la construcción.
Dos comentarios que merecen ampliación posterior: la máquina se llama AGR-300 y no se parece absolutamente en nada al CAREM, proyecto de la CNEA que data de 1984, y que entre 1987 y 2006 estuvo a cargo de INVAP. Ese proyecto fue detenido también por el gobierno de Javier Milei.
Éste viene a añadir su nombre a los de Carlos Menem, Fernando de la Rúa y Mauricio Macri, cuyos gobiernos también frenaron el CAREM. Lo hicieron con el más simple de los procedimientos (dejarlo sin fondos) y por la más obvia de las razones (Embajada de los EEUU).
Podrá parecer paradójico ir a operar en casa del adversario, lo que me lleva al segundo comentario: la única sorpresa es que INVAP no hiciera esto antes. Hay una oferta mundial de inversión privada para las centralitas de potencia tipo Small Modular Reactors, o SMRs. Tanto así que hay 22 proyectos en EEUU, 17 en Rusia, 10 en China, 5 en Canadá y 4 en el Reino Unido.
Pero lo que diferencia a INVAP de casi toda esta oferta a caza de inversores es que hoy por hoy y desde 2000, la firma rionegrina es el más exitoso proveedor de reactores nucleares multipropósito del planeta. La mayor parte de las ochenta y tantas “start ups” contra las que corre son puro humo marketinero y financiero, sin más contenido real que la burbuja de “dotcoms” de los ’90.
Toda la fauna SMR, la legítima y orientada a producto, y la meramente especulativa, está formada por propuestas tecnológicos muy distintas. Las más conservadoras son copias viles del CAREM, primer proyecto SMR en la historia nuclear, y entre los copiones EEUU está a la cabeza. Otras propuestas son muy disruptivas, algunas muy interesantes, otras viciadas de nulidad técnica desde planos.
Todas, en su conjunto no han culminado en construcción material alguna. Pero los inversores siguen anotándose, nuevamente con EEUU a la cabeza. Si hay carnaval, no nos perdamos la música.
A la hora de ponerse serios, los únicos de estos proyectos experimentales que llegaron a obra son seis, están en China, Rusia, la India y Argentina (sí, el CAREM). De estos SMRs, los que están en línea y entregando electricidad son uno en China, otro en Rusia y uno en la India. Otro SMR a punto de ponerse en línea es el Linglong, y tiene algunas ideas del CAREM.
Un primer somero análisis revela que si estás -caso argentino- cuarenta años demorando un proyecto, con únicamente un gobierno nacional que lo propulsó (el de CFK) y otro que lo hizo tarde y poco (el de Alberto Fernández), te lo van a copiar hasta los monos. Y no hace falta ningún ejército de hackerse habilidosos. Con pagarle mierda a los ingenieros nucleares, con desesperarlos de ver su obra terminada y dejarlos que se vayan el exterior u otras industrias con un portazo, alcanza. Para que los coreanos nos copiaran el CAREM e hicieran su SMART, o los autodenominados americanos licenciaran su NuScale, basta una fotocopiadora.
Un segundo somero análisis revela que los únicos SMRs que se terminan y funcionan son los que construyen empresas nucleares pertenecientes a estados nacionales. El resto muere en la carrera de obstáculos de los procesos regulatorios, o cuando por falta de profesionalismo y experiencia en la privada que lidera el proyecto, el cálculo estimado del costo de la electricidad se va al demonio.
Eso incluyó en 2022 a NuScale, la mejor copia del CAREM. Yo la llamaría incluso una copia ingeniosa y algo mejorada. Tal vez deberíamos copiarla, cien años de perdón por ello. De todos modos, NuScale quebró.
En esa centralita sumamente modular el estado federal se anotó con U$ 10.000 millones, el “siting” en Idaho, el apoyo del sistema de laboratorios nacionales nucleares, y universidades estatales prestigiosas. Pero fue un proyecto privado y gestionado por Fluor Inc. y varias decenas de privadas en rol subsidiario, todas sumando plata a espuertas.
Las cosas raras estuvieron desde el principio: una constructora no especializada a la cabeza, y una cantidad un tanto anormal de vendedores de humo. El NuScale es un muy buen diseño, como que vino de aquí, y Fluor ya lo tenía vendido a otros 11 países cuando la distribuidora eléctrica UAMPS, que alimenta a 7 estados del Middlewest y tenía precontrato por la energía, se aburrió de los aumentos de precio que debían del megavatio/hora estimativo. Y es que Fluor no paraba de hacerle mejoras de diseño y módulo sin haber cavado siquiera los cimientos. “Very unprofessional”, dicen en mi barrio.
Cuando el costo del megavatio/hora se va al requinto, es el momento en que la estampida de inversores subidos al barco en estampida manotean el primer salvavidas y se tiran al mar como lemmings, también en estampida. El mundo financiero funciona así.
Definitivamente, la electricidad nuclear es asunto de estados expertos. Para desarrollar una central nueva se necesitan las espaldas anchas, pero resbalosas, del estado, punto. Con gas abundante en casi todas las economías industriales, salvo en la UE, Japón, Corea y China, y los bajísimos costos de construcción eólica y solar, la nuclear tiene la cancha inclinada en contra.
Por ahora, el mercado no premia a la fuente que emite menos carbono (la nuclear). Tampoco alienta la única libre de carbono pero que es «de base», disponible a toda potencia 24×7 (la nuclear). Eso el mercado eléctrico sólo lo hace en los capitalismos de estado como China, Rusia, la India o Corea, que no creen que su planificación energética se tenga que decidir en alguna bolsa de valores extranjera. Añado y corrijo, son capitalismos de estados que además no reciben órdenes de embajadas.
El “laissez faire” de Occidente hace exactamente lo contrario que China: subsidia fortísimamente las fuentes intermitentes e incluso a las imprevisibles, aunque éstas te hacen quemar gas cuando la red pide potencia pero el viento no sopla, o el sol no brilla. En los últimos cuarenta años, la GME (Gran Masturbación Ecologista) ha sido la mayor causa de emisión de carbono a la atmósfera del autodenominado Occidente.
Lo cierto es que el marco nacional y financiero en que INVAP presenta su nuevo AGR 300 es simultáneamente muy favorable para captación de inversiones, y también el peor del mundo en concreción material de las mismas. Es que aquel EEUU tecnológico y fabril llegó a los ’80, y luego se fue disolviendo en una enrarecida economía de servicios abastecida por China, y cuya única producción material masiva son los «homeless».
INVAP, aunque recién incorporado a la carrera, en ese circuito debería destacarse del pelotón justamente porque los tipos son «fierreros» de ley. Y de los buenos. Desde 1981 le construyó reactores a Perú, Argelia, Egipto, Australia, Arabia Saudi y Holanda. Entregados todos en tiempo y forma, andan todos joya salvo el de Holanda, el 2do mayor del planeta, porque sigue en obra. De no ser por los holandeses, que cada tantos meses le quieren poner o sacar cosas nuevas, estaría en línea hace rato. Con el reactor de Australia, el ámbiente nuclear es unánime: es el mejor del mundo.
Cuando pinta INVAP en una licitación limpia, EEUU se abstiene. A Canadá y Francia los sacamos del mercado de los reactores multipropósito. Próximamente, le hacemos otro a Uganda, con lo que van dos en África, el continente de mayor velocidad de crecimiento demográfico.
En suma, INVAP no es una empresa de chantas ni de aficionados. Nació nuclear y vive nuclear, estrictamente de lo que vende, y en general, exporta. Todos los satélites que construyó para la CONAE y ARSAT funcionaron y funcionan bien. Se cargó a espaldas la radarización de las rutas aéreas comerciales argentinas, hizo todo el Sistema Nacional de Alerta por Radares Meteorológicos, radarizó barcos, aviones e instalaciones de las FFAA, y exporta. Y no ha desaparecido pese a medio siglo de hostilidad sistémica del State Department, o de sus representantes locales con banda presidencial.
Estos de Bariloche son duros de matar. Y no les falta audacia. Lo que, ojo al piojo, no los condena en absoluto al éxito. Como cantaba Martín Fierro:
“Yo soy toro en mi rodeo
Y torazo en rodeo ajeno;
Siempre me tuve por güeno
Y si me quieren probar,
Salgan otros a cantar
Y veremos quién es menos.”
ALGUNAS DUDAS PERSONALES
Los reactores que vendió INVAP no son centrales, valga la distinción. No producen energía eléctrica, pero sí capacitación de ingenieros, físicos, químicos y especialistas en materiales nucleares, radioisótopos de uso médico e industrial, y últimamente silicio irradiado para fabricar chips de alto rendimiento. Y aparentemente todo esto lo hacen muy bien.
Las centrales nucleoeléctricas refrigeradas a agua son un mercado inmensamente mayor, y sólo producen electricidad . En revancha, suponen una ingeniería más endiablada: los caños o recipientes de refrigerante se bancan presiones de entre 120 a 150 atmósferas, y a temperaturas de entre 350 y 400º C.
Las aleaciones de acero y las superaleaciones de circonio y cromo que forman el “Steam Supply System” o SSS de una central tienen que durar entre 30 y 60 años sometidas al debilitamiento metalúrgico y la corrosión causada por su exposición a neutrones y rayos gamma. El del SSS no es un ambiente “friendly” con los materiales.
En suma, toda máquina nuclear, sea reactor o central, está sometida a procesos regulatorios severos, pero los de las centrales son mayores y el licenciamiento por parte de un estado-nación, máxime uno nada “friendly” con lo que venga de estas pampas, cuesta un ojo. Con el prestigio y sin paraguas únicamente no atravesás ese campo minado. Bueno, para algo INVAP fundó Meitner Energy.
Meitner como apellido es un homenaje y una argentinada. No es el apellido de un billonario que fabrica autos malos, dirige una red social aún peor y salva al planeta todos los días. Tampoco es el de un mago del Silicon Valley ni un lobo de Wall Street. Lise Meitner fue la que en 1938 descubrió la fisión del uranio 235 al ser bombardeado por neutrones.
Esto no lo hizo en su laboratorio, del que la habían rajado, sino sentada en un tocón de pino, bajo una tormenta de nieve y con su sobrino Otto Frisch, ambos físicos nucleares, haciendo cálculos a lápiz en un sobre. Ambos se acababan de exiliar en Suecia de la Alemania nazi. Nunca les dieron el Nobel de Física.
INVAP sabe de centrales. En 1988 estuvo a punto de hacer una UTE con Turquía para fabricar el CAREM en serie y exportarlo de a decenas a los países compradores habituales de la industria turca, que son decenas e incluyen a gigantes demográficos, como Indonesia o Nigeria. Pero Menem en 1992 destruyó el negocio, andá a saber mandado por quién.
Cuando el CAREM volvió a CNEA en 2006 se le hicieron muchos cambios tecnológicos, y se decidió además que el prototipo de 25 MWe (que en realidad son 32 MWe) será bastante distinto del módulo comercial FOAK (First of a Kind). Por lo pronto, se cree que con circulación natural por convección será difícil llegar a potencias mayores de 70 MWe, de modo que para el FOAK probablemente se deba contar con bombeo eléctrico, especialmente para el arranque.
Sobre el módulo comercial, la potencia será de entre 100 y 120 MWe. Con cuatro módulos armas una central de 400 a 480 MWe, pero de a poco: cada módulo que entra en línea paga el costo de instalación del siguiente.
Por último, el CAREM de 2024 no está pensado para crear oasis eléctricos, sino para reforzar o ampliar redes nacionales en sitios despoblados: minas en desiertos o cordilleras, ciudades que necesitan desalinizar agua de mar. En 1988 la propuesta para y con Turquía era un módulo comercial de 25 MWe, pensado para funcionar en “stand alone”, islas y desiertos sin red eléctrica que necesitan potencia local.
Es decir que el CAREM actual como antecedente ya no es de INVAP, ni servirá de antecedente mientras la CNEA no lo termine, y lo hará cuando la Argentina deje de ser un país teledirigido. Eso no parece nada inminente.
INVAP sabe de centrales porque también metió mano en la reparación de Atucha 1, en la terminación de Atucha 2 y en el retubamiento de Embalse, pero no como contratista principal, y siempre supeditada por contratos a la CNEA o a NA-SA. El mercado nucleoeléctrico distingue claramente ese rol.
Finalmente, INVAP siempre recibió apoyo tecnológico de la CNEA para diseño y testeo de elementos combustibles, y de sus laboratorios de ciencia de materiales. No es pavada, se trata de la mayor y mejor concentración de cerebros nucleares del hemisferio sur. Si Meitner Energy se vuelve una empresa estadounidense por mayoría accionaria, ¿el AGR tendrá ese respaldo? ¿Sería legítimo que lo tuviera?
En cuanto a la ingeniería en sí, el AGR es una central mucho más conservadora que el CAREM. La circulación del refrigerante, agua común desmineralizada, se garantiza con 4 bombas, que probablemente necesitarán 2 o 3 generadores diesel de back-up cada una, y eso por si se cae la red eléctrica.
Como los generadores de vapor son horizontales, la central es chata como un huevo frito, evade la verticalidad, observa el Ing. José Luis Antúnez. Es el hombre que, a cargo de NA-SA, terminó Atucha II y al toque la reparó de sus defectos de diseño. “No es el primer huevo frito de la historia: las primeras centrales soviéticas VVER tenían generadores de vapor horizontales, y son muy buenas”, dice.
Por tal causa, esa fuerza natural que es la convección no colabora en nada con el enfriamiento del núcleo del AGR, ni con la generación de vapor para las turbinas. El AGR no es una central que se refrigere sola porque el agua caliente es más liviana y asciende, y la fría más pesada y baja. Ésa es prerrogativa del CAREM y de sus muchas copias. Con el AGR es “A bombear, mi amor. Vamos a bombear, mi amor”, como añaden, en plan nucleoeléctrico, Los Redondos.
En suma, el AGR sacrifica el lado más atractivo del CAREM, desde el punto de vista de seguridad contra recalentamiento del combustible. ¿A cambio de qué? De un menor costo de obra civil y de montaje, que con diseños convectivos implica construcción en altura.
Esas cosas encantan a los contadores, y van a contrapelo de otros Pressured Water Reactors (PWRs) terrestres, que ponen los generadores de vapor cada vez más altos sobre el núcleo para tener el máximo enfriamiento convectivo posible. Es más, los ponen incluso adentro del recipiente de presión pero siempre altos sobre el núcleo, como el CAREM o el Linglong chino.
Pero en ese sentido el AGR está respaldado por centenares de reactores navales de submarinos, todos con generadores de vapor forzosamente a nivel. Y es que en materia de antecedentes tecnológicos, es bueno que existan. Antes de caerle simpático a la Nuclear Regulatory Authority, primero hay que caerle bien a inversores forrados. Si no, no llegás ni a la puerta de la NRA.
Para ganar en seguridad, el AGR 300 de INVAP elimina prácticamente casi todos los grandes caños que en un PWR más convencional unen al recipiente de presión con los cuatro generadores de vapor. Estos están embridados con esta pieza. O pegaditos, como dicen en Racing.
Lo cual me lleva a otra pregunta: el caño por el que sale agua a más de 330º C del recipiente de presión hacia cada generador de vapor está paralelo y cercano al caño por donde entra agua “fría” (es un decir), a unos 280º C. Hay un salto térmico de al menos 50o C entre dos caños demasiado vecinos. ¿Cómo se evita que los metales tan en contacto no se rompan por shock térmico? Ojo, el CAREM tiene todavía (hasta donde yo sé) el mismo problema.
Si me preguntan como argentino, prefiero el CAREM. Y por dos virtudes: se refrigera solo, pero además, existe.
No soy imparcial: vengo luchando para que el CAREM deje de ser un proyecto desde 1985. Todo lo que mantenga viva a INVAP, incluido el AGR, es bueno para dejar de ser un país cada vez más horroroso.
Vamos el AGR, todavía.
Daniel E. Arias