Por un programa nuclear argentino mínimo y real

Una de uranio natural y tubos de presión, por favor, pero para Atucha. Sale con un CAREM 32 terminado, una planta de agua pesada reabierta y el reactor RA-10 de Ezeiza en línea y vendiendo U$ 100 millones de radioisótopos.

AgendAR propone este programa nuclear de rescate. 

No tiene nada que ver con el “Nuevo Programa Nuclear” de Javier Milei: AgendAR no se ocupa de señuelos sino de cosas reales. Nuestro programa no tiene chances mientras dure el gobierno de Javier Milei, o sevicias similares. 

AgendAR se enfoca en 4 prioridades: 

  • La reapertura de la PIAP (Planta Industrial de Agua Pesada) en Neuquén. 
  • La construcción de una nueva central de potencia de 700 MW parecida a la CANDU de Embalse, Córdoba, de diseño y componentes nacionales. Debe estar en el predio de las Atuchas. La recaudación eléctrica de esta Atucha III debe destinarse por ley a financiar la réplica de una flota idéntica en todo el país.
  • La terminación de la centralita compacta CAREM de 32 MWe, en igual sitio.
  • La terminación y puesta en marcha del reactor RA-10 en Ezeiza.

Este programa es demasiado bonaerense y mínimo, pero más no se puede y con menos no se sobrevive. No está exento de audacia: la PIAP, las centrales de uranio natural y el CAREM vienen teniendo una historia ripiosa. Y eso por oposición interna y externa garantizadas “ab initio”. 

PRIORIDADES SON PRIORIDADES

Hay tres observadores, críticos, colegas y actores del Programa Nuclear Argentino que nos leen y nos permitieron refinar esta propuesta: Nora Bär, Diego Genoud y Diego Hurtado de Mendoza. Hay que ser muy aviador para despegar de un portaaviones que se hunde. Logran elevarse de la pura tragedia, y pensar cómo sigue la vida. Aquí, desde cubierta, les damos las gracias.

No nos importan los que han aplaudido al gobierno nacional. Le otorgamos la piedad del olvido futuro. Nadie recuerda mucho a Herodes como infanticida: ha habido demasiados. Lo que sí recordamos es por qué, sin lucro o pasión de amor, como dijo Borges, hizo matar a tanto pibe promisorio o no: por caerle bien al imperio.

Hechos los reconocimientos, van estos cuatro asuntos. Son de bandera: prioridad nacional. 

No son caros: la PIAP es la mayor planta del mundo en su tipo, al punto de que su cierre en 2017 disparó el precio internacional del agua pesada de U$ 300.000 la tonelada a más de U$ 1 millón. 

A precio de hoy, podría facturar U$ 180 millones/año. Es el mayor costo de tenerla cerrada. Se pone en marcha por U$ 50 millones.

El RA-10 se termina en meses, y su costo total se repaga en 4 años de facturación vendiendo radioisótopos médicos y silicio irradiado para la industria microelectrónica, a precios de hoy. 

Mensaje para posibles presidentes: sólo un vendido lo omitiría de su “nuevo” plan. Y el que se pierda la foto de la inauguración, tiene tanta política como la revista “Para ti”.

Yendo a centrales de potencia, si no se tienen al menos 700 MWe con un 90% de disponibilidad anual en el AMBA, éste se volverá mucho más ingobernable por apagones que hoy. Es el lugar con la mayor acumulación de demanda de potencia de base del país, y el de mayor explosividad social, especialmente en verano. 

La ocupación directa e indirecta generada por una máquina de 700 MW estaría en 2000 puestos calificados directos de arranque, y 8000 durante la obra. A cualquier presidente le resultará más barato empezar esta central para que la termine el siguiente, si aspira a sucederse a sí mismo, que renunciar por estallido social y entre apagones, sin terminar su primer mandato.  

El CAREM 32 terminado y en línea no nos soluciona ningún problema energético. Pero el negocio nuclear nacional, salvo para mentes muy obtusas, no es prender lamparitas sino exportar tecnología, crear industria y multiplicar trabajo calificado argentino. 

Para prender lamparitas, tenemos las centrales de uranio natural, agua pesada y tubos de presión, inventadas por los canadienses, y que podemos replicar, porque conocemos la tecnología tan bien como ellos. Son las mejores del mundo por disponibilidad, seguridad y costo operativo, y nos hacen impermeables a embargos de uranio enriquecido.

El CAREM prototipo, en cambio, es la única puerta de entrada del país a la exportación de centrales de potencia. Su único gran desafío técnico es el recipiente de presión. ¿Se lo puede inaugurar en los 4 años de un período presidencial? Sí, claro. 

¿Se lo puede exportar? Sí, pero. 

Sí claro, porque es el cuarto en puntaje entre 65 proyectos SMR (Small Modular Reactors) del mundo, según la Nuclear Energy Association de la OCDE, detrás de dos reactores chinos y uno ruso. Ergo el mundillo nuclear internacional lo conoce.

Mucho más lo conoce el submundillo SMR, formado por más de 80 proyectos de los cuales sólo 5 vieron obra real, entre ellos el CAREM. 

Miren, lectores, “Planeta SMR” es como Júpiter: brilla mucho, por puro márketing. Pero al igual que Júpiter, es un gigante gaseoso, hostil y no tiene superficie sólida donde pisar. En el autodenominado Occidente, es únicamente habitado por volátiles capitales golondrina y nubes voraces de langostas financieras. Todos morfan y pasan. 

¿Cómo en semejante planeta podría no destacarse el CAREM, incluso tan preliminar, tan experimental y tan chiquito? ¿Cómo podría no ser tan copiado y admirado, si en lugar de estar labrado en finas ventosidades de “investment managers”, está todo hecho de 6 clases distintas de hormigón y decenas de superaleaciones de base hierro, níquel y circonio? Apesta a realidad, como dirían en un fondo de inversión.  

¿Qué cosas le faltan? Márketing político. Un estado-nación detrás. 

¿Entonces, sí se lo pude exportar, o pero? 

Resueltamente, pero. Se necesita una versión multimódulo, con 100 o 120 MWe por módulo, y que éste tenga un recipiente de presión más sencillo de fabricar y un edificio de contención menos ciclópeo. 

El prototipo del Ford T estaba plagado de problemas y sólo lo compró una persona, Henry Ford, y para sacárselos. Lo demás es historia. 

El prototipo del CAREM 32 lo tiene que terminar el estado. Antes no atraerá inversores. Es una bestialidad que no se termine, cuando tras 40 años de remar en dulce de leche, es una obra dura, real, regulatoriamente aprobada, y no un papelito. Y una obra con un 70% de avance. 

Hablar de plata privada sin el prototipo de 32 MWe completado, en línea, entregando potencia y mostrando sus problemas, límites y capacidades, es hablar al cuete. Bueno, para alguna gente, eso se ha vuelto una profesión.

OTRO MUNDO ES POSIBLE, Y PEOR 

Casa matriz de INVAP en Bariloche, nuestra mayor exportadora tecnológica. Hay que ser muy podrido para apostar el prestigio mundial de semejante empresa a un programa nuclear fantasma.

El costo máximo de no ejecutar este programa mínimo es la evaporación de la industria nuclear nacional. 

Hablamos de alrededor de 120 empresas chicas, medianas y gigantescas, todas de capitales argentinos, que participaron en la terminación de Atucha II a cargo del Ing. José Luis Antúnez. Cuando salió de 27 años de abandono y volvió a construirse, fue llamada “obra imposible”, “faraónica”, “demasiado cara” y otras macanas al uso.

Pasen y vean: funciona. NA-SA le ha ido sacando defectos de diseño del proveedor original, SIEMENS, como antes, en 1989, la CNEA hizo con Atucha 1, otro prototipo. Mucha tecnología para revenderle a Alemania, ahora que los nibelungos quieren volver a la energía nuclear y no recuerdan adónde la dejaron. 

Las 120 firmas que terminaron Atucha II coinciden con las más o menos 100 empresas, también nacionales, que estuvieron en el retubamiento de Embalse, siempre bajo dirección de NA-SA y de Antúnez. 

Son firmas mayormente de ingeniería y montaje, metalúrgicas, metalmecánicas, electromecánicas, electrónicas, informáticas, y emplean a decenas de miles de profesionales, técnicos y obreros muy especializados. Varias de ellas exportan componentes para centrales nucleares (CONUAR, de capitales mixtos), o reactores nucleares y centros de medicina nuclear enteros (INVAP).

El núcleo duro de la CNEA (Comisión Nacional de Energía Atómica), NA-SA (Nucleoeléctrica Argentina, SA) e INVAP (una sociedad de la provincia de Río Negro codirigida por la CNEA) nos hace el único país con industria nuclear autónoma y exportadora. 

Y no hablamos de Sudamérica, o Latinoamérica desde el Río Grande para abajo. Hablamos de todo el Hemisferio Sur. 

Perder este capital material e inmaterial es inmedible. Se construyó con 74 años de educación, investigación, desarrollo y trabajo públicos. Conservarlo y hacerlo crecer también es inmedible. Hay que cruzar índices: trabajo registrado y calificado, seguridad energética, gobernabilidad, industrialización, imagen de país. 

Cuando INVAP le vende un reactor nuclear a Australia o a Holanda, la Argentina cobra mucho más que U$ 300 o 400 millones. La movida le abre camino en el exterior a toda su industria no nuclear y de capital local. Toc-toc, Unión Industrial Argentina, ¿hay alguien ahí?

No lo mismo este plan que dejar que una gavilla de multinacionales venda nuestra soja, nuestros minerales o nuestro petróleo sin crear empleo, sin generar capacitación, sin inspecciones aduaneras y sin pagar siquiera regalías, y ni hablar de mitigar daños ambientales y sociales. A largo plazo, este plancito de AgendAR y el actual «sepukku» son modelos que no pueden coexistir.

En suma, nuestro programa nuclear mínimo pero máximo no consiste en ver pasar (e irse) la guita delante de nuestras narices. Si a Ud. le encanta nuestro país actual, devenido tan changarín y homeless, lo suyo es el RIGI, viva la libertad carajo. No hace falta que siga leyendo, si acaso lee. 

Los que prefieran un país profundamente industrial, autónomo, educado, integrado y libre en serio, libre diplomáticamente, libre de represión y de pobreza, quédense un rato más. Los cuatro puntos del programa mínimo merecen más detalle. Lo daremos.

Pero además hay que mentar otros proyectos nucleares intensamente reales y necesarios, y explicar por qué los guardamos para después, pero en la cabeza y el corazón.

Nada de lo propuesto es caro, pero tampoco gratis. Los costos son más bien políticos y geopolíticos. 

Esto no se hace sólo con caja. Se hace con cojones. 

Dicho sin maldad machirula: las tres mejores presidencias de la CNEA en democracia las tuvieron las doctoras Emma Pérez Ferreira, Norma Boero y Adriana Serquis. 

Las tres nucleares, patriotas y fierreras.

Daniel E. Arias